Este discurso fue pronunciado por el presidente del CICR en la inauguratión de la Segunda Mesa Redonda de expertos que deliberaron sobre el uso de las nuevas armas láser para causar ceguera permanente de soldados enemigos.

La preocupación del CICR por este problema surgió cuando se enteró, por una serie de publicaciones técnicas y militares, de que se estaba trabajando en la productión de fusiles láser, tanto para vehículos como para uso manual, aparentemente con dos finalidades: destruir detectores en vehículos y dañar los ojos de los soldados enemigos. Varios Gobiernos manifestaron su inquietud al respecto en la Conferencia Internacional de la Cruz Roja celebrada en 1986 y el CICR decidió informarse más detalladamente sobre el particular.

Así, convocó, en junio de 1989, una primera Mesa Redonda de expertos, en la que participaron técnicos y militares expertos en armas láser, oftalmólogos, psicólogos especializados en los efectos de la ceguera y especialistas en derecho internacional humanitario. En esa reunión se concluyó que el problema es suficientemente grave para merecer un estudio más pormenorizado.