La Sombra de Petrarca en la Poesía Cancioneril
Published online by Cambridge University Press: 31 March 2023
Summary
Aunque Rafael Lapesa considere que, con excepción del Marqués de Santillana, “sería aventurado afirmar que cualquier poeta castellano anterior a Boscán tuviese familiaridad con el Canzoniere petrarquesco” creo menos que aventurado reconocer entre las páginas de nuestros cancioneros la esporádica huella del vate de Valclusa tanto en el de Estúñiga como en el General. Sería muy raro que Juan de Dueñas no hubiese conocido las Rime Sparse cuando compuso en Nápoles su muy imitada “Nao de Amor,” por lo cual me parece acertado Pierre Le Gentil cuando propuso como fuente del poema el bellísimo soneto CLXXXIX de Petrarca:
Passa la nave mia colma d’oblio
en aspro mare, a mezza note, il verno
in fra Scilla e Cariddi; et al governo
siedi ‘l signore, anzi ‘l nimico mio.
Aquí se alegoriza el estado y las fatigas del amante-nave, gobernado por el Amor, su señor y enemigo. Cada parte de la embarcación y cada accidente de la tormenta que la acosa conllevan el símbolo de la inquietud, perturbación y congoja que sufre el alma amante y los peligros por los que atraviesa. El poema de Dueñas usa también la metáfora del enamorado-nave, pero en vez de los 14 versos de Petrarca, su alegoría se expande por 293 en 22 estrofas y una finida. A todas luces aquí estamos ante algo sustancialmente distinto del soneto italiano. Tanto en el poema de Petrarca como en el de Juan de Dueñas se dice de una navegación por un mar tempestuoso, en la cual los vientos rompen las velas y el dolor anega al amante:
En altas ondas del mar per aspro mare
navegando con fortuna la tempesta
al tiempo vela ninguna
non podiendo comportar, la vela rompe un vento
contrarios vientos a par
sacudiendo las entenas,
esforçé con velas buenas
mas non pude contrastar
el grand poder de mis penas.
Si bien Dueñas usa como Petrarca la metáfora de la nave, la varía de tal modo que, estrictamente hablando, no se trata de la misma metáfora. En Petrarca el amante es a un tiempo embarcación y tempestad ya que, por un lado, sus pensamientos son los remos y las sartas están hechas de ese error e ignorancia propios de un alma-nave “colma d’oblio”; mientras, por otro lado, la tormenta no es menos subjetiva: los vientos son sus suspiros, esperanzas y deseos, la lluvia su llanto, niebla la pena del desdén, mientras en las turbadas aguas han muerto “la ragion e l’arte” bajo un cielo ausente de los ojos amados. Como se verá, el yo poético del poema español es a la vez y confusamente navegante y nave, y su tormenta parece un fenómeno exterior, ajeno y distinto del enamorado.
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- The Court ReconvenesCourtly Literature across the Disciplines: Selected Papers from the Ninth Triennial Congress of the International Courtly Literature Society, University of British Columbia, Vancouver, 25-31 July 1998, pp. 335 - 344Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2002