Desde sus orígenes y por su existencia misma, nuestro Movimiento procura contribuir a la paz en el mundo.
Durante más de 120 años, ha tratado sinceramente de limitar, mediante su acción y las disposiciones del derecho humanitario, los horrores de la guerra, de la que nació. En realidad, lo que hace, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, ejerce una influencia pacificadora —directa o indirecta— sobre las causas mismas de los conflictos y contribuye, así, al proceso dinámico hacia una paz verdadera.
Porque, para nuestro Movimiento, «la paz no es mera ausencia de guerra, sino un proceso dinámico de colaboración entre todos los Estados y todos los pueblos, una colaboración fundada en la libertad, la independencia, la soberanía nacional, la igualdad, el respeto de los derechos humanos, así como en una justa y equitativa distribución de los recursos para satisfacer las necesidades de los pueblos».