Los procesos migratorios generan transformaciones en términos de la heterogeneidad identitaria que implican, en la mayoría de los casos, la reestructuración de las narrativas sobre la diferencia en los lugares de origen, tránsito y destino. En este contexto, las uniones mixtas catalizan estas transformaciones al articular las experiencias, percepciones y diversidades de las poblaciones nativas y migrantes,Footnote 1 y combinan lógicas de socialización atravesadas por clase, identidad étnica, racialización y roles de género.Footnote 2 En América Latina, particularmente en México, analizar estos procesos puede mejorar la comprensión de las divergencias en la integración de personas migrantes, especialmente donde la estratificación étnico-racial puede ser más difusa debido al mestizaje.
Este trabajo discute los elementos que influyen en la formación de uniones mixtas, estableciendo articulaciones discursivas que se materializan en distintos niveles de la realidad social. El análisis retoma la experiencia de un grupo de migrantes latinoamericanos residentes en México. A través de narrativas de vida, se exploran los mecanismos y estrategias que median la formación de uniones conyugales y cómo estos procesos articulan la identificación y permanencia en México. Se ofrece una comparación de los distintos relatos y la generación de un modelo analítico que permite comprender la interacción de distintas dimensiones de realidad social y la forma en que se producen los arreglos conyugales.
La construcción de la narrativa colectiva busca develar procesos de relacionamiento a través de los cuales las personas migrantes articulan sus motivaciones y percepciones con dimensiones y espacios discursivos que impulsan procesos de emparejamiento. Por ello, las preguntas que orientan este ejercicio son: ¿cómo experimentan las personas inmigrantes dentro de México los procesos de inserción social desde su identidad étnica, origen nacional y su género? ¿Cómo han construido relaciones socioafectivas en México? ¿Estas experiencias cambian cuando las personas se reconocen como afrodescendientes?
El documento se encuentra estructurado en cuatro apartados. El primero presenta una discusión teórica y conceptual alrededor del proceso de formación de uniones en el contexto migratorio. El segundo da cuenta de la discusión metodológica y se delimita el modelo de análisis de los relatos de vida. Finalmente, en la tercera y cuarta sección se ofrecen las principales reflexiones derivadas de las evidencias obtenidas.
Abordaje teórico y conceptual alrededor de las uniones mixtas e interétnicas
Las uniones mixtas han sido tradicionalmente vistas como un indicador de integración, ya que suponen la erosión de barreras y diferencias culturales, sociales y económicas. Una vasta literatura ha explorado la importancia de estas uniones como catalizadores de la diferencia en distintos contextos de reasentamiento. Esto implica considerar varios elementos: los atributos y características que intermedian la selección de parejas (Chiswick y Houseworth Reference Chiswick and Houseworth2011; Davis Reference Davis1941; Hout Reference Hout1982; Kalmijn Reference Kalmijn1998; Merton Reference Merton1941); los tipos de uniones que se forman cuando se cruzan identidades étnicas, religiosas y nacionales (Morning Reference Morning2014; Qian y Lichter Reference Qian and Lichter2011; Rodríguez-García et al. Reference Rodríguez-García, Lubbers, Solana and de Miguel-Luken2015; Song Reference Song2015); y los procesos migratorios que producen familias transnacionales o binacionales (Charsley y Shaw Reference Charsley and Shaw2006; González-Ferrer Reference González-Ferrer2006; Williams Reference Williams2010).
Uno de los temas que han sido estudiados profundamente es el vínculo entre las uniones mixtas y los procesos de integración. Algunos investigadores consideran estas uniones como el último escalón en la asimilación e incorporación a la sociedad de destino (Alba y Nee Reference Alba and Nee2003; Giorgas y Jones Reference Giorgas and Jones2002; Portes y Rumbaut Reference Portes and Rumbaut2006; Qian y Lichter Reference Qian and Lichter2007). Sin embargo, este vínculo implica reflexionar sobre elementos que complejizan las interacciones sociales, ya que dependen de discursos y dispositivos de control. El grado, tipo y dirección de la integración varían e impiden hacer vínculos simples y lineales entre un proceso y otro. Además, las uniones mixtas pueden aumentar en respuesta al contexto institucional y la normativa de regularización migratoria. Para algunos migrantes, el matrimonio con personas nativas es un medio para acceder a legalización y ciudadanía, lo que no implica directamente el cierre de brechas ni la porosidad de las fronteras identitarias (Rodríguez-García, Solana-Solana y Lubbers Reference Rodríguez-García, Solana-Solana and Lubbers2016; Song Reference Song2009).Footnote 3
Algunas investigaciones resaltan que la amplia heterogeneidad identitaria de las poblaciones inmigrantes implica pensar en resultados diversos y divergentes respecto a la formación de uniones conyugales, la erosión de barreras sociales y la posibilidad de integración en el mercado laboral, los escenarios culturales, cívicos y políticos. De esta manera, las uniones mixtas se presentan como un fenómeno segmentado que varía cuando se tiene en cuenta la imbricación entre el lugar de nacimiento, la identidad étnica y el nivel socioeconómico (Alba y Foner Reference Alba and Foner2015; Choi y Mare Reference Choi and Mare2012; Esteve, García-Román y Permanyer Reference Esteve and Permanyer2012; Lichter, Qian y Tumin Reference Lichter, Qian and Tumin2015; Qian y Lichter Reference Qian and Lichter2001). En ese sentido, la configuración de uniones mixtas no solo depende de las características individuales, sino también de la producción discursiva sobre la diferencia, que moldea las oportunidades de intercambio social, las preferencias culturales y las limitaciones sociales y normativas en las relaciones entre personas nativas e inmigrantes (Kalmijn Reference Kalmijn1998).
Las oportunidades de intercambio social entre las poblaciones nativas e inmigrantes son fundamentales para construir relaciones afectivas, redes de amistad y vínculos sociales. Sin embargo, la existencia de estructuras de estratificación, tácitas o explícitas, y las ideas sobre la diferencia pueden tener efectos contrapuestos. Por un lado, las uniones pueden reforzar las divisiones sociales al incrementar estereotipos sobre cómo se relacionan ciertas poblaciones migrantes y los lugares en los que su corporalidad e identidad son admisibles. Por otro lado, pueden fortalecer formas identitarias que, aun ubicándose en los márgenes, se vuelven centrales en el intercambio social y ayudan a erosionar algunas barreras en la comprensión de la diferencia (Flores y Jiménez Reference Flores and Jiménez Román2009; Rodríguez-García et al. Reference Rodríguez-García, Solana, Ortiz and Ballestín2021).
Sin duda, el proceso de conformación de uniones mixtas también implica la intervención de preferencias culturales e identitarias pues estas orientan los procesos de relacionamiento. Lichter, Qian y Tumin (Reference Lichter, Qian and Tumin2015) resaltan que estas preferencias culturales se podrían relacionar con el idioma, la religión, ciertos valores sociales y las definiciones del atractivo, donde el origen étnico-racial juega un papel central. Estas últimas, en particular, han limitado la ruptura de barreras sociales en contextos como el estadounidense. Los matrimonios mixtos entre poblaciones nativas y migrantes, como asiáticos e hispanos, están permeados por este atributo, reflejado en una mayor tasa de uniones entre personas blancas nativas e inmigrantes.
De allí que la creencia de que las uniones mixtas ocurren porque las barreras sobre atributos, como la identidad nacional, étnica y los roles de género, se han debilitado, no siempre es cierta. También es posible que una mayor presencia de uniones mixtas se deba a la reproducción y fortalecimiento de preferencias sobre las poblaciones inmigrantes. La formación de estas uniones podría involucrar estereotipos que refuerzan la estratificación en aspectos socioeconómicos e identitarios, de allí el deseo de unirse a ciertos grupos migrantes debido a discursos que apoyan jerarquías basadas en género, identidad étnica y clase. Así, una alta proporción de uniones mixtas con determinados colectivos migrantes podrían ser la expresión de estereotipos que perpetúan sistemas de exclusión dentro de las uniones conyugales (Daniel Reference Daniel2003; Rodríguez-García Reference Rodríguez-García2006, Reference Rodríguez-García2007; Rodríguez-García et al. Reference Rodríguez-García, Solana, Ortiz and Ballestín2021; Viveros Vigoya Reference Viveros Vigoya2008).
Dicho esto, dentro de las uniones mixtas existe el intercambio de vivencias y valores culturales que puede generar una articulación armoniosa de la diferencia, o convertirse en fuente de conflicto si las discursividades identitarias del contexto impulsan y fortalecen prejuicios sobre estos emparejamientos. A pesar de posibles diálogos y rupturas de límites al interior de las parejas y sus familias, la estructura contextual en términos del statu quo identitario y cultural puede debilitar estas unidades familiares (Bratter y King Reference Bratter and King2008; Milewski y Kulu Reference Milewski and Kulu2014; Moscato et al. Reference Moscato, Novara, Hombrados-Mendieta, Romano and Lavanco2014).
Varias investigaciones han explorado cómo ocurren estas distintas interrelaciones en contextos donde las estratificaciones étnico-raciales se encuentran mucho más delimitadas, y donde las discursividades alrededor de las diferencias nacionales pueden ser más identificables debido al tamaño y permanencia histórica de los flujos migratorios (Goldstein y Harknett Reference Goldstein and Harknett2006; Herman y Campbell Reference Herman and Campbell2012). Sin embargo, en contextos como el latinoamericano, especialmente el mexicano, los hallazgos se limitan a analizar lo que sucede con las parejas nativas y poco se ha indagado sobre la conformación de uniones con personas inmigrantes. Asimismo, se ha profundizado menos en la comprensión de las percepciones y preferencias socioculturales que median los procesos de relacionamiento y que generan significantes particulares sobre las poblaciones inmigrantes, sus lugares de nacimiento y sus identidades étnicas.
Panorama del emparejamiento en México
En el contexto latinoamericano, particularmente en el mexicano, el estudio de las uniones mixtas es atravesado por el mestizaje como ideología identitaria; así, ciertas discursividades respecto a la diferencia pueden hacer borroso el entendimiento de por qué se forman estas uniones y qué sucede en términos de significación al interior de estas. Como lo han trabajado Hurtado (Reference Hurtado Saa2008), Viveros (Reference Viveros Vigoya2008), Moreno (Reference Moreno Figueroa2008 y Reference Moreno Figueroa2012) y Telles (Reference Telles2006), para los casos de Colombia, México y Brasil respectivamente, dentro de cada contexto nacional y en relación a los flujos migratorios se da la reproducción de una serie de estereotipos que refuerzan la operación de sistemas de opresión que se trasladan con la migración y adquieren significantes particulares dentro de la uniones conyugales: la sexualidad de las personas migrantes, la admisibilidad de su identidad étnica y la legitimidad de su movilidad.
El mestizaje en México, como en la mayoría de las naciones latinoamericanas, promovió la idea de una nación homogénea a través de políticas de mezcla e inclusión racial. Sin embargo, este proceso invisibilizó a las poblaciones afrodescendientes, mientras exaltaba a indígenas y españoles como núcleos de la identidad nacional. Además, estas poblaciones sufrieron el impacto del racismo científico, que atribuía características de inferioridad basadas en su fenotipo y ascendencia familiar. A diferencia de otros contextos, el mestizaje en México profundizó un sistema de estratificación donde la raza jugó un papel central. Este sistema favorecía la blanquedad a través de las uniones entre españoles e indígenas, relegando a un estatus inferior a las uniones entre indígenas y afrodescendientes (Reginald Reference Reginald2022; Rodríguez-García Reference Rodríguez-García2021; Velázquez Reference Velázquez2011; Saldívar Reference Saldívar2014).
Como lo muestra Christina Sue (Reference Sue2013), este sistema de castas fue abolido en el siglo XIX; sin embargo, la valoración de la blanquedad y sus implicaciones ideológicas continúan siendo centrales en los procesos de reproducción social, incluyendo la formación de familias. Según Beltrán (Reference Beltrán Revilla2020), el uso de la lengua indígena sirve como un indicador étnico, así encuentra que alrededor del 80 por ciento de las uniones en México suceden entre personas no hablantes de lengua indígena, 16 por ciento entre hablantes y apenas 4 por ciento podrían considerarse relaciones interétnicas, lo que sugiere la presencia de barreras identitarias en las relaciones. Además, estudios sobre el matrimonio en México señalan una creciente polarización en las uniones, con una marcada tendencia hacia la homogamia educativa en los extremos de la distribución (Rosas Reference Rosas2003; Solís, Pullum y Bratter Reference Solís, Pullum and Bratter2007; Solís Reference Solís2010; Esteve y McCaa Reference Esteve and McCaa2007). Este patrón se observa también en las uniones entre extranjeros y mexicanos, donde predominan las uniones educativa y ocupacionalmente homogámicas (INEGI 2020). Estos hallazgos indican la persistencia de un régimen de estratificación social que influye en los vínculos sociales y afectivos, articulados a través de dimensiones de clase, identidad cultural y étnica.
En el contexto de México, es crucial estudiar los vínculos entre personas nativas e inmigrantes, así como las percepciones y estereotipos que emergen de estos encuentros. Esto es fundamental para analizar la integración social y comprender cómo se reproducen dinámicas que afectan tanto a migrantes como al tejido social en general. Investigar los discursos en torno a las relaciones con personas migrantes en México permitiría evidenciar (1) las estrategias de relación que emergen considerando identidades nacionales, étnicas y de género, y su impacto en la vida de las poblaciones; (2) cómo las narrativas sobre la diferencia en los países de origen de los migrantes influencian sus interacciones y la formación de uniones conyugales; y (3) la forma en que estas dinámicas pueden transformar fronteras identitarias o reforzar límites en las relaciones interpersonales.
Elementos metodológicos
Esta investigación propone un análisis crítico sobre los mecanismos y las formas de socialización de la población inmigrante en México a través de la formación de uniones conyugales. Al estudiar las experiencias de treinta y dos inmigrantes (doce hombres y veinte mujeres) de Brasil, Colombia, Cuba y Venezuela que residen en México, se busca comprender cómo el género, la identidad étnica y el lugar de origen influyen en los procesos de formación de relaciones conyugales. Estas dimensiones juegan un papel crucial frente a los discursos de diferencia que configuran los procesos sociales en contextos latinoamericanos como el mexicano.Footnote 4
Los relatos de vida fueron recolectados mediante entrevistas a profundidad entre 2020 y 2021. Se utilizó una estrategia de muestreo y acercamiento a los casos de investigación a través de medios digitales, incluyendo la observación en redes sociales y el seguimiento de actividades y discusiones de organizaciones y grupos de migrantes. Seguido de ello se estableció contacto directo con personas que tenían el perfil poblacional y experiencial, quienes son el objeto de esta investigación. Primero se desarrolló un muestreo de caso típico y durante el trabajo de campo se avanzó hacia un muestreo de máxima variación.
Las narrativas corresponden a personas que llevan en promedio más de siete años residiendo en México, tienen entre treinta y sesenta años. La mayoría están en uniones legalizadas llevadas a cabo antes de la migración hacia México.Footnote 5 Más de tres cuartos de las parejas establecidas son entre personas extranjeras con parejas mexicanas, seguidas por uniones endogámicas (personas de la misma nacionalidad) y parejas con personas migrantes no connacionales. Asimismo, la mayoría del grupo de personas entrevistadas se encuentran en uniones no interétnicas y no hubo registro de uniones con personas afromexicanas (ver Anexo 1).
Este trabajo toma como enfoque analítico la investigación biográfica narrativa y como método de análisis la revisión y articulación del contenido discursivo de los relatos recolectados. Mediante una revisión singular de cada caso, en el que se extraen los elementos biográficos centrales, se establecieron categorías analíticas que luego fueron objeto de un análisis transversal para dar cuenta de continuidades y discontinuidades entre las categorías emergentes y con ello configurar un aparato analítico que capture en mayor medida el alcance de las experiencias de vida y su imbricación con el proceso migratorio en general (Cornejo, Mendoza y Rojas Reference Cornejo, Mendoza and Rojas2008).
La literatura sobre uniones mixtas destaca la necesidad de combinar aspectos temporales, contextuales y discursivos del proceso migratorio con las identidades y normas de los lugares de destino. Estos factores son clave para comprender si las uniones actúan como catalizadores de fenómenos de conexión social o simplemente como un resultado natural del proceso (Rodríguez-García Reference Rodríguez-García2015; Song Reference Song2009; Telles Reference Telles2006; Viveros Vigoya Reference Viveros Vigoya2008). Así, de la articulación de los relatos biográficos emergió un modelo analítico que entrelaza dimensiones alrededor de las cuales gravitan las uniones como punto de convergencia de diferencias identitarias. Se reconstruyeron las narrativas para entender cómo este fenómeno interactúa con el proceso migratorio teniendo en cuenta las espacialidades y temporalidades, así como los discursos sobre la diferencia y el mestizaje como referente de identidad y pertenencia —entendidos estos como componentes de un escenario macrosocial en el que se configuran las relaciones afectivas.
Este universo macrosocial estructura y media las acciones y respuestas de las personas migrantes frente al relacionamiento afectivo y formación de uniones conyugales, donde se evidencia la imbricación de tres dimensiones: el género, la identidad étnica y el lugar de nacimiento. La fluidez de estas categorías se constituye en un artefacto experiencial que atraviesa los procesos vitales de las personas migrantes, dando sentido y produciendo significantes alrededor de las uniones conyugales. En consonancia con ello, las narrativas muestran tres elementos interdependientes: (1) articulaciones de la diferencia; (2) sexualización de las relaciones; y (3) situación migratoria y vulnerabilidad institucional (ver Figura 1).
Este modelo analítico propone avanzar en el entendimiento de los elementos situacionales, temporales y contextuales que atraviesan los intercambios sociales de las personas migrantes en los lugares de reasentamiento y modelan, en este caso, las relaciones y uniones conyugales. Los relatos analizados no buscan establecer patrones, tipologías o hipótesis, sino generar argumentos que articulen diversas formas de discursividad alrededor de las relaciones sociales de las personas inmigrantes y cómo estas interactúan con distintos procesos de enunciación, visibilización y resistencia. Igualmente, las dimensiones y niveles de análisis propuestos no solo invitan al análisis de la materialización de estructuras de poder y orden social, sino que abren un campo de discusión sobre la potencialidad de la agencia que tienen las personas migrantes y cómo esta subvierte, transforma y atraviesa fronteras estructurales.
Experiencias, dimensiones y articulaciones de la diferencia en la formación de uniones en México
Discursos mediadores en la formación de uniones conyugales mixtas
Articulaciones de la diferencia
Los relatos analizados conforman un corpus discursivo que permite observar distintas formas de agenciar, percibir y juzgar la diferencia en el marco del relacionamiento afectivo, sobre todo cuando intervienen de manera imbricada discursos de delimitación del género, la identidad étnica y el lugar de nacimiento (Magliano Reference Magliano2015). Una forma de discursividad posiciona a la diferencia desde un plano de romantización, donde esta se presenta como un atributo que ofrece prestigio en tanto es un atributo exotizante:
Yo tenía mucho susto con eso del racismo aquí en México, y pues cuando me decían que la señora [su suegra] se sentía princesa, yo decía: ¡ay, dios mío! Va a decir que una negra en su familia, no va a querer una negra en su familia. Pero no, justo en eso estaba el escándalo de la princesa de Mónaco, creo que era, que estaba saliendo con su chofer afrodescendiente, entonces yo llegué y cuando salí, sale Jorge y me dice: ¡mi mamá se siente como la reina de Mónaco teniendo a una afrodescendiente en la familia! ¡Preciosa, que no, que qué buen gusto tengo!, era como el boom, era como la moda de meterse con otra etnia. (Ana, colombiana, 40 años)Footnote 6
De hecho por estar conmigo él subió de estrato. Además dentro de su familia: ¡no y con una colombiana!, así le decían, donde trabajaba él decía: ¡ah sí, mi esposa es colombiana! Y sus amigos: ¿cómo le hiciste?, contanos ja, ja, ja, ya sabes, ¿no? Él se sentía muy orgulloso, y de hecho de nuestra relación, a él le encantaba decir que teníamos una relación abierta. (Elisa, colombiana, 33 años)
La intersección de la identidad como afrodescendiente, la nacionalidad y el género establecen dos escenarios. Por un lado, el relato de Ana muestra los mecanismos que trabajan en la admisibilidad de la identidad negra o afrodescendiente al interior de las relaciones familiares y conyugales. La negridad se articula a través de la representación de una figura de posesión que otorga prestigio pues justifica y resalta la blanquedad como estatuto de orden social. Este símil entre la realeza de Mónaco y la negridad como elemento de singularidad y apertura muestra los entramados identitarios que pueden fortalecerse en un contexto donde la negridad además esta agenciada por la extranjería. Asimismo, se desarrolla un tipo de lógica de intercambio identitario donde el prestigio y la aceptación familiar se articulan para resaltar el statu quo en términos de las relaciones de género y las imbricaciones raciales. Por otro lado, las experiencias de Elisa establecen una forma de aceptación dentro de las estructuras familiares donde el lugar de nacimiento y la posición de género, además de ser leídas como atributos de ascenso social, son vistos como elementos que resaltan el estatuto de masculinidad de los hombres mexicanos en tanto desafían aspectos de la relacionalidad socioafectiva tradicional.
Estos mecanismos de diálogo en los que la diferencia aparece como un atributo de prestigio contrastan con discursividades donde el lugar de nacimiento, el género y la identidad como afrodescendientes materializan formas de exotización, amenaza y disrupción. Una de las características fundamentales de las uniones mixtas es la posibilidad de generar rupturas en los mecanismos de cierre cultural y entablar diálogos en los que la diferencia subvierta la fronterización. Sin embargo, es inevitable el surgimiento y la puesta en marcha de una serie de estereotipos que refuerzan la operatividad del sexismo y la racialización.
Bueno, al principio fue también como que muy bien porque como venía de paso, entonces como que nunca pensaron que ellos dos se van a enamorar. Pero ya después decían que yo era una mujer ya vivida, con un hijo, y mi esposo pues nunca había tenido relaciones así como tan serias. Incluso alguna vez lo escuché: ¡él hubiera podido tener una mujer así, soltera! Lo de colombiana también está como mal visto porque desafortunadamente las colombianas tenemos como fama de ser “tremendas”, yo a veces me digo: ¡obviamente no era la indicada para su hijo! (Karina, colombiana, 37 años)
Con la familia de mi esposo pasó que soy la decepción porque a su mamá le habían contado, ¡no! cuántas historias de las cubanas, que eran malas, que eran putas, que sólo querían a los hombres por dinero, y que nada más querían casarse con extranjeros para salir de Cuba. (Juliana, cubana, 34 años)
Existen marcos de configuración sobre la formación de uniones conyugales que se entrelazan íntimamente con la perpetuación de determinados roles de masculinidad y feminidad, así como visiones particulares sobre cómo el lugar de nacimiento define y moldea a los sujetos y las relaciones que estos establecen. Las narrativas de Karina y Juliana muestran cómo las uniones conyugales se convierten en lugares de disputa en los que la posición de las mujeres migrantes es mediada no solo por un estatuto de género, sino que es moldeada por discursos alrededor de la geolocalización de su identidad. En estas experiencias, la unión con mujeres colombianas o cubanas implica, al parecer, una devaluación de la imagen de masculinidad que los hombres mexicanos podrían ostentar, más aún cuando se asume que las experiencias conyugales previas de las mujeres constituyen una limitante para dar valor a las formaciones familiares (De Lauretis Reference De Lauretis1987; Esguerra Reference Esguerra Muelle2020). En el caso de las parejas interétnicas, intervienen además discursos sobre la racialización que, en tanto sistema discursivo, impulsa visiones sobre la disrupción estética de las uniones y cuestiona la puesta en operación de sistemas de estratificación social que se justifican en el marco de los procesos migratorios y en el mismo proceso de formación conyugal:
Mi esposo es descendiente de mayas. Los amigos hacen mucha broma y dicen: ustedes son las personas más extrañas del mundo. Él esta gordito, blanquito y tiene su pelo de cuerpo espín, y entonces yo soy negra, soy delgada, soy alta, entonces somos como dos cosas muy diferentes, estéticamente hablando, al principio que nos veían juntos somos una pareja rara para México y para Cuba, no somos típicos. (Juliana, cubana, 34 años)
Para la gente hay cosas que son raras. Primero, que una mujer cubana negra y un chico blanco cacha niñas, así como se dice a los de aquí, estén juntos por amor, o sea, que no haya un interés de que fue él y me sacó de Cuba y esa cosa, segundo, que yo sea una profesional con grado de doctorado y el sólo tenga la prepa. Cada que las personas nos ven, destruir el mito de que estoy con una persona por papeles, destruir el mito de que uno es profesional y el otro no, destruir el mito del dinero, ¿no? (Mariana, cubana, 29 años)
Mariana y Juliana relatan la forma en que es percibida su unión. Hay un juicio sobre la estética, en tanto se espera que las mujeres cubanas afrodescendientes tengan parejas conyugales que cumplan con determinadas identidades étnicas y rasgos fenotípicos. La unión con un hombre indígena subvierte la operación discursiva del mestizaje, donde la idea de la transición hacia el blanqueamiento tiene como eje central al sujeto mestizo o blanco-mestizo, por ello esta relación se observa como atípica en tanto desconfigura la operatividad de mecanismos de relacionamiento identitario; sin embargo, como se discutió, un elemento fundamental en la legitimación de ciertas uniones mixtas tiene que ver con la conjugación de la identidad étnica y el estatus de extranjería.
Además, la unión de Mariana pone de relieve la confluencia de discursos que buscan justificar las razones por las que se dan las uniones entre personas extranjeras y nativas, así como aquellas que muestran elementos de selección de pareja donde intervienen los intercambios de estatus económico y de capital humano. Como lo menciona en el relato, la unión es constantemente cuestionada, pues se asume que las movilidades migratorias de las mujeres se entrelazan fuertemente con la necesidad de conformar uniones que posibiliten el acceso a los documentos de regularización migratoria y no a la consecuencia natural de formas de socialización afectiva. Asimismo, el hecho de que sea una unión hipogámica (Mariana tiene mayor escolaridad que su pareja) y que no exista en principio un intercambio de estatus económico implica el cuestionamiento de la normatividad situacional de las uniones, donde los roles de género se fortalecen alrededor de la figura de proveeduría económica masculina y donde se espera que el intercambio de atributos este mediado por dicho universo (Davis Reference Davis1941; Kalmijn Reference Kalmijn1993; Merton Reference Merton1941).
Yo desde un principio lo primero que le dije fue: ¡ey, avisa en tu casa que yo soy negra! Porque “incontables son las veces que he tratado” ja, ja, ja, incontables veces en Cuba eso fue un problema inicial, mantener relaciones con una mujer negra en Cuba es lo último, es decir, lo peor, a no ser que seas una mulatica de salir. La mujer negra es la mujer de quinta, lo último, ya cuando te empatas, se dice en Cuba, sales con una negra es como: ¿hijo, pero ya no había más nada?, entonces yo siempre que salía con alguien que ya era algo más o menos formal: ¡eh, avisa que soy negra! Entonces él me decía: ¡ay, Mariana, qué voy a decir eso, no tiene nada que ver! Y yo: ¡dilo! (Mariana, cubana, 29 años)
Es claro que las discursividades alrededor de la identidad étnica y la formación de parejas, en el contexto migratorio se encuentran permeados por los procesos de configuración identitaria de los lugares de origen. Las articulaciones de la negridad y el género tienen implicaciones particulares dentro de la región latinoamericana cuando se es una mujer negra, ya que sobre dicha figura se han construido elementos de exclusión y señalamiento de una diferencia que se inscribe en el lugar de lo ajeno, lo perverso y lo otro. Estas experiencias de estereotipación han provocado que se predispongan las relaciones con núcleos familiares y redes sociales de las parejas sentimentales y se construyan, alrededor de las uniones, cuestionamientos sobre la forma en que las mujeres podrían intercambiar las ideas sobre su corporalidad y origen por atributos educativos superiores (Qian y Lichter Reference Qian and Lichter2001; Telles Reference Telles2006). En el mismo sentido, pero posicionando un proceso de reflexión afro centrada en el lugar de origen, el caso de Francisco posiciona una discusión fundamental en la capacidad de articular la negridad en un proceso de mayor cierre cultural e identitario, pues se percibe que fortalece la capacidad enunciativa de lo afro y lo negro. Por ello, el hecho de que su pareja sea una persona blanca debilita estos lazos de representación de la negridad como centro de la socialización y formación de una comunidad que se fortalece en la reproducción social y repetitividad familiar:
En Brasil estamos en un momento más afro centrado y sí he tenido de gente negra, por yo estar con un hombre blanco, la gente sí como que te regaña y habla feo: ¡pensábamos que tú que eras un negro estudiado, tenías que estar con otro negro bla, bla, bla!, tanto que si yo no conozco la persona y voy a Brasil, evito hablar de él para que no surja el tema, pero varios amigos sí me regañaron muchísimo por estar con él. (Francisco, brasileño, 33 años)
Sexualización de las relaciones
La construcción de uniones entre personas migrantes y personas nativas en los lugares de reasentamiento comunican la idea de que ciertas barreras en términos identitarios y sociales han empezado a erosionarse. No obstante, en este tipo de uniones intermedian procesos de socialización en los que la sexualización de las relaciones son una vía fundamental por la que se vinculan discursividades sobre la otredad (Viveros Vigoya Reference Viveros Vigoya2008). En estos encuentros ante todo se da la confluencia de memorias y referentes colectivos sobre el deber ser de las relaciones socioafectivas y la construcción familiar, situación que además se acompaña por la imposición de una mirada racializada que exacerba la percepción de las diferencias y configura prejuicios respecto a la corporalidad y narrativa identitaria de las personas migrantes.
Es todo un acontecimiento, él y yo caminando por la calle en algún lugar. Yo recuerdo una ocasión: estábamos comiendo unos tacos en la calle, y se sienta un muchacho a mi lado y venía con su pareja, ¿no?, y empieza: ¿de dónde eres?, ¿por qué estás aquí? Él es mi novio, algo así le dije, ¿no?, y se refiere a mi pareja y le dice: ¿te fuiste y te la trajiste de Cuba? ¡Ah eres un bicho!, y yo así como: no. Y eso es lo que piensa la mayoría de las personas que nos ve, que él fue a Cuba de turismo, me vio, le gusté, me conquistó, ¿sabes? Con toda esa idea de ir y raptar y conquistar a una mujer, más con esta fama que tenemos las caribeñas negras, calientes, de caderas grandes, ¿no?, hechas directamente para satisfacer el placer del hombre, ¿no?, entonces la gente siempre lo insinúa, y yo tengo que decir inmediatamente, no, yo vine por mis propios pies. (Mariana, cubana, 29 años)
En el relato de Mariana se hace evidente la reproducción de prejuicios y lógicas de sexualización sobre su corporalidad y su presencia en México. Las expresiones se encuentran ancladas en discursos coloniales en los que existe un elemento estructurador de la captura de lo exótico, distinto y otro. En esta dimensión, la negridad se articula como elemento de consumo y deseo; y, junto con las imágenes configuradas alrededor de las movilidades de las mujeres caribeñas, se obtiene un corpus de delimitación subjetiva de la presencia de Mariana en el territorio mexicano. Dado que el significante de lo negro y afrodescendiente parece anclarse fuertemente a la sexualidad como atributo de enunciación, es difícil que las uniones mixtas por sí solas descentren este tipo de discursos. Esto implica que continuamente las personas que se encuentran dentro de estas relaciones de pareja deban justificar el sentido desinteresado de la unión y confrontar discursos de estereotipación frente a la sexualidad y los roles de masculinidad y feminidad en el proceso migratorio:
Mi jefe, él nunca se propaso conmigo, pero sí me decía: ¡ay no tienes una amiga venezolana que me presentes!, ¡no tienes una que, así esté en Venezuela!, yo le decía, no tengo casi amigos, estoy recién llegada, ¡no, no importa así sea de Venezuela, yo la mando a buscar! (Camila, venezolana, 39 años)
En cuanto a la socialización, en general nosotras las venezolanas tendemos a ser como muy coquetas, y entonces esto es lo que no, con la parte masculina de verdad yo no sé si me generó temor por la primera relación que tuve con mi esposo cuando llegué acá, con el que me casé, pero he intentado salir con varias personas así y no ha sido grata la experiencia. (Ana, venezolana, 49 años)
Las relaciones que logran establecer las mujeres migrantes en distintos planos de intercambio social también están atravesadas por discursos configurados alrededor de su nacionalidad. En distintos contextos se erigen estereotipos alrededor de su posición sexualizada, así como la enunciación de un tipo de esencialismo dirigido hacia las mujeres venezolanas, a través del cual se ha configurado una idea sobre las motivaciones de las mujeres que migran hacia México y la disponibilidad para una relación con hombres mexicanos. Las narrativas analizadas muestran que el proceso migratorio y la conformación de uniones mixtas, contrario a erosionar configuraciones de otredad en clave de estereotipos, puede profundizar y reforzar roles hegemónicos de género, donde la sexualización de la diferencia es parte estructurante de la dinámica de socialización. Este tipo de fenómenos pueden incrementar la frecuencia de uniones endogámicas, ya que, como lo menciona Ana, las distintas manifestaciones de discriminación a través de los estereotipos sexualizados provocan un mayor aislamiento en el relacionamiento social de las mujeres migrantes.
Asimismo, como lo menciona Hurtado Saa (Reference Hurtado Saa2008), la conformación de un mercado sexual de migrantes latinoamericanas, que tiene como uno de sus principales centros a algunos países de Europa, ha fortalecido la producción de discursividades de sexualización que se interseccionan con los procesos migratorios de mujeres colombianas, venezolanas, cubanas y brasileñas, elemento que además se vincula con las identidades étnicas para producir matrices de discriminación en distintos contextos de reasentamiento, pues estos artefactos y dispositivos de control se trasladan con las corporalidades en los flujos migratorios:
En una de esas me pregunta el tipo cuánto cobro, y le pregunto yo, ¿perdón? entonces me dice: ¡sí, ¿cuánto cobras? por estar conmigo todo el día! Y lo miro yo y le digo: ¡ah, ok!, ¿usted está pensando que yo soy dama de compañía o escort o algo así? Entonces me comenta que la mayoría de la gente de Venezuela, Colombia, Cuba y Brasil iban a su país —España— a prostituirse, entonces yo no sé si es eso que se ha globalizado ese tipo de trabajo de nuestra nacionalidad porque a todas nos meten en el mismo saco. (Ana, venezolana, 49 años)
Situación migratoria
Finalmente, las narrativas en su conjunto muestran la centralidad que tiene la situación migratoria en la formación y continuidad de las uniones mixtas. En este escenario se hace más evidente la conjugación de estrategias por parte de las personas migrantes en aras de concretar su proyecto migratorio y sortear distintos obstáculos frente a la decisión de reasentarse en México, aun cuando esto signifique enfrentarse a episodios de exclusión, confinamiento y violencia. Asimismo, existe un uso particular por parte de las personas mexicanas de esta dimensión migratoria que les permite ejercer el control y reforzar la asimetría que existe en las relaciones conyugales de personas migrantes y nativas:
Fue así la peor etapa de mi vida, cuando tuve que vivir el real machismo de los mexicanos, y cuando ya me iba a Brasil de regreso… ya me voy, yo no quiero estar aquí, ¡no! Yo ya venía de una situación personal con el papá de mi hija de malos tratos y de alguna forma llegué a México huyendo un poco de eso. Yo venía huyendo del papá de mi hija que quiso matarme a mí y a mi hija. Entonces conocí a alguien por internet que me dio la posibilidad de estar aquí. Regresé a Brasil, mi amiga me dijo aquí no te vas a quedar, regrésate a México ya, vete allá, haz de cuenta que todo está bien. Ahí yo regresé a México inventé una disculpa, regresé y cerré mi corazón, ya dormíamos en cama separada. (Fernanda, brasileña, 56 años)
Creo que es lo que le pasa a muchas colombianas que tal vez están sufriendo violencia en el hogar y la única opción es: pues me toca aguantarme este pendejo hasta que encuentre solución, entonces tal vez el problema de que muchas se casan y sólo tienen visa por vínculo familiar y esa visa no te permite trabajar, y tienes que esperar la residencia permanente para poder trabajar, mientras tienes que aguantarte dos años, porque si llegas a los dos años y no estás casada con el personaje y el personaje no te firma la carta… entonces muchas se aguantan este tipo de situaciones. (Jaime, colombiano, 39 años)
Hay un elemento crucial en estas relaciones que entablan las personas migrantes con personas mexicanas. Existe un cierre y confinamiento que provoca la ausencia de redes extensas que les permitan a las mujeres, particularmente, salir de círculos de violencia y exclusión, situación por la que emergen estrategias específicas cuando el retorno no es una opción dentro del proyecto migratorio y cuando la unión se constituye en una herramienta para una posible incorporación a futuro:
Me decía que si yo no regresaba me iba a denunciar en migración, me iba a deportar. Le dije: si quieres denúnciame, si quieres haz lo que quieras, o sea él también usaba ese discurso, ¿no?, de que eres ilegal, indocumentada, te voy a denunciar, que abandonaste a tu hija y que me abandonaste a mí […] hubo una demanda, lo demandé, mientras los tres meses que pasé afuera lo demandé, ¿me explico?, lo demandé por violencia, pero ya sabes, la justicia machista y patriarcal en México y en todos los países de Latinoamérica pues no nos favorece a las mujeres claro está. (Patricia, brasileña, 36 años)
En esa última conversación, ella me dijo, bueno, ¿tú sabes por qué nunca te presenté a nadie, o algo así, o nunca te facilité el contexto? Es que yo realmente nunca tuve la intención de ayudarte a conseguir trabajo. ¿Cómo así?, no es que mi única intención es que te sintieras tan abrumado por la situación que tu última alternativa fuera casarte conmigo. (Jaime, colombiano, 39 años)
Discusión
Las experiencias de vida analizadas revelan cómo las uniones mixtas pueden reforzar estereotipos y percepciones sobre la diferencia, y conformar discursividades que facilitan la integración y reconocimiento en los contextos familiares y sociales. La conformación de estas uniones conyugales se encuentra atravesada por la confluencia de tres elementos: los discursos sobre la diferencia, la naturaleza del proceso migratorio y el mestizaje como un referente identitario. Estos elementos generan narrativas que destacan los desafíos relacionados con la identidad étnica, el lugar de origen y las motivaciones migratorias, que a su vez delinean el panorama de integración para los migrantes. En ese sentido, los hallazgos de este trabajo invitan a la discusión sobre la relación entre los procesos de integración y la perpetuación de fronteras identitarias, el papel del mestizaje en la producción y lectura de la diferencia, y la forma en que el estatus migratorio media la conformación y continuidad de las uniones conyugales en México y de manera extensiva a otros países de la región.
Integración social y existencia de fronteras
Los relatos de vida permiten avanzar en la discusión acerca de cómo las uniones mixtas pueden ser escenarios de intercambio cultural que impulsan los procesos de integración. Sin embargo, confirman la idea de que este tipo de arreglos sociales no se traducen de manera directa en el debilitamiento de fronteras sociales, sino que pueden reforzar los límites identitarios, tal como se ha discutido en otros contextos en los que ha sido claro el fortalecimiento de fronteras identitarias y la agudización de fenómenos de exclusión (Alba y Foner Reference Alba and Foner2015; Rodríguez-García et al. Reference Rodríguez-García, Lubbers, Solana and de Miguel-Luken2015; Rodríguez-García, Solana-Solana y Lubbers Reference Rodríguez-García, Solana-Solana and Lubbers2016; Song Reference Song2009).
Los relatos hicieron evidente la confluencia de tres procesos que demarcan formas de fronterización: primero, la producción de narrativas que dan cuenta de procesos de estereotipación que fortalecen posiciones de poder dentro de las relaciones familiares, así como el fortalecimiento de prejuicios por parte de los grupos familiares relacionados con los lugares de nacimiento de las personas inmigrantes y su interrelación con roles de género e identidades étnico-raciales. Segundo, la generación de discursividades que fortalecen imágenes sobre el deber ser de las relaciones afectivas y profundizan los estereotipos sexualizados alrededor de la imbricación de identidades étnico-raciales, el lugar de nacimiento y el género. Por último, la intervención de la situación migratoria como un puente para una mayor estabilidad y posibilidad de integración, pero a la vez como un instrumento que permite el fortalecimiento del control por parte de las personas mexicanas dentro de las uniones conyugales.
Este tipo de resultados ilustran cómo se delinean los límites de la interacción en el contexto de las uniones conyugales. Aunque no se observan prohibiciones explícitas respecto a la formación de familias ni divisiones definidas que restrinjan quién puede establecer uniones y cómo, como ocurre en contextos donde la identidad étnica y religiosa limita claramente la cantidad y duración de las uniones (Alba y Foner Reference Alba and Foner2015), sí se pueden identificar situaciones de discriminación y estereotipación que enfrentan las personas migrantes dentro de sus familias y entornos sociales cercanos. Estos límites porosos y la producción de la diferencia en la socialización que parecen formarse dentro de las uniones, pueden deberse a la forma en que esta última es tramitada y legitimada en el contexto mexicano y los mecanismos que las mismas personas migrantes establecen para mediar situaciones de discriminación. Como lo mencionan Rodríguez-García, Solana-Solana y Lubbers (Reference Rodríguez-García, Solana-Solana and Lubbers2016), puede que las uniones mixtas no sean en sí mismas mecanismos efectivos de integración y se desprendan de ellas una serie de prevenciones y prejuicios que podrían obstaculizar la posibilidad de desarrollo social para las poblaciones migrantes. Sin embargo, los casos analizados muestran a las uniones como escenarios de disputa y confrontación en los que se pueden producir formas de resistencias y mecanismos de negociación frente a situaciones de exclusión o estereotipación, situación que parece depender de la duración y, como lo menciona Song (Reference Song2009), de los escenarios de habitabilidad.
Los significantes que emergen de las narrativas revelan cómo las percepciones y discursividades alrededor de la diferencia impulsan la formación de relaciones afectivas y conyugales más que limitarlas. Por ello, pensar en cómo articular la diferencia en términos de la integración en México requiere entenderla como un proceso en constante definición y confrontación, ya que la lectura de lo identitario y sus intersecciones adquiere sentidos divergentes en cada plano de socialización y reproducción social (Viveros Vigoya Reference Viveros Vigoya2016; Hancock Reference Hancock2007; Crenshaw Reference Crenshaw, Bartlett and Kennedy1997).
El papel del mestizaje y las identidades
El mestizaje se convierte en un elemento central para la articulación de la diferencia en México, situación que es visible en la conformación de las uniones y las experiencias de socialización que experimentan las personas migrantes. Un hallazgo fundamental es que aparecen escenarios en los que la articulación de la diferencia puede ser una herramienta ventajosa, pues existen corporalidades e identidades étnicas que refuerzan la continuación del mestizaje como parámetro de inclusión y forma de movilidad.
Dentro de los relatos emergieron situaciones en las que la lectura de la corporalidad ha sido fundamental en el proceso de relacionamiento cotidiano y en la superación de formas de discriminación. Sin embargo, la articulación de la diferencia presenta mecanismos de interpelación que son distintos respecto a la identidad étnica. En ese sentido, como ha discutido Song (Reference Song2009, Reference Song2015 y Reference Song2016), la reflexión sobre cómo las uniones mixtas pueden ser un camino seguro hacia la integración depende del escenario étnico e identitario en el cual suceden. En un contexto donde el mestizaje establece la idea de la multietnicidad, pero a la vez construye lugares hegemónicos y de subordinación, es posible que las uniones mixtas como catalizadoras del proceso de integración beneficien a quienes son reconocidos dentro del corpus de la blanquedad, lo cual pasa no solo por la corporalidad, sino por las narrativas sobre los lugares de nacimiento y el estatus de clase. Sin embargo, los relatos también muestran que algunas personas migrantes logran, a pesar de situaciones de discriminación y estereotipación, fortalecer marcadores identitarios que les permiten integrarse familiar y culturalmente. De esta manera, el contexto mexicano sugiere modelos de uniones mixtas disímiles a los presentados por Gordon (Reference Gordon1964), y permite discutir cómo se desarrollan las narrativas sobre la integración social de las personas migrantes. Este hallazgo es fundamental porque nos invita a pensar que los constructos teóricos y conceptuales sobre las uniones y su potencial frente a la integración son contingentes; sobre todo en territorios de América Latina y el Caribe, donde las fronteras y la producción de otredades son tanto radicales como porosas y flexibles.
Estos elementos analíticos traen al debate algunos interrogantes fundamentales: ¿cuál es el efecto que tienen estas uniones en el constructo ideológico del mestizaje? ¿Logran en algún punto la erosión de barreras identitarias o fortalecen la operatividad discursiva de lo mestizo como centro de referencia? Atendiendo a que las uniones mixtas se han concebido como lugares que propician la inserción social y que en otros contextos han revelado fronteras claras que tienen que ver con características identitarias y culturales cabría preguntarse, ¿cuál es la frontera que se hace más evidente en México teniendo en cuenta el contexto del mestizaje? En los relatos, la imbricación de la identidad étnica y el estatus económico conforman un constructo que supera lo que en otros contextos han llamado la línea del color (Lichter, Qian y Tumin Reference Lichter, Qian and Tumin2015). En México, las fronteras identitarias que demarcan las uniones mixtas son más complejas, ya que abarcan percepciones sobre el lugar de nacimiento, el género y la identidad étnica. Así, las uniones interétnicas no siempre ocurren en contextos de precariedad económica, pues estas pueden superar dichas barreras al considerar las características del lugar de origen y el proyecto migratorio. Por lo tanto, las divisiones observadas en las uniones de personas nativas se vuelven más difusas cuando interviene el proceso migratorio.
Intervención de la situación migratoria
Se hizo evidente que las uniones, como escenarios de socialización e incorporación social, dialogan de cerca con los procesos de regularización y legitimidad del proyecto migratorio. Así, se han configurado estereotipos y prejuicios alrededor de las motivaciones de las uniones y el estatus migratorio de las personas, situación que además se encuentra atravesada por características como el lugar de nacimiento y la identidad étnica de las personas inmigrantes. Varias de las experiencias muestran cómo dentro de los grupos familiares o sociales cercanos se desarrollan discusiones sobre la forma en que se dio la unión y su instrumentalización para la obtención de la residencia migratoria. Sin embargo, estas narrativas tienen un peso distinto para determinadas nacionalidades e identidades étnicas que no solo se hace material en las relaciones cotidianas, sino que, como lo mencionan Amuedo-Dorantes, Arenas-Arroyo y Wang (Reference Amuedo-Dorantes, Arenas-Arroyo and Wang2020) en el contexto estadounidense, parece estar presente en el acceso administrativo e institucional que ciertos grupos de migrantes tienen para su regularización migratoria por vínculo familiar.
Los relatos también han evidenciado la construcción y fortalecimiento de discursos sobre las migraciones que pueden ser ventajosas para el país y que median los juicios sociales alrededor de las uniones. Estas narrativas articulan la visión sobre la diferencia y operacionalizan las fronteras identitarias definidas desde y por el mestizaje. De esta manera, las percepciones sobre las migraciones positivas y aquellas vistas como disruptivas se encuentran ancladas a corporalidades e identidades étnicas y nacionales que materializan relaciones beneficiosas o amenazantes para el proyecto nacional identitario. Estas representaciones afectan los procesos de socialización y relacionalidad de las personas mexicanas e inmigrantes al generar fronterización y segmentación de los espacios de intercambio social. Así, cuando los flujos migratorios cumplen con expectativas relacionadas con el orden, la seguridad, el estatus socioeconómico y una identidad admisible, las personas inmigrantes experimentan una mayor acogida en escenarios familiares, sociales e institucionales, lo que les proporciona protección ante formas de discriminación y mejora su adaptación en el contexto mexicano.
Discusiones extensivas a la región
El análisis de las experiencias de vida arroja elementos que dialogan con fenómenos de estereotipación de las personas migrantes en otros países de la región y a su vez aportan evidencias sustanciales en la identificación de lógicas de racialización, sexualización y legitimación de las movilidades en y desde América Latina y el Caribe.
Como se mencionó, los procesos de emparejamiento en México se dan en escenarios de profunda polarización social que, como muestran los testimonios analizados, pueden profundizarse cuando intervienen estereotipos sobre las identidades étnico-raciales y el origen nacional. Dichos elementos encuentran resonancia en contextos como Argentina y Chile, donde el relacionamiento social y afectivo de las personas migrantes esta permeado por procesos de racialización, sexualización y exclusión. En estos escenarios, el desarrollo y fortalecimiento de estereotipos alrededor de los motivos de la migración y el lugar de origen provocan segregación relacional en los que las ideas alrededor del buen migrante permiten extender los procesos de esencialización y racialización de las corporalidades e identidades de personas provenientes de países como Senegal, Angola, Colombia, Venezuela, Bolivia y Perú (Kleidermacher Reference Kleidermacher2017, Reference Kleidermacher2011; Cerrutti Reference Cerrutti2005; Mera Reference Mera2014; León Bologna y Falcón Reference León Bologna and del Carmen Falcón2016; Feldman-Bianco et al. Reference Feldman-Bianco, Rivera Sanchéz, Stefoni and Inés Villa Martínez2011).
Algunas investigaciones en Chile han logrado analizar las intersecciones en procesos de socialización relacionadas con el sexo, la clase, la identidad étnico-racial y la nacionalidad y, al igual que en México, evidencian la profundización de lógicas de sexualización de las mujeres latinoamericanas, particularmente afrocolombianas y afrocaribeñas, que tienen como consecuencia la segregación ocupacional, la exclusión social, y la configuración de discursos sobre las uniones deseadas y legítimas en el contexto identitario de este país (Tijoux y Palominos Reference Tijoux Merino and Palominos Mandiola2015; Pavez Reference Pavez Ojeda2016; Belliard Reference Belliard Quiroga2016; Echeverri Reference Echeverri and Margarita2016; Carrère y Carrère Reference Carrère Álvarez and Álvarez2015). Estos hallazgos regionales permiten profundizar en el análisis del mestizaje como un operador ideológico de los contextos identitarios de América Latina y el Caribe, y la forma en que este moldea los lugares de privilegio y desventaja a través de procesos de racialización, sexualización y producción de la otredad desde la extranjería. Tal como lo describe Viveros Vigoya (Reference Viveros Vigoya2009), en el contexto latinoamericano se han configurado espacios y lugares de exclusión en el que la esencialización e intersección del lugar de origen, la corporalidad y las identidades étnico-raciales se convierten en ordenadores de las relaciones sociales y, en consecuencia, de las condiciones de vida y las brechas de desigualdad.
Agradecimientos
Agradezco los comentarios de las doctoras Claudia Masferrer, María Dolores París y Citlali Quecha a una versión preliminar de este trabajo.
Financiamiento
Recibí financiamiento para mis estudios de doctorado del CONACYT bajo su programa nacional de becas para estudios de posgrado (CONACYT, 2018–22).
Anexo 1. Caracterización de los casos de análisis de las uniones para hombres y mujeres