El Instituto International de Derecho Humanitario celebró, los días 13 y 14 de septiembre de 1989, en San Remo la XIV Mesa Redonda sobre el derecho international humanitario, acerca del tema: «Normas del derecho international humanitario relativas a la conducción de las hostilidades en los conflictos armados no internacionales».

Dado el gran número de participantes (unas 150 personas), se decidió dividir la Mesa Redonda en dos grupos de trabajo y desglosar el tema de la Mesa Redonda en dos subtemas. En primer lugar, la Mesa Redonda debía examinar las normas generates relativas a la conducción de las hostilidades aplicables en caso de conflicto armado no international (subtema A); en segundo lugar, las prohibiciones y las limitaciones del empleo de ciertas armas en los conflictos armados no internacionales (subtema B).

En su número de noviembre-diciembre de 1989, la Revista International de la Cruz Roja inició la publicación de una serie de estudios sobre los Principios Fundamentales del Movimiento. Invitando a diversas personalidades, juristas teóricos y prdcticos de las Sociedades Nacionales y de la Liga, a expresar sus opiniones al respecto, y publicando los estudios previstos en el CICR, la Revista se esfuerza en contribuir a la reflexión global que el Movimiento emprendió hace tres años y a la constitución de verdaderas series de estudios y de casos prácticos sobre los medios para aplicar los Principios.

Después de haber publicado sendos artículos de reflexión acerca de los Principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad confrontados con la acción, la Revista abre sus páginas al doctor János Hantos, ex presidente del Consejo de la Cruz Roja Húngara y miembro de la Comisión Permanente de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que nos expone sus reflexiones personates acerca de los Principios Fundamentales. Defensor de la tesis de un enfoque uniflcado en la interpretación y la aplicación de los Principios Fundamentales para garantizar mejor la credibilidad y la eficacia del Movimiento, el autor extiende su análisis a la relación del Principio de humanidad y la finalidad del Movimiento, antes de concluir con algunas consideraciones sobre el Principio de independencia (véase p. 94).

A lo largo de la historia, las grandes civilizaciones no han podido abolir la guerra; pero, al menos, se han esforzado por establecer ciertas normas de conducta a fin de aliviar los sufrimientos que causa. Así, los griegos prohibieron el empleo de armas envenenadas y la contaminación de manantiales. Los romanos nos transmitieron el adagio Hostes dum vulnerati fratres: el enemigo, si está herido, es nuestro hermano. Del judaísmo y de la cristiandad quedan también mensajes de compasión y de misericordia. En la India, el poema épico Mahabharata nos revela que estaba prohibido ensañarse en el enemigo vencido o fuera de combate y matar a mujeres, ancianos y niños. En el Corá de la civilización islámica, se condena el ataque a los no beligerantes, así como el empleo de medidas excesivas contra el enemigo, como el fuego y la inundación.

El mundo contemporáneo vive una ingente paradoja. Comprobamos que hay una mayor interdependencia de las sociedades humanas y de los problemas que se plantean; pero, al mismo tiempo, esas sociedades se caracterizan por la más grande diversidad, sea como el reflejo de las crecientes diferencias en el desarrollo de los países sea como resultado de las aspiraciones de los individuos y de las comunidades a afirmar su identidad. El objetivo, cuando finaliza el siglo XX, es formar una verdadera solidaridad humana que disminuya las disparidades y desigualdades, respetando las diferencias y las identidades.

La comunicación, expresión de toda sociedad, concebida como relación de individuo a individuo, o como medio de informar y de educar, ha de desempeñar un primordial cometido para difundir el saber, permitir que las comunidades se comprendan mejor y, por ende, disminuir las tensiones, así como para facilitar la libre expresion de persona a persona, de grupo a grupo, para salvaguardar la integridad cultural de unos y de otros.

Estas ideas, transferidas al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, demuestran que desde hace mucho tiempo hay una verdadera «solidaridad de imagen» entre sus diversos componentes y que, más allá de las diferencias ideológicas y culturales inherentes a un movimiento universal, se requiere una identidad, una especificidad del Movimiento basadas en sus Principios Fundamentales y en su misión humanitaria.

Pero no es suficiente comprobar la solidaridad humana ni enorgullecerse pasivamente de la especificidad del Movimiento.

Tanto como la guerra, que fue una de las primeras y seráa sin duda la última de las actividades sociales de la especie humana, la pretenseón de regular los enfrentamientos violentos ha conocido una larga historia. En efecto, desde las leyes de la guerra en la China clásica de los siglos cuarto y quinto antes de Cristo, pasando por la justicia de las armas en la cultura caballeresca medieval, hasta el moderno derecho de los conflictos armados, que empieza a configurarse a mediados del siglo XIX, han sido innumerables los intentos de diferentes regímenes políticos y sistemas jurídicos por humanizar el uso de las armas como medio de arbitraje para las disputas entre los Estados e incluso entre los gobernantes y los gobernados. Colombia no ha sido ajena a esta traditión civilizadora. Por el contrario, en la historia política nacional se encuentran algunos ilustres precedentes que no por haber caído en el olvido dejan de ser menos obligantes para las partes del litigio que desangra hoy al país.

En noviembre 25 y 26 de 1820, la recién constituida República de Colombia suscribio con Espana dos tratados, el de Armisticio y Suspensión de Armas y el de Regularización de la Guerra, que los especialistas extranjeros citan como los primeros ejemplos modernos del derecho de los conflictos armados o jus in bello.

1. Problemática de la visibilidad del signo distintivo

En los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 se prevé, como medio general de identificación del personal y del material sanitarios, el signo distintivo de la cruz roja y de la media luna roja. En el II Convenio de Ginebra, aplicable a las víctimas de los conflictos en el mar, se asigna, además, el color bianco para las superficies exteriores de los barcos hospitales y de las embarcaciones sanitarias; asimismo, se recomienda a las partes en conflicto utilizar «los métodos más modernos» para facilitar la identificación de los medios de transporte sanitarios manítimos (artículo 43).

Por lo demás, se recomienda a las partes en conflicto que las aeronaves sanitarias tengan «cualquier otro señalamiento o medio de reconocimiento » (I Convenio, artículo 36 y II Convenio, artículo 39).

El derecho y la guerra no casan bien, sobre todo después de la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, y esperamos que el primero prevalezca definitivamente sobre la segunda. El secretario general de las Naciones Unidas, que ha tenido la amabilidad de dirigir un mensaje a la Revista con motivo de la publicación de su número dedicado a la prohibición o a la limitación del empleo de ciertas armas, nos recuerda que, a pesar de todo, el derecho no ha vencido completamente la guerra y que todavía queda todo por hacer para insertarlo en ella: desafortunadamente la guerra, y, por ende, el derecho de la guerra, siguen siendo de candente actualidad. (Véase p. 503).

El Consejo del Institute Intemacional de Derecho Humanitario, reunido en Taormina el 7 de abril de 1990,

fundándose en los trabajos y en las conclusiones de la XIV Mesa Redonda sobre el derecho humanitario, organizada y celebrada bajo los auspicios del Instituto Intemacional de Derecho Humanitario, los días 13 y 14 de septiembre de 1989 en San Remo,

recordando que el tema de la XIV Mesa Redonda eran las normas del derecho intemacional humanitario relativas a la conducción de las hostilidades en los conflictos armados no intemacionales,

puntualizando que la XIV Mesa Redonda examinó la aplicación de ciertas normas en caso de conflicto armado no intemacional, independientemente de la existencia de disposiciones convencionales expresamente aprobadas para este tipo de conflicto,

La importancia histórica de los principios y de los ideales que influyen en las actividades humanas se mide por la amplitud de su difusión, su fuerza de convicción y la duración de su fuerza de atracción.

La aptitud de la humanidad para garantizar su propia protección explica el desarrollo del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. La vitalidad que muestra desde hace decadas y su determinante contribución al enriquecimiento de los valores humanos quedan de manifiesto por el hecho de que, 125 anos despues de su fundación, el Movimiento ha podido mantener su fuerza de atracción y extender su influencia, mientras que el número de sus miembros no ha cesado de aumentar. Su proyección universal es innegable, aunque tengamos que admitir que su desarrollo no está exento de obstáculos.

Prueba de ello es que el Movimiento siempre ha podido superar los períodos de crisis, esforzándose por aceptar de manera constructiva los desafíos que se le presentan, así como el largo proceso que culminó con la elaboración de los Principios Fundamentales y la toma de conciencia gradual de que un movimiento que había alcanzado una envergadura universal debía dotarse de una doctrina que pudieran reconocer todos.

La Asamblea General de la Liga celebró en Ginebra su VII período de sesiones del 23 al 26 de octubre de 1989, en el que participaron unos 400 delegados representantes de 144 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

En la sesión de apertura, el presidente de la Liga, señor Mario Villarroel Lander, destacó en particular que: «El future de la Liga y del Movimiento está por hacerse, como todo ente de dinámica social. Quienes somos sus actuales directivos, repito, tenemos altas responsabilidades; pero es en ustedes donde radica el factor fundamental, pues a este universo que integran corresponde precisamente ser planificador y ejecutor de las nuevas estrategias».

Antes de hacer una reseña de las actividades realizadas desde su elección en Río de Janeiro en 1987, el presidente señaló que: «Una institución nacida para servir a la vida del hombre en su integralidad, no puede haber pervivido y pervivir por siempre, sino en la medida en que se atenga a ese objetivo superior sin discriminación alguna»… «Los problemas son cada vez más complejos, los desafíos cada vez mayores y los recursos más reducidos. Sólo que el ánimo se acrecienta frente al reto», añadió, e hizo un llamamiento a la unidad del Movimiento como factor de eficacia para el future.

James Surget no es una figura histórica. Sin embargo, tuvo su importancia en la vida de Washington Ford que, en 1866, lo demandó por la destrucción de 200 fardos de algodon.

En mayo de 1862, Ford era propietario de una plantatión en Mississippi, estado entonces rebelado contra la autoridad de los Estados Unidos. El jefe local de las fuerzas rebeldes había ordenado a sus tropas que quemasen todo el algodón a lo largo del río Mississippi que pudiera caer en poder del ejército estadounidense. Surget participó en la destructión del algodón de Ford. Éste lo demandó para recuperar el valor del algodón perdido.

La comunicación, convertida en técnica de la captación de los mensajes, es un concepto vago o cambiante que no puede clasificarse en ninguna disciplina única o uniforme. Rebasa los dominios en los que se la quiere confinar, de los campos de aplicación de las ciencias humanas a los ámbitos operacionales de la telemática. Después que etnólogos y sociólogos, lingüístas y especialistas en sistemas, cibernéticos y psiquiatras le asignaran los más diversos significados, la comunicación en sentido lato y como realidad cotidiana entró en su era operativa en la década de los ochenta con las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (NTIC).

Ya sea que se privilegie su sentido de «relación interpersonal» o el sentido derivado de información por los medios de comunicación, la comunicación es un fenómeno en el que hay tres elementos: el emisor, el receptor, el mensaje. Cualquiera que sea la importancia relativa de cada uno de esos elementos con respecto a los otros, se admite que la comunicación es, ante todo, distribución de datos, de informaciones, de conocimientos entre uno o varios emisores y uno o varios receptores. En las relaciones interpersonales, la puesta en común del mensaje en determinado momento crea la comunicación en el sentido etimológico de «comunicare» (poner en comunión), en el que está implícita la noción de coparticipación.

En 1987, el Consejo de Delegados, reconociendo la «solidaridad de imagen» existente entre los varios componentes del Movimiento en todo el mundo, invitó al CICR y a la Liga a explorar, con las Sociedades Nacionales, «nuevas vías para promocionar ante el público, de manera más sistemática y siempre que las circunstancias lo permitan, la imagen global del Movimiento, máas bien que la de sus componentes individuates».

En consecuencia, el CICR y la Liga instituyeron un grupo de trabajo de especialistas en comunicación para preparar propuestas al respecto. Se encargó un amplio trabajo de investigación, que realizaron, en particular, expertos externos reclutados por la Cruz Roja Norteamericana; se recibieron recomendaciones de 62 Sociedades Nacionales; en junio de 1989, el personal de información aprobó propuestas del mundo de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en el Segundo Seminario de Comunicación, que tuvo lugar en Varna (Bulgaria); y, por último, en octubre de 1989, el Consejo de Delegados aprobó por unanimidad el «enfoque general de la comunicación», como consta en el informe del CICR y de la Liga sobre la «Política de Información del Movimiento».

Política de Información del Movimiento

La Política de Información es, esencialmente, un programa práctico para reforzar la capacidad del Movimiento de comunicar, a nivel internacional, un mensaje claro y consecuente. Se basa en un Programa de Identidad que:

El Comité Internacional de la Cruz Roja (en adelante: CICR), representado por su presidente, señor Cornelio Sommaruga y por su director, señor Yves Sandoz, por una parte, y

La Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (en adelante: Liga), representada por su presidente, señor Mario Villarroel Lander y por su secretario general, señor Par Stenback, por otra,

conciertan este acuerdo de conformidad con el artículo 7 de los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (en adelante: Movimiento).

Hoy, como escribiendo un sueño, inicio una reflexión sobre lo que ha sido mi vida de voluntario, en cuanto a lo que he aprendido y conocido del mundo y, en esta reflexión, entra de inmediato el recuerdo de lo que fue la Cruz Roja para mí siendo niño, lo que fue siendo joven y lo que es hoy siendo adulto, después de veinte años en los que he tenido la experiencia de desarrollarme como individuo y profesional. Pero, por otro lado, como voluntario, hoy en día mi propia experiencia se conjuga en un cargo en el que soy un profesional que cumple una función, pero también un individuo que actúa como voluntario (director nacional de Socorrismo de la Cruz Roja Colombiana); sobre esta experiencia fundamento la siguiente reflexión.

Tal vez hace falta mirar a los voluntarios a través de dos lentes: el primero el de su desarrollo en el interior de la Cruz Roja y el segundo el de su desarrollo externo como persona miembro de la comunidad.

El 7 de junio de 1990, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, recibió, en la sede de la Institución, a los miembros de la Comisión de Derecho International (CDI).

Esta Comisión, órgano auxiliar de la Asamblea General de las Naciones Unidas, está integrada por 34 miembros elegidos de entire los más eminentes representantes de los sistemas jurídicos mundiales; su cometido es obrar por la codificación y el desarrollo del derecho international público. Actualmente, la Comisión trabaja en la codificación de los crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad (de los cuales los crímenes de guerra y la designación de un Tribunal Penal International).

Cuando se están multiplicando los conflictos annados no internacionales, puede ser interesante estudiar la cuestión del cumplimiento de lo dispuesto en el derecho internacional humanitario aplicable a los mismos. La represión penal de ciertas violaciones del derecho internacional humanitario es, efectivamente, un medio previsto en dicho derecho para garantizar su respeto a las situaciones de conflicto armado internacional. Oportunamente utilizado, es, sobre todo en una perspectiva de prevención, de una indudable eficacia. Por consiguiente, conviene interrogarse, también en relatión con los trabajos de la Comisión de Derecho Internacional relativos a un proyecto de código de los crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad, acerca de la oportunidad de promover la represión penal de las violaciones del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados no internacionales.

Huelga decir que los progresos técnicos no sólo contribuyen al bienestar de la humanidad porque permiten, asimismo, la producción de armas más perfeccionadas y, por consiguiente, más mortíferas. Intentar prohibir o limitar el empleo de algunas de ellas sobre la base de acuerdos internacionales tropieza con grandes obstáculos. Cada Estado procura, efectivamente, aunque no sea más que para garantizar la propia seguridad, proporcionar a su ejército armas por lo menos iguales y, de ser posible, más eficientes que aquellas de que pueda disponer un potencial adversario. Pero la utilidad militar de un arma no podría justificar su empleo si no se aviene con los principios generales del derecho y de la humanidad.

De finales de mayo a julio de 1990, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, realizó las siguientes misiones:

Respondiendo a una invitación oficial del jefe de Gobierno del Principado de Liechtenstein, señor Hans Brunhart, y de la presidenta de la Cruz Roja de Liechtenstein, la princesa Marie de Liechtenstein, el presidente del CICR, acompañado por el senor Claudio Caratsch, vicepresidente de la Institución, estuvo en Vaduz los dias 28 y 29 de mayo de 1990.

El señor Sommaruga expresó su profundo agradecimiento al Principado por el valioso apoyo que éste presta al presupuesto del CICR y formuló el deseo de que el Gobierno y la Cruz Roja de Liechtenstein puedan, en el futuro, contribuir en las actividades operacionales de la Institución.

La informatión y la difusión son parte integral de la actual estructura del Departamento de Relaciones Púublicas y Publicaciones de la Cruz Roja de Filipinas (CRF). Aunque relacionadas entre síi, ambas actividades cumplen funciones y objetivos distintos, que las diferencian. Un sistema semejante parece ideal para cualquier Sociedad National que, como la CRF, sea pequeñna y con escasos recursos humanos y económicos. Debido a las limitaciones presupuestarias, el jefe del Departamento de Relaciones Públicas y Publicaciones tiene que ocuparse de todo, excepto del ámbito de la difusión, que está a cargo de otra persona clave.

Programas y Servicios de información

En general, los programas y los servicios de información están centralizados en la sede national. Por ejemplo, cualquier plan de información o propuesta de alcance nacional tiene que ser primeramente aprobada por el Comité de Relaciones Públicas, cuyos miembros integran la Junta Directiva de la CRF, antes de ponerse en práctica a nivel de las 83 secciones. En las secciones, las tareas relativas a la información y la difusión están a cargo, generalmente, de los respectivos administradores, todos ellos con formatión específica al respecto. Muy a menudo, cuentan con la ayuda de calificados representantes de los diferentes servicios de la sección y de colegiales que son también miembros de la Cruz Roja de la Juventud.