Hace ya mucho tiempo que el preámbulo viene siendo objeto de compilación y estudio en trabajos de naturaleza diversa. A pesar de que suele subrayarse el nulo efecto jurídico de estas consideraciones generales que se sitúan en la parte inicial de muchos documentos, son numerosas las investigaciones que los han abordado desde la perspectiva diplomática. Con ello su carácter retórico, por encima de la habitual crítica a su escasa originalidad, ha motivado también otros estudios que abundan en su aspecto ideológico o literario, y lo utilizan como vector de influencias culturales y testimonio de la cosmovisión de sus autores.
En la Península Ibérica los ejemplos de su empleo son tempranos. Se han reconocido expresivos testimonios de época visigoda, cuyo formulario tuvo continuidad en los siglos siguientes, más en las escrituras hechas por gentes de iglesia que en aquellos negocios entre particulares donde no se especifica la condición de sus redactores.Footnote 1 Entre los siglos IX y XI, aunque no faltan los preámbulos jurídicos, los estudios destacan el predominio de las arengas de carácter religioso o ético, que aparecen en números discretos, sobre todo en las donaciones piadosas, y que atestiguan el conocimiento de las Escrituras en los entornos eclesiásticos que a menudo están detrás de su redacción.Footnote 2 En el contexto de cambio del largo siglo XII, los preámbulos han interesado en el análisis de las prácticas memoriales de algunas instituciones eclesiásticas que creaban y modificaban el recuerdo de sus benefactores.Footnote 3 En fin, para la época posterior las investigaciones se han inclinado sobre todo al estudio de la documentación solemne emanada de las cancillerías regias, viendo en ellos una herramienta de propaganda y legitimación del poder monárquico.Footnote 4
El territorio de Asturias, al norte de la Península Ibérica, donde se había formado a principios del siglo VIII un núcleo de poder que pronto reivindicó la dignidad regia, no fue ajeno a estos fenómenos. El original más antiguo conservado, que es una donación al monasterio rural de Libardón en el año 803, tiene un extenso preámbulo, con cita bíblica incluida (Isa. 58:6).Footnote 5 Pero también se encuentran arengas en negocios entre particulares: en 864 un tal Ausonio donó tierras en Taborneda a cierto don Nuño, del que se decía “seruus uester,” y empleó en el documento uno de los preámbulos jurídicos del formulario visigótico.Footnote 6
Los documentos regios de la época, por el contrario, carecen en su mayoría de esta formalidad.Footnote 7 Resulta igualmente llamativa su ausencia en las instituciones eclesiásticas de la ciudad de Oviedo, a la que los reyes astures del siglo IX habían convertido en su sede y su panteón: a partir del siglo X, tras el alejamiento de la corte, los escribanos catedralicios y monásticos tampoco parecen haberse inclinado por la retórica de los preámbulos, y hay que esperar casi dos centurias, hasta la segunda mitad del siglo XI, para volver a encontrarlos de forma significativa en la documentación asturiana.
En esta época aparecen sobre todo en algunos negocios entre particulares, que siguen empleando el modelo de las fórmulas visigóticas; y en menor medida en otros tipos documentales proclives a este tipo de reflexiones generales, ya sean documentos de ingenuación, cartas de dote, o donaciones piadosas.Footnote 8 Pero aún en la segunda década del siglo XII, cuando la catedral de Oviedo redactó un cartulario en escritura visigótica que es célebre por la profunda refacción de muchos de sus documentos, llama la atención el desinterés del compilador por incluir o mantener preámbulos en los textos que copiaba en ese códice diplomático conocido como Liber Testamentorum.Footnote 9
Con todo, y a pesar de la voluntad arcaizante que se percibe en su escritura, la redacción de un cartulario era un síntoma de las profundas transformaciones que se estaban produciendo en la cultura escrita del Oviedo de la primera mitad del siglo XII, y que pasaban por la progresiva sustitución de la escritura visigótica por la carolina, o por la aparición en el cabildo catedralicio de sucesivos magistri, cuyos nombres enfatizan las influencias culturales ultrapirenaicas que estaban llegando a la ciudad.Footnote 10
Los documentos catedralicios de la época reflejan bien esa renovación. En la época en que se estaba formando la escribanía episcopal, y siguiendo la evolución común de los episcopados leoneses de su tiempo, sus diplomas más solemnes comienzan a incluir extensos preámbulos, primero sobre la caducidad de los bienes terrenos, la conveniencia de las obras piadosas, y del sostenimiento del clero; y ya a mediados del siglo XII sobre la conveniencia de poner los negocios por escrito, en un acuerdo que establecen con la diócesis de Lugo.Footnote 11
Por su parte, el rico archivo del monasterio de San Vicente de Oviedo permite ver la evolución con más claridad. En aquella vieja comunidad de tradición hispánica, la introducción del modelo monástico benedictino vino acompañada por la renovación gráfica. En los años cuarenta del siglo XII coincidieron en su claustro el presbítero Domingo, consumado calígrafo en visigótica, y el exorcista Pelayo, que ya ejecutaba una depurada escritura carolina y mostraba además una clara conciencia diglósica: ambos factores le sitúan en el ámbito de los monjes innovadores que en aquella época renovaban escritura y formulación diplomática como reflejo de una mejorada educación literaria.Footnote 12
El uso que uno y otro hicieron de los preámbulos concuerda con la evolución indicada: apenas la cuarta parte de los documentos redactados por Domingo lleva consideraciones generales sobre la piedad y la salvación, basadas en referencias escriturarias, que podrían acercarse a la definición de arengas.Footnote 13 Por el contrario, Pelayo emplea de forma sistemática reflexiones sobre la salvación y el servicio divino; y además segmenta y define con más claridad la fórmula, comprendiendo que se trata de un elemento singular del discurso diplomático.Footnote 14 No es el único que muestra este uso más cuidadoso: por los mismos años, otros rogatarios que usan la escritura carolina en el entorno de San Vicente incorporan de forma habitual a sus composiciones preámbulos que hablan de fines piadosos, o de la capacidad de disponer de los propios bienes; a ellos se suman desde la década de los cuarenta los de tipo diplomático, que muestran una conciencia renovada del valor de los documentos en la preservación de los derechos.Footnote 15
En 1146, apenas un año después de la concesión del fuero a la ciudad de Oviedo, el ejemplo más temprano conservado de preámbulo diplomático se limita a exponer la idea de que tienen más firmeza aquellos actos que se formalizan “scripto et concilio,” es decir por escrito y en asamblea.Footnote 16 Veinte años más tarde, en 1165, la cuestión se plantea en términos más abstractos, basando en ideas de equidad y razón la necesidad de poner los acuerdos por escrito, al modo en que los glosadores estaban recuperando estos conceptos, y en una dicotomía que se registra en expresiones parecidas por los mismos años en otros lugares.Footnote 17 La concepción abstracta de la justicia, que se había definido en la documentación leonesa de los siglos anteriores en torno a la idea de veritas, avanzaba así hacia una concepción renovada.Footnote 18
Esta formulación más elaborada perduró en Oviedo y su entorno durante más de un siglo.Footnote 19 Aparece por vez primera en una donación de ciertos particulares al obispo de la ciudad, que fue redactada por un presbítero llamado Juan:
Equum et racionabile est ut ea que [donan]tur, ne obliuioni tradantur, literis confirmentur. Eapropter. . .Footnote 20
Tratándose de una donación dirigida al obispo, podría pensarse que su rogatario, el presbítero Juan, fuese un miembro del clero catedralicio. Abunda en el mismo sentido el signo que emplea, una cruz griega patada inscrita en una forma polilobulada, que era desde principios de siglo el signo característico de los escribanos de San Salvador de Oviedo.Footnote 21 Por esos años, varios negocios entre particulares de la ciudad van suscritos por un escribano homónimo, lo que permite suponer en él un cierto prestigio local.Footnote 22
La formación de una pequeña composición retórica
Dos son las vías, permanentemente entrecruzadas, que pueden explicar el desarrollo de estas nuevas ideas en el Oviedo de mediados del siglo XII: por un lado, la propia actividad cultural de la sede episcopal ovetense; por otro, la relación con la cancillería regia.
Aunque las evidencias son relativamente escasas, la capacidad del cabildo catedralicio no debe desdeñarse. A principios de siglo había sido escenario de una de las iniciativas de cartularización más ricas de su tiempo.Footnote 23 Y desde entonces hay algunas noticias sobre la existencia de una escuela capitular de la que sabemos por algunas referencias a maestros: “Fraumundus gramaticus” en 1117, el arcediano y “magister Iwo” antes de 1148, “Iterius magister” o “magister scolarum” en 1149–1154.Footnote 24 A mediados de siglo su cancillería comienza a hacer documentos solemnes.Footnote 25 Y pudo haber salido de aquella escuela el “magister scholarum” Alfonso de Oviedo que estaba en la catedral de Burgos en 1184.Footnote 26 Se puede creer que la función de aquellos maestros era la que se declaraba por los mismos años en el célebre códice Calixtino de Santiago de Compostela, donde se define la gramática como “madre de todas las artes, por la cual se conocen todos los escritos divinos y humanos.”Footnote 27 Y si se puede sacar alguna conclusión de los nombres de dichos maestros, el caso es que los de Iwo, Fraumundus e Iterius son totalmente extraños a la tradición antroponímica local, y apuntan con toda probabilidad al origen foráneo de sus portadores, en una ciudad con un importante componente de pobladores francos en el siglo XII.Footnote 28
Los obispos, por su parte, salían cada vez más de los límites de su diócesis. Martín II (1143–1156) participó en 1148 en el concilio de Reims, actuando también en ocasiones como juez delegado del Papa.Footnote 29 Su sucesor, el obispo Pedro (1156–1161), viajó a Roma en 1157 “pro accipere benedictionem.”Footnote 30 Poco después se logró que el Papa privilegiase la diócesis con exención de metropolitano.Footnote 31 Y luego el obispo Gonzalo (1162–1174) fue un apoyo permanente del rey Fernando II, al que acompañaba con frecuencia en sus desplazamientos por el reino.Footnote 32 En fin, la trayectoria del arcediano Rodrigo, que luego pasó a canciller del reino de León y terminó sus días elevado a la dignidad de obispo, de nuevo en Oviedo (1176–1188), expresa bien la permeabilidad entre sede episcopal y entorno regio, y da el contexto adecuado para que pudieran desarrollarse ideas nuevas.Footnote 33
No se ha conservado, por desgracia, ninguno de los libros que componían la biblioteca capitular en aquella época, de modo que no es posible saber si ya estaban en Oviedo las obras de los maestros seculares de las escuelas del siglo XII; pero las circunstancias antedichas componen un contexto suficiente para el desarrollo de este preámbulo.
La relación con la cancillería regia, por su parte, supone una conexión privilegiada con las nuevas ideas de aquel tiempo. El reinado de Alfonso VII, el Emperador, coincidió con novedades importantes en su oficina de expedición de documentos.Footnote 34 Destaca entre ellas el uso asiduo y consistente de unos preámbulos cuyas preocupaciones fueron cambiando con el paso de los años.Footnote 35
En la etapa en que la cancillería estuvo gobernada por el magister Hugo (1135–1150), media docena de documentos redactados en los años cuarenta ya recogen la idea de equidad y justicia como motor de las donaciones regias: “Equitati et iusticiae conuenit ut unusquisque ei benefaciat qui sibi fideliter et legittime seruit” es su formulación más habitual.Footnote 36
Por su parte, la idea de ratio scripta se usa con frecuencia en los preámbulos diplomáticos redactados a partir de 1152, cuando se hace cargo de la oficina el canónigo compostelano Juan Fernández. Ahora adquieren importancia las arengas que reivindican la escritura como remedio contra el olvido.Footnote 37 Además, incorporan algunos conceptos extraídos del Derecho nuevo: aparece la idea de contractu, presente en las obras de Irnerio o Graciano, y también la auctoritas imperial o la iusticie ratio, que evocan las escuelas jurídicas de su tiempo, y que no tardarán en aparecer en algunas cancillerías. Un diploma de Federico I en 1163 emplea un proemio que recoge ideas similares:Footnote 38
Quia nos dextra potentiae sue sublimatos Christus ecclesie sue defensores esse constituit, equum et rationabile esse videtur ut. . .Footnote 39
Es posible, por tanto, que la cancillería del Emperador estuviera participando en el proceso de recuperación del Derecho romano, y que el viaje legatino del cardenal Jacinto Bobone, que recorrió el reino en 1154–55 acompañado de maestros juristas, haya tenido un papel significativo en la transferencia de aquellos conceptos.Footnote 40
Cuando Juan Fernández ascendió al rango de canciller, en 1154, siguió trabajando a su servicio el notario Adriano, que mantiene en sus dictados categorías similares; esas arengas siguieron enriqueciéndose después de 1155, cuando la cancillería quedó en manos de otro canónigo compostelano, el magister Pedro González.Footnote 41 En fin, cuando el Emperador murió en 1157 el reino quedó dividido entre sus hijos varones y los oficiales de su cancillería se dispersaron.
El notario Adriano, ya citado, pudo ser una de las vías por las que llegaron las nuevas ideas a la ciudad de Oviedo. Adriano trabajó a las órdenes del canciller Juan Fernández entre 1154 y 1156, y en ese tiempo incluyó en sus documentos preámbulos de distinto tipo, destacando entre ellos los que ensalzaban la escritura como remedio contra el olvido, o la necesidad de la ratio iusticie de que las donaciones regias se escribiesen. Sin embargo, la llegada de un nuevo canciller en los primeros meses de 1156 supuso la salida de Adriano de la oficina regia.
A la luz del análisis paleográfico, no hay duda de que prosiguió su carrera como canónigo en Oviedo, donde se encargó en los años siguientes de la redacción de algunos documentos particularmente solemnes. Los preámbulos piadosos que emplea son los mismos que había aprendido junto al canciller Juan Fernández.Footnote 42 Pero destacan otras arengas añadidas a dos diplomas de la reina Urraca, hija ilegítima de Alfonso VII que en esos años vivía en la ciudad al frente de un importante señorío.
La primera de ellas, de 1158, reproduce con fidelidad los preámbulos de Alfonso VII y traslada a la ciudad episcopal del norte los conceptos de memoria, razón y justicia vinculadas a la escritura:
Sicut in omni contractu imperialis testatur auctoritas sit et ratio iusticie exigit ut ea que ab imperatoribus siue regibus fiunt scripto firmentur ne tempore diuturnitatis ea que gesta sunt obliuioni tradantur.Footnote 43
Sorprende el uso de la “imperialis auctoritas” en el documento de una hija ilegítima del rey cuya posición política resultaba bastante inestable.Footnote 44 Y es interesante comprobar que, tres años más tarde, el canónigo Adriano ofrece una elaboración propia de aquellos conceptos en otra donación de la misma persona al monasterio de San Pelayo de Oviedo. El texto recuerda que aquellos bienes se habían enajenado previamente “sine ratione et iusticia;” pero la reparación está presidida por una arenga donde se acentúa la preocupación memorial y el valor de lo escrito como instrumento de protección de los derechos:
Transeunt cuncta nec ulla preteritorum haberi potest memoria, consideravimus igitur ut quorum meminisse vellemus ea posteris manifestanda, litterarum monimentis traderemus, quas nec ignis consumere nec rubigo corrodere nec annorum quantalibet multitudo delere posset memoria.Footnote 45
En definitiva, las ideas expresadas en los diplomas regios llegaban a Oviedo a través de alguno de los oficiales de su cancillería, que además se mostraba capaz de transformarlas, mientras otros escribanos coetáneos hacían sus propias elaboraciones sobre la memoria y la escritura.Footnote 46 Todo ello compone el trasfondo adecuado para la creación del llamado preámbulo asturiano, que ha recibido este nombre por su extraordinaria difusión en este territorio en el transcurso de las décadas siguientes.
La extensión del preámbulo en la ciudad de Oviedo y su entorno
En el último cuarto del siglo XII la herencia visigótica desapareció por completo.Footnote 47 Por los mismos años, se produjo una cierta floración de preámbulos de memoria; pero sobre todo se multiplicó el número de escribanos que empleaban el llamado preámbulo asturiano en la forma recogida por primera vez en 1165.Footnote 48 Desde su primera formulación, presumiblemente en el entorno catedralicio, se extendió a otros presbíteros de los que no consta su vinculación al cabildo, como Juan, Gonzalo, Martín o Martín Pino;Footnote 49 también lo usan escribanos que no indican condición eclesiástica como don Juan, Pedro o Domingo de Argüero.Footnote 50
Varios de estos documentos se refieren a transferencias de casas en la ciudad de Oviedo, y participan de la adaptación del formulario de la compraventa a las singularidades de las propiedades urbanas. Los de principios de siglo hablaban más de sus vicisitudes que de su localización; pero ahora empiezan a describir su ubicación y sus linderos con exactitud creciente.Footnote 51 Con ello, se añaden cláusulas sobre rituales asociados a la transferencia del dominio que también parecen específicos de la diplomática ovetense.Footnote 52 En suma, todo apunta a una sociedad urbana que iba fraguando modelos documentales específicos para sus negocios cotidianos.
Sin embargo, la cláusula pronto se incorporó a los documentos que reflejaban las transacciones de propiedades rústicas. Los negocios que suscriben se sitúan en la propia ciudad de Oviedo o en un radio de unos cuarenta kilómetros alrededor, en distintas localidades de los territorios de Gozón, Corvera, Siero, Laviana o Lena. A tenor de los confirmantes que figuran al final de los mismos, da la impresión de que en la mayor parte de los casos los documentos han sido escritos en la zona a la que se refiere su contenido, y que por tanto los escribanos locales han adoptado un uso que al parecer se generó en Oviedo. La condición eclesiástica de sus autores induce a pensar en la influencia de la sede diocesana sobre los presbíteros locales que redactaban aquellos documentos. Sin embargo, no parece posible pensar en la extensión deliberada de un formulario a toda la diócesis, cuya superficie era mucho mayor.Footnote 53
En efecto, fuera de ese anillo, los ejemplos documentados son ya excepcionales; con ello, la preocupación memorial de los preámbulos adquiere formas distintas.Footnote 54 Resultan particularmente interesantes las vinculadas al monasterio cisterciense de Santa María de Villanueva de Oscos, ya en el extremo occidental de la diócesis, pues insisten también en la necesidad del documento para evitar el olvido, pero lo equiparan en su valor a la voz de los testigos, y sobre todo se evitan ya las referencias a equidad y razón, que así se convierten en características del área central de Asturias.Footnote 55
El declive de los presbíteros notarios haría que, en las décadas siguientes, la producción de documentos diplomáticos tendiese a concentrarse en la ciudad y las villas que progresivamente fueron ocupando el territorio asturiano.Footnote 56 El presbítero Pedro Bono representa bien la transformación de la primera mitad del siglo XIII y permite un estudio más sistemático del modo en que un único escribano empleaba sus fórmulas.Footnote 57
Activo entre 1203 y 1243, de su producción escrita se conservan unos ciento cincuenta documentos, que son compraventas en su mayoría. Vive en la ciudad de Oviedo, en el barrio del obispo del que en una ocasión se declara clérigo, y escritura multitud de negocios para el cabildo catedralicio y los monasterios, pero también para los vecinos, lo que le convierte en escribano al servicio de toda la comunidad. Del mismo modo, no solo actúa en la ciudad, sino que itinera por un territorio amplio del centro de Asturias.
Es muy interesante el hecho de que, aunque a veces lo omite, Pedro Bono emplea el preámbulo asturiano con una asombrosa estabilidad a lo largo de toda su carrera. A diferencia de lo que hace con otras partes del documento, donde no falta una cierta espontaneidad y se advierte una progresión hacia el empleo de las formas romances, la única variedad que se permite en el empleo de la arenga está relacionada con la tipología documental, de modo que el típico “venduntur” muda en “dantur” cuando se trata de una donación, o se reduce otras veces a un genérico “fiunt.”Footnote 58 De hecho, las dificultades de Pedro Bono con el latín cuando trata de describir situaciones particulares llevan a preguntarse hasta qué punto entendía la arenga con la que abría sus ventas, o bien ésta se había convertido ya en una expresión estereotipada y quizá mal comprendida. No en vano, la única excepción es una donación de 1235 dirigida al chantre de la catedral de Oviedo y en la que el escribano puede haber trabajado al dictado de su cliente, que como encargado de los libros de coro se pagaba probablemente de un buen latín. En este caso, la equidad y la racionalidad se sustituyen por la discreción, la bondad y la honestidad, que quizá parecieron más apropiados al titular de aquella prebenda capitular:
Ex bone discrecionis prouidencia procedit ut ea que bone et honeste f[iunt, ne obliuioni tradantur], litteris confirmentur.Footnote 59
La fosilización de la fórmula se expresa en su generalización a buena parte de los escribanos de la época que trabajan en el entorno de la ciudad de Oviedo, y también en la incomprensión que manifiestan algunos de ellos en el momento de usarla. Por un lado, en efecto, su uso parece muy extendido, sobre todo en las ventas y donaciones, aunque también en algunos otros casos como profiliaciones o avenencias, adaptando el verbo a cada situación: venduntur, donantur, fiunt.Footnote 60
Lo emplean sistemáticamente los monjes escribanos de San Vicente de Oviedo, algunos muy repetidos en los documentos de su archivo a partir de los años veinte como el prolífico Alfonso, que lo emplea de forma habitual; también es el caso de Pascasio, que lo usa ocasionalmente.Footnote 61 En la catedral de San Salvador, destaca en su uso el diácono Juan Pérez, que lo emplea con frecuencia en 1235–1249.Footnote 62 Pero igualmente encontramos a otros presbíteros, diáconos y subdiáconos que encabezan con él los documentos que redactan para particulares. Entre los primeros, es el caso de Martín Pérez, rogatario de varios negocios en la ciudad entre 1219 y 1240; de Suero Fernández, que actúa en 1219–1237 en varios negocios próximos a Oviedo; o del presbítero Gonzalo, que escritura algunas compraventas en el territorio de Candamo, entre otros.Footnote 63
La costumbre llega al clero parroquial en algunos casos singulares redactados por el capellán de San Isidoro de Oviedo, por el párroco de Limanes, o bien por otros escribanos anónimos.Footnote 64 Y es posible que sean también párrocos otros muchos presbíteros rurales que escriben en un área geográfica que en esencia coincide con la que ya encontrábamos a fines del siglo XII: se densifican los puntos donde la documentación da pie a esta fórmula, pero en suma sigue tratándose de un entorno de unos cuarenta kilómetros en torno a la ciudad de Oviedo, que parece actuar como foco irradiador.Footnote 65
Fuera del espacio central del territorio asturiano, la fórmula aparece de modo excepcional, y cuando lo hace demuestra el desplazamiento de escribanos que procedían de Oviedo y estaban ocasionalmente en otros lugares. Es lo que ocurre en dos donaciones dirigidas en 1229 y 1239 al monasterio leonés de San Pedro de Eslonza: se trata de bienes situados en la muy lejana localidad de Rueda, pero una de ellas está escriturada por el ya citado Pascasio, monje de San Vicente de Oviedo, lo que explica la difusión de la fórmula fuera de su área habitual.Footnote 66
Era un tiempo de cambio, en el que los distintos escribanos repartidos por el territorio lidiaban como podían con una vieja cláusula que quizá daba empaque a los documentos, pero que también se entendía mal. En algunas ventas se ponía el preámbulo de las donaciones;Footnote 67 y en tipos documentales poco comunes la fórmula se alteraba.Footnote 68 Algunos olvidaban copiar parte del texto; otros atascaban en la ortografía.Footnote 69 En ciertos casos pervertían la gramática.Footnote 70 Y algunos llegaban a decir lo contrario de lo que deseaban, como el presbítero Pedro que en los años treinta del siglo XIII acostumbraba a escribir “Equum et inracionabile est. . .”Footnote 71 En fin, ciertos documentos revelan también su torpeza redaccional en un deficiente empleo de una fórmula aprendida de oídas y mal reproducida, como el que redactó otro Pedro en 1241: “E cum racionabile est udea que uenduntur, ne obliuioni traditur, literis confirmetur.”Footnote 72 Más allá de aquel espacio de unas decenas de kilómetros en torno a la ciudad de Oviedo, la documentación de esta época permite constatar que el uso de este preámbulo no llega a ocupar la diócesis. Se advierte su eco en la montaña central, donde destaca el monasterio cisterciense de Santa María de Belmonte. En algún momento indeterminado del siglo XIII, esta comunidad procedió a una operación de copia de sus documentos más antiguos, pero tomó como modelo de preámbulo de memoria el de un privilegio de Fernando II de 1164: “Ad hoc scripta fiunt ut que ueritatis luce resplendent obliuionis nebula imposterum non obliuicentur. Eapropter. . .”Footnote 73 El hecho de que esta expresión aparezca en otros documentos que solo se conocen en sus copias del siglo XIII, evidencia que el diploma regio era el referente de prestigio, y no la fórmula ovetense.Footnote 74 Esta también se encuentra, pero conviviendo con otras formulaciones que enfatizan la importancia de la escritura para el mantenimiento de los derechos.Footnote 75
Lo mismo ocurre en el bien documentado entorno de la abadía cisterciense de Santa María de Villanueva de Oscos, al occidente. Allí el largo abaciazgo de don Gómez (1230–1262) estuvo marcado por el empleo de unos preámbulos de memoria de elaboración propia que, a su muerte, terminaron por perderse, y el llamado preámbulo asturiano ya no se encuentra.Footnote 76
Secularización de las escribanías y traducción del preámbulo
Era el final de una época. Las disposiciones pontificias y el interés regio por el nombramiento de los escribanos públicos provocaron un alejamiento progresivo de los clérigos de las actividades de redacción de documentos entre particulares. Estas pasaron a ser cada vez más responsabilidad de escribanos laicos, que a su vez consolidaron la tendencia a instalarse en las villas y ciudades que fueron organizando el territorio asturiano.Footnote 77
En una primera etapa, los protagonistas del cambio son los escribanos de concejo, oficiales aparentemente nombrados por la comunidad urbana, que van tomando el relevo en la redacción de negocios entre particulares. El mejor documentado de ellos en la Asturias del siglo XIII fue Rodrigo Martínez, escribano del concejo de Oviedo, al que conocemos en activo entre 1237 y 1262, y del que se conservan casi un centenar de documentos, que en su inmensa mayoría son negocios entre particulares, sobre todo compraventas.Footnote 78 El hecho de que cuente con amanuenses a su servicio y de que atienda a clientes de los municipos aledaños demuestra su prestigio y la solidez de su oficina. El análisis del modo en que emplea los formularios heredados resulta también muy revelador de la manera en que compone sus documentos.
En efecto, Rodrigo Martínez mantiene en esencia la estructura documental que se venía utilizando en Oviedo en las décadas anteriores, pero también evidencia un profundo cambio de época, por cuanto la expresión latina tiende a desaparecer en beneficio de las formas romances, y solo se conserva en algunas cláusulas muy concretas.Footnote 79 No es solo que la cancillería de Fernando III hubiese empezado a emplear el castellano en sus diplomas, facilitando así que aflorasen en los documentos las lenguas habladas.Footnote 80 Más allá de eso, parecen evidentes los problemas de Rodrigo Martínez con la antigua lengua latina, que solo es capaz de emplear en cláusulas muy concretas: la invocación, el preámbulo, y las expresiones “facta karta,” “qui presentes fuerunt,” “et alii plures,” o “scripsit.”Footnote 81 Todo lo demás se expresa generalmente en lengua romance.
En concordancia con lo anterior, el modo en que reproduce el preámbulo asturiano parece demostrar su escaso conocimiento del latín. En el primero de los documentos que conservamos, en enero de 1237, se equivoca y escribe “Et quum e racionabile,” indicio de que ya no entendía lo que escribía.Footnote 82 Hay que esperar a 1241 para que, con una copia más exacta del formulario recibido, sepa reproducir correctamente la forma “Equum et racionabile,” que va a seguir empleando sin variación en los años sucesivos.Footnote 83 Da la impresión, por tanto, de que aquella cláusula había adquirido un valor que la hacía necesaria, por más que para los contratantes y quizá para el propio escribano permaneciera incomprensible. Los errores de copia que se encuentran en algunos ejemplos posteriores apuntan en la misma dirección.Footnote 84
La relativa incomodidad con que la oficina de Rodrigo Martínez empleaba el preámbulo asturiano se expresa en dos direcciones contrapuestas. Por un lado, a partir de 1245 se observa que falta el preámbulo en una porción significativa de sus documentos de venta, sin que pueda apreciarse una pauta clara que explique su ausencia en estos casos.Footnote 85 Pero resulta más significativo el hecho de que en 1260, en uno de sus últimos documentos conservados, ensaye una traducción de este preámbulo al romance asturiano en una venta que, aunque está rota, concluye la arenga diciendo que “non uengant en oblidancia e por letras sean confirmadas. Por ende yo. . .”Footnote 86
No era el primero en hacerlo. Ya en 1255, el escribano Rodrigo Fernández había ensayado una fórmula completamente traducida al escriturar cierta venta a la priora del monasterio de San Pelayo:
Derecho e razón ye que todas aquellas cosas que seant vendudas nen por ventura seant traudas en oblidamento que se renembrent e se confirment por letras. Por esso yo. . .Footnote 87
En los años siguientes, el resto de escribanos de concejo que hemos podido identificar en el entorno geográfico de la ciudad de Oviedo, que no son muchos, se expresan en términos similares. En 1257, el escribano del concejo de Nava abrió un acuerdo sobre la capellanía del lugar mejorando un modelo que adaptaba a la situación, tanto en la expresión de la acción como en la prosodia: “Equum et rationabile est ut ea quae conveniunt, ne obliviscantur, litteris mandentur.”Footnote 88
Sin embargo, en seguida volvemos a encontrar la traducción al romance de unas arengas donde, junto a la conversión de rationabile en razón, la idea de equidad se convierte en una referencia explícita al Derecho. Es lo que ocurre en Grado en 1268, en una pieza “rovrada enna pobla,” por la que el escribano del concejo escrituraba la venta de ciertas propiedades al monasterio cisterciense de Belmonte. Lo hacía con el tipo gráfico renovado que será característico de los primeros notarios públicos, y la presentaba con el preámbulo ya plenamente traducido:
Derecho ye e razón que todas las cosas que foren uendidas, nen a oblidamiento sean dadas, que sean por letras confirmadas. Por esso hyo. . .Footnote 89
Una solución parecida aparece en la puebla de Salas en 1282, cuando el escribano Fernán González rubrica una venta entre particulares en términos similares:
De derecho e de raçón ya que todas las cosas que se uienden, nen per auentur uenan a oblidançia, e que se confirmen per letras. Por eso yo. . .Footnote 90
En suma, los escribanos de concejo representaban una nueva etapa en la producción de escrituras en el reino. Con toda probabilidad eran laicos de origen local que adaptaban los viejos formularios a la lengua común y a la escritura de su tiempo, y representan la expresión final de un preámbulo que había protagonizado durante décadas la documentación local. Su trabajo contrasta con el de los últimos representantes de la época anterior, tanto en el entorno catedralicio como en ámbito rural. En Oviedo, el escribano del cabildo Simón Pérez solo emplea el preámbulo asturiano, ya traducido, en su más antiguo documento, una venta de 1262, para luego no volver a utilizarlo.Footnote 91
La implantación del notariado público y la desaparición del preámbulo
La culminación del proceso llegó con la implantación del notariado público en Asturias, en el último tercio del siglo XIII.Footnote 92 Y alcanzó su expresión más clara en la singular trayectoria de Nicolás Yáñez, que es el primer notario público documentado en la región.Footnote 93 Nicolás Yáñez era nieto del presbítero Pedro Bono, según declara él mismo en una de sus primeras actuaciones documentales, en 1255, donde se presenta como nieto de don Pedro Bono, “escriván que foe.”Footnote 94 A través de un centenar de documentos que han perdurado hasta nuestros días sabemos que en sus primeros años trabajó al servicio del escribano del concejo de Oviedo, Rodrigo Martínez, al que define en ese mismo documento como “so amo.” Sin embargo, la mayor parte de su carrera, a partir de 1263, transcurrió como notario público nombrado por el rey en la ciudad.
Lo interesante es que, de una etapa a otra, Nicolás Yáñez mudó su escritura y sus formularios. En la primera fase lo emplea sistemáticamente, en su forma latina, en los diez primeros documentos que redactó, una variada serie de ventas datadas entre 1255 y 1259.Footnote 95 Incluso lo incorpora en 1258 en su forma más genérica — “ea que fiunt” — al documento por el que ciertos particulares retiraban una demanda que tenían contra el monasterio de San Vicente de Oviedo.Footnote 96 Hay una segunda fase, a partir de 1259, en que las cosas cambian de forma significativa. En primer lugar empieza a emplear la versión traducida de la arenga.Footnote 97 Luego se observa que la mayoría de las ventas que suscribe eluden el preámbulo, que se reduce ya a casos excepcionales, tanto en latín como en romance.Footnote 98 Y en fin, a partir de 1263, en que regresa a la ciudad con su nuevo oficio de notario público del rey, el preámbulo desaparece de sus escrituras para siempre. Nicolás Yáñez permaneció como notario público de Oviedo durante treinta años, y de esa larga etapa han perdurado más de sesenta documentos, pero ninguno de ellos incorpora ya el preámbulo que había empleado sistemáticamente en sus primeros trabajos.
En el resto del territorio asturiano, la evolución fue similar. No hemos encontrado ningún ejemplo de su uso en los documentos de los otros notarios públicos de Oviedo, que se acercan al millar de piezas en el primer siglo de su implantación, ni en los del resto del territorio sometido al señorío del rey, que suman unos cuatrocientos ejemplares en el mismo periodo. Del mismo modo, en el señorío de los obispos de Oviedo, donde los testimonios pertenecen sobre todo al siglo XIV, el preámbulo asturiano desaparece por completo.Footnote 99 Se sumaban así los notarios públicos asturianos a la norma general de los del reino, cuyos documentos carecen prácticamente de esta solemnidad.Footnote 100
Conclusiones
El análisis del llamado preámbulo asturiano, de uso muy común en este territorio septentrional del reino de León entre los siglos XII y XIII, contribuye a comprender mejor la vitalidad cultural del Oviedo del siglo XII y los procedimientos de redacción de documentos privados en las décadas previas a la instauración del notariado público. En un espacio donde las arengas de época visigótica habían tenido un impacto discreto, la presencia a mediados del siglo XII de un culto notario procedente de la cancillería regia favorece el arraigo de un preámbulo original que recoge algunos conceptos singulares del Derecho nuevo, y expresa la preocupación de la época por hacer de los documentos escritos títulos de propiedad y garantías de derechos. Su perpetuación durante décadas, y los problemas crecientes que experimentaron escribanos cada vez menos duchos en el uso del latín, acreditan el prestigio de la fórmula en la conformación del modelo común de documentos de derecho privado en la ciudad de Oviedo y su entorno, que terminó ella misma por traducirse al romance asturiano. Su final coincidió con la instauración del notariado romanista, una institución de creciente perfil técnico que vino a suponer la solución definitiva a la escrituración de negocios entre particulares, y en cuyas producciones, al igual que ocurre en el resto del reino, la retórica de los preámbulos dejó de tener sentido.