Los cazadores recolectores prehistóricos de la fachada Atlántica meridional de Sudamérica protagonizaron un intenso proceso de exploración territorial y adaptación ambiental en la transición Pleistoceno/Holoceno (ca. 11.000-8000 aP; López Mazz Reference López Mazz2013; Suárez Reference Suárez2017). Ese proceso dará lugar luego a la emergencia de sociedades complejas conocidas como los pueblos constructores de cerritos (ca. 5200 aP al siglo diecinueve; Bracco et al. Reference Bracco, Carera, Mazz, Durán and Bracco2000; Gianotti Reference Gianotti2015; Iriarte Reference Iriarte2006; López Mazz Reference López Mazz2001). Entre aproximadamente 7000 y 5000 años aP existe una llamativa ausencia de registro arqueológico regional. Esto puede ser explicado en parte por el aumento máximo del nivel del mar del Holoceno, que redujo críticamente las áreas habitables y cambió la línea de costas (Bracco et al. Reference Bracco, Rodríguez, Inda, del Puerto, Castiñeiras, Panario and Rodríguez2011; Inda Reference Inda2009).
Esas sociedades humanas debieron enfrentar importantes cambios en las condiciones climáticas con períodos húmedos y cálidos (ca. 9000-5000 aP) y otros secos y más fríos (ca. 5000-2500 aP; Bracco et al. Reference Bracco, Rodríguez, Inda, del Puerto, Castiñeiras, Panario and Rodríguez2011; Iriarte Reference Iriarte2006). Estas variaciones —particularmente las del nivel del mar— tuvieron un impacto directo en las formas de habitar los ecosistemas sensibles a las inundaciones. Las modificaciones en los ambientes, en el paisaje y en la estructura ecológica, cambiaron la estrategia de movilidad y el acceso a las áreas con concentraciones de recursos. En ese contexto la ocupación humana sufrió un doble ajuste, por un lado, marcado por el cambio en los patrones de asentamiento (López Mazz Reference López Mazz2001; López Mazz y Pintos Reference López Mazz, Pintos, Durán and Bracco2000), y por otro, a través de la evolución y transformación de la cultura material (López Mazz Reference López Mazz2017; López Mazz et al. Reference Mazz, José, Nadal, Suárez, de León, Salvo, Mazz and Gascue2009, Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015).
El sistema de producción de herramientas en piedra tallada es un ejemplo de la estrategia desarrollada por estos grupos. El aspecto más sobresaliente de estos cazadores especializados del Holoceno temprano es la elaboración intensiva y el empleo sistemático de puntas de proyectil con un amplio espectro de formas y tamaños (López Mazz Reference López Mazz2013; López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015; Suárez Reference Suárez2017).
El modelo económico propuesto para estos grupos durante el Holoceno fue el de cazadores recolectores especializados en los recursos de ambientes acuáticos, complementado por horticultura a partir de 4000-3500 aP (Bracco et al. Reference Bracco, Carera, Mazz, Durán and Bracco2000; Del Puerto Reference Del Puerto2015; Iriarte Reference Iriarte2006; López Mazz y Bracco Reference Lopez Mazz, Bracco, Lanata and Borrero1994) y la explotación de recursos marinos (López Mazz e Iriarte Reference López Mazz, Iriarte, Durán and Bracco2000; López Mazz y Villarmarzo Reference López Mazz, Villarmarzo, Mazz and Gascue2009). Los estudios zooarqueológicos dan cuenta de la explotación complementaria de un amplio espectro de nichos en un ciclo anual que optimiza la oferta estacional de cada uno, pero con claro énfasis en las tierras bajas (López Mazz Reference López Mazz2001; López Mazz y Bracco Reference Lopez Mazz, Bracco, Lanata and Borrero1994; Moreno Reference Moreno2014). La recuperación de varios perros domésticos (ca. 2000 aP) ha permitido sugerir la participación de éstos en estrategias especializadas de caza en las tierras inundables, y como complemento del empleo de nuevos sistemas de propulsión de armas arrojadizas, como arco y flecha (López Mazz et al. Reference Lopez Mazz, Federica Moreno and González2018).
Este trabajo analiza un conjunto de 25 puntas de proyectil provenientes de diferentes sectores y niveles del sitio arqueológico Rincón de los Indios, ubicado en un estratégico ecotono que une el litoral atlántico con las tierras inundables del Departamento de Rocha (Figura 1). El sitio se ubica en el único “paso” que en 40 km de litoral atlántico permitía sortear las tierras anegadizas y conectar con el interior del territorio. Además, el sitio es una península que penetra en los humedales, constituyendo un excelente lugar de caza. Estas dos razones explican la presencia humana casi permanente a lo largo del tiempo y la abundancia de puntas de proyectil. Este asentamiento evolucionó desde un campamento de cazadores recolectores especializados del Holoceno temprano (ca. 8800 aP) hasta un asentamiento complejo con montículos, ocupado entre aproximadamente 2500 aP y el siglo dieciocho (López Mazz Reference López Mazz2001).
Hasta el momento se han realizado numerosos estudios que permiten reconstruir diferentes etapas y aspectos del sistema de producción lítico (López Mazz Reference López Mazz2013, Reference López Mazz2017; López Mazz et al. Reference Mazz, José, Nadal, Suárez, de León, Salvo, Mazz and Gascue2009, Reference López Mazz, Gascue, Piñeiro, Capote, Consuegra, Díaz-del-Río and Terradas2011, Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015). No obstante, un estudio que pudiera dar cuenta de manera más detallada la historia de vida de las puntas de proyectil era materia pendiente. El análisis macro y microscópico realizado en esta oportunidad busca reconocer condiciones concretas del trabajo efectuado durante la manufactura y uso de este conjunto de instrumentos.
El sistema de producción lítico de los cazadores de las tierras bajas
Durante el Holoceno temprano (ca. 8800-7000 aP) los cazadores de este sitio para confeccionar sus puntas muestran preferencia por las materias primas líticas de buena calidad, que se obtenían a través de movimientos logísticos hasta canteras de rocas silíceas ubicadas a 400 km al noroeste de allí. Estos cazadores recolectores tenían gran movilidad, explotando diferentes ambientes a lo largo del año, y la estrategia de aprovisionamiento de materias primas líticas debía combinarse con el ciclo anual de caza (López Mazz Reference López Mazz2017; López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015). La organización tecnológica involucró la adquisición de una variedad de recursos líticos provenientes de afloramientos primarios y secundarios de materias primas silíceas de buena calidad extrarregionales provenientes de unos 400 km al noroeste (calizas, ágata, calcedonias, madera fósil) con materias primas regionales (riolitas, jaspes, cuarcitas, cuarzos) y otras locales de menor calidad para la talla pero más accesibles (cuarzos, cuarcitas, granitos) (López Mazz et al. Reference López Mazz, Gascue, Piñeiro, Capote, Consuegra, Díaz-del-Río and Terradas2011, Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015).
El proceso de adaptación post-Pleistoceno a las tierras bajas muestra una reducción progresiva de la movilidad residencial de estos grupos, con una economía orientada al control y explotación de las concentraciones de recursos. El aprovisionamiento de materias primas líticas va a intensificar la explotación de las rocas regionales y locales para reemplazar progresivamente a las de origen extrarregional (a más de 75 km). Las rocas locales y regionales van a permitir la producción de instrumentos bien terminados, así como un espectro amplio de herramientas talladas. Las puntas de proyectil fueron realizadas en todas las materias primas (de buena y mala calidad). Al adaptarse la tecnología a las materias primas disponibles ocurrió un descenso en la calidad del trabajo, pues redujo las posibilidades de aplicar percusión blanda y presión en la talla (López Mazz et al. Reference López Mazz, Gascue, Piñeiro, Capote, Consuegra, Díaz-del-Río and Terradas2011).
Este proceso de substitución de materias primas se consolida en el período vinculado a la emergencia de los pueblos constructores de cerritos (ca. 5200 aP hasta el siglo dieciocho) (López Mazz et al. Reference Mazz, José, Nadal, Suárez, de León, Salvo, Mazz and Gascue2009, Reference López Mazz, Gascue, Piñeiro, Capote, Consuegra, Díaz-del-Río and Terradas2011). El cambio en las dimensiones y estilos en las puntas de proyectil que había comenzado en el Holoceno temprano se consolida en el Holoceno medio. Estos cambios pueden ser considerados como innovaciones tecnológicas que buscan atender a las necesidades de la caza de una fauna de variado tamaño en ambientes acuáticos, la disponibilidad de materias primas de buena calidad y la existencia de diferentes sistemas de propulsión (López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015).
Pensamos que las “puntas de proyectil” suponen uno de los ejemplos que con la propia forma del artefacto se les presupone una función concreta, más aún cuando se trata de puntas con formas específicas —con pedúnculos y aletas— que se vienen utilizando desde la prehistoria hasta la actualidad. Se trata de un útil que está en la memoria colectiva de la humanidad, y que en este caso tiene un correlato etnográfico sólido (Acosta y Lara Reference Lara and Eduardo1989; Heath y Chiara Reference Heath and Chiara1977; Prieto Reference Prieto2003).
Materiales y métodos
Las 25 puntas de proyectil provenientes de los diferentes niveles de ocupación del sitio Rincón de los Indios (López Mazz Reference López Mazz2013, Reference López Mazz2017) fueron observadas a nivel macro y microscópico en los laboratorios de la Institución Milá y Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IMF-CSIC) en Barcelona. Se utilizó para ello una lupa Leica AZ16, con aumentos de entre 5× y 72×, y para el registro microscópico se utilizó un microscopio metalográfico Leica DM2500, con objetivos que permiten una observación y registro de las superficies entre 50× y 400×.
El sitio arqueológico Rincón de los Indios fue ocupado por un dilatado período y la muestra analizada representa diferentes momentos de ese proceso. A los fines del análisis y en función de las fechas obtenidas en trabajos previos, hemos dividido la muestra en tres períodos que corresponden a unidades crono-estratigráficas sucesivas: 8800-8300 aP, 3500-2700 aP y 2100-770 aP. Los tres períodos están relacionados a los fechados 14C de los contextos en los que fueron recuperadas las puntas (López Mazz Reference López Mazz2013, Reference López Mazz2017; López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015).
A nivel macroscópico se han relevado atributos morfológicos y tecnológicos críticos de este tipo de artefacto (forma, dimensiones, talla, pedúnculo, reducción, etc.) de acuerdo con las normas en uso (Aschero y Hocsman Reference Carlos, Hocsman, Ramos, Acosta and Loponte2004; Orquera y Piana Reference Orquera and Piana1986) y con la expectativa de poder contextualizar los resultados del análisis microscópico. Los tres períodos propuestos pueden permitir también reconocer la continuidad y el cambio en el sistema de producción lítico. Esta última circunstancia resulta de particular interés en la medida que los cambios tecnológicos pueden constituir respuestas adaptativas a los cambios climáticos en ambientes muy sensibles y dinámicos como las tierras bajas. Estos escenarios que caracterizan la transición Pleistoceno/Holoceno y el Holoceno inicial y medio involucraron drásticos cambios en las condiciones de vida (Bracco et al. Reference Bracco, Rodríguez, Inda, del Puerto, Castiñeiras, Panario and Rodríguez2011).
Los contextos estratigráficos de las puntas son de dos tipos. Las piezas de los niveles antiguos provienen de contextos primarios con poco material óseo y alguna huella de poste, lo que sugiere un campamento de caza. La configuración espacial del material lítico, así como la presencia de materiales correspondientes a todas las etapas del proceso de producción, sugieren actividades de talla in situ (López Mazz et al. Reference Mazz, José, Nadal, Suárez, de León, Salvo, Mazz and Gascue2009, Reference López Mazz, Gascue, Piñeiro, Capote, Consuegra, Díaz-del-Río and Terradas2011, Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015). Las piezas de los contextos más recientes están asociadas a ocupaciones domésticas, pero en el marco de sociedades más numerosas que incluye asentamientos de mayor complejidad, con montículos (cerritos) y enterramientos humanos. El estudio comparativo entre estos componentes arqueológicos permite tener una visión de proceso de larga duración, de la evolución del sistema tecnológico de estas sociedades cazadoras recolectoras especializadas en las tierras bajas.
Pero no es este el objetivo de este análisis, sino que pretendemos observar las superficies de las puntas para que a través del análisis macro y microscópico podamos interpretar, cuando eso sea posible, la “vida” de ese artefacto desde su manufactura hasta el abandono o desecho en el yacimiento arqueológico. Así pues, en esta ocasión, planteamos la aplicación del método traceológico (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1997a; Semenov Reference Semenov1964), no solamente para determinar el uso de los artefactos, sino también para intentar identificar y describir otros tipos de huellas que están relacionadas en otras actividades productivas, como puede ser la manufactura y/o el mantenimiento de las puntas de proyectil, o incluso el transporte, tanto sueltas como en carcaj (Gyria Reference Gyria, Chabai, Monigal and Marks2004; Kaňáková Reference Kaňáková2020; Mazzucco y Clemente-Conte Reference Mazzucco, Clemente-Conte, Palomo, Piqué and Terradas2013; Pyzewicz y Gruzdiz Reference Pyzewicz, Gruzdiz, Marreiros, Bicho and Gibaja2014; Wolski y Kalita Reference Wolski and Kalita2015).
Las puntas de proyectil, a diferencia de otros tipos de instrumentos de trabajo líticos, entran en contacto con el cuerpo del animal abatido muy fugazmente, por lo que al no existir una fricción continua con la materia trabajada raramente se forman y desarrollan microrrastros de uso en sus superficies. Aunque en el caso de puntas de mayor tamaño utilizadas como dagas o puñales que penetran repetidamente y en distintas circunstancias, como al rematar un animal, entonces sí que se pueden desarrollar en los ápices y bordes de las mismas determinados micropulidos relacionados con materias blandas animales como piel/carne (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1997a).
Hasta el momento se han considerado a las “fracturas de impacto” prácticamente como la huella más diagnóstica al determinar el uso de las puntas de armas arrojadizas. Desde las primeras descripciones de las mismas (Fischer et al. Reference Fischer, Hansen and Rasmussen1984) se han ido ampliando los tipos y subtipos de fractura tras amplios programas experimentales a lo largo de los últimos 40 años en la investigación. Los experimentos que se han realizado con diversos tipos de puntas incluyen las “puntas musterienses”, puntas con pedúnculo y aletas de la prehistoria reciente, puntas con muescas, puntas y laminillas de dorso, así como otros tipos geométricos en prácticamente todo el territorio del globo terráqueo (Banegas et al. Reference Banegas, Otero, Goye and Ratto2014; Cattelain Reference Cattelain and Knecht1997; Clemente-Conte y Fano Reference Clemente-Conte, Fano, Gibaja, Marreiros, Mazzucco and Clemente-Conte2020; Geneste y Maury Reference Geneste, Maury and Knecht1997; Gyria y Resino-León Reference Gyria and Resino-León2002; Hughes Reference Hughes1998; Jardón et al. Reference Jardón and Hortelano2017; Lazuén Reference Lazuén2012; Lombard Reference Lombard2005; Márquez y Muñoz Reference Márquez and Muñoz2003; Nuzhny Reference Nuzhny1990; Osipowicz y Nowak Reference Osipowicz and Nowak2017; Plisson y Geneste Reference Plisson and Geneste1989; Sano Reference Sano2009, Reference Sano2016; Shea Reference Shea1988, Reference Shea2006). Estudios que se han basado tanto en puntas de diferentes materias líticas, como en otras manufacturadas en diferentes materias duras de origen animal (Clemente-Conte et al. Reference Clemente-Conte, Moreno, Mazz and Pérez2010; Knecht Reference Knecht and Knecht1997; Lombard Reference Lombard2011; Pargeter et al. Reference Pargeter, Shea and Utting2016; Pétillon Reference Pétillon, Pétillon, Dias-Meirinho, Cattelain, Honegger, Normand and Valdeyron2008).
Sin embargo, coincidimos con Rots y Plisson (Reference Rots and Plisson2014) cuando critican el uso exclusivo de las fracturas de impacto como diagnóstico unívoco del uso de las puntas de proyectil, ya que estos estigmas pueden ser consecuencia de otros procesos, tanto de uso, o tecnológicos como tafonómicos. Por lo que basarse solamente en estos rastros no es suficiente para asegurar el uso de los mismos como proyectiles, a no ser que estén acompañados de otros rastros como son las estrías y pulidos lineales (Lammers-Keijsers et al. Reference Lammers-Keijsers, Verbaas, Van Gijn, Pomstra, Marreiros, Bicho and Gibaja2014; Osipowicz y Nowak Reference Osipowicz and Nowak2017). Aunque también hay que tener en cuenta que, tal y como se ha observado en muchas experimentaciones, tras el lanzamiento de las flechas no siempre se producen fracturas ni ningún otro tipo de huellas (Ibáñez Estévez Reference Ibáñez Estévez1993; Moss Reference Moss1983, entre otros); o que incluso las diferentes formas de las puntas pueden ser consecuencia de diferentes tipos de fracturas u otros rastros atribuibles a este uso (Lammers-Keijsers et al. Reference Lammers-Keijsers, Verbaas, Van Gijn, Pomstra, Marreiros, Bicho and Gibaja2014).
La existencia de aspectos distintivos formales e idiosincráticos de las puntas (Sackett Reference Sackett1982) atrajo el interés de los investigadores por reconocer tipos diagnósticos de valor histórico o cultural. En ese sentido y en base de puntas provenientes de sitios superficiales, Baeza y colaboradores (Reference Baeza, Ademar Bosch, Femenías and Campos1974) y Hilbert (Reference Hilbert1991) realizaron diferentes propuestas tipológicas para Uruguay. Sin embargo, el presente análisis, basado en puntas provenientes de contextos arqueológicos en posición estratigráfica con fechados 14C, busca constituir una nueva manera de abordar el problema.
Por lo expuesto más arriba, pensamos que nuestro aporte en este trabajo se debe centrar en qué es lo que podemos mejorar en el conocimiento tecnológico de las puntas de proyectil de esta área geográfica concreta del actual Uruguay. Pretendemos, a partir de la observación macro y microscópica de estos artefactos, concretar varios aspectos referidos no sólo a las fracturas de impacto, sino también al registro del enmangue (Rots Reference Rots2010, Reference Rots, Iovita and Sano2016) y del transporte, tanto sueltas en bolsas como en carcaj (Gyria Reference Gyria, Chabai, Monigal and Marks2004; Kaňáková Reference Kaňáková2020; Mazzucco y Clemente-Conte Reference Mazzucco, Clemente-Conte, Palomo, Piqué and Terradas2013; Pyzewicz y Gruzdiz Reference Pyzewicz, Gruzdiz, Marreiros, Bicho and Gibaja2014; Wolski y Kalita Reference Wolski and Kalita2015), así como al registro de actividades de mantenimiento para recomponerlas y reutilizarlas como puntas o bien reconvertirlas en otros tipos de instrumentos.
Resultados
Análisis macroscópico
El primer conjunto de puntas está compuesto por diez piezas (Figura 2:1-10) que poseen fechas de 8800-8300 años aP. Fueron confeccionadas en materias primas regionales (cuarcitas, jaspe; n = 7) y extrarregionales (caliza silicificada, calcedonia; n = 3). Hay piezas pequeñas (16 mm) y piezas grandes (41 mm). La mayoría son piezas bifaciales de limbo triangular, con pedúnculo, y en un caso unifacial (Figura 2:4). La mayoría presentan aletas (n = 8) aunque varios ejemplares casi las han perdido por mantenimiento y/o reparación (Figura 2:1, 2, 4, 5, 6). Las aletas fueron producidas por un lascado profundo a presión; son rectas (entre 80° y 110°) y los hombros de tipo anguloso y redondeado (Figura 2:3, 7-10). Se registra una pieza con sección helicoidal (Figura 2:8).
Se identificaron diferentes etapas de reducción bifacial ejecutadas con percutor duro y blando. Los retoques son marginales y ultramarginales. Hay empleo de retoques marginales y paralelos, y los ultramarginales fueron hechos a presión. Durante el reciclado de algunas piezas se empleó el retoque a presión, seguramente para rectificar el limbo de algunas aletas fracturadas. La asimetría de algunas piezas es coherente con esta observación. Una pieza parece que se fracturó durante la manufactura, pues muestra una fractura de tipo “perversa” ( Figura 2:10).
Los pedúnculos son las partes de las piezas que presenta menos modificaciones, y entre ellos hay de lados rectos paralelos (Figura 2:1-3, 5, 8, 9) y de lados cóncavos (Figura 2:7, 10). Las bases de los pedúnculos son rectas y convexas. En algunos casos, la base del pedúnculo es lisa y se trata del talón de la lasca en la que fue confeccionada la punta (Figura 2:4, 6). Hay pedúnculos que muestran trabajo bifacial de reducción, en algún caso los retoques son paralelos en el cuerpo del pedúnculo y en la base (Figura 2:1-5) y en otros casos se trata de un retoque triangular profundo (Figura 2:7, 10).
El segundo grupo de piezas estudiadas (Figura 2:11-18) corresponde al período 3400-2700 años aP. Hay puntas pequeñas (19 mm) y grandes (más de 40 mm) y en su mayoría se trata de piezas con limbos triangulares (asimétricos) con aletas rectas (90° a 110°) y hombros angulosos y redondeados. Las puntas presentan diferentes estados de mantenimiento, reciclaje y descarte. Se trata de piezas mayoritariamente bifaciales, aunque hay algunas unifaciales (Figura 2:11, 17). Se registraron varios ejemplares con sección helicoidal (Figura 2:12, 13, 15, 18). Dominan las materias primas regionales como la cuarcita (n = 4) y el jaspe (n = 1), pero están presentes las de carácter extrarregional (calcedonia, caliza silicificada; n = 3).
Al igual que el grupo anterior se identificaron diferentes etapas en las que se intervinieron tanto con percutor duro, como blando (Marozzi Reference Marozzi2003; Tixier Reference Tixier1995). Los retoques son marginales y ultramarginales. Durante el reciclado de algunas piezas el retoque a presión permitió rectificar el limbo de aletas fracturadas. Los pedúnculos presentan lados rectos (Figura 2:12, 13, 18) y cóncavos (Figura 2:11, 14-17) y las bases son rectas y convexas. La base de los pedúnculos generalmente muestra lascados bifaciales de reducción a veces paralelos (Figura 2: 11, 13-16), y otras veces con un lascado triangular profundo (Figura 2:14). Se dan casos en que la base del pedúnculo es el talón de la lasca que usaron como soporte base (Figura 2:11, 17, 18).
El tercer grupo estudiado (Figura 2:19-25) corresponde a niveles arqueológicos fechados entre 2100 y 700 años aP. Hay piezas pequeñas (23 mm) y grandes (43 mm), y en su mayoría se trata de piezas con limbos triangulares (asimétricos), aletas rectas (90° a 110°) y hombros angulosos y redondeados. Las puntas presentan diferente estado de mantenimiento, reciclaje y descarte. Se trata de piezas mayoritariamente bifaciales. Se registra un ejemplar con sección helicoidal (Figura 2:25). Dominan las materias primas regionales como la cuarcita (n = 3) y el jaspe (n = 1), pero están presentes las de carácter extrarregional (calcedonia, arenisca, caliza silicificada; n = 3). Los pedúnculos presentan lados rectos (Figura 2:22, 23, 25) y cóncavos (Figura 2:19-21, 24) y las bases son rectas y convexas. Generalmente los pedúnculos muestran lascados bifaciales de reducción a veces paralelos (Figura 2:19, 20, 22, 24) y en un caso un lascado triangular profundo (Figura 2:25). A veces la base del pedúnculo es el talón (liso o facetado) de la lasca que usaron como soporte base (Figura 2:21, 23). En este grupo hemos encontrado una pieza que corresponde al tipo punta Cola de Pescado en cuarcita rosada, que fue reciclada y presenta una gran fractura apical (Figura 2:19). La pieza es similar a otras de cuarzo y cuarcita encontradas en sitios Paleoindio de la región y comparte los atributos morfológicos del pedúnculo (López Mazz Reference López Mazz2013; Nami Reference Nami2001).
En los tres grupos de puntas analizados no vemos morfo-tipos dominantes, pero si vemos el sistemático empleo de la recomposición de su simetría. Algunos autores consideran que la recomposición de las puntas de proyectil está directamente relacionada con la disponibilidad de materia prima y la movilidad social (Bamforth Reference Bamforth1986). Estudios experimentales de reciclaje de puntas han mostrado que lo que menos varía en las puntas recompuestas es el espesor (Fleniken y Raymond Reference Fleniken and Raymond1986). En esa misma línea, Iriarte (Reference Iriarte, Consens, Mazz and Curbelo1995) exploró un índice de “rejuvenecimiento” para puntas del territorio uruguayo, y llega a conclusiones similares, pero señala las limitaciones para identificar tipos morfológicos crono-culturales, por lo que sugiere explorar el reciclaje y los procesos de “reclamación” (Schiffer y Gumerman Reference Schiffer and Gumerman1977). En nuestro caso, esto puede ser un elemento clave para entender y explicar la diversidad de tipos empleados simultáneamente.
El pedúnculo es la zona de las puntas menos alteradas por el uso y la recomposición, y por eso ha servido para elaborar tipologías en base a sus formas y medidas. Femenías e Iriarte (Reference Femenías, Iriarte, Durán and Bracco2000) proponen en base de una muestra (n = 466) de puntas sin asignación temporal y provenientes de sitios superficiales de todo Uruguay cuatro tipos de pedúnculos (Yaguarí, Zapucay, Yaguanesa y Paso del Puerto). Los pedúnculos de las puntas analizadas en este trabajo, por la forma de los lados y las bases, se aproximan al tipo denominado Paso del Puerto. Suárez (Reference Suárez2017), en base de algunas puntas provenientes de excavaciones con fechados 14C (ca. 10.000-8500 aP) del norte de Uruguay, propone dos tipos de puntas caracterizados también fundamentalmente por el pedúnculo (Pay Paso y Tigre). Las puntas de la muestra analizada en este artículo tienen pedúnculos con los lados y las bases similares al tipo denominado Tigre. Esto sugiere que hubo continuidad en el uso de este tipo de puntas durante el Holoceno.
Análisis microscópico
En las puntas del sitio del Rincón de los Indios hemos documentado una serie de estigmas que indican con claridad el uso de las mismas como puntas de armas arrojadizas. Las fracturas registradas están mayormente relacionadas con las fracturas de impacto (Figura 2:5, 7, 13, 16, 17, 19, 24). La mayoría de ellas son de muy pequeño tamaño y se ubican en el propio ápice de la punta. Sin embargo, en la punta no 16 (Figura 2) se observa claramente como la fractura se refleja en forma de lengüeta en una de sus caras. Pensamos que la fractura, por la parte medial de la punta no 10 (Figura 2:10) podría corresponder más bien a un fallo en el momento de su manufactura. Este hecho ya lo documentamos en las puntas bifaciales de Tierra del Fuego (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1997a), y parece ser un accidente común en la talla bifacial en determinados momentos del adelgazamiento del soporte (Ahler Reference Ahler, Hofman and Enloe1992).
Al analizar esta colección de puntas, hemos podido observar cómo algunas de ellas han podido ser recompuestas, probablemente porque sufrieron una fractura. Al volverlas a retocar quedan realmente descompensadas, bien por quedar más pequeñas en tamaño (Figura 2:1), o bien muy asimétricas en su parte central y distal, ya que al corregir la fractura se retoca solamente por uno de sus laterales (Figura 2:14). En otras ocasiones, al fracturarse la punta en un impacto, una caída o cualquier otro accidente, se vuelve a retomar el soporte para transformarlo con el retoque y convertirlo en otro instrumento, como puede ser en un raspador (Figura 2:2). En este caso se ha analizado a nivel microscópico y no se ha observado ninguna traza que nos indique un posible uso como tal, pero la punta ha desaparecido completamente y el ápice distal se ha transformado en un frente semicircular.
Otro aspecto relacionado con la técnica de talla que hemos podido registrar es el tratamiento térmico de algunos soportes. Este hecho se ha documentado con seguridad en tres de las puntas (Figura 2:4, 13, 15), evidenciado en los negativos de las extracciones un lustre térmico que se refleja en un brillo graso, especialmente en las rocas silíceas microcristalinas y siendo más difícil de identificar en rocas más heterogéneas o macrocristalinas como la cuarcita (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1997a; Domanski y Webb Reference Domanski and Webb2007). En el caso del sitio Rincón de los Indios no reconocemos directamente el tratamiento térmico en las puntas de cuarcita, aunque en algunos casos se observan brillos específicos que hacen sospechar también que se hubiera podido implementar (Figura 2:1). Nosotros ya determinamos en trabajos anteriores la diferencia entre alteraciones térmicas y tratamiento térmico como técnica controlada para la talla lítica, principalmente por presión (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1995, Reference Clemente-Conte, Bustillo and Ramos-Millán1997b). Aunque entre los materiales de este sitio hemos documentado un tratamiento térmico solamente en una punta de calcedonia (Figuras 2:13 y 3A) y en dos puntas de caliza silicificada (Figura 2:4, 15; Figuras 4 y 5), el tratamiento térmico, como tal, ya se había documentado en la elaboración de puntas en el propio Rincón de los Indios y en otras partes del territorio actual de Uruguay (López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015). En este caso se debe al tratamiento de un tipo de silicreta que presenta desigualdades internas, por distintos grados de silicificación (Nami Reference Nami, Morgado, Baena and García2011).
Las armas arrojadizas, bien sea a la mano (dagas, lanzas y puñales) o bien lanzadas con ayuda de propulsores o arcos, no se pueden concebir sin enmangar ya que entonces no se podrían lanzar con efectividad. Estos enmangues, normalmente de materia vegetal (madera, caña, etc.), pueden dejar en ocasiones algún tipo de rastro que nos indique que efectivamente fueron enmangadas (Moss Reference Moss and Stordeur1987; Rots Reference Rots2010, Reference Rots, Iovita and Sano2016). En otras ocasiones, como en las puntas grandes bifaciales de Tierra del Fuego, habíamos observado una preparación tecnológica en aletas y pedúnculos que consistía en friccionar los bordes de esas partes para embotarlos y no se cortara el cordaje utilizado en el enmangue. Este embotamiento en la parte proximal del pedúnculo también evita que se pueda fracturar longitudinalmente el astil al recibir fuertes impactos. Por lo que estas marcas en las puntas indicaban una intención de enmangue, esta actividad se hacía en el último momento, cuando la punta se consideraba completamente manufacturada y se preveía su utilización (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1997a). En las puntas del sitio Rincón de los Indios, aparte de la preparación bifacial del pedúnculo, no hemos observado ninguna otra preparación específica para su enastilado. Sin embargo, una serie de rastros nos indican que fueron enmangadas y que este hecho dejó unas señales específicas (Figura 3B; Figuras 6 y 7). Por una parte, determinadas playas de abrasión que incluso podrían estar relacionadas a su vez con un contacto con algún tipo de almáciga (Figura 3B2), también pueden presentarse en forma de micropulidos específicos, como el de madera, en las zonas elevadas de la microtopografía de la parte de los pedúnculos (Figura 6:5 y Figura 7:1, 4).
Normalmente, una vez que las puntas de proyectil están enmangadas, emplumadas y listas para su uso, se pueden guardar y transportar en un carcaj. Estos podrían ser elaborados en cuero o en corteza de árbol, y de ahí que su conservación a nivel arqueológico sea una rareza. Cuando sale la persona de caza, puede llevarlo colgado en su cuerpo de forma que en el momento de necesidad de armar el arco, tiene las flechas a mano para tal menester. Mientras se mueve por el territorio de caza las flechas se mueven también, normalmente en un sentido ascendente y descendente. Las flechas que están en la periferia del haz se frotan tanto con los laterales del carcaj como con las otras puntas de piedra o hueso. Esto hace que en la parte de la cabeza de la flecha se puedan producir abrasiones que modifican las aristas de las extracciones, y se desarrollen playas de abrasión como pulidos tipo “G” (Moss Reference Moss and Stordeur1987) y otros tipos de lustres o pulidos con una orientación predominante e incluso acompañadas de estrías en su superficie. Como acabamos de mencionar, estas alteraciones se producen y desarrollan en aquellas partes de la flecha que no están protegidas por el astil, mientras que las partes protegidas no sufren estos tipos de alteraciones (Figura 3B; Figuras 4, 5 y 7). Esta diferenciación de las huellas en la superficie del cabezal de la flecha, ausentes en la parte enmangada del pedúnculo, también nos está indicando con mucha probabilidad que esas puntas fueron enastiladas, transportadas y, si además contamos con fracturas de impacto y otros estigmas, entonces también usadas.
En una de las 25 puntas de proyectil hemos encontrado residuos de la almáciga utilizada para el enmangue (Figura 7:3). Un análisis más minucioso y detallado en los que se puedan extraer los componentes químicos de esos residuos podrían acercarnos a otro recurso más explotado y utilizado en esta tecnología de las armas. También es aconsejable que se realicen los análisis traceológicos a poco tiempo de recuperar los materiales en las excavaciones arqueológicas, que éstos no sean lavados ni manipulados previamente y que se conserven de forma que no sufran fricciones entre ellos.
Los análisis químicos de los residuos que se conservan en los artefactos prehistóricos, en combinación con la traceología (Clemente-Conte Reference Clemente-Conte2017), pueden aportar mucha información de índole económico-social y sobre uso y amortización de los instrumentos de producción de las sociedades del pasado. Y, siguiendo con el apartado de residuos, queremos destacar la presencia de un residuo específico en el ápice de una de estas puntas (Figura 8:1-3). A nivel óptico recuerda mucho a los residuos que hemos visto en nuestras experimentaciones de carnicería con cuchillos líticos. De hecho, a través del microscopio metalográfico tiene un aspecto muy similar a la sangre documentada en un cuchillo de cuarzo experimental con el que la persona que lo estaba utilizando para cortar madera se cortó y la sangre se depositó en su superficie (Figura 8:4). El interés está ahora en identificar el residuo arqueológico, similar a la sangre, para poder relacionarlo el animal cazado e intentar determinar incluso la especie de qué se trata.
Discusión
Las observaciones realizadas a nivel macro y microscópico permitieron conocer mejor determinados aspectos vinculados a la tecnología lítica, el tipo de uso, el transporte y el mantenimiento al que fueron sometidas estas puntas. En cada uno de los tres grupos de puntas analizadas, se identifican similares proporciones en las materias primas regionales (hasta 75 km) y extrarregionales (400 km) usadas, lo que sugiere la permanencia de esta estrategia de aprovisionamiento mixta a lo largo del tiempo.
Las puntas fueron confeccionadas generalmente a partir de una lasca, por reducción bifacial y en menor medida unifacial, con retoques alternos, tanto marginales como ultramarginales. En las etapas avanzadas de fabricación se observa empleo de la talla con percutor blando y talla por presión. El análisis microscópico confirma el empleo de tratamiento térmico en las materias primas de mejor calidad, un procedimiento que facilita el trabajo de talla (Boix Reference Boix2012; Clemente-Conte Reference Clemente-Conte1995). Esto ya fue observado como un gesto recurrente en la fabricación de puntas de proyectil de este sitio (López Mazz Reference López Mazz2017; López Mazz et al. Reference López Mazz, Marozzi and Aguirrezabal2015). Se pudieron identificar también rastros y residuos del enmangue, lo que abre la posibilidad de estudio de otros recursos explotados. Un aspecto singular lo constituye la observación de trazas de transporte de las puntas al interior de un carcaj de cuero. Varias puntas si bien no tienen trazas de haber sido usadas, fueron enmangadas y transportadas. Existe información etnográfica sobe el uso del carcaj entre los grupos Charrúas y Güenoas de esta región para los siglos dieciocho y diecinueve. Hay varias descripciones de este tipo de carcaj confeccionados en cuero y una representación en el primer escudo nacional del Uruguay (Acosta y Lara Reference Lara and Eduardo1989). En todos los casos las descripciones de carcaj y la posición de las flechas son coherentes con las trazas identificadas en el análisis microscópico.
El uso de las piezas como armas arrojadizas está claramente documentado en las numerosas fracturas apicales relevadas por microscopía, así como también en las trazas interpretadas como correspondientes a algunos tiros “fallidos”. Si se confirma que los residuos identificados en una de esas piezas son de sangre, se abren expectativas al respecto de futuros estudios de ADN. La economía especializada en la caza por parte de estos grupos se refleja en la cantidad de puntas elaboradas y también en la constante recomposición y “rejuvenecimiento” de las piezas para esa misma función. Esta parece ser una de las características tecno-económicas centrales de este estilo de vida cazador recolector que dominó el litoral meridional de Sudamérica durante el Holoceno. Retoque y reciclaje intensivo fueron parte de una estrategia tecno-económica en la que el sistema de producción lítico, en particular el aprovisionamiento de materia prima, debió articularse con la movilidad social, el asentamiento y la producción de alimentos.
El análisis morfológico permitió reconocer que hay puntas de diferentes formas y dimensiones, lo que puede ser producto del propio proceso de recomposición y rectificación de la simetría de las puntas. Pero pueden también estar sugiriendo la coexistencia de varios sistemas de propulsión durante el Holoceno. Las crónicas del siglo dieciséis reportan la coexistencia de flechas y de jabalinas (Schmídel Reference Schmídel1903). Tampoco puede descartarse que las diferencias de dimensión estén dirigidas a presas de diferentes tamaños, como sucede con otras armas de estos mismos grupos como las boleadoras. Un aspecto singular y de interés técnico que debe de ser profundizado es que se pudieron observar varias piezas con sección helicoidal y retoque alterno.
Diferentes formas y tamaños de puntas coexisten en cada uno de los tres grupos correspondientes a períodos diferentes. Algunas características constantes de las puntas son los limbos triangulares generalmente alargados, pero a menudo reducidos por las sucesivas instancias de recomposición, que llevaron a la transformación de las aletas en hombros y luego a su desaparición. Los procesos de recomposición de las puntas fracturadas afectaron sistemáticamente el largo, la simetría y las aletas. Los pedúnculos son las partes mejor conservadas de las puntas. Fabricados por retoques a presión y percusión blanda, presentan ejemplares con lados rectos paralelos y otros con lados cóncavos. Las bases son rectas y convexas. En algunos casos se observan retoques paralelos en los lados y en la base del pedúnculo. Es frecuente la reducción bifacial del pedúnculo para facilitar el enmangue. Las huellas de enmangue y los diversos tipos de pedúnculos pueden estar asociados a otras circunstancias, como el tipo de madera para enastilar, los sistemas de propulsión, el tipo de presa y el tamaño de la punta.
Los estudios de puntas de proyectil tienen siempre la expectativa de encontrar tipos que puedan servir de “fósiles guías” temporales (Femenías e Iriarte Reference Femenías, Iriarte, Durán and Bracco2000; Suárez Reference Suárez2017). Pero por ahora, para este sitio no parece ser el caso, ya que las formas, los atributos tecnológicos y las diferentes dimensiones se repiten en los grupos que representan tres períodos diferentes. Es posible que el sitio ocupado regularmente durante casi 9.000 años se volvió él mismo una fuente de reclamación y reutilización de puntas de ocupaciones precedentes. No obstante, y a pesar de estar frente a un posible palimpsesto estilístico, hay aspectos de la tecnología y del empleo de las puntas que caracterizan una tradición tecnológica de larga duración en el litoral atlántico de Sudamérica, que remonta sus orígenes a la transición Pleistoceno-Holoceno (Dias Reference Dias2012; Miller Reference Miller1987; Schmitz Reference Schmitz and Schmitz1991; Suárez Reference Suárez2017). La manufactura de las puntas analizadas responde a un proceso productivo con varias etapas y atributos técnicos que se mantienen a lo largo del tiempo, y se adapta a las circunstancias de una fauna variada, a las condiciones de caza (a distancia) en ambientes acuáticos y a una menor movilidad social. Este proceso de ajuste tecnológico de las estrategias de estos cazadores de tierras bajas parece ser parte de las respuestas humanas implementadas para hacer frente a las cambiantes y alternantes condiciones climáticas y ambientales que caracterizaron a esta región durante el Holoceno.
Las observaciones realizadas permiten concluir que parte de los ejemplares estudiados corresponden a puntas de flecha usadas con arco, una innovación de gran impacto en las tierras bajas. Las fechas más antiguas aceptadas para el empleo de este sistema técnico en Sudamérica no van más allá del Holoceno medio (ca. 5000-3500 aP; Bittmann y Munizaga Reference Bittmann and Munizaga1979; De Souza Reference De Souza2004). Por esa razón, los resultados obtenidos para algunas puntas del componente más antiguo del sitio Rincón de los Indios (ca. 8400 aP) obligan a no descartar esta hipótesis de trabajo y a realizar estudios específicos que confirmen o descarten esta posibilidad.
Agradecimientos
La Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República de Uruguay financió varios proyectos vinculados a este trabajo. Los análisis fueron realizados en el Laboratorio de la Institución Milá y Fontanals (CSIC) de Barcelona. Queremos agradecer a las personas anónimas que han revisado este texto y que con sus comentarios y correcciones han logrado que sea más comprensible.
Declaración de disponibilidad de datos
Los materiales pueden consultarse en el Laboratorio de Arqueología, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República de Uruguay, Montevideo.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.