El señor Jacques Chenevière, fallecido el 22 de abril pasado, fue un hombre que dedicó, durante más de medio siglo, muy gran parte de sus energías a la obra de la Cruz Roja. Lo atestiguan algunas fechas:

Ya en septiembre de 1914, respondiendo al llamamiento de Gustave Ador, fundó, con la señora Frick-Cramer, la Agencia Internacional de prisioneros de guerra. En noviembre de 1919, fue nombrado miembro del CICR al que continuó prestando servicios no poco de su tiempo. En 1939, al estallar la segunda guerra mundial, se le confió, una vez más, la dirección de la Agencía Central renaciente; condujo la « puesta a punto » de los diversos servicios y, cuando se sabe que la Agencia hizo, desde el comienzo hasta el final de la contienda, cuarenta millones de fichas, y que transmitió veinticinco millones de mensajes civiles, se comprende por qué el señor Jacques Chenevière hubo de entregarse sin reservas a una labor abrumadora que requería su permanente presencia.