Published online by Cambridge University Press: 11 January 2024
¿Quién podrá numerar las garrafillas
Dedicadas al sucio ministerio?
¿Ungüentos, botecillos y pastillas?
Aquí para enrubiar el sahumerio
De aqueste mismo aceite que blanquea
Los huesos de la boca o cimenterio,
Allí la miel mezclada que se emplea
Con mostaza y almendras en ser muda
Para mudar color a la que es fea.
Lupercio de Argensola, Sátira.Llegó en tanto el ocho de septiembre, día de gran bulla y alegría en la ciudad, pues le había concedido sus altezas el permiso de tener feria en el sitio del nuevo arrabal de la Fuente de la Arena o San Francisco, llamado hoy Alameda;1 desde muy temprano estaban llenas las calles adyacentes de toda especie de ganado y en especial de cerda, merced a los hermosos montes de alcornoque y encina que veíanse como vírgenes en aquellas dilatadas sierras, y que los moros habían descuidado aprovechar; titiriteros, saltimbanquis, curanderos y vendedores de untos y afeites para las mujeres, se notaban al lado de las ricas sedas de Granada y Murcia, y de la luciente y bien trabajada orfebrería de Córdoba; innumerables personas de varias clases y condiciones llenaban la plaza que, aunque espaciosa, era escaso lugar para tamaño concurso; notábanse entre otros a don Alonso de Aguilar, don Tello y don Sancho, que, unidos, por ella discurrían.
—Hermoso espectáculo presenta hoy este sitio —dijo el primero—; pasemos, si os parece, hacia la calle de san Sebastián, donde están los caballos, y veremos si hay algún potro de provecho.
—Lugar hay —replicó don Sancho—, demos más bien una vueltecita por el lado de la muralla, pues el olor de los pastelillos y buñuelos que están friendo y enmelando me consolará, ya que por el decoro no pueda comerlos en público.
—Sí —saltó don Tello—, es cosa muy linda el olor del aceite caliente.
—Cada uno tiene sus gustos, amigos míos.
—En tratándose de comer, todo os place y parece bueno. ¿No es verdad?
—Efectivamente que es así.
Vieron en esto mucha gente alrededor de un cajón cuadrilargo que sobre una mesa puesto estaba.
—¿Qué es eso? —preguntó don Sancho.
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