Algunos escritores opinan que el interés de los seres humanos por proyectos relativos a una paz perpetua es tan viejo como su participación en la guerra. No estamos seguros de que Europa pueda considerarse como la cuna de tales proyectos relativos a la paz, aunque las ciudades-estado griegas elaborasen al respecto un complejo sistema de relaciones convencionales entre sí. Europa no había de conocer una red semejante de complicadas relaciones convencionales hasta el siglo XIX. Ese complejo sistema griego de relaciones convencionales se apoyaba en una base común religiosa, jurídica y lingüística que atenuaba las asperezas de las agudas rivalidades y enemistades entre las ciudades. Así, como en muchos otros ámbitos del pensamiento, los griegos fueron los arquitectos de la clasificación moderna de los diferentes tipos de tratados políticos (alianza, confederación, federación y, desde el siglo IV a.C, tratados de paz de duración ilimitada).

Conviene, en primer lugar, definir lo que se entiende aquí bajo la expresión « reagrupación de familiares ».

En el presente artículo, se emplea el término en un sentido restringido. Se trata de la protectión humanitaria que garantiza, a nivel internacional, la reagrupación de los miembros de una misma familia que, independientemente de su voluntad, fueron dispersados a causa de acontecimientos exteriores —guerras internacionales, guerras civiles, disturbios o graves tensiones políticas— y están separados, a una y otra parte de fronteras que les son infranqueables. Para esas personas, lograr los permisos necesarios para irse de un país y para llegar a otro supone, con la mayor frecuencia, dificultades insuperables. De esa categoría de personas se trata aquí, y a las mismas el CICR hace lo posible por ayudar.

El extraordinario auge de la tecnología y de la electrónica, la evolutión cada vez más rápida debida a los inventos científicos corren el riesgo, ennuestra época, por lo que respecta a lo militar, de hacer que sea anticuado el señalamiento protector de los servicios sanitarios, tal como figura en los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949.

De hecho, tras más de un siglo, la identificatión de las personas y de los bienes protegidos por los Convenios de Ginebra se funda en un medio de señalamiento únicamente visual, mientras que los modernos métodos de guerra requieren muy a menudo medios técnicos de detectión: radar, radioidentificación, observatión con rayos infrarrojos, intensificatión de luz, detectión acústica. Estos detectores —o «sensores» — pueden combinarse entre sí; otros sistemas siguen siendo secretos. Así, un objetivo puede detectarse, localizarse y destruirse sin que sea necesario observarlo visualmente, lo que hace que el señalamiento únicamente visual sea insuficiente para la identificatión de las personas y de los bienes protegidos por los Convenios.

El señor Jean Pictet, al limite de la edad laboral y tras cuarenta y dos años de actividad al servicio del CICR, se jubilará el 30 dejunio de 1979.

La can era del señor Pictet es de plenitud. Comenzó el año 1937 en el CICR, a la vez como pensador, jurista, escritor, profesor y hombre de actión, participando en todas las grandes empresas de la Cruz Roja, de las que ha sido inspirador y guía.

«El trabajo voluntario, que deja de ser, cada día más, una actividad emprendida por una minoría en beneficio de la mayoría, se ha ido convirtiendo en el medio natural mediante el cual la mayoría de los ciudadanos participa en la vida de la comunidad, sea integrando grupos de presión, sea influyendo directamente en las condiciones ambientales o por otros medios».

Esta definición, que figura en un informe del Gobierno británico presentado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (Estocolmo, junio de 1972), resume bien el sentido y la importancia del trabajo voluntario en la sociedad actual, así como la evolución del concepto de servicio voluntario.

Aunque el trabajo voluntario, principio fundamental de acción social, se basa aún principalmente en la idea de servir, en el compromiso libremente aceptado, implica una adhesión que entraña obligaciones de las cuales el voluntario no puede desentenderse.

Se celebraron, el año 1978, el CL aniversario del nacimiento de Henry Dunant, el XXX aniversario de la Declaratión Universal de Derechos Humanos y el XXV aniversario del Convenio Europeo de Derechos Humanos; además, entraron en vigor el Convenio Americano de Derechos Humanos de 1969 y los Protocolos adicionales de 1977 a los Convenios de Ginebra. La coincidencia de esos memorables acontecimientos invita a reflexinar sobre las relaciones que hay entre el derecho internacional humanitario y los derechos humanos.

Francis Bacon escribió: quóen no trate a su prójimo humanamente no es un ser humano. El ideal de la Cruz Roja es más amplio que su acción propia. No se limita, pues, a socorrer y a proteger: exige también del mundo que respete a la persona humana: respeto de su vida, de su libertad, de su honor, en una palabra, de todo lo que integra la existencia. Eso debe entenderse, nauralmente, en la medida compatible con el orden público y, en tiempo de guerra, con las exigencias militares.

Como introduction a sus comentarios sobre las propuestas del Informe Tansley relativas a la colaboración entre las dos Instituciones, el CICR y la Liga desean recordar las bases legales y las modalidades practicas de su actual colaboración.

El CICR y la Liga están asociados dentro de la más alta autoridad deliberante, la Conferencia Internacional de la Cruz Roja, asá como en el Consejo de Delegados. Por otra parte, en los Estatutos de la Cruz Roja Internacional se estipula que la Comisión Permanente tiene por tarea asegurar la coordinación y la armonía de los esfuerzos del Comitó Internacional y de la Liga, entre las reuniones de la Conferencia (art. X, párrafo 3).

Cuando se trata de explicar, con términos sencillos, qué es la Cruz Roja, se la define, a menudo, de tres maneras: es un emblema, un símbolo protector o descriptivo de un movimiento; es una organización mundial, integrada por 230 millones de miembros, casi todos voluntarios, agrupados en 126 Sociedades nacionales; es, también, un ideal, en que se inspira una acción tendente a hacer que ese ideal sea realidad y que se base sobre un firme fe en una solidaridad humana global y activa en la lucha contra el sufrimiento.

En todas esas definiciones hay un elemento esencialísimo: el ser humano: hombres, mujeres y niños protegidos por el emblema, que participan activamente en la acción de la organización o que creen en su ideal. Por lo tanto, es normal que entre los principios fundamentales de la Cruz Roja haya une frase en la que se declara que la Cruz Roja es una organización voluntaria y desinteresada.

La XX Conferencia Internacional de la Cruz Roja, celebrada en Viena el año 1965, proclamó los «principios fundamentales en los que está basada la acción de la Cruz Roja ». Desde entonces, en cada reunión de la Conferencia, la Cruz Roja escucha, en pie, su lectura solemne.

Los principios de humanidad y de no discriminación quisieran que todos los hombres fuesen plena e inmediatamente socorridos. Desafortunadamente, en la realidad, los recursos disponibles son insuficientes para remediar, a la vez, todas las miserias. Por ello, es necesario un criterio de reparto. Helo aquí: para sufrimientos iguales, la ayuda será igual; para sufrimientos desiguales, la asistencia será proporcional a su intensidad y se tendrá en cuenta la urgencia respectiva. Para la Cruz Roja, hay distinciones lícitas, e mcluso obligatorias, que habrán de hacerse entre los hombres: son, precisamente, las que se fundan en las necesidades.

La proporcionalidad es uno de los principios esenciales para la acción de la Cruz Roja, incluso si se ha tardado mucho tiempo en descubrirlo.

En su asamblea del 1 de febrero de 1979, el Comité Internacional la Cruz Roja eligió a dos nuevos miembros, los señores Maurice Aubert y Rudolf Jäckli. Eligió también, en la asamblea celebrada el 4 de abril, a un nuevo miembro: la señorita Andrée Weitzel.

El seéor Maurice Aubert nació, el año 1924, en Ginebra, donde cursó sus estudios. Obtuvo la licencia y el doctorado en derecho de la Universidad de Ginebra, y después el titulo de abogado. Tras haber seguido un curso en Nueva York, emprendió la carrera bancaria en Ginebra, y es actualmente socio de un establecimiento privado de esta ciudad. El señor Aubert se ha interesado asimismo por los asuntos públicos: durante diez años fue consejero municipal de Ginebra y, durante nueve años, diputado en el Gran Consejo de la República y Cantón de Ginebra, que presidió hasta principios de 1979.

Habiendo llegado a la edad de jubilatión, el señor Jean Pictet, ex director general y actualmente vicepresidente del CICR, cesará profesionalmente el 30 de junio, tras cuarenta y dos años de actividad. El CICR le ha expresado su profunda gratitud por los insignes servicios prestados durante su carrera, toda ella dedicada a la Cruz Roja. El señor Pictet, seguirá siendo miembro del CICR, continuando, así, asociado a la obra de la Institutión.

«Tutti fratelli» (¡ todos hermanos !) proferían con emoción las mujeres de Castiglione cuando asistían con Henry Dunant a los heridos en la batalla de Solferino. Con ese grito del alma, testimonio de solidaridad humana ante el desamparo, y de asistencia voluntaria al hombre que sufre, nació un movimiento, llamado la Cruz Roja, que ha alcanzado un desarrollo considerable al hilo de los años.

Por más admirable que fuera la entrega de los voluntarios de Lombardía que prestaron asistencia a los soldados heridos, no podía equipararse a la magnitud de las necesidades.

Honró al CICR, en 1978–9, la visita de varias notabilidades, a quienes recibió el señor Alexandre Hay, presidente del CICR, acompañado por miembros del Comité y de la Dirección del CICR:

el 5 de diciembre de 1978, S.S.M.M. el rey Carl Gustav y la reina Silvia de Suecia, a quienes acompañaba el representante permanente de Suecia en Ginebra;

el 16 de junio de 1979, el presidente de la República de Colombia, señor J. C. Turbay Ayala, a quien acompañaban la señora de Turbay Ayala, los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa y el representante permanente de Colombia en Ginebra;

el 21 de junio, S.S. M.M. el rey Juan Carlos y la reina Sofía de España, a quienes acompañaba numeroso séquito; entre otras personalidades, los ministros de Asuntos Exteriores y de Trabajo, así como los embajadores y representantes permanentes de España en Berna y en Ginebra;

El CICR no sólo debe mantenerse en contacto permanente con la Liga; es importante también que estée en relación directa con las Sociedades nacionales, miembros de la federatión, y que intensifique esas relaciones.

El CICR trabaja en estrecho contacto con los Gobiernos, que han deseado su uninacionalidad, aprobada en dos ocasiones por la Conferencia Internacional de la Cruz Roja; sin embargo, ha considerado siempre que una de sus tareas fundamentales es contribuir, en la medida de sus posibilidades, a que se fortalezcan la cohesión del Movimiento y los lazos de union entre los miembros.

La Asamblea del CICR nombró, en su reunión del 1 de marzo pasado, como miembro del Consejo Ejecutivo, al doctor Athos Gallino, médico y síndico de Bellinzona; integra la Asamblea del CICR desde 1977. El CICR se congratula de que su Consejo Ejecutivo pueda beneficiarse, así, de la rica experiencia del doctor Gallino.

El 20 de marzo de 1979, en una conferencia de prensa, el señor Alexandre Hay, presidente del CICR, hizo, en Ginebra, la declaratión siguiente:

Situaciones insólitas originan reacciones insólitas.

Como garante de los Convenios de Ginebra, el Comité Internaiconal de la Cruz Roja ha intervenido, virtualmente, en todos los conflictos armadas de la época contemporánea. Transmite y distribuye socorros para las víctimas a ambos lados de la línea política divisoria, visita los lugares de detención y supervisa la aplicacion de las normas humanitarias que son la «razón de ser» de los Convenios de Ginebra.

La Revista Internacional de la Cruz Roja anunció, en su número de septiembre-octubre de 1978, la entrada en vigor, el 7 de diciembre de 1978, de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949, tras la ratificación de la República de Ghana y la adhesión de la Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.

Tenemos el honor de comunicarles que el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció oficialmente, el 4 de abril de 1979, a la Cruz Roja de Swazilandia.