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Centros comerciales e industria rural en tierra de campos: Transformaciones demográficas, propiedad agricola e ingresos familiares en el siglo XVIII
Published online by Cambridge University Press: 28 April 2010
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El presente trabajo no pretende ser un estudio de la dinámica campociudad en su conjunto, sino un análisis de sus efectos y del grado de dicha vinculación en lo que se refiere al desarrollo de las actividades secundarias en un marco cronológico y geográfico muy concreto: la Tierra de Campos en el siglo XVIII. Igualmente se pretende incidir en el hecho, reconocido por las explicaciones actuales del arranque industrial dentro de una economía de Antiguo Régimen, de la importancia de las estructuras agrarias y, sobre todo, de la necesidad de una especialización regional del trabajo para el desarrollo económico. Y, por último, se trata de apuntar una serie de posibles vías, métodos y fuentes para el conocimiento de la composición y distribución del ingreso campesino, ya que éste es, según muestran los estudios referentes a otras zonas de Europa, un factor importante de la dedicación a actividades textiles de la población rural;
- Type
- Quinta sesión de trabajo: Sector agrario y actividades económicas urbanas, siglos XVI–XVIII. Moderador: F. Ruiz Martin
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- Copyright
- Copyright © Instituto Figuerola de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Carlos III de Madrid 1984
References
1 Entre otros muchos, se puede tener presente el trabajo de Jones, E. L., «Los orígenes agrícolas de la industria», en Agricultura y Capitalismo, Madrid, 1974, pp. 303–341.Google Scholar
2 El hecho ha sido puesto de relieve por diferentes investigadores para los distintos países de Europa; pero quizá uno de los estudios más típicos, junto con otros de la histo riografía inglesa, sea el de Mendels, F. F., «Agriculture and Peasant Industry in Eighteenth-Century Flanders», en European Peasants and Their Markets. Essays in Agrarian Economic History, Princeton, 1975, pp. 179–203.Google Scholar
3 Larruga, E., Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio., fábricas y minas de España…, Madrid, 1973, t. XXVI, p. 4.Google Scholar
4 Véase, por ejemplo, la respuesta de Autillo de Campos a la pregunta 32 del cuestionario del Catastro de Ensenada, Dirección General de Rentas, 1.a remesa, lib. 475, Archivo General de Simancas.
5 Larruga, E., op. cit., t. XXVI, p. 20.Google Scholar
6 Ibidem.
7 Dirección General de Rentas, l.a remesa, lib. 475, Autillo de Campos, pregunta 32.
8 Para una sistematización de los posibles cambios producidos por la expansión de la industria rural y sus consecuencias en una estructura económica, véanse las notas preparato rias a la Sección de Protoindustrialización del VIII Congreso Internacional de Historia Económica, de Budapest (1982), por Franklin Mendels. También, de este mismo autor, y más centrado en el caso de Flandes: «Proto-industrialization: The First Phase of the Industrialization Proces», en Journal of Economic History, vol. XXXII (1972), pp. 241–261.
9 Para este tema, aunque con un planteamiento más general que el que aquí nos ocupa, González Enciso, A., «La industria lanera dispersa en Castilla en el siglo XVIII», en Cuadernos de Investigación Histórica (1978), núm. 2, pp. 269–289.Google Scholar
10 Interesante como resumen y crítica de diversos trabajos que tienen en cuenta todo este proceso en conjunto es el artículo de Jeannin, P., «La protoindustrialization: developpement ou impasse?», en Annales ESC (enero-febrero 1980), pp. 52–65.Google Scholar
11 Véase en este punto lo escrito por Mendels, F. en «Aux origines de la proto-industrialization», en Bulletin du Centre d'Histoire Economique et Sociale de la Region Lyonnaise, núm. 2 (1978), pp. 19 y ss.Google Scholar, donde, aparte de recoger las teorías de Roger Dion al respecto, trae oportunamente a colación las constataciones de Pierre Goubert, Charles Tilly y J. Dupâquier y J. Jacquart. Igualmente, este hecho ya fue insinuado, para la Castilla del siglo XVI, por Gentil De Silva, J., Desarrollo económico, subsistencia y decadencia en España, Madrid, 1967, pp. 32 y 33.Google Scholar
12 Vignobles et vins du nord-ouest de L'Espagne, t. I, Burdeos, 1967, mapa de p. 377.
13 Dirección General de Rentas, 1.a remesa, libs. 652, 482, 477 y 475, Archivo General de Simancas.
14 Las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada hacen, frecuentemente, refe rencia a la carencia de taberna pública en estos pueblos porque los vecinos venden en sus casas el vino de su cosecha. Véase, por ejemplo, el caso de Frechilla, ibidem, lib. 477.
15 Para la elaboración del apéndice 1 hemos partido de los libros de Hacienda correspondientes a las Respuestas Particulares del Catastro de Ensenada de Frechilla: Libros de Haciendas de Seglares, núm. 14693–6, Archivo Histórico Provincial de Palencia. Hemos de precisar que todas las cifras han sido tomadas tal y como son ofrecidas en dicha fuente, sin descontar, para el caso de los ingresos procedentes de la tierra, ningún gasto de amortización de costes de producción. Sólo en el caso de los procedentes de tierras de cereal hemos descontado, según las calidades y tipos de cultivo, el valor de la semilla, guiándonos para ello de los rendimientos recogidos en las Respuestas Generales. De esta forma se intenta una mayor aproximación a los ingresos netos —que es el criterio con que se dan las utilidades de otro tipo de fuentes de riqueza, como el trabajo industrial, ganado, etc.—, aunque es claro que es sólo una aproximación porque habría que descontar también otros costes de producción en el caso del cereal y, evidentemente, en el del viñedo, que, por no gastar semilla, se presenta de forma bruta, aunque de todos es sabido los gastos de mantenimiento que dicho cultivo supone. Esto último es importante porque las cifras que a continuación se dan como ingresos procedentes de la vid se han de leer correctamente, teniendo en cuenta que están por encima de las reales.
16 Se ha hablado, sobre todo, de la tendencia en el seno de las comunidades ocupadas en la industria rural a adelantar la edad de matrimonio, así como de una propensión a aumentar la natalidad y el número de miembros de la familia, como vehículo de crecimiento de la célula básica de producción que es la propia familia. Véase a este respecto la crítica de Jeannin (op. cit., pp. 56 y ss.) a este tipo de teorías. Igualmente, esto pudo ser, según Mendels («Proto-industrialization…», op. cit., pp. 249–253), la causa de un crecimiento poblacional gracias a la obtención de ingresos suplementarios, así como una amortiguación de las crisis de subsistencia y de sus repercusiones ert la población, produciéndose así una menor dependencia del crecimiento del número de individuos con respecto a la producción agrícola.
17 Para que las cifras sean, al tiempo que un contraste de nuestras hipótesis, coherentes con los cálculos que se suelen hacer al referirse al problema del coeficiente, hemos partido de los mismos presupuestos observados en la época; es decir, contando a las viudas y solteras como medio vecino.
18 Hemos hecho la diferencia labradores-jornaleros para Medina de Rioseco, y no para Frechilla, debido a que si bien para dicha ciudad los jornaleros rara vez poseen alguna parcela de tierra, no ocurre así en la segunda; en ésta, la distinción suele radicar más en la posesión o no de animales de labor (un par de muías o bueyes), por lo que se da el caso de que, con cierta frecuencia, se encuentran empadronados como jornaleros individuos con unos ingresos superiores a otros que lo están como labradores, con lo cual el matiz introducido en la distinción de cifras en el cuadro no sería el mismo que para Medina de Rioseco, pues a grosso modo hace referencia a una diferencia económica importante y de repercusiones lógicas en la composición familiar. Hay que precisar también que para el cálculo de las cifras de hijos de artesanos referentes a Medina de Rioseco se ha realizado un sondeo entre los individuos encuadrados en el sector secundario y pertenecientes a los oficios de albañiles, caldereros, canteros, carpinteros, cuchilleros, estamañeros, freneros, latoneros, pasamaneros de lana hilaza, pasamaneros de seda, puertaventanistas, tallistas, tejedores y zapateros de obra prima, que suman una muestra de 227 cabezas de familia.
19 He de expresar aquí mi agradecimiento a don Francisco Herreros, párroco de Frechilla de Campos, que tuvo la amabilidad de cederme la serie de bautismos de dicha villa.
20 López, Tomás, Diccionario Geográfico de España, ms. 7350, fol. 369Google Scholar, BN.
21 La población de Medina de Rioseco debió evolucionar de una forma, si no exacta, sí próxima a la que expresan las siguientes cifras: año 1752, 5.880 habitantes (Catastro de Ensenada); año 1787, 5.283 habitantes (Censo de Floridablanca); año 1845, 4.500 habitantes (Diccionario Madoz).
22 En un memorial sobre la industria de la ciudad recogido por LARRUGA (Memorias…, op. cit., p. 12), las fuerzas vivas de ella hacen alusión a «tantas familias de fabricantes que por sus costes medios se han visto en precisión de abandonar sus telares, dedicándose a peones de albañil».