Published online by Cambridge University Press: 29 January 2010
Cuando se creó, el CICR, reconociendo la imprevisibilidad e inevitabilidad de la guerra, tenía la esperanza de poder atenuar sus consecuencias más funestas, gracias a sus actividades humanitarias de protección y de sensibilización con respecto al derecho intemacional humanitario. Todas las actividades de la Institución tienen origen, pues, en la guerra: la asistencia médica y los socorros se prestan en función del número de víctimas, la protección a los prisioneros obra en favor «de las personas detenidas a causa de la situación»; la Agencia Central de Búsquedas intercambia mensajes familiares cuando se interrumpen las comunicaciones, busca a las personas desaparecidas a causa del conflicto, reúne a los familiares separados por los acontecimientos. Las únicas actividades que no responden exclusivamente a necesidades generadas por la guerra son la difusión del derecho y de los principios humanitarios y la cooperación con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
1 Ya el año 1869, en la resolución final de la II Conferencia Intemacional de la Cruz Roja se dice que: «El conocimiento de los artículos del Convenio de Ginebra debe difundirse lo más ampliamente posible, especialmente entre los soldados».
2 Según los textos de los Convenios de Ginebra y de los Protocolos, la responsabilidad por lo que atañe a la difusión del derecho humanitario incumbe, en primer lugar, a los Estados que se han comprometido a hacerlo conocer y a respetarlo cuando ratificaron estos textos. Al mismo tiempo, corresponde al CICR apoyar estos esfuerzos, según la responsabilidad que se le asigna en los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (artículo 5, párrafo a) y g).
3 Véase el artículo de Grünewald, F. en el presente número de la Revista, pp. 288–308.Google Scholar
4 Conviene destacar que el CICR tropieza con dificultades para trabajar en regiones de gran densidad de población, como los barrios pobres. En Perú, por ejemplo, la delegación tuvo que renunciar a prestar asistencia a las víctimas de la violencia en las chabolas de Lima, porque era inconcebible que se ayudase a una pequeña parte de la población cuando unos dos millones de personas vivían en las cercanias por debajo del umbral de pobreza. Ahora bien, estos ambientes son los primeros en que se afianzan los conflictos de identidad y las guerras civiles.
5 Véase el análisis de la nueva tipología de los conflictos de Kaplan, Robert: «The coming anarchy» en Atlantic Monthly, febrero de 1994, pp. 44–76.Google Scholar
6 Doctor Hönck, Wilhelm, secretario general de la OSCE, «CSCE works to develop its conflict prevention potential», NATO Review, abril de 1994, pp. 16–22.Google Scholar
7 Hay que destacar el tírmino preventive, puesto que la difusión en el conflicto responde tambiín a objetivos operacionales tales como garantizar la seguridad de la acción y del personal y permitir el acceso a las víctimas.
8 Nos referimos, en particular, al papel desempeñado por el CICR durante la crisis de Cuba (1962), en Santo Domingo (1965) y en El Salvador (1989).
9 Véase el Manual sobre la solución pacífica de los conflictos entre Estados, Naciones Unidas, Nueva York, 1992.Google Scholar
10 Véase el documento Minorities and prevention of conflicts: role of National Red Cross and Red Crescent Societes, Instituto Henry Dunant, 1993, pp. 34 a 38.Google Scholar
11 Véanse los artículos 3 y 6 de los Estatutos del Movimiento.
12 Para más detalles acerca de estas experiencias, víase Minorities and prevention of conflicts, op. cit., pp. 22–29.Google Scholar
13 Véase, en particular, Acción en favor de la paz — Resoluciones sobre la paz adoptadas desde 1921 por el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, CICR, Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, Ginebra, 1986Google Scholar y los informes de las Conferencias Mundiales de la Cruz Roja sobre la paz (Belgrado, 11–13 de junio de 1975 y Aaland/Estocolmo, 2–7 de setiembre de 1984).
14 En las líneas que siguen, la cooperación fue dejada expresamente de lado, ya que, en una situación de violencia armada, la cooperación con las Sociedades Nacionales se centra en la capacidad de éstas para responder a la urgencia. Se ha desarrollado, sobre todo, la capacidad de llevar a cabo actividades correctivas (primeros auxilios, evacuación de las víctimas, etc.), en perjuicio de las actividades de prevención de las que trata este artículo. Pero conviene señalar que todavía hay que encontrar un medio para que las actividades correctivas en los estados de urgencia sirvan a largo plazo, para reforzar la Sociedad de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
15 David, Eric, Principes de droit des conflits armés, Bruselas, 1994, p. 533.Google Scholar
16 Ibid., p. 535
17 Informe del seminario del Banco Mundial «Demobilization and Reintegration Programs for Military Personnels» París, 28 de octubre de 1994.Google Scholar