El Instituto Ibero-Americano de Berlín fue fundado en el año 1930 como centro de enlace científico y cultural, con miras a fomentar la continuación de la expansión socioeconómica de Alemania hacia los países latinoamericanos e ibéricos. Incentiva primordial para este propósito fue la adquisición de una vasta biblioteca particular y un archivo de documentos históricos por intermedio del Ministerio Prusiano de Artes, Ciencias, y Educación Popular. Propietario de esta biblioteca y del archivo fue el argentino Ernesto Quesada (1858-1934). Las partes más antiguas del Fondo, recolectadas por su padre Vicente G. Quesada (1830-1913) a partir de mediados del siglo XIX, pudieron ser completadas y ampliadas constantemente por él mismo. La colección, que en total abarcó unos ochenta y dos mil volúmenes y legajos,1 constituye aún hoy en día, a pesar de las pérdidas sufridas a finales de la Segunda Guerra Mundial, una excelente base documental para investigaciones sobre la historia moderna de la Argentina. Las monografías, revistas y diarios de la antigua Biblioteca Quesada hace muchos años pudieron ser integrados en su totalidad a los fondos bibliotecarios temáticamente clasificados del Instituto Ibero-Americano y, sin haber sufrido mayores pérdidas durante los años de guerra, fue posible conservarlos hasta la fecha. En cambio, aquellas partes del Archivo Quesada que hacia fines de la guerra fueron depositadas en la hacienda Hohenlandin cerca de Angermünde (hoy RDA) fueron presa de la destrucción.2 Para poder precisar más ciertamente la importancia del Fondo Quesada para el historiador, se describirán brevemente en este aporte primero, la biografía de los dos Quesada, y segundo, las existencias que aún se conservan del Archivo Quesada, y las consistentes en diarios de la Argentina y sus países vecinos.