Como Casi Todo grande y verdadero poeta, Rubén Darío es multiforme y ecléctico. Frecuentemente nos sorprende con su busca y con su hallazgo de numerosos caminos expresivos y estéticos.
Pronto, y con sutil sagacidad, lo adivinó así Juan Valera cuando, con sólo Azul a la vista, escribió la primera de sus dos Cartas publicadas en El Impartial de Madrid en octubre de 1888:
ni es usted romántico ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quintaesencia.
Con más ancha y abarcadura perspectiva ya, Arturo Marasso pudo afirmar después:
supo de todas ¡as escuelas, de todos los poetas, de pintores y músicos, de Grecia, de Roma, de la ciencia moderna y antigua, … Trajo a nuestra lengua una aleación rara y preciosa. Innovador como Garcilaso, en la métrica y el estilo, por la magnitud de su creación de su arte, dará, en la lírica castellana, nombre a una época.