En las producciones líticas documentadas en contextos del centro y del occidente de Mesoamérica, las rocas volcánicas de grano fino, como el basalto, la dacita, la andesita y la riolita, son materiales predominantes dentro de los conjuntos artefactuales de piedra tallada, particularmente de los asentamientos ubicados en las regiones marcadas por el vulcanismo del Cinturón Volcánico Transmexicano (Darras Reference Darras, Arnauld, Carot and Berthelot1993, Reference Darras and Darras1998; Faugère-Kalfon Reference Faugère-Kalfon1996; Jackson Reference Jackson, Mastache, Cobean, Rees and Jackson1990; MacNeish et al. Reference MacNeish, Nelken-Terner and Weitlaner1967; Nárez Reference Narez1990; Niederberger Reference Niederberger1976, Reference Niederberger1987; Rebnegger Reference Rebnegger2013; Reveles Reference Reveles, Valdez, Schöndube and Emphoux2005). Este tipo de rocas, junto con la obsidiana, constituyeron la base principal de los recursos pétreos aprovechados y gestionados de manera diferencial, conforme con sus cualidades y con las necesidades de cada grupo en los diferentes períodos de la historia prehispánica.
Sin embargo, las rocas volcánicas de grano fino, en contraste con el vidrio volcánico, han sido poco estudiadas, pese a que tuvieron un gran peso dentro de la economía local y regional de los asentamientos. De hecho, hay que destacar que estas materias primas pueden llegar a tener una frecuencia relativamente mayor o equiparable al de la obsidiana, y que con ellas se manufacturaron una gama de instrumentos para diversas funciones. Además, se puede demostrar que las rocas volcánicas de grano fino fueron seleccionadas de una serie de recursos abióticos presentes en cada región, bajo criterios específicos (calidad, textura, dureza, facilidad para la talla, etc.). Sobre estas materias primas pesa el prejuicio de ser recursos profusos y disponibles, cuyo proceso extractivo se presupone poco complejo y estructurado—por no decir oportunista—ideas que tienden a acentuarse en ambientes volcánicos (García Payón Reference García Payón, de Magrelli and Castañeda1979; Pollard Reference Pollard, Williams and Weigand1996; Rebnegger Reference Rebnegger2013). Estos supuestos, no siempre comprobados, han dejado al margen aspectos cruciales relacionados con el aprovechamiento de este tipo de materiales, como son los factores socioeconómicos, culturales y tecnológicos que han influido en la selección de estas materias primas, la estructura organizativa en torno a su explotación, y desde una perspectiva práctica, la identificación misma de sus fuentes y el estudio de los contextos arqueológicos de obtención y transformación de la materia prima. No obstante, algunos estudios muestran que estas materias primas también pudieron ser objeto de un aprovechamiento sistemático y organizado equiparable al de la obsidiana. En Hidalgo, Baja California Sur y Sonora se han identificado sitios con evidencia de explotación de riolita, andesita y basalto (Fujita Reference Fujita2009:3; Fujita y Poyatos de Paz Reference Fujita and Poyatos de Paz2007; Rees Reference Rees, Mastache, Cobean, Rees and Jackson1990; Sánchez Reference Sánchez2016; Toohey Reference Toohey2007).
Los trabajos recientes realizados sobre fuentes de dacita en el norte de Michoacán cuestionan también el esquema generalmente aceptado de explotación por colecta, pues revelan un método complejo de explotación organizada (Darras et al. Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017; Quezada Ramírez y Darras Reference Quezada Ramírez, Darras and Pereira2018).
La finalidad de este artículo es mostrar como la utilización de datos de LiDAR, combinados con otras fuentes de información (recorridas de superficie y mapeo, caracterización de las áreas extractivas y de transformación de la materia prima y sondeos estratigráficos), es elemento clave que proporciona una valiosa herramienta de lectura, que permite comprender y discutir la diversidad y la complejidad de las estrategias empleadas en el aprovechamiento de las rocas volcánicas de grano fino, así como de sus sistemas de explotación. La aplicación de la tecnología LiDAR en este contexto tan específico permitió adquirir una visión integral de un conjunto minero y, por lo tanto, explorar y debatir el concepto de paisaje antiguo de extracción (quarry landscape) definido por Bloxam y Heldal (Bloxam et al. Reference Bloxam, Heldal and Storemyr2007; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008) y Stöllner (Reference Stöllner, Stöllner, Körlin and Steffens2003, Reference Stöllner, Bartels and Küpper-Eichas2008, Reference Stöllner, Roberts and Thornton2014). Tomamos como ejemplo uno de los dos yacimientos de dacita identificados recientemente al noroeste de la cuenca de Zacapu, en Michoacán, y que fueron aprovechados por las poblaciones que se asentaron en esta región desde el formativo tardío (100 a.C.) hasta el posclásico medio (1200–1450 d.C.). Este yacimiento, llamado Las Minas, comprende una importante localidad con evidencia minera prehispánica inédita que fue identificada en 2015 mediante LiDAR y que recibió el nombre homónimo al de la fuente y la clave Mich. 428 (Figura 1). Su rasgo más importante y distintivo es la presencia de un sistema de minería subterránea, un método que en Mesoamérica sólo se había reconocido en fuentes líticas de obsidiana (Cobean Reference Cobean2002; Darras Reference Darras1999; Pastrana Reference Pastrana1986, Reference Pastrana1998; Pastrana y Gómez Reference Pastrana and Gómez R.1988; Stocker y Cobean Reference Stocker, Cobean, Ericson and Purdy1984) y de minerales como las de Querétaro (Herrera Muñoz Reference Herrera Muñoz2011; Langenscheidt Reference Langenscheidt1970) y Zacatecas (Schiavetti Reference Schiavetti1994; Weigand Reference Weigand1968).
En este artículo se sintetizan algunos de los resultados obtenidos durante los trabajos de campo subsecuentes al descubrimiento del sitio gracias al LiDAR (2016–2019), los cuales consistieron en verificar y caracterizar las anomalías topográficas observadas en el LiDAR, así como completar la información en campo. Los datos obtenidos a través de distintas fuentes de información nos permiten delinear la configuración espacial y funcional del sitio, establecer el patrón general de explotación y su posible temporalidad, así como proponer una clasificación de los tipos de estructuras de extracción, con base en sus rasgos reconocibles en superficie.
Asimismo, el LiDAR ha permitido visualizar un paisaje prehispánico de extracción, y entenderlo en relación con otras fuentes de dacita que también fueron aprovechadas en la región, y con los sitios consumidores circundantes—es decir, como parte de un paisaje extendido de explotación de recursos líticos.
Estudios en torno a la dacita en México y otras regiones de América
En México la documentación referente a la explotación prehispánica de rocas volcánicas de grano fino es modesta si se contrasta con la abundante bibliografía que hay sobre la obsidiana. Hasta ahora, el único estudio del que disponemos sobre explotación de la dacita atañe al yacimiento del Cerro Vicente en la región de Zacapu (Darras y Déodat Reference Darras and Déodat2011; Darras et al. Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017). Sin embargo, existen otras investigaciones que aportan evidencia sobre sitios con actividad extractiva y de talla de materias primas como la riolita, la andesita y el basalto. Tal es el caso de la cantera-taller Magoni en el área de Tula (Mastache y Cobean Reference Mastache and Cobean1990; Rees Reference Rees, Mastache, Cobean, Rees and Jackson1990); las de riolita y de andesita en El Pulguero (Fujita Reference Fujita2009; Fujita y Poyatos de Paz Reference Fujita and Poyatos de Paz2007) y en San José del Cabo, en Baja California Sur (Toohey Reference Toohey2007) respectivamente; y el yacimiento de basalto en el sitio El Bajío, Sonora (Sánchez Reference Sánchez2016).
En otras partes del continente americano, desde inicios de la década de los noventa, en torno a la dacita se han desarrollado investigaciones enfocadas en el aprovisionamiento y gestión diferencial de materias primas, en la caracterización de artefactos y en la identificación geoquímica de fuentes (Bakewell Reference Bakewell1993, Reference Bakewell1996).
En la región Noroeste del Pacífico, que incluye parte del territorio de los Estados Unidos y Canadá (Bakewell Reference Bakewell2005; Bakewell e Irving Reference Bakewell and Irving1994; Duke Reference Duke2013; Kenady et al. Reference Kenady, Mierendorf and Schalk2002; Mallory-Greenough et al. Reference Mallory-Greenough, Baker and Greenough2002; Osiensky Reference Osiensky2014; Rousseau Reference Rousseau, Ozbun and Adams2015), así como en el suroeste de los Estados Unidos (Dello-Russo Reference Dello-Russo2005; Shackley Reference Shackley2005, Reference Shackley2011, Reference Shackley2013), los estudios han contribuido en el reconocimiento de importantes complejos de minas de dacita (Bakewell Reference Bakewell and Hayden2000; Baumler Reference Baumler2008; Mierendorf Reference Mierendorf1997; Moore e Irwin Reference Moore, Irwin, Steponiatis, McReynolds, Irwin and Morre2006; Smits y Davis Reference Smits, Davis, Ozbun and Adams2015), dejando clara la relevancia que tuvo este recurso para los grupos prehistóricos que habitaron estos territorios (Dello-Russo Reference Dello-Russo2005; Irwin y Steponaitis Reference Irwin, Steponaitis, Steponiatis, McReynolds, Irwin and Morre2006; Vierra et al. Reference Vierra, Jodry, Steven Shackley, Dilley, Bousman and Vierra2012).
En años más recientes, los estudios hechos en Argentina y Chile han mostrado una gestión diferencial de recursos líticos, en la cual destaca el uso predominante de dacita en distintos períodos (Alberti Reference Alberti2016; Charlin Reference Charlin2005; Charlin y Pallo Reference Charlin and Pallo2015; Cordero Reference Cordero2003; Crivelli Montero y Ramos Reference Crivelli Montero and Ramos2010–2012; Rees y De Souza Reference Rees and De Souza2004). La caracterización de artefactos y yacimientos de este material han permitido, por un lado, establecer precisiones geológicas sobre esta roca, frecuentemente confundida con basalto (Charlin Reference Charlin2005:41; De Souza Reference De Souza2004:64), e identificar fuentes precisas y potenciales (Charlin et al. Reference Charlin, Franco, D'Orazio, Borrero and Charlin2010; Morales et al. Reference Morales, Cancino, Miranda, Dinator and Seelenfreund2007; Sanguinetti et al. Reference Sanguinetti, Chauvin and Pereira2005; Seelenfreud et al. Reference Seelenfreund, Sinclaire A., De Souza H., Inés Dinator R., Fonseca P., Chesta A. and Morales P.2004, Reference Seelenfreund, Fonseca, Llona, Lera, Sinclaire and Rees2009). Además, se ha demostrado que, si bien la dacita es un recurso aprovechado localmente en algunos de los sitios de las regiones estudiadas, también fue una materia prima que entró en circuitos de consumo de larga distancia, especialmente la considerada de alta calidad (Rees y De Souza Reference Rees and De Souza2004:464–465). Asimismo, las investigaciones señalan que hubo una explotación organizada en torno a la dacita testificada por la cantera-taller Paso Lymay (Cordero Reference Cordero2003:127) y el taller lítico LY 041-La Divisoria (Crivelli Montero y Ramos Reference Crivelli Montero and Ramos2010–2012), ambos en la provincia de Río Negro en la Patagonia.
La dacita como recurso estratégico en la cuenca de Zacapu
En la cuenca de Zacapu la industria de la piedra tallada está marcada por la coexistencia de dos materias primas principales: la obsidiana y la dacita; no hay duda, ambas complementaron las necesidades de las poblaciones que se asentaron en esta región a lo largo de su historia de ocupación prehispánica. Las investigaciones realizadas por Darras (Reference Darras1999, Reference Darras2008), desde finales de los ochenta, han dejado clara la relevancia que tuvieron los yacimientos de obsidiana de Zináparo, del Varal y del cerro Prieto en la economía de la cuenca a lo largo de toda la ocupación.
No obstante, aquí nos interesa destacar el papel estratégico de la dacita como un recurso base dentro de la economía de estas poblaciones desde las etapas más tempranas. Este papel se demuestra por la continuidad de esta materia prima en los conjuntos artefactuales; por la amplia gama de instrumentos fabricados, con tipos de artefactos formales (puntas, cepillos y cuchillos de medialuna); por la selectividad de la dacita con respecto de otros recursos líticos disponibles y abundantes en la región, como la andesita (Figura 1), cuya representación en los conjuntos artefactuales es más discreta; y principalmente por las estrategias organizativas desarrolladas en torno a su explotación en los dos yacimientos conocidos para la región de Zacapu.
El aprovechamiento de esta materia prima está plenamente documentado a partir de la fase Loma Alta (100 a.C. al 500 d.C.) en los sitios emplazados en el área palustre de Las Lomas (Arnauld et al. Reference Arnauld, Carot and Berthelot1993; Darras Reference Darras, Arnauld, Carot and Berthelot1993) y su utilización se extendió hasta la fase Milpillas (1200–1450 d.C.) en los asentamientos ubicados dentro del Malpaís de Zacapu (Darras et al. Reference Darras, Demant, Joron, Arratia and Mirambell2005; Migeon Reference Migeon2015; Pereira y Forest Reference Pereira and Forest2010; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Dorison, Forest, Stevanato, Jadot and Manin2013). Sin embargo, en los sitios fechados para las fases Lupe (600–850 d.C.) y la Joya (850–900 d.C.), tanto en la cuenca de Zacapu como en algunos sitios de la vertiente del Lerma (Arnauld et al. Reference Arnauld, Carot and Berthelot1993; Carot Reference Carot, Williams and Novella1994; Faugère-Kalfon Reference Faugère-Kalfon1996), es donde la dacita está más representada. En este período se incrementó la población y la ocupación del territorio, y el usufructo de recursos, entre ellos los líticos (Dorison Reference Dorison2019; Faugère-Kalfon Reference Faugère-Kalfon1996; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Dorison, Darras, Faugère, Barba, Stevanato, Quezada and Blancas2015, Reference Pereira, Michelet, Dorison, Faugère, Quezada, Lefebvre, Medina, Barrientos, Goudiaby, Barba, Blancas, Ortiz and Gilot2016, Reference Pereira, Michelet, Forest, Quezada, Gillot, Sion, Perla, Barrientos, Castañeda, Darras, Jadot, Mireles, Blancas and Ortíz2018).
La producción lítica de dacita abarca una amplia serie de artefactos ligados a actividades de subsistencia, artesanales, rituales y bélicas (Cochin Reference Cochin2014:47; Pereira Reference Pereira1999:179). También, se elaboraron objetos que fueron integrados dentro de los conjuntos funerarios que por su contexto se consideran de élite (Pereira Reference Pereira1999:178–180; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Forest, Quezada, Gillot, Sion, Perla, Barrientos, Castañeda, Darras, Jadot, Mireles, Blancas and Ortíz2018:115–124; Figura 2). Este conjunto de instrumentos son el resultado tanto de una industria expedita como de una industria que requirió de un grado de conocimientos técnicos más especializados. Sin embargo, a pesar de la presencia consistente de artefactos de dacita en las colecciones arqueológicas de la región, su estudio quedó en un nivel subyacente.
Concretamente sobre las fuentes de las cuales provenía esta materia prima, durante varias décadas no se supo con exactitud dónde se localizaban; únicamente se había propuesto que los yacimientos eran locales y que probablemente se ubicaban en alguno de los flujos del Malpaís de Zacapu (Darras Reference Darras, Arnauld, Carot and Berthelot1993:168, Reference Darras2010). Sería en 2011 cuando se identificó y registró de manera formal el primer sitio de minas-taller de dacita, de los cuatro documentados hasta el momento para la región de Zacapu (Darras et al. Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017). Este hallazgo abrió el panorama alrededor de este recurso en la región, no sólo porque hasta entonces las fuentes eran desconocidas, sino porque mostró que los espacios de explotación eran extensos, con tipos de extracción diversificados y con una organización estructurada.
Entre 2011 y 2015, durante los trabajos de prospección conducidos por Darras (Darras y Déodat Reference Darras and Déodat2011; Darras et al. Reference Darras, Mireles, Quezada and Pereira2015, Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017) al norte del Cerro de Las Flores en el marco del Proyecto Uacúsecha, se registraron dos sitios prehispánicos de extracción y talla de dacita: Las Lajitas (Mich. 44) y La Tronconera (Mich. 411; Darras et al. Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017), ambos emplazados sobre el flujo dacítico del Cerro Vicente (Reyes-Guzmán Reference Reyes-Guzmán2017). De ambos sitios se realizó un mapeo para su delimitación mediante caminatas y el uso de GPS, cartografía preliminar que se complementó con datos topográficos de INEGI (Darras y Déodat Reference Darras and Déodat2011:26–27). Asimismo, en 2015 se hizo un estudio en superficie más detallado, particularmente del sitio de Mich. 44, donde se documentaron numerosas depresiones topográficas que corresponden a pozos de extracción a cielo abierto, asociados con áreas destinadas al trabajo de talla y con elevaciones de escombro de extracción y talla (Darras et al. Reference Darras, Mireles, Quezada and Pereira2015, Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017). El análisis tecnomorfológico in situ muestra que la producción estaba focalizada en elaborar preformas de cepillos circulares planos de dorso alto en forma de domo o cúpula (Darras et al. Reference Darras, Mireles, Siebe, Quezada, Castañeda and Reyes-Guzmán2017:227–228).
En 2015, en el marco de los proyectos Uacúsecha y Mésomobile, se obtuvo la cobertura LiDAR de una superficie de 91.3 km2, la cual casi abarcó la totalidad del Malpaís de Zacapu y sus alrededores (Forest et al. Reference Forest, Costa, Combey, Dorison and Pereira2019; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Dorison, Faugère, Quezada, Lefebvre, Medina, Barrientos, Goudiaby, Barba, Blancas, Ortiz and Gilot2016; véase Pereira en esta Sección Especial). Esta adquisición de datos permitió identificar una tercera zona de explotación prehispánica, ubicada está vez en la colada dacítica de Las Minas, de la cual trataremos en este escrito.
A partir de una revisión preliminar y general de la imagen LiDAR, se observó una serie de cavidades, más o menos similares, distribuidas a lo largo de las laderas suroeste y este del flujo cuya morfología recordaba a las oquedades de extracción del sitio de las Lajitas. Una primera etapa de prospección en el sitio confirmó nuestra suposición, por lo que se plantearon una serie de objetivos de investigación por desarrollar.
Los retos de la arqueología minera
Independientemente del tipo de recurso lítico, y a pesar de que la identificación geoquímica de fuentes ha mejorado considerablemente en los últimos 50 años, los trabajos desarrollados directamente en los sitios de explotación tienden a ser poco frecuentes, y los existentes han privilegiado el análisis de los espacios de talla y las evidencias materiales de las fases tempranas de fabricación de los objetos, para determinar la naturaleza de la producción (Darras Reference Darras, Williams and Novella1994b; Esparza Reference Esparza López and Cárdenas2004, Reference Esparza López, Weigand, Beekman and Esparza2008; García Cook Reference García Cook, Arratia and Mirambell2014; Gaxiola y Guevara Reference Gaxiola, Guevara, Gaxiola and Clark1989; López Aguilar et al. Reference López Aguilar, Calleja, Cobean, Gaxiola and Clark1989; Pastrana y Domínguez Reference Pastrana and Domínguez2009; Spence et al. Reference Spence, Weigand, de Arechavaleta, Hirth and Andrews2002; Weigand y García de Weigand Reference Weigand and de Weigand1994). En estos mismos contextos, los estudios consignados a documentar los procesos, la tecnología y la organización de la extracción, son minoría (Cárdenas García Reference Cárdenas García1990; Charlton y Spence Reference Charlton and Spence1982; Darras Reference Darras1996, Reference Darras1999; Healan Reference Healan1997, Reference Healan and Williams2004; Pastrana Reference Pastrana1986, Reference Pastrana1998; Pastrana y Gómez Reference Pastrana and Gómez R.1988; Stocker y Cobean Reference Stocker, Cobean, Ericson and Purdy1984; Weigand y Spence Reference Weigand and Spence1982), y más aún los que han logrado cartografiar de manera integral estos sitios que suelen ser muy extensos (véase, por ejemplo, Pastrana y Gómez Reference Pastrana1998); no obstante, existen excepciones, como es el caso del yacimiento de la Sierra de las Navajas. Hasta la fecha, es uno de los pocos sitios donde los trabajos de investigación desarrollados en los últimos 40 años han permitido obtener una visión integrada, tanto en la sincronía como en la diacronía de la explotación y la estructura organizativa desde el período prehispánico hasta las primeras etapas de la Colonia (Pastrana Reference Pastrana1998; Pastrana y Carballo Reference Pastrana, Carballo, Nichols and Alegría2016; Pastrana y Domínguez Reference Pastrana and Domínguez2009; Pastrana et al. Reference Pastrana Cruz, García, Parry, Charlton and Alexander2019).
Si bien la escasez de trabajos centrados en la tecnología de extracción de materias primas, y en sus indicios más reconocibles como son las minas y canteras, nos podría llevar a asumir que es el resultado de un desinterés científico, antes cabría admitir que son contextos con problemáticas específicas, cuyo estudio, concretamente en el campo, implica desafíos metodológicos para los cuales la literatura sobre esquemas y herramientas específicas de análisis, similares a los desarrollados para los estudios del patrón de asentamiento, tienen una tradición menos extendida.
Uno de los problemas principales concierne a cómo ubicar los vestigios culturales de explotación. Las fuentes de origen generalmente son formaciones geológicas que abarcan vastas superficies de un paisaje, las cuales deben ser prospectadas de manera detallada y en toda su extensión para detectar áreas precisas de extracción. A nivel de terreno, la disposición y morfología de los puntos de extracción están en estrecho vínculo con el tipo de geoforma, lo que influye dónde fueron emplazados (cima, ladera o al pie), su distribución dentro del yacimiento (agrupada o dispersa) y su grado de alteración (Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008). Además, no siempre son evidentes ni fácilmente reconocibles, y en ciertos casos pueden ser inaccesibles. En este mismo sentido, las ideas preconcebidas de cómo debería verse una mina o una cantera (Beardsley y Goles Reference Beardsley and Goles2001), o la manera en la cual pudo ser explotado un recurso (Pétrequin et al. Reference Pétrequin, Pétrequin, Errera, Prodéo, Pétrequin, Cassen, Errera, Klassen, Sheridan and Pétrequin2012), también pueden dificultar su identificación en el campo.
Por otro lado, las herramientas técnicas de teledetección, como la fotografía área y las imágenes satelitales, si bien han mostrado ser aptas para el rastreo de fuentes líticas (Borie et al. Reference Borie, Parcero-Oubiña, Kwon, Salazar, Flores, Olguín and Andrade2019; Carr y Turner Reference Carr and Turner1996), son menos eficaces cuando se trata de identificar restos específicos como minas o canteras, en especial si están situados bajo áreas con una cobertura vegetal abundante y tupida como la de un bosque (Risbøl Reference Risbøl, Opitz and Cowley2012) o una selva.
Otro problema atañe a la delimitación de una fuente. Para establecer los límites de un yacimiento, debe tenerse claro a qué tipo de estructura geológica corresponde (colada, domo, cono, etc.), y cuál ha sido su proceso de formación. De este modo se puede determinar la relación entre un afloramiento potencialmente explotable y las áreas específicas de extracción (Pastrana y Gómez Reference Pastrana and Gómez R.1988), rasgos que ayudan en la demarcación.
El como documentar y analizar las evidencias materiales en estos sitios también es una dificultad. Este tipo de contextos son complejos: además de estar compuestos por diferentes espacios funcionales, normalmente son el resultado de una actividad extractiva prolongada, la cual puede ser continua o con interrupciones temporales de laboreo. Así, las evidencias materiales de estas actividades, sostenidas o intermitentes, en general son voluminosas, repetitivas, con múltiples capas, difíciles de datar y de interpretar (Doelman Reference Doelman2005; Ericson Reference Ericson, Ericson and Purdy1984; Finkel et al. Reference Finkel, Gopher and Barkai2016; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008; Purdy Reference Purdy, Ericson and Purdy1984; Stöllner Reference Stöllner, Stöllner, Körlin and Steffens2003; Tripcevich y Contreras Reference Tripcevich, Contreras, Tripcevich and Vaughn2013; Tripcevich y Vaughn Reference Tripcevich, Vaughn, Tripcevich and Vaughn2013).
El registro sistemático de estos vestigios, su mapeo, y en general la colecta de datos requieren articularse con distintas fases y métodos de trabajo, y llevarlo a cabo puede ser un proceso largo y laborioso. Un terreno accidentado, una visibilidad disminuida por una vegetación espesa y el tamaño de un sitio pueden condicionar el alcance de una topografía (Budziszewski et al. Reference Budziszewski, Jakubczak, Radziszewskay and Szubski2019; Trubitt Reference Trubitt2005), así como la información que se representa. Tales aspectos parecen ser el denominador común que han limitado las posibilidades de estudio arqueológico de estos contextos.
Para el desarrollo de la investigación, hemos retomado y adaptado a nuestro contexto problemáticas y objetivos algunas de las nociones y herramientas metodológicas propuestas por Bloxam y Heldal (Bloxam et al. Reference Bloxam, Heldal and Storemyr2007; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008), para el análisis del paisaje antiguo de extracción (quarry landscape); por ejemplo, las definiciones de sitio, unidad, área, complejo y paisaje de extracción. Asimismo, nuestro método se nutre de algunas de las ideas y procedimientos formulados por Stöllner (Reference Stöllner, Stöllner, Körlin and Steffens2003, Reference Stöllner, Bartels and Küpper-Eichas2008, Reference Stöllner, Roberts and Thornton2014) desde la perspectiva de la arqueología minera (Montanarchäologie), así como de la arqueominería (Orejas Saco del Valle Reference Orejas Saco del Valle1996; Orejas Saco del Valle y Sánchez-Palencia Ramos Reference Orejas Saco del Valle and Ramos2014).
Para completar el marco conceptual, ha sido necesario tener en cuenta algunas aportaciones de la arqueología del paisaje, especialmente en lo que compete al término “paisaje” (Ashmore Reference Ashmore, Meskell and Preucel2004; Darvill Reference Darvill, Ucko and Layton1999; Ingold Reference Ingold1993; Knapp y Ashmore Reference Knapp, Ashmore, Knapp and Ashmore1999), y retomar aspectos de la cadena operativa (chaîne opératoire), como herramienta analítica (Lemonnier Reference Lemonnier1976; Leroi-Gourhan Reference Leroi-Gourhan1964; Sellet Reference Sellet1993).
A grandes rasgos, quarry landscape es un enfoque multidisciplinario fundamentado en principios de la arqueología del paisaje, la geoarqueología, la arqueología social y la etnografía (Bloxam Reference Bloxam, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009; Heldal Reference Heldal, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009; Orejas Reference Orejas Saco del Valle1996). Emplea como herramientas de análisis técnicas arqueológicas, geológicas e históricas y ha sido desarrollado con el objetivo de aproximarse a la importancia cultural que tuvieron los sitios de extracción antigua, como paisajes dinámicos y socialmente construidos (Abu-Jaber y Al Saad Reference Abu-Jaber and Al Saad2007; Bloxam Reference Bloxam, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009; Heldal Reference Heldal, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009; Knapp y Ashmore Reference Knapp, Ashmore, Knapp and Ashmore1999; Orejas Reference Orejas Saco del Valle1996). La metodología parte del supuesto de que es factible reconocer y documentar en el registro arqueológico aquellos elementos de la cultura material que definen un paisaje de extracción, para su posterior análisis (Barkai et al. Reference Barkai, Gopher, La Porta, Goren-Inbar, Gopher, Barkai and Sharon2006; Heldal Reference Heldal, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009:125–126; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:8).
Desde esta visión, la noción de “paisaje de extracción” engloba toda evidencia material reconocible en un sitio, ligada a los diversos procesos para la explotación de materias primas de origen geológico. Tanto aquellos enfocados puntualmente en la producción (extracción y la manufactura), como los que están asociados con la logística (desplazamiento del material al interior o exterior—caminos, rampas—almacenamiento de material bruto o productos semi-acabados) y la infraestructura de subsistencia de quienes se dedicaban a la extracción (habitaciones temporales o permanentes, fogones, cerámica, etc.; Heldal Reference Heldal, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009:127; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:6; Heldal et al. Reference Heldal, Bloxam, Storemyr, Ooghe and Verhoeven2007:90; Uhlir Reference Uhlir2015:24).
Hay que precisar que el término “paisaje de extracción” involucra tanto a los métodos a cielo abierto como los subterráneos, así como los diferentes grados de intensidad en la explotación. Además, esta noción no implica necesariamente que la población del lugar se haya dedicado de manera exclusiva ni especializado en el usufructo de una materia prima. En este contexto, los términos como quarry landscapes (Barkai y Gopher Reference Barkai, Gopher, Adams and Blades2009; Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008), extraction landscapes o landscapes of extraction (Barkai et al. Reference Barkai, Gopher and La Porta2002; Gopher y Barkai Reference Gopher and Barkai2011), mining landscapes (Orejas Reference Orejas Saco del Valle1996; Stöllner Reference Stöllner, Bartels and Küpper-Eichas2008, Reference Stöllner, Roberts and Thornton2014) e incluso, en algunos casos, lithic landscapes (Foley y Mirazon Lahr Reference Foley and Lahr2015), pueden considerarse como equivalentes.
Los sitios de extracción pueden contener grupos de canteras o minas que están separados por un límite natural, como un barranco o un fluvial; a estas agrupaciones se les denomina área de extracción (Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:24). Tal como se define el término y lo empleamos, los conjuntos están determinados por un rasgo geográfico y no cultural, por lo cual un área puede abarcar minas de diferentes períodos.
La entidad mínima de análisis es la mina o la cantera, consideradas como una unidad de producción de piedra (UP), limitada y conectada en espacio y tiempo, que ha sido explotada de forma continua para un propósito específico (Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:11; Stöllner Reference Stöllner, Stöllner, Körlin and Steffens2003:429). No obstante, al tratarse de espacios dinámicos, en pocas ocasiones una UP mantiene su actividad incesante, estable y homogénea, por lo cual la gran mayoría tendrá una o más pausas en la producción. En este aspecto, debe tenerse en cuenta que la explotación de un depósito puede ser esporádica, estacional o permanente (Stöllner Reference Stöllner, Roberts and Thornton2014:138). De igual manera, podrán contener varias capas de explotación para diferentes propósitos, y ser el resultado de un día de trabajo o de decenas de años (Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:11).
¿De qué se compone una unidad de producción? Cada una se conforma por dos o más espacios funcionales que mantienen una relación, y que individualmente atañen a fases de una cadena de trabajo (Bloxam et al. Reference Bloxam, Heldal and Storemyr2007:6; Darras Reference Darras1994a:292; Heldal Reference Heldal, Abu-Jaber, Bloxam, Degryse and Heldal2009:127; Stöllner Reference Stöllner, Stöllner, Körlin and Steffens2003:429–430). Estos espacios reconocibles en el campo pueden ser: un frente de extracción, un lugar para el procesamiento de materias primas, un espacio destinado al escombro, un área de almacenamiento, entre otros directamente asociados con la producción.
Con base en la idea anterior, el método permite analizar por separado y de forma sistemática los elementos constitutivos de la unidad o las unidades de producción de un sitio, desde un enfoque multidisciplinario y mediante una serie de características comunes y rasgos descriptivos que constituyen un primer acercamiento.
En nuestra investigación hemos integrado una entidad de análisis aún más reducida que la UP. Se trata de la noción de unidad de extracción (UEx), la cual se refiere exclusivamente al espacio de sustracción de la piedra (pozo, galería, trinchera, frente, colecta superficial, etc.). La UEx nos permite examinar de manera separada cada uno de los espacios funcionales adyacentes, para determinar cómo se articulan entre si las áreas de actividad, su nivel de interdependencia y de correlación individual y de conjunto, y de este modo, particularizar cada UP, y a una mayor escala, poder interpretar cómo se estructuraba la dinámica espacial y de laboreo en el yacimiento.
A nivel de la organización espacial, una unidad productiva autónoma (UPA) es aquella en la que diferentes fases de la cadena de trabajo están presentes (extracción, talla y desecho), cuyas unidades funcionales o áreas de actividad son contiguas y de las cuales es posible establecer una correlación estrecha y que no es compartida con otras unidades productivas.
Este primer nivel de análisis es el que permite construir la imagen compuesta del proceso en la cantera y su contexto social; a partir del cual es posible inferir la existencia de un complejo de extracción—es decir, un conjunto de unidades de producción relacionadas entre sí que comparten infraestructura y logística (Heldal y Bloxam Reference Heldal and Bloxam2008:12). Además de los criterios mencionados, para definir un conjunto las distintas unidades de producción deberán compartir al menos uno de los siguientes elementos: temporalidad; una tecnología de extracción o de manufactura similar; un propósito de explotación análogo, ya sea para utensilios, como material constructivo o para ornamento; o un mismo producto.
El segundo nivel de análisis del estudio de quarry landscapes es la fase interpretativa. En esta etapa se busca comprender a los complejos de canteras desde un contexto histórico y geográfico más amplio. Por poner un ejemplo, se consideran las relaciones de los centros de producción con los lugares de consumo, “en términos de identificar las relaciones sociales interculturales entre las personas, centradas en el comercio y el consumo de piedra” (Bloxam y Heldal 2008:16).
Diseño metodológico
La comprensión y reconstitución del sistema minero de Las Minas se enmarca dentro de un análisis espacial, con un enfoque de escalas múltiples de observación, y que en conjunto han permitido construir una imagen más completa del sitio. No obstante, se debe reconocer que la perspectiva elegida no ofreció un nivel de detalle homogéneo en la información colectada.
Al tratarse de un contexto nuevo y sin antecedentes de ninguna índole, en la escala más amplia de nuestro análisis, elaborar una cartografía lo más completa posible, efectuar un inventario de los vestigios y delimitar el sitio, eran metas obligadas. En este mismo nivel jerárquico, identificar y caracterizar los indicadores arqueológicos vinculados con la actividad extractiva fueron propósitos sustanciales para comenzar a producir nuestro cuerpo de datos. Además, sirvieron de ancla para diseñar la metodología y trazar los objetivos del trabajo de campo. Se proyectaron cuatro grandes etapas de trabajo, todas complementarias:
(1) La etapa inicial de trabajo y previa a la prospección en el sitio consistió en revisar sistemáticamente la imagen LiDAR, para buscar anomalías de carácter antrópico asociadas a la minería—es decir, elevaciones (montículos de desecho, estructuras) o depresiones topográficas (pozos, socavones, zanjas) asociados con montículos de desecho. Para evaluar qué anomalías podrían ser antrópicas y cuáles posiblemente naturales, se consideraron las características del terreno y la recurrencia de estas. En la imagen LiDAR se notaron oquedades que, considerando la geoforma de la colada y su regularidad, difícilmente podrían ser naturales. Además, la revisión LiDAR se apoyó también en la observación de imágenes satelitales del área para observar otros elementos de alteración del paisaje relacionados con actividad de cultivo de aguacate y maíz, común en la zona.
(2) Una vez identificadas las anomalías LiDAR, la segunda etapa consistió en su verificación en el campo mediante una prospección global de reconocimiento. El recorrido no se limitó a las anomalías evidentes del LiDAR, también se incluyeron aquellas cuya interpretación era problemática sólo a partir de la imagen y que no era evidente si eran naturales o antrópicas. Asimismo, los elementos registrados en campo fueron integrados a una base de datos espacial por medio del programa Pathfinder Office, instalado en un GPS diferencial (Trimble Geo 7X). La imagen LiDAR y la base se cargaron previamente en el GPS, lo cual facilitó ordenar, manejar y visualizar los datos desde campo, y de este modo se pudo afinar la calidad de la información desde el sitio.
Una vez cubierta la etapa de verificación, se hizo un reconocimiento a partir de caminatas en transectos para abarcar la totalidad del sitio. Esta fase de exploración permitió distinguir UEx no visibles en el LiDAR, así como áreas de escombro asociadas con la actividad extractiva o con el procesamiento de la materia prima. Su delimitación y registro también se hizo con GPS y se completó con mediciones con cinta y una descripción de cada uno de los elementos. Para el procesamiento de la información recuperada en el campo y la elaboración del mapa se usó QGIS 2.18.3, en el cual se integró el dato LiDAR.
Esta segunda fase, que implicó trabajo de campo, permitió esbozar a grandes rasgos la configuración del sitio, distinguir las áreas que lo componen, y establecer los diferentes sistemas de extracción presentes (colecta en superficie, a cielo abierto y subterráneo). Permitió establecer una cartografía del sitio y definir sus límites.
(3) Con base en los resultados de la prospección, se eligió una de las áreas para desarrollar un estudio de superficie más detallado, a partir del cual se pudo definir una tipología de UEx considerando aspectos morfológicos, geológicos y de emplazamiento dentro de la colada. Asimismo, esta etapa se enfocó en diferenciar y establecer los vínculos organizativos entre cada unidad y otros espacios funcionales. Permitió aproximarnos a la funcionalidad de los espacios mediante la caracterización de los vestigios visibles y su análisis in situ, así como una recolección selectiva de una muestra representativa de material lítico para su análisis posterior en el laboratorio.
(4) Finalmente, fueron seleccionadas tres tipos de UEx para hacer un análisis minucioso, tanto de superficie como de excavación, enfocado en documentar las secuencias operativas en los espacios mineros, que en la medida de lo posible permitieran plantear hipótesis sobre los modos de extracción, así como recuperar materiales cerámicos y líticos para otorgar una dimensión temporal a la explotación de la dacita en el yacimiento.
Presentación general del sitio
El sitio de Las Minas (Mich. 428, registro de sitio Proyecto Uacúsecha) se enclava sobre un flujo de lava al noroeste de la cuenca de Zacapu y es en el costado suroeste de la colada donde se localizan la mayoría de los vestigios mineros, los cuales están distribuidos de este a oeste, de modo heterogéneo, en una franja de 1.200 m de largo por 330 m de ancho y que hemos dividido en seis áreas (Figuras 1 y 3). En el noreste de la colada se localiza otro pequeño conjunto de ocho minas a cielo abierto, identificado en el mapa como área 7 (Figura 3). Estas ocho cavidades se ciñen dentro de una superficie de 161 m de largo por 105 m de ancho y forman parte del sitio de La Mesa (Mich. 427, registro de sitio Proyecto Uacúsecha), por lo cual no las hemos considerado dentro del análisis que presentamos en este artículo.
Contexto geológico
El flujo de lava con nombre homónimo al del sitio forma parte de las múltiples estructuras volcánicas que originaron y modelaron el entorno de la cuenca desde hace 4,5 millones de años (Dorison et al. Reference Dorison, Siebe and Guzmán2018; Kshirsagar et al. Reference Kshirsagar, Siebe, Guilbaud, Salinas and Layer2015; Reyes-Guzmán Reference Reyes-Guzmán2017; Reyes-Guzmán et al. Reference Reyes-Guzmán, Siebe, Chevrel, Guilbaud, Salinas and Layer2018; Siebe et al. Reference Siebe, Guilbaud, Salinas, Kshirsagar, Chevrel, de la Fuente, Jiménez and Godínez2014; Figura 1).
Los estudios vulcanológicos en la región occidental de la cuenca de Zacapu desarrollados por Siebe y Reyes-Guzmán han permitido identificar 47 volcanes formados durante el cuaternario (Reyes-Guzmán et al. Reference Reyes-Guzmán, Siebe, Chevrel, Guilbaud, Salinas and Layer2018:8). La gran mayoría de estas estructuras presentan una composición dominantemente andesítica. En cambio, las dacitas ocupan un lugar más discreto con sólo cinco formaciones (Reyes-Guzmán et al. Reference Reyes-Guzmán, Siebe, Chevrel, Guilbaud, Salinas and Layer2018:9–10). Entre las estructuras de dacita están el cono de escoria del Cerro Vicente y su colada, el conjunto de domos de Las Flores, las coladas de Las Minas, de Las Milpillas Sur y de la Guajolota (Figura 1). Aunque en su mayoría comparten características, tienen sus particularidades y no todas fueron explotadas en la época prehispánica.
La colada de Las Minas se asocia con la formación del conjunto de domos de Las Flores, ambos datan del pleistoceno medio (1 Ma–100 ka) y se ubican entre las formaciones más antiguas de éste período (Reyes-Guzmán Reference Reyes-Guzmán2017; Siebe et al. Reference Siebe, Guilbaud, Salinas, Kshirsagar, Chevrel, de la Fuente, Jiménez and Godínez2014).
La fuente de Las Minas es una lava originada por un magma con una composición dacítica (SiO2 = 63–70 wt%; Reyes-Guzmán Reference Reyes-Guzmán2017). Fluyó de oeste a este, formando una amplia meseta alargada con frentes lobulados y sus taludes generalmente abruptos (pendiente de entre 30° y 45°). La colada está recubierta por una capa de suelo arcilloso cuyo espesor máximo se estima en un 1 m; sin embargo, su cobertura del suelo no es homogénea. La capa más gruesa se ha formado a lo largo y ancho de la meseta, mientras que en las pendientes el grosor disminuye. En los frentes lobulados del flujo de lava, el suelo es particularmente escaso y en sus laderas empinadas los afloramientos rocosos son extensos y muy visibles—un aspecto que favoreció la explotación de la materia prima y que explica la concentración de la mayoría de los puntos de extracción en estas áreas.
El magma dacítico de Las Minas dio como resultado una colada brechada de tipo bloque, con una textura heterogénea, así como una corteza de enfriamiento con pequeñas vesícula (Claus Siebe, comunicación personal 2016; Reyes-Guzmán et al. Reference Reyes-Guzmán, Siebe, Chevrel, Guilbaud, Salinas and Layer2018). La colada presenta al menos dos texturas reconocibles en sus rocas:
(1) La primera corresponde a rocas compactas y densas de grano fino, color gris obscuro y con una corteza de enfriamiento con pequeñas vesículas visibles. Al exterior del flujo se observan los bloques de diferente tamaño (5–80 cm de diámetro). En el interior, además de bloques, se reconocen lajas cuyo grosor oscila entre 10 y 15 cm y la corteza de enfriamiento es inexistente. Un rasgo importante de esta textura es que su matriz tiene un alto contenido de vidrio, el cual alcanza un 49 vol.% (Reyes-Guzmán Reference Reyes-Guzmán2017). Este atributo hizo de esta roca un material ideal para obtener buenos filos—característica que motivó la extracción de esta materia prima y potenció su aprovechamiento.
(2) La segunda textura se caracteriza por un bandeamiento laminar, sin vesículas visibles, compacta pero deleznable, y de un color gris claro. Son rocas en laja de hasta 50 cm de diámetro. Ocurre en vetas discontinuas, y su fragilidad la convierte en un material inadecuado para la talla tanto como para obtener instrumentos como para elementos constructivos, razones por las cuales esta textura de roca no fue explotada.
Características morfológicas del sitio
Las Minas abarca una superficie aproximada de 40 ha que hemos segmentado en seis áreas. A partir de los datos LiDAR y del análisis en campo, hemos podido definir y delimitar tres sectores de distinta naturaleza y funcionalidad, que coexisten dentro del sitio (Figura 3).
El primer sector funcional corresponde a las zonas de explotación, centro del análisis, hacia el cual converge una variedad de UEx articuladas con otros espacios como escombreras y lugares destinados a la talla. Estos elementos de carácter minero comprenden una superficie de 18 ha, y como se observa en el mapa de la Figura 3, se distribuyen a lo largo de una franja este–oeste que abarca las seis áreas del sitio.
La cifra total de UEx contabilizadas asciende a 71; pero como describiremos más adelante, su distribución dentro de las seis áreas no es homogénea. Como se aprecia en la Tabla 1, el número más alto de minas se agrupa en el área 1 (n = 31), donde también se presenta la mayor variedad de tipos de cavidades. En las otras áreas (2–6), la repartición está más equilibrada numéricamente, aunque se observa una disminución en la diversidad de tipos de UEx (Tabla 1).
El segundo sector funcional incumbe a las zonas con acondicionamientos agrarios, las cuales cubren una superficie de 10 ha (Figura 3). La red de terrazas se emplazó en la vertiente sureste del sitio e inicia casi de manera ininterrumpida desde la base hasta la cima de la meseta, entrelazando los barrancos. Las terrazas están concentradas en el área 6 del sitio donde ocupan gran parte de la superficie. Los acondicionamientos se alargan ligeramente al oeste sobre la parte alta de la pendiente del área 1 y a lo largo de su barranco, mientras que al este se prolongan traspasando el límite que circunscribe al sitio de Las Minas y conecta con el grupo sureste del sitio de La Mesa (Mich. 427).
En este complejo se identificaron dos tipos de acondicionamientos agrarios que funcionan de manera conjunta. El primero corresponde a lo que Dorison (Reference Dorison2019) define como terrazas transversales de barranco, cuya finalidad es permitir la retención de suelo y agua durante la época de lluvias (Dorison Reference Dorison2019:541). El segundo tipo son las terrazas de nivelación estrechas (Dorison Reference Dorison2019:533), enfocadas en la contención de los suelos sensibles a la erosión.
El tercer sector funcional lo conforman dos conjuntos arquitectónicos situados a media pendiente de las circunvoluciones de las áreas 2 y 3 respectivamente. Cada uno coexiste en la misma área con grupos de minas, pero su emplazamiento está bien diferenciado. Ambos conjuntos se caracterizan por ser espacios amplios, abiertos y nivelados artificialmente, sobre los cuales se colocaron una o varias construcciones separadas entre sí. Este tipo de conjuntos entran en la subcategoría de “espacios descubiertos tipo explanada” definidos para el área (véase Pereira et al. Reference Pereira, Dorison, Quezada Ramírez and Dominique Michelet2023).
Las vías de circulación están marcadas por escalinatas y por caminos que comunican a la zona de las explanadas con las áreas de extracción (Figura 3).
El primer conjunto se localiza en el área 2 y se designó como 2A (Figuras 3 y 4); se trata de un espacio abierto y nivelado con una superficie de 5,6 ha. Lo componen dos plataformas (Pf1 y Pf2) bordeadas por líneas de muros que se cortan por afloramientos rocosos, y que en conjunto sirvieron para acondicionar y contener el escarpe. Sobre la plataforma principal (Pf1) se desplanta una segunda plataforma baja (Pf2), la cual tiene algunos trechos de muros, pero ninguna estructura clara, por lo cual resulta difícil establecer su función. Las excavaciones realizadas en este conjunto (UT-168 y UT-169) tampoco brindan pistas que permitan elucidar su uso. Pese a la ausencia de estructuras bien definidas, la sobreposición de una plataforma con algunos tramos de muros sugiere la idea de un conjunto inconcluso.
El segundo conjunto arquitectónico está ubicado en el área 3 (3A); presenta una superficie nivelada de 2,5 ha (Pf3), con una escalinata de acceso en el extremo sur que marca el eje principal de la explanada (Figuras 3 y 4). Sobre este espacio se desplantan otras dos estructuras tipo plataforma. La Pf5 es rectangular y poco elevada, mientras que la estructura designada como Pf4 es de planta cuadrangular elevada y adosada a la pendiente, y su eje central está alineado norte–sur, al igual que la escalinata central de ingreso al conjunto. Las características y disposición de esta construcción (Pf4) son consistentes con una edificación posiblemente de uso ritual; sin embargo, los datos de superficie aún son insuficientes para afirmar que ésta fue su función.
Hay que precisar que, en la zona de extracción no se identificaron restos de habitaciones temporales o permanentes, tal como sucedió en los yacimientos de la Sierra de las Navajas (Pastrana y Domínguez Reference Pastrana and Domínguez2009:132) o de Orizaba (Stocker y Cobean Reference Stocker, Cobean, Ericson and Purdy1984:85). Esto se debe seguramente a la cercanía de las áreas habitacionales permanentes ubicadas a menos de media hora de marcha y en las cuales pudieron haber vivido los artesanos (véase Pereira et al. Reference Pereira, Dorison, Quezada Ramírez and Dominique Michelet2023). Asimismo, esta proximidad facilitó el traslado de productos terminados, preformas e incluso materia prima en bruto fuera del sitio.
Indicadores cronológicos de la ocupación
Entre los indicios directos está la fecha de carbono 14 obtenida de las excavaciones realizadas en la mina UEx-2, un espacio mixto de extracción de piedra a cielo abierto y subterráneo. La excavación permitió diferenciar cinco estratos de relleno de la mina, los cuales corresponden a diferentes elevaciones de la superficie que afectaron el nivel del plano de circulación y el arreglo inicial de las áreas funcionales que la componen. Estas modificaciones sugieren una continuidad funcional de la mina, con al menos cuatro momentos distintos de actividad extractiva y de reorganización de sus espacios. Aunque no conocemos el lapso total en el cual la mina estuvo activa, a partir de la fecha obtenida por carbono 14 es posible afirmar que uno de sus momentos de actividad ocurrió durante el epiclásico (600–900 d.C.).
La muestra orgánica de material carbonizado que permitió la datación proviene de la cara interna de un fragmento cerámico, el cual se recuperó en la base del tercer relleno que estratigráficamente atañe al inicio del tercer momento de explotación de la mina. Es importante resaltar que en este tipo de contextos los materiales cerámicos son particularmente raros; en nuestro caso únicamente se obtuvieron siete tiestos poco diagnósticos y sólo dos tenían restos carbonizados. Tomando en cuenta lo señalado, ha sido excepcional no sólo hallar estos materiales, sino también una fecha. La medida obtenida por AMS (accelerator mass spectrometry) es de 1214 ± 22 B.P. (GhrM 20292; Centre for Isotope Research, Groningen), que después de su calibración arroja un período de 720–885 d.C. (calibrado a 2σ a 95,4%, con el programa OxCal, versión 4.3 [Ramsey Reference Ramsey2017]; curva de calibración IntCal13 [Reimer et al. Reference Reimer, Bard, Bayliss, Warren Beck, Blackwell, Ramsey, Buck, Cheng, Lawrence Edwards, Friedrich, Grootes, Guilderson, Haflidason, Hajdas, Hatté, Heaton, Hoffmann, Hogg, Hughen, Felix Kaiser, Kromer, Manning, Niu, Reimer, Richards, Marian Scott, Southon, Staff, Turney and van der Plicht2016]). Esta datación nos permite situar el fin del segundo y el inicio del tercer momento durante la fase Lupe (600–850 d.C.), cuyo cese de actividad probablemente ocurrió en la fase La Joya (850–900 d.C.).
En este mismo orden de ideas, entre los artefactos analizados procedentes tanto de las excavaciones (UT-146 y 147) y de superficie (UT-148, UE1300) en el sitio, destacan productos terminados y preformas de cuchillos de medialuna—un tipo de artefacto que en los sitios consumidores de la región se ha documentado desde el clásico tardío (fase Jarácuaro, 550–600 d.C.), pero principalmente en los sitios fechados para el epiclásico (fases Lupe y La Joya; Figura 2).
Asimismo, el análisis de los materiales cerámicos colectados de los conjuntos arquitectónicos en el sitio (áreas 2 y 3), y de las excavaciones en la plataforma Pf2 (UT-168 y UT-169; Figura 16), indica que la ocupación de estos espacios ocurrió durante la fase La Joya—es decir, en la etapa final del epiclásico. Añadiremos que la dacita es la materia prima predominante en la muestra lítica de estas áreas.
Con respecto a los materiales provenientes de los sitios consumidores excavados en la región de Zacapu, su análisis muestra que, si bien la dacita como materia prima tiene una presencia importante desde las ocupaciones del clásico, hay un marcado contraste con las del epiclásico, donde la frecuencia de este material es significativamente más elevada (Figura 2), en particular en los sitios fechados para este período, próximos al yacimiento como son: La Mesa (Mich. 427), El Malpaisillo (Mich. 317) y El Rincón de las Flores (Mich. 416; Figura 1); así como aquellos situados en la Ciénega: Potrero de Guadalupe (Mich. 215) y Loma Alta (Mich. 66).
Durante el epiclásico, la explotación de la dacita, al parecer, coincide con transformaciones que experimentó la región de Zacapu en su dinámica de ocupación y aumento demográfico (Arnauld y Faugère-Kalfon Reference Arnauld, Faugère-Kalfon and Darras1998; Faugère-Kalfon Reference Faugère-Kalfon1996; Migeon Reference Migeon and Darras1998; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Dorison, Faugère, Quezada, Lefebvre, Medina, Barrientos, Goudiaby, Barba, Blancas, Ortiz and Gilot2016), en los sistemas funerarios que son más elaborados (Michelet et al. Reference Michelet, Pereira, Migeon and Manzanilla2005; Pereira Reference Pereira1999; Pereira et al. Reference Pereira, Michelet, Forest, Quezada, Gillot, Sion, Perla, Barrientos, Castañeda, Darras, Jadot, Mireles, Blancas and Ortíz2018), así como con un crecimiento en la explotación de los yacimientos de obsidiana (Darras Reference Darras1999).
Si bien no podemos afirmar a qué período cronológico corresponde toda la secuencia de explotación del sitio de Las Minas, a la luz de varios indicadores ya señalados, y a modo de hipótesis, podemos proponer que el momento de auge de la explotación en el sitio ocurrió durante el epiclásico.
La actividad minera revelada por el LiDAR
La fase inicial de verificación y registro ayudó a construir un mapa en el cual se aprecia la distribución espacial de los elementos identificados (Figura 3). De las seis áreas en las que se dividió el sitio, el área 1 fue la en que se observó una mayor concentración y variedad morfológica de UEx y de elementos asociados con la explotación, por lo cual se decidió hacer un estudio sistemático en esta zona, enfocado en caracterizar todas las evidencias visibles en superficie e identificar los rasgos que las definen (Figura 5). De este modo, atributos como la forma, la dirección de la sustracción y las dimensiones de las cavidades permitieron generar una tipología de UEx que se empleó en el resto del sitio (Figura 6). Igualmente, los amontonamientos del escombro, producto de la explotación, fueron caracterizados. En este caso se tomó en cuenta su posición con respecto a los puntos de remoción de piedra (perimetral, laterales, ladera abajo, contiguos, aislados, etc.) y su conformación (en elevación, en talud, esparcido o nivelado). Para establecer la naturaleza del desecho (extracción y talla), fue necesario reconocer qué rasgos definen tanto a la materia prima útil como a la no aprovechable, pero también describir atributos como el tamaño, la forma y la distribución de los fragmentos que conformaban las acumulaciones. En suma, estos datos han permitido discernir cómo están articulados los espacios, pero también evidenciar pasos ligados a diferentes procesos de trabajo.
En este estudio, el término concentración designa un área de elevada densidad de material lítico (desecho de extracción y/o de talla) en el cual no se aprecia una modificación evidente de la topografía natural del terreno. En cambio, cuando estas concentraciones se asocian con una elevación artificial que sugiere un cúmulo de material, empleamos de manera genérica los términos de acumulación, montículo, amontonamientos. Los términos de vertedero o escombrera refieren a tipos de amontonamientos que se ubican a la salida de las cavidades de extracción, y que corresponden específicamente a la evacuación de los desechos de extracción y talla. Estos señalan un área funcional concreta y que atañe de manera directa a la actividad minera: la evacuación de los escombros.
Tipología de unidades de extracción
En el área 1 se registró un total de 31 UEx, las cuales están distribuidas a lo largo de la pendiente, y presentan diferencias en su morfología, tamaño, profundidad y en la dirección de sustracción de la piedra (vertical, perpendicular a las cuervas de nivel, paralela, etc.). Tales atributos permitieron definir cinco tipos de unidades; cada uno incumbe a distintas estrategias de adquisición y pueden agruparse en dos sistemas de explotación: a cielo abierto y subterráneo. Uno de los criterios principales de la clasificación es la correspondencia entre la proporción largo–ancho de las cavidades, la dirección que sigue la extracción de piedra y la morfología resultante de estos dos aspectos. En todos los casos, el ancho siempre estará en correspondencia y será paralelo al sentido natural de las curvas de nivel, mientras que el largo será perpendicular a éstas. En su mayoría (tipos B–D), el largo coincide con el sentido de la extracción, de cara a la vertiente, con dos excepciones (tipos A y E). La definición de cada tipo que se presenta a continuación se completó al integrar los datos de las cavidades presentes en las otras áreas (Figura 6; Tabla 1).
Tipo A: Depresión o fosa
Se trata de concavidades a cielo abierto, con un contorno cerrado que presentan formas habitualmente circulares u ovaladas, con un diámetro máximo que oscila entre 3 y 10 m de diámetro (Figura 6a).
La remoción parte de un filón del cual se va retirando la piedra en sentido vertical y concéntrico, lo que propicia que estas cavidades tengan un frente perimetral, el cual tiende a estrecharse conforme se ahondan y adquieren la morfología de un cono invertido por lo que nunca llegan a formar un verdadero pozo. A nivel de superficie la profundidad de estas fosas varía entre los 50 y 170 cm. En este tipo de oquedades, el escombro se deposita gradualmente a su alrededor, donde se va acumulando una acción que puede resultar tanto en montones poco espesos como en auténticos cúmulos de desecho de más de 1 m de altura. Asimismo, la forma de la deposición de desecho en el contorno de la cavidad hace que éstas no tengan un acceso bien delimitado.
Tipo B: Trinchera
Son cavidades a cielo abierto con formas semi-ovaladas y con un lado abierto hacia la pendiente (Figura 6b). En las cavidades de tipo trinchera, la proporción de largo es mayor con respecto del ancho, y la altura del perfil frontal en superficie oscila entre 1,20 y 2,50 m.
En las trincheras la sustracción de la roca es horizontal y perpendicular a las curvas de nivel. La remoción de material en este sentido favorece que el trabajo se haga en una sola faz y siempre frontal a la vertiente (Figura 6b). Además, es un proceso que propicia la creación artificial y gradual de una superficie allanada, la cual permite transitar cómodamente por este espacio, evacuar los escombros y avanzar de forma progresiva y con mayor seguridad en la remoción de roca. Tocante a la profundidad de estas UEx, la excavación de una cavidad de tipo B (UEx-6, UT-147) muestra que éstas pueden alcanzar 150 cm.
La evacuación principal de los desechos se hacía cuesta abajo, lo que formó abanicos artificiales de escombro que pueden llegar a tener amplias crestas de talud (1–3 m aproximadamente) y extenderse varios metros sobre la pendiente (3–8 m); pueden llegar a tener más de 3 m de espesor. La deposición también podía realizarse alternadamente a cada costado de la trinchera, conformando amontonamientos someros o poco elevados en uno o ambos lados. La excavación ha permitido advertir que el vertido del escombro podía hacerse casi contiguo a la entrada de estas cavidades, aunque con cierta distancia para evitar desbordamientos internos.
Tipo C: Frente
Este tipo de concavidades a cielo abierto se caracterizan por ser extensas y tener libre el borde hacia la pendiente. Su ancho es mayor en proporción con su largo, por lo que este tipo de cavidades pueden tener un contorno similar al de una elipse o de un semicírculo, según varíe el ancho (Figura 6c).
En los frentes, al igual que en las trincheras, la extracción se inicia de cara a la vertiente, para generar un plano de trabajo y de desplazamiento. No obstante, en los frentes esta superficie es menos pronunciada, y se diferencian porque su eje de avance en la remoción de roca es horizontal y paralelo a las curvas de nivel, una trayectoria que favorece la formación progresiva de amplios frentes.
En el sitio, el ancho de las cavidades pequeñas del tipo C mide 8–15 m, el de las medianas, 17–30 m, mientras que las más grandes están entre los 40 y 50 m. La deposición del escombro se hace pendiente abajo, conformando amontonamientos lineares en talud (Figura 12a).
Tipo D: Galería
Son unidades de extracción subterránea donde la excavación de los túneles se ha hecho mediante ejes horizontales para alcanzar los filones profundos del lecho rocoso. Las galerías pueden originarse mediante cortes directos y frontales en la pendiente, pero también por accesos indirectos, verticales o diagonales a partir de pozos, como sucede con las galerías registradas en el sitio (Figura 6c).
Las dos minas tipo D se sitúan en la parte alta de la vertiente y próximas entre sí. En cada una, su acceso está enlazado con la superficie a partir de una cavidad a cielo abierto que les antecedió, ya sea una depresión (UEx-1) o una trinchera (UEx-2). Presentan en su interior una cámara principal y cavidades de extracción anexas (Figura 7). En el interior de estas galerías se observa en las paredes y en el techo un predominio de una dacita de grano fino en forma de bloques tabulares sin corteza y sin alteraciones que se entremezclan con bloques angulares de la misma roca (Figura 8).
En la UEx-2, ésta la conforma una cavidad tipo trinchera (7 × 6 m), semicircular y con una profundidad aproximada de 4,5 m (en la excavación no se llegó a la base). A los 3 m de profundidad se excavó una abertura en el frente rocoso que alcanzó los 4 m de ancho. A partir de esta ventana se socavó horizontalmente en el sustrato de roca hasta que se formó una cámara que se extiende 15 m de este–oeste y 6 m de norte–sur, y cuyo punto más alto de la bóveda está a 4 m de altura. La UEx-2 la constituyen tres cavidades (UEx-2a: 3,5 × 3,0 × 1,5 prof. × 1,0 m alto; UEx-2b: 2,5 × 3,0 × 1,2 m alto; y UEx-2c: 2,0 × 1,5 × 1,0 m), cuya remoción del material ha sido a partir de un eje horizontal, y sólo en un caso (UEx-2c) frontal o descendente, lo que formó un pequeño conducto. La galería fue adecuada para establecer un acceso, una vía para el desplazamiento interno y de evacuación del escombro, para el almacenaje de la materia prima y rampas artificiales para alcanzar las vetas altas (Figura 7).
Para el manejo del escombro se identificaron dos estrategias. La primera corresponde al empleo del material rechazado para la generación de infraestructura—por ejemplo, como relleno para la creación de superficies de circulación horizontales, o para la elaboración de rampas que permiten vincular espacios en distintos niveles. En esta primera estrategia, una buena parte del desecho, producto de la extracción o de la materia prima considerada como inadecuada para la talla, no se evacuó. Se empleó como relleno para acondicionar tanto el interior como el exterior de las cavidades. La excavación de la UEx-2 nos ha permitido identificar al menos cuatro nivelaciones externas y dos en el interior que corresponden al momento en que la explotación subterránea estaba activa. Asimismo, en la cámara de la UEx-2 se documentó una rampa constituida por escombro, mediante la cual se accedía a una veta situada en un nivel más alto (UEx-2b). En el caso de la UEx-1, la casi nula sedimentación al interior permitió observar que la capa más superficial del plano de circulación también está formada por residuos de piedra acumulada y apisonada (Figura 7).
La segunda estrategia corresponde a la evacuación del escombro para depositarlos en una zona contigua pendiente abajo, formando taludes o escombreras.
Tipo E: Extracción superficial
Se trata de una explotación enfocada en la remoción de la capa más superficial de una veta en la que predominan los bloques pequeños o nódulos de dacita (10–20 cm por lado) que afloran y aún permanecen adheridos a la matriz arcillosa del suelo. La sustracción se realizaba desprendiendo los bloques, siguiendo el filón hasta agotar el estrato superficial. Se trata de un proceso que una vez agotada la veta, ésta se abandonaba y no se explotaban capas más profundas. No tiene una geometría ni un tamaño específicos; muestran contornos irregulares, pero sí definidos, y que siguen la curva de nivel (Figura 6d). Hay que hacer hincapié en que estos espacios de extracción en su estadio final se caracterizan por tener expuesta la matriz de suelo, la presencia de rocas de un estrato más profundo meteorizadas, y en los cuales la vegetación está casi ausente.
La identificación de este tipo de UEx es la más compleja, pues en el campo aquellas en las que la veta ha sido agotada, fácilmente pueden confundirse con superficies de suelo erosionado; y las que se quedaron en una fase intermedia pueden presentar una apariencia de un frente rocoso sin explotar. Referente a la evacuación del escombro, éste se esparce en las áreas contiguas a la UEx, por lo cual no se forman elevaciones tan prominentes, como las de talud, pero sí tienen una extensión mayor (Figura 12b). Hay que señalar que las vetas superficiales suelen tener poca roca no aprovechable, por lo cual el escombro asociado corresponde primordialmente al trabajo de talla más que al de extracción, aunque pueden reconocerse en sus alrededores bloques desprendidos que no fueron trabajados.
Los indicadores de la actividad minera no reconocibles en el LiDAR
Si bien varios indicadores de la actividad minera pudieron ser identificados desde la imagen LiDAR y ser caracterizados en conjunto con los datos y análisis en campo, existen otros que sólo fueron reconocibles y definibles in situ (Figura 11).
Los vertederos y concentraciones de escombros son componentes que frecuentemente no son distinguibles a partir del LiDAR, en particular si los amontonamientos son bajos o han sido esparcidos, como en el caso de los restos asociados con la extracción superficial. Aun cuando las acumulaciones alcancen una altura excepcional que las haga lo suficientemente visibles, a partir de la imagen no es posible discernir si éstas son exclusivamente el resultado del manejo de los residuos de extracción o forman parte de otras áreas funcionales—por ejemplo, las enfocadas en la manufactura y las cuales tienen sus propios montículos de desechos asociados (Figura 10c).
En este sentido, a partir de la documentación y análisis de las evidencias realizadas directamente en el campo, se pudieron reconocer y delimitar las concentraciones y los amontonamientos de escombro. Mediante su caracterización se estableció la naturaleza de los desechos (extracción o fabricación), se identificaron los lugares dedicados a la talla y se delinearon a grandes rasgos las relaciones funcionales entre estos espacios.
El estudio en superficie mostró que las UEx generalmente están asociadas con acumulaciones y concentraciones compuestas por material que evidencia distintas fases de trabajo (escombro, materia prima en bruto, reducción de bloques, lascas corticales y no corticales, lascas pequeñas, preformas de útiles e instrumentos descartados). En las áreas en los que la poca cobertura vegetal permitió una mejor visibilidad de los desechos superficiales, se pudieron hacer observaciones más afinadas con respecto a su manejo y organización. En algunos casos, se advirtió que en una misma área la materia prima en bruto se había acumulado en lugares más próximos a las UEx, mientras que los desechos grandes de reducción de bloques se ubicaban en otros espacios, al igual que los de lascas más pequeñas. En este mismo sentido, los datos provenientes de excavación muestran alternancia y sobreposición en el tipo de desechos que componen los amontonamientos registrados; a un estrato de material bruto, se sobrepone uno de residuos de manufactura, incluyendo preformas e instrumentos rechazados, y así sucesivamente. Un aspecto que sugiere que, al menos en algunos casos, las tareas de extracción y de talla no se hacían de manera simultánea, sino consecutiva. También se identificaron extensos espacios donde predominan las concentraciones de material lítico, cuyo desecho se relaciona sólo con la actividad de talla (Figura 13). Se observan tanto residuos de desbaste relacionados con la preparación de preformas como de elaboración de utensilios (acumulaciones de microlascas; Figuras 15f–15m).
Por otro lado, en asociación directa con las UEx y con algunos de los espacios de talla del área 1, fueron identificados percutores durmientes (percuteur dormant; Figuras 11 y 14). Este tipo de instrumento, a veces referido en la literatura como yunque (enclume en francés, anvil en inglés), es descrito como un bloque de roca pesado, generalmente de gran tamaño y empotrado en el terreno, con una saliente marcada por numerosos impactos de percusión (Bordes Reference Bordes1947:17, Reference Bordes2000 [1961]:18; Inizan et al. Reference Marie-Louise, Reduron-Ballinger, Roche and Tixier1995:145; Mourre y Colonge Reference Mourre and Colonge2009-2010:37; Odell Reference Odell2004:61). En la técnica de percusión asociada con este útil, el percutor se mantiene inmóvil y es el núcleo o el bloque para desbastar el que se golpea contra una arista o protuberancia del yunque (Bordes Reference Bordes1947; Mourre y Colonge Reference Mourre and Colonge2009-2010:37). Esta técnica generalmente se emplea cuando la materia prima proviene de bloques grandes, y se enfoca en obtener tambien lascas para manufacturar piezas grandes (Bordes Reference Bordes1947:17; Breuil y Lantier Reference Breuil and Lantier1951:68; Mourre y Colonge Reference Mourre and Colonge2009-2010:39; Pétrequin y Pétrequin Reference Pétrequin and Pétrequin2002:106).
Los percutores durmientes registrados en el sitio de Las Minas coinciden con la descripción anterior. Se trata de bloques grandes (50–80 cm) y pesados de roca dacítica densa y compacta, situados en un punto limítrofe a las cavidades o distribuidos en los espacios de talla. Estos percutores están fijos en el terreno y presentan una arista con repetidas huellas de impacto, como son melladuras profundas y desprendimientos laterales que han dejado negativos en el útil (Figura 14).
Además de los percutores durmientes, se registró una variedad de instrumentos para el trabajo de extracción, como son martillos, picos y percutores de mano, con morfologías y tamaños diferentes (Figura 15). Estas características sugieren que se implementaron en distintas etapas de la extracción y la talla. Los martillos y picos (Figuras 15a–15e), con extremos perfilados y en punta, posiblemente se emplearon para excavar, expandir grietas naturales y producir fracturas en las paredes de los afloramientos de pozos y galerías. Algunos de estos implementos muestran cicatrices de un uso repetido como melladuras y desprendimientos (Figura 15a). Los percutores de mano con formas esféricas se emplearon para la talla (Figura 15f). Todo el instrumental requerido fue elaborado directamente en el sitio, aprovechando como materia prima la dacita (Figura 15).
Distribución espacial de las unidades de extracción
El análisis de los datos obtenidos permite construir a grandes rasgos una imagen integral del sitio. Se observa primero que el método de extracción predominante en el yacimiento es a cielo abierto (97% [n = 69] de las unidades), mientras que solamente dos casos atañen a la minería subterránea.
Pese a lo anterior, notamos que ni el número ni el tipo de UEx se distribuye de una manera semejante ni balanceada en las diferentes áreas del sitio. Tomado en cuenta únicamente el número de cavidades por área, observamos que área 1 concentra el número más elevado de cavidades (44% [n = 31]), mientras que en las otras cinco áreas la proporción de cavidades es significativamente menor y más equilibrada (Figura 16; Tabla 1).
También, en el mapa de distribución puede apreciarse que dentro del conjunto hay tipos de cavidades que tienen una mayor presencia sobre otras. El frente (tipo C) es la categoría dominante, tanto por el número de UEx como por su repartición en cada área del sitio y por la superficie que en conjunto representan (Figuras 9 y 16; Tabla 1). Las depresiones (tipo A) son el segundo tipo de cavidades más frecuentes dentro del sitio; sin embargo, su distribución está más limitada (áreas 1, 2 y 5) y la superficie global que representan también es significativamente menor. Las UEx de tipo trinchera (tipo B) están menos representadas en el sitio, y los ejemplares están dispersos en la colada y menos agrupados (Figuras 9 y 16; Tabla 1).
Las galerías (tipo D) tienen un lugar discreto en términos numéricos dentro del yacimiento (n = 2), pero no respecto a su relevancia como únicos ejemplos que atestiguan una minería mixta—a cielo abierto y subterránea. En lo que concierne a la extracción superficial (tipo E), su distribución es en puntos concretos del sitio (áreas 1, 4 y 6) que en su mayoría se ubicaron en la parte alta de la ladera (Figuras 9 y 16; Tabla 1).
Con relación al tamaño de las cavidades también observamos algunas tendencias. Las depresiones (tipo A), en su gran mayoría, están en el rango por debajo de los 50 m2, por lo que las pequeñas son las más abundantes. Las trincheras (tipo B), que están en la categoría de >51 m2 <100 m2, son las más numerosas. En el caso de los frentes (tipo C) y las galerías (tipo D), las unidades con una superficie entre 101 y 200 m2 son las más abundantes (Figuras 10 y 16; Tabla 1). En lo que concierne a la extracción superficial (tipo E), dada su naturaleza, la extensión de este tipo de unidades es mayor y no puede compararse con las otras categorías de cavidades.
Discusión
La lectura de los datos presentados por ahora no permite formular conclusiones definitivas, pero sí posibilitan plantear algunas hipótesis sobre las distintas estrategias de extracción observadas.
Los resultados obtenidos resaltan que para el aprovechamiento de la dacita se estableció un esquema de explotación enfocado en el usufructo de los depósitos superficiales o poco profundos, y para el cual se implementaron cuatro métodos distintos (tipos A, B, C y E). No obstante, también se desarrolló la minería subterránea (tipo D). ¿A qué obedece esta diversificación de las estrategias de explotación en el sitio? En realidad, para contestar este cuestionamiento, se deben considerar varios aspectos, como el contexto geológico y las cualidades de la materia prima, los métodos empleados para la extracción y grados de conocimiento técnico y, finalmente, la temporalidad de las actividades.
Suponemos que el desarrollo de la minería a cielo abierto estuvo favorecido por la naturaleza geológica del yacimiento. Si bien se trata de un derrame de lava del pleistoceno medio con una cobertura de suelo y una vegetación arbórea y pastos, la inclinación abrupta de sus laderas permite que la dacita aflore de manera natural, particularmente a la mitad y en la parte baja de la vertiente, donde la capa de suelo es poco espesa. La roca, aunque expuesta, se mantiene parcialmente cubierta de suelo, por lo que una recolección directa era poco factible en todas las áreas. En todos los casos, el aprovechamiento de los afloramientos en el sitio implicó excavar a diferentes profundidades para extraer la materia prima. En la liberación de los bloques se aprovecharon las fisuras del flujo dacítico fracturado naturalmente durante su formación. Para su desprendimiento fue necesario usar instrumentos como picos o percutores de piedra (varios ejemplares fueron recuperados en excavación y en superficie; véase Figura 15) y probablemente palancas de madera.
El denominador común que comparten los cuatro métodos de minería a cielo abierto es el tipo de materia prima aprovechada. La dacita de estas vetas tiene como característica su corteza de enfriamiento con vesiculas, y presentarse en bloques angulares con formas y tamaños variables, dispuestos en brecha. Algunos de los módulos útiles que fueron explotados para tallar se encuentran en un rango entre los 10 y 40 cm por lado, aproximadamente.
Las distintas estrategias de minería a cielo abierto parecen ser el resultado de la explotación de vetas a diferentes profundidades. La extracción en superficie (tipo E) se enfocó en aprovechar los depósitos más superficiales en los cuales podían obtenerse bloques pequeños y medianos de 10–20 cm por lado. La excavación de una unidad tipo E (UT-148 y UT-149) ha permitido advertir que probablemente el objetivo de esta clase de extracción fue obtener módulos sobre los cuales manufacturar instrumentos como raspadores y cepillos (Quezada Ramírez y Darras Reference Quezada Ramírez, Darras and Pereira2018). De igual manera, las depresiones tipo A también parecen haber aprovechado sólo los depósitos someros. No conocemos la profundidad alcanzada por este tipo de extracción, pero la mayoría son pequeñas, un aspecto que nos hace suponer que no son muy hondas, pues la acumulación circundante de los desechos estrecha las paredes del frente y las torna inestables e inseguras.
Las cavidades de tipo trinchera (B) y frente (C) aprovecharon no sólo los depósitos superficiales con corteza de enfriamiento, sino también vetas subprofundas, en las cuales la materia prima está menos alterada y no presenta la típica corteza con vesículas, sino una superficie fina, áspera y rugosa. Las trincheras permiten alcanzar una mayor profundidad en los ejes vertical y horizontal y obtener una roca de mejor calidad y de mayor tamaño. Sin embargo, también es un método que debió implicar una inversión extra de esfuerzo para seleccionar y separar la roca no aprovechable. La naturaleza de los desechos recuperados en la excavación de una unidad tipo trinchera (UT-147) nos da una idea de la finalidad de este tipo de extracción: bloques grandes (30–40 cm) para la obtención de lascas grandes sobre las cuales manufacturar cuchillos de medialuna y cepillos. Por otra parte, aunque los frentes también pueden alcanzar depósitos subprofundos, observamos que en un número significativo de cavidades (n = 14) los mineros se inclinaron por explotar bancos masivos someros, que les permitían abarcar una superficie más grande y también obtener un volumen de materia prima mayor.
La búsqueda de una materia prima de alta calidad dio como resultado el desarrollo de una minería subterránea, representada por dos cavidades horizontales tipo galería (D). Las operaciones subterráneas en el sitio están antecedidas por amplias cavidades a cielo abierto, lo que nos hace suponer que en un inicio las actividades mineras se enfocaron en explotar depósitos superficiales y poco profundos. Por la proximidad entre las dos galerías y en que ambas se sitúan en una misma cota en la pendiente del flujo, inferimos que a ese nivel los depósitos con material poco alterado y sin alterar estaban más próximos a la superficie. Éste fue un aspecto que facilitó a los mineros acceder a una materia prima de alta calidad rápidamente. En la parte media y baja de la pendiente el espesor del depósito superficial con corteza de enfriamiento y subprofundo se estima en varios metros (Claus Siebe 2016, comunicación personal), por lo que operativamente hacer una excavación subterránea para alcanzar las vetas profundas hubiese implicado remover un volumen considerable de roca y desecho: una inversión de trabajo y tiempo poco rentables.
Por su parte, la minería subterránea se enfocó en obtener una materia prima de alta calidad, carente de corteza y que se presenta en bloques tabulares. Sin duda, las actividades subterráneas complejizaron los procedimientos. Para ello fue necesario preparar y acondicionar los espacios, pero también reconfigurar los existentes, concebidos en su origen para una explotación a cielo abierto. En ambas galerías es notable que la organización externa e interna se adaptó al tamaño y características del espacio interior. Por ejemplo, mientras que la extensión de la galería de la mina UEx-2 permitió el almacenamiento de la materia prima en el interior, en el caso de la galería de la mina UEx-1 no fue así. En este caso, tanto los desechos como los bloques fueron evacuados y depositados en el margen exterior de la mina, cerrando el perímetro y creando una loma artificial de escombro y bloques de casi 2 m de altura, sobre la cual también se llevaban a cabo las actividades de talla.
Si bien las diferentes estrategias al parecer son el resultado de un aprovechamiento diferencial de los depósitos, estuvieron orientadas hacia la obtención de una materia prima con distinto grado de calidad, forma y tamaño. También destaca el hecho de que estas estrategias no están representadas ni distribuidas de una manera homogénea en el sitio. Tal como se observa en el mapa de la Figura 16, el conjunto más importante está en el área 1, donde se concentra la mayor parte de cavidades, y donde consideramos que se llevó a cabo un aprovechamiento más intensivo y organizado. Esta intensidad de explotación no sólo se expresa por el número de cavidades, sino también por la pluralidad de estrategias presentes, así como de los talleres asociados a cada estructura de extracción (Figuras 9, 11 y 16). Esta multiplicidad de métodos nos hace suponer que esta área probablemente fue explotada por artesanos bien instruidos, con conocimientos geológicos empíricos, quienes gestionaron acorde a las necesidades de la producción y de rentabilidad los diferentes depósitos de materia prima, en un marco cronológico que por ahora no está bien definido, pero que a partir de indicadores cerámicos y de dataciones radiométricas, proponemos que ocurrió durante el epiclásico.
En las otras áreas (2–5) del yacimiento se pueden observar concentraciones más discretas de UEx que en su mayoría forman grupos reducidos, donde predominan las cavidades pequeñas (<50 m2) y medianas (>51 <100 m2). Con base en ello, conjeturamos que estas zonas tuvieron un aprovechamiento de menor intensidad en cuanto a lo que se observa en el área principal (Figuras 10 y 16).
En el área 6 la extensa red de terrazas indica que el espacio se consignó principalmente para el cultivo, mientras que la actividad extractiva fue más limitada.
Por otra parte, aunque en las áreas 2–5 las diferentes estrategias están presentes en mayor o menor medida, hay que resaltar que algunas parecen concentrarse en ciertos sectores, como sucede en el área 2, donde las trincheras (tipo B) predominan sobre otro tipo de UEx. Estas cavidades se implantaron en la parte alta de la vertiente sobre un depósito masivo de dacita, al que se asocia un área extensa de desechos de talla. Estas trincheras se sitúan sobre la misma cota en la que se ubican las minas y trincheras del área 1, un nivel donde el espesor de los depósitos superficiales es menor, y donde con mayor prontitud se alcanzan las vetas poco alteradas.
Hasta el momento, el análisis de las 71 estructuras de extracción de la muestra señala que el 52% pertenece a cavidades tipo frente (C), una estrategia que, como se observa en el plano general (Figura 16), está presente en todo el sitio y que supera a otras estrategias, como las trincheras (12%) o las galerías (2%), en las cuales se podían obtener materiales de mejor calidad. Esta inclinación a la extracción a partir de frentes quizá refleje una elección basada en la rentabilidad de los depósitos en términos del volumen, el trabajo y tiempo invertido en la extracción, donde los artesanos dieron más peso a materias primas con mayor variabilidad en su calidad, pero con una explotación más provechosa de los depósitos.
En relación con los espacios ligados a la explotación, podemos señalar que cada UEx, independientemente de la estrategia, funciona de manera coordinada con un taller y algunas tienen por lo menos un área contigua destinada al escombro, en su mayoría ubicada pendiente abajo. Los espacios específicos para la talla aislados no son frecuentes, y los que en un inicio se identificaron como tales, posteriormente se pudo corroborar que fueron talleres vinculados con unidades de extracción superficial. En este sentido podemos afirmar que cada UEx funcionaba bajo el esquema de una UPA en la cual se observan diferentes fases de la cadena de trabajo.
La presencia de percutores durmientes en varias de las UEx registradas permite proponer que las primeras fases de desbastes sucedían tan pronto se extraían los bloques, y que en el límite inmediato se llevaba a cabo la reducción y manufactura de preformas e incluso instrumentos. Asimismo, esta autonomía de cada unidad productiva no sólo se expresa por la individualización de las áreas funcionales, sino también espacialmente. La implantación de las UEx no es continua; aunque pueden estar sobre una misma cota, entre ellas mantienen una distancia que puede variar entre 15 y 30 m, un aspecto que les otorgaba cierta independencia y facilitaba una circulación en torno a las cavidades y a los espacios funcionales adyacentes.
Conclusiones
En el presente estudio, hemos procurado acercarnos a un paisaje antiguo de extracción (quarry landscape) mesoamericano vinculado con la explotación de una roca volcánica de grano fino: la dacita. Gracias a un registro y mapeo sistemático de los indicios de actividad minera observados en el sitio de Las Minas, hemos conseguido definir varias estrategias extractivas y examinar su organización espacial a diferentes escalas. Para lograr este objetivo, el modelo digital de elevación de alta resolución obtenido por LiDAR ha sido un instrumento fundamental, pues ha permitido detectar anomalías topográficas asociadas con la minería y entender el contexto topográfico en que se desarrollaron estas antiguas actividades. No obstante, hemos notado que esta información es parcial y que debe ser completada con datos obtenidos por recorridos sistemáticos de superficie, los cuales permiten mapear los indicios poco visibles en la imagen LiDAR. En conjunto coadyuvan en construir una imagen más completa del complejo minero.
Los resultados obtenidos muestran una faceta hasta ahora poco documentada para las rocas volcánicas de grano fino: un proceso extractivo complejo y bien estructurado. Aunque aún quedan muchos aspectos por resolver, el análisis muestra que las estrategias de extracción y la organización en el sitio de Las Minas puede equipararse con los complejos mineros prehispánicos de obsidiana, cuyos ejemplos más próximos son los ubicados en la región de Zináparo-Prieto (Darras Reference Darras1994a, Reference Darras1999) y Zinapécuaro-Ucareo (Healan Reference Healan1997, Reference Healan and Williams2004) en Michoacán.
En Zináparo la materia prima se obtuvo mediante dos métodos: por una extracción a cielo abierto y por una extracción subterránea a partir de galerías. Mientras que en Ucareo-Zinapécuaro la explotación se desarrolló únicamente a cielo abierto. Las depresiones, las trincheras (sólo en Ucareo) y la recolección en superficie fueron las estrategias más comunes en ambas regiones. Pero más allá de estos rasgos compartidos entre los tres yacimientos, es el esquema de organización de unidad de extracción-taller, descrito para Zináparo (Darras Reference Darras1999:155–163) y delineado para Ucareo-Zinapécuaro (Healan Reference Healan1997:86–87, 92), el atributo que nos interesa destacar, pues es el que permite evidenciar que en Las Minas se desarrolló un aprovechamiento bien estructurado.
Así, este análisis confirma que recursos volcánicos distintos a la obsidiana pudieron ser objeto de un aprovechamiento sistemático e intensivo por parte de grupos artesanos expertos en este tipo de actividad. En el caso de la región de Zacapu, no cabe duda de que la dacita fue un recurso estratégico en la economía regional, ya que permitió a sus antiguos habitantes conseguir toda una gama de utensilios esenciales para llevar a cabo sus actividades agrícolas, artesanales, bélicas e incluso rituales. Asimismo, la coexistencia de amplias áreas de explotación bien estructuradas con conjuntos arquitectónicos y acondicionamientos agrarios revela también que este recurso formaba parte de un sistema socioeconómico más complejo. Es innegable que su explotación se integraba en una red económica regional plenamente organizada.
Las cualidades mecánicas de la dacita del sitio de Las Minas, otorgada por un alto porcentaje de sílice y vidrio, explican probablemente su popularidad. Si bien hemos notado que era un material frecuente en los sitios de la cuenca de Zacapu y en particular en los del período epiclásico, aún falta definir con mayor detalle su área de difusión y el papel que tuvo con respecto a los otros yacimientos de dacita explotados en la zona.
Agradecimientos
La investigación presentada en este artículo se realizó en el marco del proyecto arqueológico Uacúsecha dirigido por Grégory Pereira. Queremos agradecer a los dictaminadores anónimos por sus comentarios y correcciones que enriquecieron el presente artículo.
Informacion de financiacion
La investigación presentada en este artículo se financiado por el Ministère de l'Europe et des Affaires Etrangères de Francia, el CNRS y Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne. Se desarrolló también gracias al proyecto Mesomobile “Movilidades, territorios y mutaciones sociopolíticas en Mesoamérica centro-occidental” dirigido por Véronique Darras y financiado por la Agence Nationale de la Recherche (Projet-ANR-14-CE31-0016). La investigación recibió también el apoyo logístico del CEMCA y fue autorizada por el Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Agradecemos a CONACYT por el apoyo otorgado para la realización de la tesis de maestría de Osiris Quezada Ramírez (CVU-621861) en el marco del Posgrado de Estudios Mesoamericanos, también a la fundación Stresser-Péan por el apoyo otorgado para la escritura del manuscrito.