Mala cueta es, señores, aver mingua de pan (Mio Cid, 1178)
Todo estudio y crítica referente al Poema de Mio Cid hace constar un hecho característico del mismo, su realismo. Sin embargo, creo que, por unas u otras razones, no se ha llegado a señalar claramente la verdadera importancia y alcance de ese realismo, o mejor dicho, su auténtica significación. Mi intención, en las líneas que siguen, es tratar de ponerla de relieve. Espero, con todo, no “imitar al pilluelo que, al ver una pared recién blanqueada, siente necesidad de mancharla escribiendo en ella alguna inconveniencia,” como don Ramón Menéndez Pidal, maestro en todo lo referente al Poema como en tantas otras cosas, ha dicho de los posibles cidófobos posteriores a su magno trabajo. No voy a tratar del Cid especialmente como personaje humano e histórico—aspecto al que don Ramón se refiere con las anteriores palabras—sino de la trama material y realista que el Poema ofrece a los ojos de quienes lo leemos hoy. Hay que tener en cuenta para ello, también, que otro rasgo bien conocido del Cantar es su verismo, “que rebosa por todas partes,”hasta el punto de que incluso “en menudos pormenores coincide el Poema con los datos históricos.” Milá y Fontanals lo consideraba como “fidelísimo espejo de un orden de hechos y costumbres que no serían bastantes a suplir los documentas históricos.” Sera inevitable, pues, que en algunos puntos de este trabajo me refiera también a la persona del Cid, quien, después de todo, si no puede ser considerado como un santo, tampoco como hombre sin honor ni ideales.