Cuando se estudia el origen y el desarrollo de la Cruz Roja, no puede uno menos de extrañarse por el contraste que hay entre las modestas condiciones de su fundación en 1863, por cinco hombres de buena voluntad, miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública, y la dimensión universal que después ha adquirido. La Cruz Roja está hoy representada en 130 países del mundo y prácticamente no pasa un solo día sin que alguien se beneficie de sus servicios, sea en las dramáticas circunstancias de los conflictos o de las catástrofes naturales, sea en el ámbito más familiar de la asistencia social o de la colecta de sangre.

Esta comprobación, por positiva que sea, comporta sin embargo un sombrío reverse De hecho, si la Cruz Roja ha alcanzado tal desarrollo, es porque las acciones de violencia y de represión, lejos de disminuir, como se esperaba todavía en la segunda mitad del siglo XIX, no han hecho sino aumentar en número y en fuerza.

¿ Puede la Cruz Roja contribuir al mantenimiento de la paz? Además de su cometido humanitario, ¿ no tendría que cumplir también una misión de paz? Esta no es, ni mucho menos, una nueva preocupación suscitada por los recientes acontecimientos del movimiento pacifista o por las manifestaciones en pro de la paz. La cuestión de si la Cruz Roja es, por su naturaleza misma, un factor de paz, si su labor humanitaria debería conducir finalmente a la eliminación de la guerra, es tan antigua como la idea misma de la Cruz Roja. Ya en los comienzos, Henry Dunant declaró que no bastaba con aliviar el sufrimiento de las victimas de la guerra sino que habia que prohibir la guerra misma.

Se entiende por « derecho humanitario » el conjunto de las reglas de derecho internacional tendentes a la protección, en caso de conflicto armado, de las personas afectadas por los males que causa ese conflicto y, por extensión, de los bienes que no tienen directa relación con las operaciones militares.

Se perfila pues, una distinción entre el derecho humanitario y « los derechos humanos », ya que el ámbito de aplicación de éstos no se limita a los conflictos armados.

Se acaban de emplear los términos « conflicto armado », y no « guerra ». El termino « guerra », conocido desde hace siglos, sigue ejerciendo su influencia en el lenguaje corriente; pero, desde el punto de vista jurídico, ya la perdió hace algunos decenios, dado que la « guerra » como tal ha sido puesta gradualmente fuera de la ley, aunque, llómese « guerra » o no, el recurso a la fuerza no desaparece. Así, los términos « conflicto armado » son, en la actualidad, más correctos y la ventaja de su uso consiste precisamente en su falta de precisión jurídica. Como, no obstante, se trata de un neologismo S será a menudo conveniente, e incluso necesario, utilizar uno u otro de estos términos.

Me es grato tener la oportunidad de hablar ante una asamblea como ésta, en la que están reunidas eminentes personalidas a quienes preocupan las cuestiones humanitarias que se plantean en nuestra época de manera cada vez más grave.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (el CICR) está, desde hace más de ciento veinte años, al servicio de la humanidad destrozada por los conflictos.

En 1864, un año después de la fundación del CICR, se refrendó, mediante el Convenio de Ginebra para mejorar la suerte que corren los militares heridos de los ejercitos en campaña, primer acuerdo multi lateral del derecho humanitario, la base jurídica de su actión y el reconocimiento del Movimiento de la Cruz Roja por los Estados.

Desde los orígenes de la vida, el ser se opone al ser. A lo largo de los siglos, ha habido hombres que han gemido bajo la espada y el yugo. Las paginas de la historia están manchadas de sangre. No se ven en ella más que matanzas, torturas y opresión por doquier. ¿Por que?

Ésta fue la pregunta que hizo el gran físico Albert Einstein, obsesionado por el espectro de la guerra, a otro hombre genial, el celebre psicólogo Sigmund Freud, que dio la siguiente respuesta:

De conformidad con la decisión núm. 1 tomada por el Consejo de Delegados en octubre de 1983, la Segunda Conferencia Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sobre la Paz se celebró en Aland, Finlandia, y en Estocolmo, Suecia, del 2 al 7 de septiembre de 1984, por invitación de las Sociedades de la Cruz Roja Finlandesa y Sueca. Esta Conferencia era una reunión extraordinaria del Consejo de Delegados.

La Primera Conferencia Mundial de la Cruz Roja sobre la Paz tuvo lugar, del 11 al 13 dejunio de 1975, en Belgrado. En ella se trazó un «Programa de Acción de la Cruz Roja como Factor de Paz», que fue formalmente aprobado por el Consejo de Delegados en la XXIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja de 1977, en Bucarest.

La Asamblea del CICR, en su reunión de los días 7 y 8 de diciembre de 1983, decideó intensificar su labor a fin de promover el respeto y el desarrollo del derecho internacional humanitario y de los principios humanitarios. En el siguiente texto se explican los motivos de esa decisión y se exponen sus proyectos.

En el ámbito del derecho humanitario, estos últimos quince años se han caracterizado por un importante esfuerzo de la comunidad internacional para reafirmar y desarrollar el derecho internacional humanitario aplicable en caso de conflicto armado. Esa labor ha sido fructífera. Con la aceptación, el 8 de junio de 1977, de los dos Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, por una Conferencia Diplomática convocada al respecto, el derecho internacional humanitario escrito responde, en la medida de lo que parece realizable, a las principales exigencias humanitarias, habida cuenta de las circunstancias actuales de los conflictos armados. Por el momento, es casi imposible que se realicen nuevos progresos importantes.

El 5 de julio de 1984, el señor Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de la Organizatión de las Naciones Unidas, concedió al señor Alexandre Hay, presidente del CICR, la Medalla de las Naciones Unidas por la Paz.

Esta alta distinción es una prueba de estima, cuyo honor repercute sobre el CICR y la Cruz Roja en su totalidad.

Cabe recordar que, en 1978, la ONU atribuyó su Premio de los Derechos Humanos al CICR.

En una literatura rica y abundante sobre el derecho international humanitario, se pueden discernir dos tendencias en cuanto al significado del término «derecho humanitario»: una lo considera en sentido amplio y la otra en sentido estricto. El derecho humanitario, en sentido amplio —según la definición del señor Jean S. Pictet— «incluye el conjunto de disposiciones jurídicas internacionales, escritas o consuetudinarias, que garantizan el respeto a la persona humana y su plenitud». Este derecho humanitario consta de dos ramas: el derecho de la guerra y los derechos humanos. El derecho de la guerra —siguiendo el sistema del profesor Pictet— se subdivide en dos secciones, la de La Haya o derecho de la guerra propiamente dicho y la de Ginebra o derecho humanitario en sentido estricto. A menudo, es dificil hacer una clara distinción entre estas diferentes subdivisiones del derecho y, sobre todo, entre el derecho de La Haya y el derecho de Ginebra, debido a la recíproca influencia que han ejercido sobre el respectivo desarrollo, de tal forma que algunos expertos célebres consideran esa distinción tradicional como caduca y superflua.

Cuando nuestros trabajos van a comenzar, el Comité Internacional de la Cruz Roja agradece la posibilidad que se le da de compartir con todo el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja algunas reflexiones generales sobre el tema de la paz, y más particularmente, sobre la contribución en favor de la paz que del CICR se puede esperar.

¿Qué hay de más natural que ver a nuestro Movimiento apasionarse por lo que se relaciona con la paz? Las tragedias vividas tan de cerca por numerosas Sociedades Nacionales al lado de las víctimas de tantos conflictos en todo el mundo no pueden sino conmover y movilizar las buenas voluntades. Numerosos — muy numerosos — son en esta sala quienes proceden de países donde la guerra es todavía encarnizada. Sabemos que el ardor que ustedes ponen en socorrer a las víctimas de esos conflictos es, al mismo tiempo, la expresión de una voluntad y de una esperanza de paz a la medida de las tragedias que ustedes viven.

La protección jurídica a los niños se introdujo en el derecho international humanitario tras la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la experiencia adquirida en esa guerra evidenció la apremiante necesidad de un instrumento de derecho international público para la protección de la población civil en tiempo de guerra. El resultado de la labor del CICR en este ámbito fue la aprobación del IV Convenio de Ginebra de 1949, relativo a la protectión de personas civiles en tiempo de guerra. A partir de entonces, los niños, como miembros de la población civil, tienen derecho a beneficiarse de la aplicación de este Convenio.

Cuando en tantos puntos del globo tienen lugar tantos dramas, no creo que esta Comisión se contente con un informe técnico sobre la naturaleza y las condiciones de la asistencia humanitaria. Una reseña de esa índole parecería inútil, pues quedaría fuera del contexto de una trágica realidad. Pensemos en lo que ocurre en Líbano, en los combates de gran amplitud que podrían reanudarse de un momento a otro en Planalto (Angola), o en la suerte corrida por la población de Afganistán y la de Kampuchea, por mencionar sólo estos casos.

El problema no es saber qué debe hacerse, sino cómo llegar realmente hasta las víctimas para asistirlas, alimentarlas, prestarles asistencia médica y, sobre todo, para protegerlas eficazmente.

El 10 de julio de 1984, el ministro Fikre Selassie Wogderess, secretario general del Consejo Militar Administrativo Provisional y vicepresidente del Consejo de Ministros etíope, acompañado por el doctor Dawit Zawde, presidente de la Cruz Roja Etíope, fue recibido en la sede del CICR por los señores Maurice Aubert, vicepresidente, y Jean-Pierre Hocké, director de Actividades Operacionales del CICR. Se discutieron en esta entrevista la acción de asistencia a las personas desplazadas, realizada conjuntamente por la Cruz Roja Etíope y por el CICR desde 1980, así como las actividades de protección del CICR en favor de los prisioneros de guerra somaliés en Etiopía.

El señor Yasser Arafat, presidente de la Organizatión de Liberatión de Palestina (OLP), visitó el mismo día la sede del CICR. Con el señor Maurice Aubert, vicepresidente del CICR, y con los miembros de la Directión se entretuvo sobre diversos aspectos humanitarios de la situatión en Oriente Medio. Acompañaban al señor Arafat el señor Faruk Kaddumi, jefe del Departamento Político de la OLP y el señor Nabil Ramlawi, representante permanente de la OLP en Ginebra.

Desde sus orígenes y por su existencia misma, nuestro Movimiento procura contribuir a la paz en el mundo.

Durante más de 120 años, ha tratado sinceramente de limitar, mediante su acción y las disposiciones del derecho humanitario, los horrores de la guerra, de la que nació. En realidad, lo que hace, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, ejerce una influencia pacificadora —directa o indirecta— sobre las causas mismas de los conflictos y contribuye, así, al proceso dinámico hacia una paz verdadera.

Porque, para nuestro Movimiento, «la paz no es mera ausencia de guerra, sino un proceso dinámico de colaboración entre todos los Estados y todos los pueblos, una colaboración fundada en la libertad, la independencia, la soberanía nacional, la igualdad, el respeto de los derechos humanos, así como en una justa y equitativa distribución de los recursos para satisfacer las necesidades de los pueblos».

El primer Convenio de Ginebra data de 1864 y versa sobre la protección a los militares heridos y enfermos en el campo de batalla.

El año 1899, por los Convenios de La Haya, se extendió la protección a los militares heridos, enfermos y náufragos en la guerra marítima.

En 1929, por la revisión y ampliación de los Convenios pasaron a estar bajo la protección del derecho de Ginebra los prisioneros de guerra de los conflictos armados internacionales.

En 1949, se aprobaron los cuatro Convenios de Ginebra, actualmente en vigor, dedicado cada uno de ellos a la protección de una categoría de víctimas en tiempo de conflicto armado international:

La Asamblea del Comité International de la Cruz Roja, en su sesión del 16 de febrero de 1984, designó a un nuevo miembro, el señor Pierre Keller.

El señor P. Keller nació en Zurich, el año 1927. Se licenció en Derecho por la Universidad de Ginebra; es, además, « Master of Arts » y « Doctor of Philosophy » en relaciones intemacionales por la Universidad de Yale. Comenzó su carrera en un banco de Nueva York; luego, pasó algunos años en el servicio diplomático de la Confederación Suiza, en el cual fue destinado sucesivamente a la Oficina del observador permanente de Suiza ante las Naciones Unidas en Nueva York, después al Departamento Federal de Relaciones Exteriores en Berna y, por último, a la Delegación suiza cerca de la Asociación Europea de Libre Comercio en Ginebra. Luego, en 1961, regresó a la banca y, desde 1970, es socio de un establecimiento bancario de Ginebra, de cuya dirección general es actualmente vicepresidente.

Los cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 para la protectión de las víctimas de la guerra y los Protocolos adicionales de 1977 son las fuentes escritas del derecho internacional humanitario moderno. Esta ingente labor de unos 600 artículos es una asombrosa inversión de intelecto, el resultado de arduas negociaciones políticas, de recursos financieros y de buena voluntad. El derecho internacional humanitario moderno escrito es fruto de uno de los mayores esfuerzos de sucesivas codificaciones jurídicas que se conocen. Y, por supuesto, el derecho consuetudinario complementa, en gran medida, las normas escritas.

¿ Qué depara el futuro al derecho internacional humanitario? Arriesgándome a responder, tendré en cuenta diferentes cuestiones de índole humanitaria a las que debe prestar atención el CICR para desem peñar su encargo: no sólo trabajar para que se aplique cabalmente el derecho humanitario, sino también para que se mejore y se difunda.

Tras invitación del presidente del Comité Ejecutivo de la Cruz Roja Húngara y vicepresidente de la Comisión Permanente de la Cruz Roja International, señor János Hantos, el presidente del CICR, señor Alexandre Hay, estuvo, del 6 al 8 de marzo de 1984, en Budapest. Acompañaron al presidente del CICR el señor Jacques Moreillon, miembro de la dirección del CICR y director de Asuntos Generates, y el señor Thierry Germond, delegado zonal del CICR para Europa.

Con motivo de esta visita, el presidente de la Cruz Roja Húngara, profesor doctor Pál Gegesi Kis, entregó al presidente Hay la medalla de oro de la Cruz Roja Húngara y al señor Moreillon la de plata, en reconocimiento por los eminentes servicios prestados al Movimiento de la Cruz Roja. A la ceremonia asistieron varias personalidades y representantes de las autoridades húngaras.

El 29 de junio de 1984, Belice depositó ante el Gobierno suizo un instrumento de adhesión a los cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y a los dos Protocolos adicionales, aprobados el 8 de junio de 1977.

De conformidad con las disposiciones de los Convenios y de los Protocolos, estos tratados entrarán en vigor, para Belice, el 29 de diciembre de 1984, es decir seis meses después de la fecha de registro.

Con la adhesión de Belice, se eleva a 157 el número de los Estados Partes en los Convenios de Ginebra, a 42 el de los Estados Partes en el Protocolo I y a 36 en el Protocolo II.

En virtud de una declaratión de aplicacion provisional, notificada a la ONU, en septiembre de 1982, por el Gobierno de Belice, los Convenios de Ginebra ya estaban en vigor en este país, lo cual permitió al CICR reconocer, el 15 de marzo de 1984, a la Sociedad Nacional de la Cruz Roja.