Quiero dar las gracias a Llopis por la atención que me presta de nuevo y, a la vista del tiempo transcurrido, redactar estas breves líneas, para explicar que, pese a su actualizatión bibliogr´fica, la situatión es la misma. Me limitaré a un solo comentario y a subrayar los acuerdos: Por un lado, en el punto en que está la cuestión del mercado del trigo, lo obligado es empezar a investigar. Una reserva para hacerlo bien, ya que surge el tema, es la siguiente: Llopis no aclara cuál es la distributión a lo largo del año de los precios qué cita y que ponderación ha aplicado para paliar el efecto de primacía que induce en la media la mayor abundancia de datos de los meses mayores. Me temo que no se ha ponderado y que sus datos responden preferentemente a la situatión del mercado en dichos meses, cuando —si no se demuestra lo contrario— hemos de pensar que los precios tienden a igualarse en su máximo anual. Es obligado, pues, que resulte un alto grado de integratión y, más importante aquí, que las diferencias entre cada intervalo sean pequeñas, dado que en ese nivel no pueden esperarse grandes cambios. Me pregunto si su análisis no encierra una tautología metodológica. Sea como fuere, debería explicar por qué ahora dice que «el simple mantenimiento de aquella [la volatilidad (sic) del precio], caso de confirmarse, sería por si mismo revelador de la existencia de algún tipo de transformaciones en el funcionamiento del mercado», mientras que antes, con los mismos datos y pese a considerar también la «agudización de las crisis frumentarias«, prefería subrayar que «el proceso de avance en la interrelatión de los mercados parece, cuando menos, estancarse desde, aproximadamente, los años sesenta». Estas contradicciones y lecturas, forzadas de los propios datos según la tesis de los demás que se pretenden rebatir, son indicativas de los errores en que se puede caer al iniciar polémicas mal planteadas; hecho éste al que me refería en «De molinos a gigantes…».