Debido a las proporciones del flujo de refugiados de ex Yugoslavia, sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados convocó, el 29 de julio de 1992, en Ginebra una conferencia con el fin de movilizar a la comunidad internacional en favor de las más de 2.300.000 personas que han huido de los combates desde el comienzo de la crisis yugoslava en 1991.

Participaron en la reunión, presidida por el consejero federal suizo señor Arnold Koller, los representantes de 86 Estados, 11 organismos intergubernamentales y 2 ONG, que escucharon sucesivamente las intervenciones del señor Jan Eliasson, subsecretario general de las Naciones Unidas encargado de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, de la señora Sadako Ogata, alta comisionada de las Naciones Unidas para los refugiados y del señor Cornelio Sommaruga, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja.

El presidente del CICR, tras denunciar lo que denominó «un proyecto basado en la exclusión del otro», declaró: “Pienso en los terribles estragos de la «purificación étnica», que hacen uso del terror indiscriminado contra la población, la intimidación y el acoso de las minorías, el internamiento masivo de civiles, la toma de rehenes, la tortura, las deportaciones y las ejecuciones sumarias.