El mundo está aquejado de sus víctimas. Hoy, en nombre de las víctimas, la única razón para nuestra presencia aquí, en esta XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, me dirijo a los representantes de los Estados Partes en los Convenios de Ginebra, así como a los representantes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Nuestro Movimiento se ve enfrentado con el reto de proteger y ayudar a esas víctimas, que, trágicamente, son cada vez más numerosas. Las situaciones en que debemos actuar son cada vez más complejas: catástrofes naturales y tecnológicas que, con frecuencia, tienen lugar en países en desarrollo, donde no hay infraestructuras; conflictos armados y otras formas de violencia en el contexto de los cuales, las autoridades, generalmente, no pueden actuar en favor de la población. Sacamos nuestra fuerza de la solidaridad para con esas víctimas, que se manifiesta en las acciones específicas, pero complementarias, de las Sociedades Nacionales, de su Federación y del CICR. Precisamente de esa complementariedad de nuestras respectivas competencias, adquirida mediante la experiencia e inscrita en nuestros Estatutos, dimana la eficacia de nuestra acción.