Este artículo de H. G. Beckh, el tercero de la serie «Las reagrupaciones de familiar es en Europa durante y tras la Segunda Guerra Mundial», nos lo entregó su autor el 23 de abril de 1981; no había terminado toda la reseña; su autor falleció unos días después.

H. G. Beckh fue muchos años delegado del CICR y, como tal, mantuvo siempre gran discreción, aunque prestó durante unos 30 años, activos e importantes servicios en las negociaciones y en la organización de reagrupaciones de familiares en Europa. Era la única persona que conocía algunos hechos, acerca de los cuales informa. Por estas razones, la Revista Internacional decidió publicar, aunque algunos puntos requerirían mayor aclaración, este artículo de H. G. Beckh.

Hay generalmente en la Cruz Roja, en cuanto a la aplicación, por las Sociedades nacionales, de las resoluciones que toman las Conferencias Internacionales de la Cruz Roja, dos ideas principales:

1. Las resoluciones no son obligatorias;

2. Las Sociedades nacionales aplican voluntaria y satisfactoriamente las resoluciones.

La finalidad de este estudio es examinar la exactitud de estas dos ideas principales.

En general, no son obligatorias las resoluciones tomadas por organizaciones internacionales intergubernamentales; sólo puede variar esa situación cuando las Partes deciden de manera diferente. Este principio fundamental es unánimemente reconocido.

La Revolución de febrero de 1917 había desgarrado considerablemente a la Cruz Roja Rusa, los más de cuyos miembros dirigentes eran allegados de la familia imperial. Una de las primeras decisiones del Gobierno provisional fue purgar la direccion general, a mediados de marzo de 1917, en la epoca misma en que Nicolas II abdico imitado por su hermano Miguel. Siguio un periodo muy turbulento en el transcurso del cual «Soviets» de empleados de la Sociedad intentaron crear células en la Dirección; resultó para la Institución una indudable democratización, pero también una considerable desorganización. La Revolución de octubre aumentó la confusión, que fue agravándose hasta el 6 de enero de 1918, fecha en la que un decreto del Soviet de los comisarios del pueblo confiscó, en beneficio del Estado, todos los bienes de la Cruz Roja nacional, decretó la disolución de su Comité y nombró a un nuevo encargado de reorganizar la Sociedad.

Tenemos el honor de comunicarles que el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció oficialmente, el 15 de octubre de 1981, a la Sociedad de la Cruz Roja de Tonga.

Con este reconocimiento, que es una nueva etapa para la universalidad de la Cruz Roja, se eleva a 127 el número de Sociedades miembros de la Cruz Roja Internacional.

La nueva Sociedad nacional solicitó oficialmente, el 2 de abril de 1981, su reconocimiento por el Comité Internacional. En apoyo de su solicitud, comunicó un informe sobre sus actividades, el texto de sus Estatutos y una copia del «Tonga Red Cross Society Act, 1972» en el que se la reconoce como Sociedad asistencial voluntaria, auxiliar de los poderes públicos, en especial del servicio de Sanidad de las fuerzas armadas.

Tenemos el honor de comunicarles que el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció oficialmente a la Sociedad de la Media Luna Roja de Qatar.

Con este reconocimiento, que surte efectos desde el 26 de octubre de 1981, se eleva a 128 el número de Sociedades miembros de la Cruz Roja Internacional.

La nueva Sociedad nacional solicitó oficialmente, el 4 de octubre, su reconocimiento por el Comité Internacional. En apoyo de su solicitud, comunicó diversos documentos, entre los cuales un informe sobre sus actividades, el texto de sus Estatutos, su acta de constitución y una copia del decreto ministerial del 27 de agosto de 1981. El acta de constitución y los Estatutos de la Sociedad fueron aprobados por el Gobierno, como se indica en el citado decreto ministerial.

Sir Geoffrey Newman-Morris, una de las más conocidas y populares personalidades de la Cruz Roja International, falleció el 19 de octubre de 1981.

Nació el año 1909 y, como su padre, ejerció la profesión de cirujano y ocupó el cargo de presidente de la Cruz Roja Australiana, desempeñando ambos cometidos, en la profesión médica y en la Cruz Roja, con distinción.

Se inició como médico en el ejército, cuando fue movilizado el año 1939, al finalizar sus estudios, y prestó servicios hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial.

La Liga de Sociedades de la Cruz Roja recibió, consternada, la noticia de la muerte en grave accidente, el 17 de febrero pasado, del señor Charles-André Schusselé, su abnegado colaborador durante 37 años.

Nació en Ginebra, el año 1916, de una familia que contaba entre sus miembros a uno de los primeros delegados del CICR: su abuelo había participado, bajo la dirección del doctor Louis Appia, uno de los fundadores del CICR, en una misión durante la guerra franco-prusiana de 1870–1871.

Así pues, dedicándose a las obras humanitarias, tras haber obtenido su licencia en derecho en la Universidad de Ginebra, el señor Ch.-A. Schusselé continuó una tradición familiar. Presidió, de 1938 a 1941, la sección ginebrina del Movimiento de la Juventud Suiza de lengua francesa.

La República de Mauricio depositó, el 22 de marzo de 1982, sus instrumentos de adhesión a los Protocolos adicionales I y II a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales y no internacionales, aprobados el 8 de junio de 1977 en Ginebra.

Fueron registrados dichos instrumentos el 22 de marzo de 1982 y los Protocolos, de conformidad con sus disposiciones, entrarán en vigor, para la República de Mauricio, el 22 de septiembre de 1982.

Con esta adhesión, son 22 los Estados Partes en el Protocolo I y 20 en el Protocolo II.

En febrero, el señor N. de Rougemont, jefe de la delegación del CICR en la República Sudafricana, mantuvo conversaciones con el ministro de la Polícia, el comisionario de la policía y altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores. Se trataron varios puntos, en particular la posibilidad, para los delegados del CICR, de visitar a nuevas categorías de detenidos en la República Sudafricana y organizar reuniones en la frontera con Angola entre delegados residentes en Windhoek y otros delegados en N'Giva (sur de Angola), para facilitar el intercambio de mensajes familiares y el envío de paquetes a los prisioneros de guerra angoleños detenidos en Namibia/Sudoeste africano.

El 12 de febrero, dos delegados del CICR en Pretoria visitaron de nuevo al prisionero soviético detenido por las autoridades. Era la quinta visita del CICR a este prisionero.

La Medalla Henry-Dunant, que se adjudica para reconocer y recompensar los servicios excepcionales o los actos de gran abnegación, por la causa de la Cruz Roja, de uno de sus miembros, ha sido asignada este año a:

la señora Alexandra Issa-el-Khoury, de la Cruz Roja Libanesa;

el señor Ismael Reyes Icabalceta, de la Cruz Roja Nicaragüense;

el señor Melchior Borsinger, ex delegado del CICR;

la señora Krista Djordjevic, de la Cruz Roja Yugoslava, a título póstumo.

Desde hace mucho tiempo, la Cruz Roja utiliza la imagen para dar a conocer sus actividades y para difundir sus principios.

En los primeros tiempos, los croquis y los dibujos ilustraban sus publicaciones; después, se ha utilizado la fotografía que ha ido ocupando y mantiene un lugar considerable en la transmisión del mensaje de la Cruz Roja.

Además de la imagen inmóvil, la Cruz Roja comenzó a emplear, en cuanto estuvo a su disposición, la imagen móvil del cinematógrafo. ediante reportajes filmados sobre sus diversas acciones o películas didácticas, el cine ha aportado su importantísima contribución para la divulgación y el desarrollo de la Cruz Roja entre el público y para la formación de su personal.

La total erradicación de la viruela es un acontecimiento sin par en la historia de la medicina y de la salud pública.

Desde los tiempos más remotos, la viruela ha sido uno de los peores azotes de la humanidad y, todavía a comienzos del sieglo XX, causó víctimas en casi todos los países del mundo. Sin embargo, los progresos fueron rápidos tras la recomendación, formulada en 1966 por la Asamblea Mundial de la Salud, de intensificar la correspondiente campaña de erradicación. En 1977, la erradicación mundial parecía inminente y, el 8 de mayo de 1980, la Asamblea Mundial de la Salud ratificó, por unanimidad, las conclusiones de la Comisión Mundial para la Certificación de la Erradicación de la Viruela, es decir, que se había conseguido la erradicación de la viruela en todo el mundo y que ya no había elemento alguno que permitiera pensar que podría reaparecer como enfermedad endémica.