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Published online by Cambridge University Press: 27 January 2016
A lo largo de los siglos la risa ha sido objeto de estudio muy variado, abordada por filósofos, teólogos, historiadores, psicólogos, sociólogos, antropólogos, genetistas, médicos, lingüistas o críticos literarios. En cada época ha recibido atención diferente y cada rama del saber la ha interpretado con perspectivas distintas. Aun cuando a menudo se haya destacado su dificultad, su condición inasible y hasta arbitraria, la risa es una cuestión física y material que, según las neurociencias, se produciría en el sistema límbico del cerebro, una parte poco evolucionada que el hombre comparte con otros animales. La risa, por tanto, debe entenderse como un acto puramente mecánico, cuya activación cerebral provoca una liberación de neurotransmisores que incrementan la actividad cerebral, disminuyen la hormona del estrés y activan el sistema inmune. De ahí que la risa se considere una herramienta evolutiva que se instaló en el cerebro para ayudar a sobrevivir y, en última instancia, a vivir mejor.
1 Si se manipulan con electrodos las partes cerebrales que originan la risa, un hombre reirá a carcajadas sin control de su voluntad: Monois, Georges, Histoire du rire et de la dérision (París, 2000), 568. Para un estudio neurológico y científico de la risa pueden verse, por ejemplo, van Hooff, J. A. R. A. M., “A Comparative Approach to the Philogeny of Laughter and Smiling,” en Hinde, Robert A., ed., Non-Verbal Communication (Cambridge, 1972), 209–41; Arroyo, Santiago et al., “Mirth, Laughter and Gelastic Seizures,” Brain 116 (1993): 757–80; Provine, Robert R., Laughter: A Scientific Investigation (Nueva York, 2000); Wild, Barbara et al., “Neural Correlates of Laughter and Humour,” Brain 126 (2003): 2121–38.Google Scholar Este artículo se encuadra en el Proyecto de Investigación D.G.I.C.Y.T. (FFI2008-00618). Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a los evaluadores de la revista Traditio, cuyas sugerencias han ayudado a mejorar los resultados del presente trabajo.Google Scholar
2 Panksepp, Jaak, “Neuroevolutionary Sources of Laughter and Social Joy: Modeling Primal Human Laughter in Laboratory Rats,” Behavioral Brain Research 182 (2007): 231–44; Ross, Marina Davila, Towards the Evolution of Laughter: A Comparative Analysis on Hominoids (Saarbrücken, 2009).Google Scholar
3 Bergson, Henri, La risa: Ensayo sobre el significado de lo cómico , trad. esp. (México, 1986). Su tesis principal es que el hombre no solo es el único animal que ríe, sino el único que es capaz de reírse de sí mismo.Google Scholar
4 Véase abajo n. 25.Google Scholar
5 Cf. Provine, Robert R., “Contagious Yawning and Laughter,” en Heyes, C. M. y Galef, B. G., eds., Social Learning in Animals: The Roots of Culture (San Diego, 1996), 179–208. Y lo risible es, precisamente, lo cómico, también muy estudiado en su dimensión social y cultural: Defays, Jean-Marc, Le comique: Principes, procédés, processus (París, 1996); Critchley, Simon, On Humour (Nueva York, 2002).Google Scholar
6 Del estudio detallado de los gestos faciales, incluidas la risa y la sonrisa, con sus correspondientes estados de ánimo, se encargan en especial psicólogos y científicos del comportamiento. Paul Ekman, por ejemplo, ha insistido en la idea, ya planteada en Darwin, de que unas cuantas emociones (felicidad, sorpresa, miedo, disgusto, rabia y tristeza), con sus gestos faciales correspondientes, son en realidad evolutivas, universales y comunes a la especie humana, e incluso ha estudiado la forma científica de detectar cuándo una persona miente, al querer manifestar una serie de sentimientos que no se corresponden con sus gestos; puede verse, para todo ello, la propia web del autor, con su bibliografía completa: http://www.paulekman.com. Una síntesis, no obstante, está accesible en red: Ekman, P., “Facial Expressions,” en Dalgleish, Tim y Power, Mick, Handbook of Cognition and Emotion (Chichester, 1999), 301–20 (http://www.paulekman.com/wp-content/uploads/2009/02/Facial-Expressions.pdf). El propio Ekman creó, en colaboración con Friesen, Wallace V., un programa para “medir” y cuantificar los gestos musculares del rostro: cf. Ekman, P. y Friesen, W. V., Facial Action Coding System: A Technique for the Measurement of Facial Movement (Palo Alto, CA, 1978). No obstante, la muestra anatómica de emociones está también sometida al aprendizaje y la diversidad cultural, como reconoce Ekman y han señalado recientemente otros estudiosos: véase, por ejemplo, Jack, Rachael E. et al., “Facial Expressions and Emotion Are Not Culturally Universal,” Proceedings of the National Academy of Science, DOI: 10.1073/pnas.1200155109 (abril 2012). Hay abundante y detallada explicación sobre este campo de investigción en Data Face, una web creada y mantenida por Hager, Joseph C.: http://face-and-emotion.com/dataface/general/homepage.jsp.Google Scholar
7 Un breve repaso fisiognómico de la risa, solo en esbozo, se apunta en Ordine, Nuccio, Teoria delta novella e teoria del riso net Cinquecento (Nápoles, 2001 2 ), 15–18.Google Scholar
8 Para la risa en la Antigüedad pueden verse, entre otros, Arnould, Dominique, Le rire et les larmes dans la littérature grecque d'Homère à Platon (París, 1990); Trédé, Monique y Hoffmann, Philippe, eds., Le rire des Anciens (París, 1998); Desclos, Marie Laurence, ed., Le rire des Grecs: Anthropologic du rire en Grèce ancienne (Grenoble, 2000); Halliwell, Stephen, Greek Laughter: A Study of Cultural Psychology from Homer to Early Christianity (Cambridge, 2008).Google Scholar
9 Pl., Lg. 732C, 816E; R. 388D–389A, etc.; Hom., Il. 1.599. Cf. Jouët-Pastré, Emmanuelle, “Le rire chez Platon: Un détour sur la voie de la vérité,” en Trédé, y Hoffmann, , eds., Rire des Anciens , 273–79. Ya Pitágoras tenía por norma en su escuela no dejarse poseer por una risa incontenible: Iamb., VP 81–88. Son célebres otros ἀγἐλαστιι antiguos: Heráclito, Epaminondas, Anaxágoras, Pericles o Eurípides: Halliwell, , Greek Laughter, 39–40 (y n. 103).Google Scholar
10 Isoc., Ep. 1.15; Plu., Apoth. Lac. 241F; Cat. 39.16 (“nam risu inepto res inepti-or nullast”); Sen., Epist. 52.12 (“improbum risus, insanum vultus habitusque demonstrat”), donde alude además a una equivalencia fisiognómica básica y verídica: “Omnia rerum omnium, si observentur, indicia sunt, et argumentum morum ex mini-mis quoque licet capere.”.Google Scholar
11 Así Eccles. 21:23: “Fatuus in risu exaltat vocem suam; vir autem sapiens vix tacite ridebit.” Más tarde hay padres de la Iglesia proverbialmente ἀγἐλαστιι, como Clemente de Alejandría, Basilio de Cesarea, Ambrosio, Juan Crisóstomo o Agustín de Hipona, que convierten la risa en cualidad diabólica, nacida tras el pecado original y propia a menudo de dementes: Halliwell, , Greek Laughter , 40, y sobre todo 471–519, donde se trata también el asunto de la risa de Cristo en la Antigüedad tardía. Para la risa y el cristianismo, cf. Baconsky, Theodor, Le rire des Pères: Essai sur le rire dans la patristique grecque (París, 1996); Screech, Michael Andrew, Laughter at the Foot of the Cross (Londres, 1999).Google Scholar
12 De ahí que una herida en el diafragma pudiera provocar risa (ya en Hp., Epid. 5.95): Arist., PH 3.10.673a8ss. El asunto se trata también en Pr. 11.13.900a24; 11.15.900a7–14; 11.50.904b22–26; 35.6.965a14–17; 35.8.965a23–32. Cf. Labarrière, Jean-Louis, “Comment et pourquoi la célèbre formule d'Aristote: ‘Le rire est le propre de l'homme,’ se trouve-t-elle dans un traité de physiologie (Partie des Animaux, III, 10, 673a8)?,” en Desclos, , ed., Rire des Grecs , 181–89. Para otras alusiones a la fisiología de la risa en autores griegos, en especial padres de la Iglesia, véase Halliwell, , Greek Laughter, 9, n. 24. Mucho más tarde recogería el asunto Melecio, , Nat. hom. 17, 20 y 44 (ed. Cramer, ), un autor poco conocido (quizá del siglo IX) y bastante citado en el Renacimiento tras la traducción latina de Niccolò Petreio (Venecia, 1552).Google Scholar
13 Plin., Nat. 11.205; Alex. Aphr., Pr. 1.136. El asunto salta incluso a la poesía: Pers. 1.12 (“sed sum petulanti splene: cachinno”). Y los autores cristianos también lo contemplan: Lact., Opif. 14.16A. El tema de la risa y el bazo llega hasta el final del Renacimiento: Laurent Joubert vuelve sobre ello, con argumentos semejantes a Alejandro, en su Tratado de la risa (1576), trad. esp. (Madrid, 2002), 3.8, 148–51.Google Scholar
14 Cic., De orat. 2.235: “De risu quinque sunt, quae quaerantur: unum, quid sit; alterum, unde sit; tertium, sitne oratoris risum velle movere; quartum, quatenus; quintum, quae sint genera ridiculi. Atque illud primum, quid sit ipse risus, quo pacto concitetur, ubi sit, quo modo exsistat atque ita repente erumpat, ut eum cupientes tenere nequeamus, et quo modo simul latera, os, venas, oculos, vultum occupet, viderit Democritus; neque enim ad hunc sermonem hoc pertinet et, si pertineret, nescire me tamen id non puderet, quod ne illi quidem scirent qui pollicerentur.” Para Demócrito como sinónimo de risa, cf. abajo n. 21. Véase, por lo demás, Quint., Inst.6.3; Arist., Rh. 1414a37; Rhet. Her. 1.10. Cf. Desbordes, Françoise, “La rhétorique et le rire selon Quintilien,” en Trédé, y Hoffmann, , eds., Rire des Anciens , 307–14.Google Scholar
15 Arist., Po. 5.1449a34–37. De modo semejante en Cic., De orat. 2.236: “Locus autem et regio quasi ridiculi — nam id proxime quaeritur — turpitudine et deformitate quadam continetur; haec enim ridentur vel sola vel maxime, quae notant et designant turpitudinem aliquam non turpiter.” Google Scholar
16 Cf. Fortenbaugh, William W., “Une analyse du rire chez Aristote et Théophraste,” en Desclos, , ed., Rire des Grecs , 333–54.Google Scholar
17 Arist., EN 4.8.1127b33–1128b9. Cf. Halliwell, , Greek Laughter , 307–31.Google Scholar
18 Hp., Vict. 4.89. Cf. Halliwell, , Greek Laughter , 16–17 (y n. 39). La cuestión vuelve en la Edad Media, como se dirá, y en el Renacimiento: Joubert, , Tratado de la risa, 3.14, 166–69 (puede verse, como síntesis, Ménager, Daniel, La Renaissance et le rire [París, 1995], 70–77).Google Scholar
19 Hp., Epid. 1.2, 3.15 y Aph. 6.53 (también Gal. Hipp. aph. 6.53 [Kühn 18a:90]); Cels. 3.18.3: “ex phreneticis alii tristes sunt, alii hilares.” Más testimonios en Halliwell, , Greek Laughter , 17–18 (y n. 40). Un análisis del asunto en James Hankinson, “La pathologie du rire: réflexions sur le rôle du rire chez les médecins grecs,” en Desclos, , ed., Rire des Grecs, 191–200.Google Scholar
20 El risus sardonicus, hoy tenido en patología por el rictus que causan el tétanos y otras afecciones, aunque sinónimo también de risa cruel, sarcástica y malévola, se relacionaba con una planta — un tipo de apio, el ranúnculo sardo o sardonia (quizá Ranunculus sceleratus L. o Ranunculus philonotis Ehrh.), que en la Edad Media se llamó apium risus —, propio de Cerdeña y que, se decía, mataba de risa a quien lo ingería: Dsc. 2.175; Plin., Nat. 25.172 (Halliwell, , Greek Laughter, 93, n. 100). Erasmo haría de ello un amplio adagio: Opera omnia (Amsterdam, 1981), 2.5, 289–97 (cf. Ménager, , Renaissance et rire, 57–60).Google Scholar
21 La historia de Demócrito se cuenta en algunas cartas atribuidas a Hipócrates, sobre todo la 10, la 14 y la 17, y luego será tópico de la literatura, como se ve ya en la alusión ciceroniana citada arriba, n. 14. Néstor, Véase Cordero, Luis, “Démocrite riait-il?,” en Desclos, , ed., Rire des Grecs , 227–39. Después son muchas las citas y referencias al asunto a lo largo de la Antigüedad, la Edad Media y sobre todo el Renacimiento (recuérdese que Burton, Robert se apoda Democritus iunior en su célebre Anatomía de la melancolía), incluido en el episodio el lloroso Heráclito. Puede verse, a tal propósito, Rütten, Thomas, Demokrit lachender Philosoph und sanguinischer Melancholiker: Eine pseudohippokratische Geschichte (Leiden, 1992); Zatta, Claudia, “Democritus and Folly: the Two Wise Fools,” Bibliothèque d'Humanisme et Renaissance 63 (2001): 533–49; Halliwell, , Greek Laughter, 343–71.Google Scholar
22 Aunque no habla de risa, sino de muerte ex gaudio (χαρἐντ∊ζ μ∊γἀλωζ): Gal., Sympt. caus. 2.5 (Kühn 7:193). Hubo en la Antigüedad célebres muertos de risa: el pintor Zeuxis, por ejemplo, o el poeta cómico Filemón (Arnould, , Rire et larmes [supra, n. 8], 222–23; Halliwell, , Greek Laughter, 8 n. 21), que acabarían entrando en textos enciclopédicos antiguos (Val. Max. 9.12 ext.,5–6; Fest. 228 [ed. Lyndsay, ]), luego recogidos en otros renacentistas (Tixier, Jean [Textor, Ravisius], Officina[Basilea, 1562], 540–41). Joubert, , de nuevo, se replanteará el problema: Tratado de la risa, 3.16, 173–75.Google Scholar
23 Aunque no consolidada hasta después de Galeno: cf. Klibansky, Raymond, Panofsky, Erwin y Saxl, Fritz, Saturno y la melancolía: Estudios de historia de la filosofía, la religión y el arte , trad. esp. (Madrid 1991 =Londres 1964), 29–39. Una síntesis de la fisiología galénica, incluidos cualidades y humores, puede verse en Debru, Armelle, “Physiology,” en Hankinson, R. J., ed., The Cambridge Companion to Galen (Cambridge, 2008), 261–82.Google Scholar
24 Nat. hom. 2.1–3.1 (ed. Ideler, ). Y algo semejante en la pseudo-hipocrática Epist. Ptol. hom. fabr. , 280–81 (ed. Ermerins, ).Google Scholar
25 Ya Aristóteles indicaba que los niños reían en el sueño a los 40 días (HA 7.10.587b5–7), lo que se recoge también en Plin., Nat. 7.72. La noticia se hizo luego tópica de los textos médicos: se ocupa también del asunto Joubert, , Tratado de la risa , 3.9–10, 151–59. Y, en efecto, la ciencia dice que los niños ríen unas 300 veces al día, mientras que los adultos lo hacen menos de 100. Cf. Trumble, Angus, A Brief History of the Smile (Nueva York, 2004), 123–32.Google Scholar
26 Para los métodos fisiognómicos, cf. Armstrong, A. MacC., “The Methods of the Greek Physiognomists,” Greece and Rome , n.s., 5 (1958): 52–56. La fisiognomía antigua es ajena a la medicina y otras explicaciones fisiológicas o biológicas, no así al contrario: Stok, Fabio, “La fisiognomica fra teoria e pratica,” en Argoud, Gilbert y Guillaumin, Jean-Yves, eds., Sciences exactes et sciences appliquées à Alexandrie (IIIe siècle av. J.-C.-Ier siècle ap. J.-C.) (Saint-Étienne, 1998), 173–87. El silogismo fisiognómico está explicado y razonado en Aristóteles: APr. 70b7–38. Para la fisiognomía antigua en general pueden verse, entre otros, Evans, Elizabeth C., Physiognomics in the Ancient World (Philadelphia, 1969); Sassi, Maria Michela, La scienza dell'uomo nella Grecia antica (Turín, 1988); Eadem, , “Physiognomonica,” en Cambiano, Giuseppe, Canfora, Luciano y Lanza, Diego, eds., Lo spazio letterario delta Grecia antica, vol. 1.2: L'Ellenismo (Roma, 1993), 431–48; Barton, Tamsyn S., Power and Knowledge: Astrology, Physiognomics and Medicine under the Roman Empire (Ann Arbor, 1994); Wilgaux, Jérôme, “La physiognomonie antique: bref état des lieux,” en Dasen, Véronique y Wilgaux, Jérôme, eds., Langages et métaphores du corps dans le monde antique (Rennes, 2008), 185–95; Dasen, Véronique y Wilgaux, Jérôme, “La physiognomonie antique: bibliographie indicative,” en ibid., 241–54.Google Scholar
27 La obra es en realidad dos tratados de autores distintos. En el primero de ellos, pese a que se desestiman al principio los rasgos que no son constantes, se admiten más tarde las disposiciones adquiridas y en cierta forma mudables, siempre que su aparición entrañe una transformación de los rasgos concernidos en el examen fisiognómico (Arist., Phgn. 1.2.806a22–25). Aquí, precisamente, podría haber entrado la risa, como se encarga de señalar al final del Renacimiento el filósofo escéptico Francisco Sanchez en su comentario a la obra griega (en Tratados filosóficos , Moreira de Sá, A., Pinto de Meneses, M. A. y de Vasconcelos, B., eds. [Lisboa, 1955], 268): “Si enim per signa transeuntia iudicet aliquis de mansivis passionibus, continget quidem aliquando verum dicere, aliquando vero non. Verbi gratia, si quidem incidas in hominem natura hilarem qui nunc rideat, et alia signa hilaritatis praesentis praebeat, si per haec iudices eum natura hilarem, verum quidem dixisti, sed contingenter et non necessario. Nam si alium statim videas natura tristem, sed qui ob praesentem occasionem rideat, etiam et alia hilaritatis signa praebeat, eumque ut alium iudices natura hilarem, iam deceptus es.” Las mejores ediciones del texto pseudoaristotélico son, por lo demás, las de Vogt, Sabine: Aristoteles, , Physiognomonica (Berlín, 1999), y Ferrini, Maria Fernanda: Aristotele, Fisiognomica (Milán, 2007). Un estudio reciente puede verse en Boys-Stones, George, “Physiognomy and Ancient Psychological Theory,” en Swain, Simon, ed., Seeing the Face, Seeing the Soul: Polemon's Physiognomy from Classical Antiquity to Medieval Islam (Oxford, 2007), 55–75.Google Scholar
28 La versión árabe, quizá hecha sobre una siríaca, presenta dos recensiones: una más fiel al griego (PA), que trae un códice de Leiden del siglo XIV (editado ya en Förster, Richard, Scriptores physiognomonici Graeci et Latini , 2 vols. [Stuttgart-Leipzig, 1893], 1:98–294, con traducción latina de Hoffmann, Georg), y otra más islamizada (TK). Hay nuevas ediciones y traducciones inglesas: Hoyland, Robert, “A New Edition and Translation of the Leiden Polemon,” y Ghersetti, Antonella, “The Istanbul Polemon (TK Recension): Edition and Translation of the Introduction,” en Swain, , ed., Seeing the Face, 329–463 y 465–85. Aquí mismo (309–25) se hace una síntesis de la transmisión entera: Ghersetti, Antonella y Swain, Simon, “Polemon's Physiognomy in the Arabic Tradition.” Y se incluyen los más recientes estudios sobre el tratado de Polemón y su influencia en el mundo árabe: Swain, Simon, “Polemon's Physiognomy” (125–201), Hoyland, Robert, “The Islamic Background to Polemon's Treatise” (227–80).Google Scholar
29 Cf. González, Miguel Ángel Manjarres, , “Tanquam fores animae: Los ojos en la fisiognomía medieval,” Medioevo: Rivista di storia della filosofia medievale 36 (2011): 11–32.Google Scholar
30 Polem., Phgn. A11 (Hoyland, , “Leiden Polemon,” 357; Förster, , Scriptores, 1:128).Google Scholar
31 Polem., Phgn. A16 (Hoyland, , “Leiden Polemon,” 369; Förster, , Scriptores, 1:150).Google Scholar
32 Como explica Halliwell, , Greek Laughter , 522, “the eyes themselves can possess a geslastic ‘look’ which may be observed and interpreted independently of individual acts of laughing.”.Google Scholar
33 Polem., Phgn. A17 (Hoyland, , “Leiden Polemon,” 372–73; Förster, , Scriptores,1:153–54).Google Scholar
34 Polem., Phgn. B53 (Hoyland, , “Leiden Polemon,” 459–61; Förster, , Scriptores,1:288–92).Google Scholar
35 Pero transmite unos párrafos introductorios que no están en la versión árabe y en los cuales se alude expresamente a la utilidad práctica y social de la disciplina: Θείων δέ άνδρών ε'ιπερ άλλο τι και τό φυσιογνωμονεΐν εύρημα πλείστα και μέγιστα τους μαθόντας δυνάμενον ώφελεΐν∗ ούτε γαρ παρακαταθήκην δοίη τις αν ούτε τι κειμήλιον, ή γαμετήν ή παΐδας πιστεύσειεν, ή και φιλίας απλώς ήστινοσοΰν κοινωνήσετε τοις άπιστίας ή άσελγείας ή τίνος κακουργίας έπί της μορφής σημεία προλάμποντα φέρουσι. πάντων γαρ ως έ'πος ειπείν άνθρώπων καθάπερ άπό τίνος θεοπέμπτου και άπλανοΰς μαντείας ήθος και πρόθεσιν βίων ό φυσιογνώμων έπίσταται, ως τάς μεν των χρηστών φιλίας μόνων αίρεΐσθαι, τάς δέ τών πονηρών κακίας προ πείρας φυλάττεσθαι. El resumen de Adamancio se edita en Förster, , Scriptores , 1:297–426, y según este texto, con enmiendas, se traduce al inglés en Repath, Ian, “The Physiognomy of Adamantius the Sophist,” en Swain, , Seeing the Face, 487–548. El texto citado está en Adam. A2 (Förster, , Scriptores, 1:298–99; Repath, , “Adamantius,” 494).Google Scholar
36 Adam. A4 (Förster, , Scriptores , 1:304; Repath, , “Adamantius,” 496). Veáse arriba n. 25.Google Scholar
37 Adam. A17 (Förster, , Scriptores , 1:334–36; Repath, , “Adamantius,” 510). Los datos de Adamancio se repiten sin novedad (y con lagunas menores) en dos compendios de que a su vez fue objeto: uno de los primeros tiempos bizantinos, que transmite un manuscrito siglado Matritensis N-73 (editado en Förster, , Scriptores,1:297–426) y otro más tardío, quizá basado en el anterior y con datos añadidos de otras fuentes, que se atribuyó directamente a Polemón durante el Renacimiento y que hoy suele citarse por Pseudo Polemón: ibid., 1:298–431).Google Scholar
38 El tratado está en Förster, , Scriptores , 2:3–145, aunque su mejor edición sigue siendo la de André, Jacques: Anonyme latin, Traité de physiognomonie (París, 1981). Hay traducción italiana de Raina, Giampiera: Aristotele, Pseudo, Fisiognomica;Anonimo Latino, Il trattato di fisiognomica (Milán 1993), y versión inglesa, con texto latino de Förster, , Repath, de Ian, “Anonymus Latinus, Book of physiognomy,” en Swain, , Seeing the Face, 549–636. Respecto a Loxo, cf. Boys-Stones, , “Physiognomy” (supra, n. 27), 58–64.Google Scholar
39 Physiogn. 35, 37 (Förster, , Scriptores , 2:52, 54–55; André, , Traité, 79, 80–81; Repath, , “Anonymus,” 579–80).Google Scholar
40 Boecio, Así en: “Omnis homo risibile est et nulla alia species risibili potest proprio nuncupari” ( Porph. isag. 80.5–6). Lo que se repite, pasados unos siglos, en Alcuino de York, De dialectica, 13: “Homo est substantia animata, rationalis, mortalis, risus capax.” Citados ambos, y otros testimonios más, en Adolf, Helen, “On Medieval Laughter,” Speculum 22.2 (1947): 251–53.Google Scholar
41 Cf. arriba n. 11. Una síntesis en Horowitz, Jeannine y Menache, Sophia, L'humour en chair: Le rire dans I'Église médiévale (Ginebra, 1994), 17–54. De la risa y la hagiografía, en concreto de san e Hildegarda, Bernardo, se ocupa Moulinier, Laurence, “Quand le Malin fait l'esprit: Le rire au Moyen Age vu depuis l'hagiographie,” Annales, Histoire, Sciences Sociales 52.3 (1997): 457–75. Para la risa en la Edad Media pueden verse, entre otros, los trabajos incluidos en Bouché, Thérèse y Charpentier, Hélène, eds., Le rire au Moyen Age dans la littérature et les arts (Burdeos, 1990), así como Goff, Jacques Le, “Rire au Moyen Age,” Cahiers du Centre de Recherche historique 3 (1989): 1–14; Verdon, Jean, Rire au Moyen Age (París, 2001); Verberckmoes, Johan, “What about Medieval Humour? Some Historiography,” en Braet, Herman et al., eds., Risus Medievalis: Laughter in Medieval Literature and Art (Leiden, 2003), 1–10.Google Scholar
42 Cf. Goff, Jacques Le, “Le rire dans les règles monastiques du haut Moyen Age,” en Lepelley, Claude et al., eds., Haut Moyen Age: Culture, éducation et société (París, 1990), 92–103.Google Scholar
43 Más allá de la subversión social que en ellas veía Bajtín, Mijail ( La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Françoise Rabelais , trad. esp. [Madrid, 1988]), hoy más bien se aprecian como puro juego y desahogo, que precisamente refuerzan y aceptan el orden jerárquico establecido: véase, por ejemplo, Gourevitch, Aaron, “Bakhtin y el carnaval medieval,” en Bremmer, Jan y Roodenburg, Herman, eds., Una historia cultural del humor, trad. esp. (Madrid, 1999), 55–61, y los estudios incluidos en Movellán, Tomás Antonio Mantecón, ed., Bajtín y la historia de la cultura popular (Santander, 2008). Por lo demás, son interesantes Jacobelli, Maria Caterina, Risus paschalis: El fundamento teológico del placer sexual, trad. esp. (Barcelona, 1991); Heers, Jacques, Fêtes des fous et carnavals (París, 1983).Google Scholar
44 de Bingen, Hildegarda, Cause et cure , ed. Moulinier, Laurence (Berlín, 2003), 2.252 (314), 189, aunque hay más alusiones a la risa en 2.250–51 (312–13), 188–89 y 4.22 (415), 245.Google Scholar
45 Garbers, Karl, ed., Ishāq ibn 'Imrān Maqāla fi l-mālīhūlya (Abhandlung über die Melancholie) et Constantini libri duo de melancholia (Hamburgo, 1977), 127–31. El texto insiste en que la risa, al provocarse por calor y humedad, es propia de niños e impropia de viejos, fríos y secos y, por tanto, más dados a la melancolía: véase arriba n. 25.Google Scholar
46 Omnia opera Ysaac (Lión 1515), fol. 7ra .Google Scholar
47 Así en el Regimen sanitatis o Flos medicine , ed. de Frutos, Virginia (Valladolid, 2010), 262 (v. 947).Google Scholar
48 Lawn, Brian, ed., The Prose Salernitan Questions (Oxford, 1979), 248 (P110). En otro lugar se insiste en lo mismo, pero arrancando del bazo y sin llegar al cerebro: “Fit enim risus ex affectionibus animi generantibus gaudium…. Modus risus talis est; splene quandoque prae gaudio commoto et concusso, propter collimitantiam quam habet cum corde fit commotio cordis, et ita commoventur spiritus, et fit ebullitio humorum ascendentium per tracheam arteriam ad fauces et labia. Nervi itaque faucium et labiorum complentur, et hic est modus risus, scilicet constrictio labiorum” (ibid., 178–79 [Ba62]).Google Scholar
49 Avicena, , Liber canonis (Venecia, 1527), 3.1.3.1, fol. 143vb; 3.1.4.8–9, fol. 148va; 3.1.4.22, fol. 151vb; 4.6.1.2.28, fol. 370ra. Para la risa sardónica, véase arriba n. 20. En De viribus cordis, una obrita que se adjunta al final del Canon, propone Avicena toda una serie de medicamentos para “alegrar” el corazón.Google Scholar
50 Latinus, Avicenna, Liber de anima seu Sextus de naturalibus , ed. van Riet, Simone, 2 vols. (Lovaina-Leiden, 1968–72), 2:73–74.Google Scholar
51 Aquino, Tomás de, In decem libros Ethicorum Aristotelis ad Nicomachum expositio , ed. Spiazzi, Raimondo M. (Turín, 1964), 100, 170–71, 236–37; Summa theologica, 2a.2ae, 168,2–4; 2a–2ae, 75,2.Google Scholar
52 Magno, Alberto, Quaestiones super de animalibus , ed. Filthaut, Ephrem, en Alberti Magni Opera omnia (Colonia, 1955), 7.16–18, 246b–248a. Lo mismo viene a decirse en De animalibus , ed. Stadler, Hermann, 2 vols. (Münster, 1920), 2.1: 294–95, una obra, como veremos, en que hay también reflexiones fisiognómicas.Google Scholar
53 El asunto es frecuente en capítulos dedicados a la melancolía y otras afecciones mentales dentro de Practicae generates. Valgan como ejemplos, sin ánimo exhaustivo de Saliceto, Guglielmo, Summa conservationis et curationis (Venecia, 1490), 17, fol. 15v; de Gordon, Bernardo, Lilium medicine (Lión, 1559), 2.19, 204 y 206; de Taranta, Valesco, Philonium (Lión, 1516), 1.13, fol. 22va ; Savonarola, Miguel, Practica (Venecia, 1502), fol. 61rb y fol. 62rb .Google Scholar
54 Fantucci, Niccolò ( Nicolaus Florentinus), Sermonum liber scientie (Venecia, 1515), 1.1.2.36, fols. 50rb–51ra .Google Scholar
55 Quien mejor ha estudiado el asunto ha sido Jole Agrimi en algunos artículos recogidos en su obra Ingeniosa scientia nature: Studi sulla fisiognomica medievale (Florencia, 2002), sobre todo “Fisiognomica e Scolastica”, 3–36 (Micrologus 1 [1993]: 235–72); “Fisiognomica: nature allo specchio ovver luce e ombre,” 57–100 (Micrologus 4 [1996]: 129–78); “La fisiognomica e l'insegnamento universitario: la ricezione del testo pseudoaristotelico nella Facoltà delle Arti,” 101–66 (Archives d'histoire doctrinale et littéraire du Moyen Âge 64 [1997]: 127–88). En este último trabajo estudia la autora los principales comentarios escolásticos de que fue objeto el Pseudo Aristóteles latino en el siglo XIV: Guillermo de Aragón (1300), Guillermo de Mirica (ca. 1342–52) o Juan Buridán († ca. 1358).Google Scholar
56 Puede verse, por ejemplo, Mourand, Y., La physiognomonie arabe et le Kitāb al-Firāsa de Fakhr al-Dīn Al-Rāzī (París, 1939); Ghersetti, Antonella, “The Semiotic Paradigm: Physiognomy and Medicine in Islamic Culture,” en Swain, , ed., Seeing the Face (supra, n. 28), 281–308 (294–96). Un estudio más reciente sobre la fisiognomía árabe puede verse en Akasoy, Anna, “Arabic Physiognomy as a Link between Astrology and Medicine,” en Akasoy, Anna, Burnett, Charles, Yoely-Tlalim, Ronit, eds., Astro-Medicine: Astrology and Medicine, East and West (Florencia, 2008), 119–42.Google Scholar
57 Rhazes, , Ad Almansorem 2.37 (Förster, , Scriptores [supra, n. 28], 2:170). Para la fisiognomía en Rhazes, , cf. Autuori, Adele, “Testo latino e testo arabo della fisiognomica di Muhammad ibn Zakariya al-Razi,” Annali dell'Istituto Universitario Orientale di Napoli 44 (1984): 29–40. De un modelo común provendría también otro texto fisiognómico árabe conocido por Pseudo Polemón (MS Goth. Arab. A85) y editado en Förster, por la traducción latina de Hoffmann, ; el texto sobre la risa es parecido, aunque la equivalencia positiva del multum ridens está más matizada: “Qui multum ridet, est facilis, contemptor, non multum sollicitus de rebus. Qui non multum ridet, est adversator, oblocutor, non contentus actionibus hominum. Qui magnum ridet, impudens est et cavillator. Qui in risu casu tussire et anhelari incipit, impudens est, cavillator, tumultuosus” (Förster, , Scriptores, 2:154).Google Scholar
58 Rhazes, , Ad Almansorem 2.28 (Förster, , Scriptores, 2:164) y 2.51 (Förster, , Scriptores, 2:176). El primer ejemplo está también en el Pseudo Polemón árabe: Förster, , Scriptores, 2:152. Para la referenda de Adamancio, véase arriba n. 36.Google Scholar
59 La obra, de origen sirio y reelaborada en árabe en el siglo XI, la traduce al latín Juan Hispalense a comienzos del XII (y de ahí al castellano con el título Poridat de poridades), aunque a principios del XIII Felipe de Trípoli hace otra versión latina con el título Secretum secretorum que, a la postre, sería la más difundida. Cf. Williams, Steven J., The Secret of Secrets: The Scholarly Career of a Pseudo-Aristotelian Text in the Latin Middle Ages (Ann Arbor, 2003).Google Scholar
60 La primera cita está en Förster, , Scriptores, 2:220. La segunda, como no pertenece propiamente a la parte fisiognómica, no se recoge allí, pero puede verse por ejemplo en Secretum secretorum (Venecia, 1555), fol. B3v.Google Scholar
61 De physonomiis , vv. 439–56, 608–24 y 636–38. El texto, que transmite un único códice, está editado en Rose, Valentin, Anecdota graeca et graecolatina, vol. 1 (Berlín, 1864), 171–201 (188, 192). Cf. Agrimi, Jole, “Fisiognomica tra tradizione naturalistica e sapere medico nei secoli XII–XIII, con particolare riguardo alla Scuola di Salerno,” en Eadem, , Ingeniosa scientia, 37–56 (51–52) (Atti del Convegno Internazionale su Medicina Medievale e Scuola Medica Salernitana [Salerno, 1994], 44–57).Google Scholar
62 Aunque, como se ha dicho, el Pseudo Aristóteles no se traduce al latín hasta 1262–65, es posible que en época de Escoto circulase ya un primer esbozo, quizá obra suya: Jacquart, Danielle, “La physiognomonie à l'époque de Frédéric II: Le traité de Michel Scot,” Micrologus 2 (1994): 19–37 (24–26). El texto, por otro lado, es la tercera parte de una trilogía, compuesta además por un Liber introductorius, dedicado a la astrología, y un Liber particularis donde se pasa revista a los fenómenos del mundo sublunar. Cf. asimismo Jacquart, Danielle, “La Fisiognomica: Il trattato di Michele Scoto,” en Toubert, Pierre y Bagliani, Agostino Paravicini, eds., Federico II e le scienze (Palermo, 1994), 338–53; Ziegler, Joseph, “The Beginning of Medieval Physiognomy: The Case of Michael Scotus,” en Grebner, Gundula y Fried, Johannes, eds., Kulturtransfer und Hofgesellschaft im Mittelalter (Berlín, 2008), 299–319.Google Scholar
63 Falta, por tanto, la referencia negativa de Rhazes a quien ríe en voz muy alta. Las citas están en Escoto, Miguel, Liber physionomiae (Venecia, 1477), 3.72, fols. h7r–h7v.Google Scholar
64 Pack, Roger A., “Auctoris incerti De physiognomonia libellus,” Archives d'histoire doctrinale et littéraire du Moyen Age 41 (1974): 113–38. Cf. también Agrimi, “Fisiognomica e Scolastica,” 15–19. El asunto se recoge, ya al final del Renacimiento, en la versión italiana de Battista, Giovan Porta, Della, Della fisonomia dell'uomo (Venecia, 1610), 2.18, 129: “Gli antichi diedero il riso a Venere, che diffonde, e dissolve tutte le cose bone e segna non di bona mente. … Il Sole da riso moderato e mezano, come mezano stà tra detti pianeti.”.Google Scholar
65 Pero nada indica Förster en su aparato crítico sobre esta lectura. Las citas están en Gilberto, , Compendium medicinae (Lión, 1510), fol. 130ra. Cf. Kurdzialek, Marian, “Gilbertus Anglicus und die psychologischen Erörtenungen in seinem Compendium Medicinae.” Sudhoffs Archiv 47 (1963): 106–26.Google Scholar
66 Gilberto, , Compendium , fol. 157vb; fol. 158vb .Google Scholar
67 Según el aparato crítico del Anónimo Latino que se lee en André, y Förster, (cf. arriba n. 38), en el primer ejemplo tumidi es lectura que traían ya los manuscritos L, C, H y S (la lectura correcta está en E), alguno de los cuales — o copias de ellos — pudo manejar Alberto, mientras que para el segundo no hay lecturas alternativas a humidi, por lo que ese tumidi sería de propia cosecha. En el primer caso, además, algunas ediciones renacentistas (por ejemplo, la de Venecia, 1495, fol. 9rb) leen “timidi”, con lo que la cosa se complica aún más, y en el segundo ejemplo omiten “et tumidi sint” y, en consonancia con el Anónimo Latino, traen “apertus” donde Stadler prefiere leer “aptus”: cf. Magno, Alberto, De animalibus, 1.2.3 (ed. Stadler, [supra, n. 52], 1.1:56). Para la fisiognomía en Alberto Magno, puede verse Scharold, Hans, “Die Physiognomie des Albertus Magnus und die moderne Wissenchaft,” Bayerische Blätter für das Gymnasial-Schulwesen 68.5 (1932): 289–301; Resnick, Irven M., “Ps.-Albert the Great on the Physiognomy of Jesus and Mary,” Medieval Studies 64 (2002): 217–40.Google Scholar
68 Physiogn. 50 (Förster, , Scriptores , 2:69; André, , Traité [supra, n. 38], 90; Repath, , “Anonymus” [supra, n. 38], 589); Magno, Alberto, De animalibus, 1.2.9 (ed. Stadler, , 1.1:83).Google Scholar
69 El texto justifica primero la autenticidad fisiognómica, describe luego el significado de los signos anatómicos y, por último, incluye una parte dedicada a la influencia astrológica: cf. Paschetto, Eugenia, “La fisiognomica di Pietro d'Abano,” Medioevo 11 (1985): 97–111; Vescovini, Graziella Federici, “La simmetria del corpo umano nella Physiognomica di Pietro d'Abano: un canone estetico,” en Piaia, Gregorio, ed., Concordia discors: Studi su Niccolò Cusano e l'umanesimo europeo offerti a Giovanni Santinello (Padua, 1993), 347–60.Google Scholar
70 d'Abano, Pietro, Liber compilationis phisonomie (Pavía, 1474), 2.2.4 (edición sin paginar).Google Scholar
71 d'Abano, Pietro, Liber compilationis , 2.3.5. Las citas del Anónimo Latino y Alberto Magno se han dado arriba, nn. 39 y 67. Recuérdese, por lo demás, que “timore” y “timidi” estarían propiciados por el “timidi” que, en el primer ejemplo y como se ha dicho, leen algunos testimonios de Alberto Magno. Por otro lado, al final del pasaje añade d'Abano el rasgo procedente de Rhazes a propósito de los ojos risueños y de mirada infantil, propios de hombres alegres y longevos: “Puerorum similis intuitus et ut facies cum oculis omnia ridere sit visa, alacer hic existens diuturna potietur vita.”.Google Scholar
72 Ibid., 2.3.5. Para las citas de las otras dos fuentes, cf. arriba n. 68.Google Scholar
73 Son tres los manuscritos que transmiten la obra: Lisboa, Biblioteca Ajuda, 52 XIII 18; Oxford, St. John's College, 18; Londres, BL, Royal 12. G. XII (más una copia del siglo XVII). El texto ha sido estudiado sobre todo por Ziegler, Joseph, “Text and Context: On the Rise of Physiognomic Thought in the Later Middle Ages”, en Hen, Yitzak, ed., “De Sion exibit lex et verbum domini de Hierusalem”: Essays on Medieval Law, Liturgy and Literature in Honour of Annon Linder (Turnhout, 2001), 159–82; Idem, “Medicine and Physiognomy 1300–1500,” Médiévales 46 (2004): 89–108; Idem, “Philosophers and Physicians on the Scientific Validity of Latin Physiognomy, 1200–1500,” Early Science and Medicine 12.3 (2007): 285–312.Google Scholar
74 Rolando, , Reductorium 2.7, fols. 84r–85r (se cita siempre por el MS de Lisboa: véase nota anterior).Google Scholar
75 Rolando, , Reductorium 2.7, fol. 85r. Para la cita de d'Abano, véase arriba n. 71.Google Scholar
76 Rolando, , Reductorium 2.7, fols. 85v–86r. Las citas de Alberto y d'Abano están arriba, n. 71.Google Scholar
77 Rolando, , Reductorium 2.7, fol. 86r. Las citas de las otras fuentes se exponen en el cuadro superior y están localizadas en n. 71. Que Rolando podría haber manejado el Anónimo Latino se aprecia también por el hecho de incluir un rasgo, el de los ojos risueños y secos propios de tipos perniciosos, que omiten tanto Alberto como d'Abano: “a contrario sensu arridentes spiritus quanto magis sicci fuerint tanto maiores malignitatis sunt indices, et erunt homines tales habentes oculos perniciosi per distemperantiam significatam per tales dispositiones oculorum ab eisdem causatas” (ibid.).Google Scholar
78 Rolando, , Reductorium 2.11, fol. 101v. La citas de Alberto y d'Abano están arriba, nn. 68 y 72.Google Scholar
79 Todas las citas en Rolando, , Reductorium 4.1, fols. 181v–182v. La referenda del Secretum está en Förster, , Scriptores (supra, n. 28), 2:209.Google Scholar
80 Los manuscritos son París, BNF, MS lat. 7357, fols. 1r–67r; Venecia, BN, Marciana, MS lat. VI, 156 (2672), fols. 41r–112v; Leipzig, Universitätsbibliothek, 3472 (Haenel), fols. 2r–82v. Para el autor pueden verse Paschetto, Eugenia, “Pietro d'Abano e la medicina astrologica nello Speculum physiognomie di Michele Savonarola,” en Prinz, Wolfram y Kecks, Ronald G., eds., Musagetes: Festschrift für Wolfram Prinz (Berlín, 1989), 167–77; Vescovini, Graziella Federici, “L' ‘individuale’ nella medicina tra Medioevo e Umanesimo: la fisiognomica di Savonarola, Michele,” en Cardini, Roberto y Regoliosi, Mariangela, Umanesimo e medicina: Il problema dell' individuale (Roma, 1996), 63–87; Thomann, Johannes, Studien zum Speculum physionomie des Michele Savonarola (Zürich, 1997). Zuccolin, Gabriella, que tiene varios trabajos en prensa sobre el Speculum de Savonarola, informa de que está haciendo la edición crítica de la obra.Google Scholar
81 Todas las citas proceden del manuscrito de París (véase nota anterior): Savonarola, , Speculum physionomie , fols. 39vb–40rb. Para la risa de Cristo menciona una vida atribuida a Léntulo, publicada en 1474 junto a la Vida de Jesús de Ludolfo de Chartreux, en que se decía que Cristo había llorado alguna vez, pero nunca reído. Para la cita de la Flos medicine, véase arriba n. 47. De la explicación de Alejandro de Afrodisia se habló arriba, n. 13. Por lo demás, en Savonarola no se recoge el signo de la risa con tos y falta de aliento.Google Scholar
82 Cocles, , Chiromantie ac physionomie anastasis (Bolonia, 1504), 2.7, fol. B3rb (rostro risueño); 2.13, fol. B5rb (mirada infantil y risueña, con prolijas explicaciones fisiológicas); 2.13, fol. B6va (ojos risueños, aunque incompleto); 2.20, fol. C5vb (labios risueños); 3.24, fols. D2ra–D2va (risa: fuentes previas, ejemplos literarios, experiencia, fisiología).Google Scholar
83 Gaurico, Pomponio, De sculptura , eds. Chastel, A. y Klein, R. (Ginebra, 1969), 143 (señales del Anónimo Latino, algo resumidas); Gratarolo, Guiglelmo, De praedictione morum naturarumque hominum (Zúrich, 1553), 49 (mirada infantil y ojos risueños en general), 54–55 (ojos risueños completos, segün el Anónimo Latino); Biondo, Michelangelo, De cognitione hominis per aspectum (Roma, 1544), fol. 13r (alusión a ojos risueños), fols. 31v–32r (risa segün Rhazes y otras fuentes, con añadidos propios) (hay versión italiana de Lucia Rodler: Conoscenza dell'uomo dall'aspetto esteriore[Roma, 1995]).Google Scholar
84 El capítulo de la risa incorpora algunos reflexiones fisiológicas y los datos fisiognómicos de Rhazes, , Secretum , Escoto, Miguel, Magno, Alberto y d'Abano, Pietro (De humana physiognomonia [Venecia, 1602 2], 2.17, 102–4); los ojos siguen a Adamancio y Pseudo-Polemón, con referencias a Magno, Alberto (ibid., 3.21, 189–91). El tratado de Della Porta sale primero en cuatro libros (Vico Equense, 1586), se aumenta a seis (Nápoles, 1599) y se añaden nuevos datos en su versión italiana (Nápoles, 1610). Para Della Porta puede verse, por ejemplo, Torrini, Maurizia, ed., Giovan Battista Della Porta nell'Europa del suo tempo (Nápoles, 1990); Balbiani, Laura, La Magia naturalis di Giovan Battista della Porta: Lingua, cultura e scienza in Europa all'inizio dell'età moderna (Berna, 2001); Piccari, Paolo, Giovan Battista Della Porta: Il filosofo, il retore, lo scienziato (Milán, 2007); Sirri, Raffaele, ed., Giambattista Della Porta in edizione nazionale (Nápoles, 2007).Google Scholar
85 Fracastoro, Girolamo, De sympathia et antipathia rerum liber I (1546), ed. Pennuto, C. (Roma, 2008), 138–45 (entiende la risa como mezcla de placer y admiración); Valleriola, Francesco, Enarrationum medicinalium libri sex (Lión, 1554), 3.9, 216–24 (matiza a Fracastoro: la risa es solo producto del placer y la alegría, sin extrañeza). Más tarde dirime el asunto Vallés, Franciso, más inclinado al primero: Controversiarum medicarum et philosophicarum libri XX, Alcalá 1556, 5.9, fols. 88r–89r (hay trad. esp.: López Piñero, J. M. y Calero, F., Las Controversias [1556] de Francisco Valles y la medicina renacentista [Madrid, 1988], 314–21).Google Scholar
86 Joubert empieza tratando las causas y accidentes de la risa, pasa luego a su definición (“La risa es un movimiento producido por el espíritu expandido y una desigual agitación del corazón, que ensancha la boca o los labios, sacudiendo el diafragma y el pecho, con fuerza y sonido entrecortado, por medio del cual se expresa una emoción por algo feo, indigno de lástima”: Tratado de la risa [supra, n. 13], 2.1, 102), tipos y variedades y termina con algunas cuestiones polémicas ya desde antiguo (especificidad humana, cosquillas, risa infantil, muertos de risa, risa terapéutica, etc.). Tras Joubert hubo otros tratadistas importantes: Jossius, Nicander, Opuscula de voluptate et dolore, de risu et fletu (Roma, 1580); Mancini, Celso, De risu ac ridiculis (Ferrara, 1591); Lorenzini, Antonio (Poliziano), De risu eiusque causis et effectis (Ferrara, 1591); Goclenius, Rodolph, Physica commentatio de risu et lacrymis (Marburgo, 1597); Berrettari, Elpidio, Tractatus de risu (Florencia, 1603). De todo ello se ocupan, entre otros, Screech, Michael A. y Calder, Ruth, “Some Renaissance Attitudes to Laughter,” en Levi, Anthony H. T., ed., Humanism in France and the End of the Middle Ages and in the Early Renaissance (Nueva York, 1970), 216–28; Ménager, , La Renaissance et le rire (supra, n. 18), 7–41; Ordine, , Teoria delta novella (supra, n. 7), 59–76; Skinner, Quentin, Visions of Politics, vol. 3: Hobbes and Civil Science (Cambridge, 2002), 142–208 (cap. 5: “Hobbes and the Classical Theory of Laughter”).Google Scholar
87 Es interesante al respecto el libro de Parvulescu, Anca, Laughter: Note on a Passion (Cambridge, MA, 2010), que se ocupa del fenómeno de la risa en todas sus vertientes, desde el Renacimiento hasta la actualidad. En el primer capítulo trata de la fisiognomía y, en especial, de Lavater (47–56).Google Scholar
88 Puede verse, como síntesis, Hager, Joseph C. y Ekman, Paul, “Essential Behavioral Science of the Face and Gesture that Computer Scientists Need to Know,” accesible aquí: http://face-and-emotion.com/dataface/misctext/iwafgr.html. Cf. arriba n. 6.Google Scholar
89 Cf. Ziegler, Joseph, “Hérédité et physiognomonie,” en van der Lugt, Maaike y de Miramon, Charles, eds., L'hérédité entre Moyen Âge et époque moderne: Perspectives historiques (Florencia, 2008), 245–72.Google Scholar