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Convención de 1972 sobre las armas biológicas — Un enfoque de los países del Sur
Published online by Cambridge University Press: 29 January 2010
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Antes de abordar el tema de la Convencióon de 1972 sobre las armas boilógicas (en adelante, la Convención), deberíamos puntualizar que cualquier criterio sobre el tratado, desde la perspectiva de los países del Sur, sólo puede ser parcial; es decir, se trata de una perspectiva entre muchas otras posibles. Los países en desarrollo y los países no alineados pueden tener intereses y expectativas distintas, aunque igualmente legítimas, con respecto a un determinado instrumento internacional. De hecho, esa diversidad es, en sí, una de las características determinantes del «Sur», un término que utilizamos para clasificar por categorías a los Estados en desarrollo cuyo principal punto en común es el hecho de no estar alineados con ninguna gran potencia ni con cualquier otro país.
En materia de desarme, las diversas posiciones adoptadas por los distintos bloques de países en desarrollo constituyen una serie de intentos para definir un común denominador sobre diversas cuestiones. Son el resultado de un proceso de negociación, algunas veces arduo pero indispensable, a fin de que los países del Sur puedan evitar que las grandes potencias y las alianzas más consolidadas del Norte los dejen de lado. No hay que confundir los principios generales articulados por los coordinadores de grupo, a menudo con elocuencia y capacidad de previsión, con los diversos significados que puede tener un determinado tratado para los diferentes países en desarrollo.
- Type
- 25º aniversario de la Convención sobre las armas bacterológicas (biológicas)
- Information
- Copyright
- Copyright © International Committee of the Red Cross 1997
References
1 El Grupo de los 21, o G-21 (integrado actualmente por 28 países) en la Conferencia de Desarme, en Ginebra; el grupo de países representado por el Movimiento de los Países No Alineados en la Asamblea General de las Naciones Unidas; y las diversas agrupaciones de países no alineados y otros países en desarrollo por lo que respecta a tratados multilaterales tales como la Convención y el Tratado de No Proliferación.
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14 Los obstáculos son similares a los que enfrenta una nación o un movimiento que trata de lanzar un ataque con armas químicas. Como lo señaló recientemente un comentador, «incluso el Aum Shynrikyo del Japón, que concienzudamente contrataba a científicos competentes, contaba con bienes por un valor de aproximadamente 1.000 millones de dólares estadounidenses y realizaba ensayos prácticos clandestinos antes del ataque al tren subterráneo de Tokio, no pudo realizar un ataque técnicamente sofisticado. La secta sólo pudo producir un arma quíimica rudimentaria, con un método primitivo de disperseón». Rodrigues, Véase Leslie, «The emerging threat of chembio terrorism: is the U.S. prepared?», The Arena, No. 6, noviembre de 1996, Washington, p. 2Google Scholar. Por otra parte, las dudas con respecto al valor militar que tienen actualmente las armas químicas fueron disipadas con el eficaz empleo, en el campo de batalla, de armas químicas por Irak contra Irán durante el decenio de 1980.
15 Como dijo el embajador de Egipto en la Conferencia sobre Desarme, al explicar por qué su país no ratificó la Convención ni firmó la Convención de 1993 sobre las Armas Químicas, «la seguridad y la paz no pueden coexistir con un desequilibrio de poder ni con las graves disparidades entre Estados que pertenecen a la misma zona con respecto a sus derechos y obligaciones en virtud de los diversos instrumentos de desarme». Naciones Unidas, Nota verbal enviada por la Misión Permanente de la República Árabe de Egipto, a la Secretaría de la IV Conferencia de Examen de la Convención BWC/CONF.IV/8, Ginebra, 1996, p. 2Google Scholar.
16 Cabe mencionar la hipótesis de que la peste negra, que diezmó a una tercera parte de la población de Europa en el siglo XIV, aparentemente se originó cuando la enfermedad fue propagada deliberadamente en un ataque boilógico durante el asedio a Caffa, en Crimea, lanzado por los tártaros contra los genoveses. Vúase SIPRI, The problem of chemical and biological warfare, Vol.I-The rise of CB weapons, SIPRI, Estocolmo, 1971, p. 215Google Scholar. La posibilidad de que una epidemia mundial haya sido originada por la propagateón de un agente mejorado genéticamente ha sido tema de películas de misterio y libros de bolsillo baratos; pero, por supuesto, no es irrealizable.
17 Organización Mundial de la Salud, The World Health Report 1996, Ginebra, 1996, pp. 110–111Google Scholar.
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19 Según los cálculos examinados antes de la reanudación del primer período de sesiones de la Comisión Preparatoria de la organización para el tratado de prohibitión completa de las pruebas, en marzo de 1977, el presupuesto para los dos primeros aùos se sitúa entre 70.000.000 y 90.000.000 de dólares EE.UU. por año. Compárese esa cantidad con el presupuesto de los organismos especializados (Naciones Unidas, «Budgetary and financial situation of organizations of the United Nations system», A/51/505/Corr.1, Nueva York, 1996, p. 2Google Scholar).
20 M. Dando, «Article I: Scope», en G Pearson y M. Dando (eds), op.cit. (nota 5 supra).
21 Véase nota 4, p. 43.
22 Naciones Unidas, «Background information document on compliance by States Parties with all their obligations under the BWC», BWC/CONF.IV/3, Ginebra, 1996, p. 31Google Scholar.
23 Naciones Unidas, «Background information document on compliance by States Parties with all their obligations under BWC», BWC/CONF.IV/3/Corr. 2, Ginebra, 1996Google Scholar.
24 Véase nota 4, p. 42.
25 Véase nota 7.
26 Véase nota 4, p. 16.
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