Published online by Cambridge University Press: 02 December 2020
Mala cueta es, señores, aver mingua de pan (Mio Cid, 1178)
Todo estudio y crítica referente al Poema de Mio Cid hace constar un hecho característico del mismo, su realismo. Sin embargo, creo que, por unas u otras razones, no se ha llegado a señalar claramente la verdadera importancia y alcance de ese realismo, o mejor dicho, su auténtica significación. Mi intención, en las líneas que siguen, es tratar de ponerla de relieve. Espero, con todo, no “imitar al pilluelo que, al ver una pared recién blanqueada, siente necesidad de mancharla escribiendo en ella alguna inconveniencia,” como don Ramón Menéndez Pidal, maestro en todo lo referente al Poema como en tantas otras cosas, ha dicho de los posibles cidófobos posteriores a su magno trabajo. No voy a tratar del Cid especialmente como personaje humano e histórico—aspecto al que don Ramón se refiere con las anteriores palabras—sino de la trama material y realista que el Poema ofrece a los ojos de quienes lo leemos hoy. Hay que tener en cuenta para ello, también, que otro rasgo bien conocido del Cantar es su verismo, “que rebosa por todas partes,”hasta el punto de que incluso “en menudos pormenores coincide el Poema con los datos históricos.” Milá y Fontanals lo consideraba como “fidelísimo espejo de un orden de hechos y costumbres que no serían bastantes a suplir los documentas históricos.” Sera inevitable, pues, que en algunos puntos de este trabajo me refiera también a la persona del Cid, quien, después de todo, si no puede ser considerado como un santo, tampoco como hombre sin honor ni ideales.
1 La España del Cid, 5a ed. (Madrid, 1956), I, 56.
2 Ibid., p. 45.
3 Menéndez Pidal, introductión a su edición del Poema de Mio Cid, Clásicos Castellanos, 2a ed. (Madrid, 1923), p. 18. Todas las citas del Poema, según esta edición; no me ha sido posible utilizar la primera. Cito el texto tal y como lo establece Menéndez Pidal, con la única exceptión de insertar signo initial de exclamatión en los lugares donde solamente consta final.
4 De la poesia heroco-popular castellana (Barcelona, 1874), p. 241.
5 L. Beszard creía en tal santidad; cf. Menéndez Pidal, introductión citada, p. 63. Y recuérdese que Felipe II quiso conseguir de Roma la beatificación del Campeador.
6 Cf. Menéndez Pidal, La España, i, 45.
7 Ibid., pp. 96–98.
8 Cf. el texto de dicha carta en La España, ii, 835–840.
9 Cf. La España, ii, 255–262.
10 Ibid., i, 31. Cf. también pp. 279 y 281.
11 Partida iv, 25, 10; citada en La España, i, 275.
12 Partida iv, 25, 10 y 11; ibid., p. 270.
13 Fuero Viejo, 1, iv, 2; según Menéndez Pidal, loc. cit.
14 He aquí algunos: versos 510–515, 535, 802–825, 1031, 1213, 1234, 1245–62, 2482–91.
15 La España, i, 31.
16 Antología de poetas líricos castellanos (Santander, 1944), i, 125. Y lo mismo vale para las mesnadas, “de extracción popular en su mayoría, su extrema miseria ha de contastar con la esplendidez de las lorigas tan blancas como el sol. Al presentarse en las escuellas del Campeador, algunos ni tenían espada. El Conde Don Ramón exclama que su mayor vergüenza es haber sido vencido por estos pies descalzos; por todo lo cual hemos de concebir un caballerismo de pais pobre” (Pedro Corominas, El sentimiento de la riqueza en Castilla, Madrid, 1917, p. 48). Yo diría, mejor, caballerismo de los infanzones de mediana y baja categoría.
17 Cf. también, para la misma ocasión, versos 465–466, 474, 491–492 y 506.
18 Cf. también versos 1082–85, 1213–18, 1736–38, especialmente. Y asimismo, 507–509, 540, 548–549, 615–624, 794–796b, 799–800b, 973, 985, 999, 1016, 1031, 1151–53, 1167–69, 1233, 1245–62, 1334, 1618, 1731–33, 1772–98, 1799–1820, 1852–53, 2429–30, 2459, 2465–73, 2489–91. Incluso a la inversa, es decir, con referenda a posibles ganançias árabes, hay casos; Cf. 584, 586, 590–592. Además del verso 2503 citado más arriba, cf. también sobre parias 569–574, 865–869, 904, 915, 940–941.
19 La España, I, 517. Cf. también Corominas, especialmente pp. 82–84, 186. En la p. 93, Corominas considéra al autor del Poema como “absolutamente desinteresado trente a los bienes territoriales, y poseído de sensual entusiasmo cuando contempla las cosas que siguen al nombre.” Y en la p. 213, más sintéticamente: el pueblo castellano “no luchó por la posesión, sino por el señorío.” En fin, en la p. 225: “la tierra no es riqueza, es señorío.”
20 A. Valbuena Prat, Historia de la literatura española, 7a ed. (Barcelona, 1937), i, 40.
21 Creo que no hay antisemitismo aquí, strictu senso, sino, como se ha dicho, “una sutil ironía” (cf. C. Gariano, “Lo religioso y lo fantástico en el Poema de Mio Cid,” Hispania, xlvii [1964], 71), y no nacida, precisamente, sino del sistema utilizado para conseguir el dinero de los judíos; cf. especialmente versos 180–181 y 190. Menéndez Pidal rechaza la posibilidad antisemita en La España, i, 272–273, e introducción citada, pp. 33–37. Naturalmente, para mi propósito poco importa que la anécdota sea o no ficticia, aunque la considero, sin embargo, auténtica en líneas generales, quizá con una muy posible influencia literaria.
22 El Cid termina prometiendo futures donaciones al monasterio a cambio de la protectión y cuidado que sean dispensados a su familia: “bien sepa el abbat que buen galardón dello prendrá” (386), y, efectivamente, tras la toma de Valencia, Rodrigo cumple su palabra enviando un presente de quinientos marcos (1286 y 1422).
23 Cf. también versos 1423–29, 1664, 1748, 1751, 1754–55.
24 Cf. Menéndez Pidal, La España, ii, 557, y Victor R. B. Oelschläger, Poema del Cid in Verse and Prose (New Orleans, La., 1948), p. 36.
25 Los infantes insisten en la desigualdad social en los versos 3295–3300 y 3354–60, y Ansur González expresa las mismas ideas en 3377–81, reprochando al Cid su interventión en las maquilas del río Ubierna (cf. más arriba, al comienzo de este trabajo).
26 Introductión, ed. cit., p. 78.
27 Cf. como colofón, al final del Poema, versos 3719–24.
28 Cf. para esto Menéndez Pidal, La España, ii, 555–564.
29 Para otras referencias en el Poema a los condes de Carrión y a su matrimonio con las hijas del Campeador, cf. 1905, 1929, 1935, 1975–78, 2077, 2103–04, 2112–19, 2507–10, 2528–29 y 2605–06. Y para alguna idea sobre el sentimiento democrático expresado en este y otros episodios del Poema, véase Corominas, especialmente el prólogo.
30 Menéndez Pidal, La España, i, 302. Cf. sobre este asunto E. de Chasca, “The King-Vassal Relationship in El Poema de Mio Cid,” HR, xxi (1953), 183–192.
31 La España, ii, 603.
32 Sigo la versión de Menéndez Pidal en La España, i, 482–483.
33 La cita, nada sospechosa, es también de Menéndez Pidal, La España, i, 516, quien toma los datos de la Primera Crónica General, de la Tercera y de la de Ben Bassam. Para la historia completa de la caída y muerte de Ben Yéhhaf por orden del Cid, cf. Menéndez Pidal, La España, ii, 511–519.
34 Cf. Menéndez Pidal, La España, i, 374–391; ii, 755–757.
35 Menéndez Pidal, La España, i, 385.
36 Según la Historia Roderci, iv, 41; cf. Menéndez Pidal, La España, i, 385, y ii, 947.
37 Hay que reconocer que el botín conseguido en esta ocasión por el Cid es verdaderamente interesante: “Milites autem Roderici depredati sunt omnia castra atque tentoria Berengarj comitis acceperuntque omnia spolia que in eis repererunt, uidelicet multa vasa aurea et argentea, et vestes preciosas, mulos et aequos, palafredos, lanceas, loricas, scuta et omnia bona quecumque acceperunt, cuncta integra et salva fide bona Roderico presentauerunt atque contulerunt,” (Historia Roderici, viii, 40); cf. Menéndez Pidal, La España, ii, 946, y también i, 383.
38 Según Menéndez Pidal, La España, ii, 947, n. 1.
39 Según Menéndez Pidal, La España, ii, 613, Cf. también Poesta juglaresca y juglares (Madrid, 1924), p. 394, y Cantar de Mio Cid, ii, 867 (Madrid, 1954).
40 Cito por Menéndez Pidal, introducción ed. cit., p. 104.
41 Cf. Corominas, p. 90, para otra referencia a este hecho: las dos espadas y su valor “le dicen más cosas [al juglar] que la propia ciudad de Valencia.” Corominas utiliza esto en favor de su tesis de la tendencia castellana a la riqueza mueble; cf. nota 19 de este trabajo.
42 Juan Ruiz, arcipreste de Hita, Libro de Bum Amor, Clásicos Castellanos, 9a ed. (Madrid, 1963), i, coplas 71 y 510, respectivamente.