… un vasto esfuerzo, sin parangón en magnitud
y nobleza de intención …
Presidente KennedyEn enero de 1961, un nuevo gobierno tomó posesión en Washington. Ese nuevo gobierno tenía que confrontar muchos problemas: una molesta recesión en la economía interna y un ominoso déficit en la balanza de pagos en su comercio exterior — para mencionar solamente dos de los más importantes y urgentes problemas económicos de ese momento. También había dificultades en el frente político internacional: en Laos, en Berlín, en el Congo, en Cuba, etc.
A medida que pasaban las semanas, los puntos difíciles del escenario mundial seguían en los titulares de los diarios. La Cuba de Fidel Castro, por su proximidad a Estados Unidos, constituía un caso especial de irritación. El régimen cubano adelantaba su revolución en casa, pero no paraba allí. Pues además de pinchar persistentemente a este país (EE. UU.), el régimen parecía decidido a llevar su mensaje a otras partes de la América Latina. Allí, en un ambiente de descontento con el status quo y verdaderas ansias por lograr “mejor suerte”, el ambiente se hallaba propicio, supuestamente, a escuchar el mensaje y quizás a actuar.