Published online by Cambridge University Press: 24 October 2022
Mucho se ha escrito y especulado sobre las culturas negras de América. Y cuando pensamos en ellas en abstracto, casi siempre acuden a la mente las mismas imágenes: dioses africanos, sistemas esotéricos de adivinación, collares de colores, medicina mágica, fieles en estado de trance. Esto se debe, en primer lugar, a que éstos han sido y siguen siendo elementos importantes del patrimonio cultural de numerosos grupos negros de nuestro continente. Se debe también a que, gracias a la paciente labor de investigadores tales como Roger Bastide, Fernando Ortiz, Lydia Cabrera, Alfred Metraux y otros, hoy poseemos una riquísima—aunque no exhaustiva—información acerca de la cultura de muchos de esos grupos. Existe, sin embargo, otro mundo negro casi totalmente inexplorado. En éste, el recuerdo del Africa no se advierte a flor de piel y las raíces de su tradición oral y de sus prácticas religiosas son, al menos en ciertos aspectos formales, más europeas que africanas.
Nuestro agradecimiento a Jorge Castellanos y a E. Michael Gerli por sus acertadas críticas y sugerencias.
1. Roger Bastide, African Civilisations in the New World (Nueva York: Harper & Row, 1971), p. 24. Traducción nuestra. Para una discusión más actualizada del tema, véase la obra de Lawrence B. Levine, Black Culture and Black Consciousness (Nueva York: Oxford University Press, 1977).
2. Véase al respecto Mariano Sendoya, Caloto ante la historia, vol. 2 (Cali: no ed., 1975).
3. Casi todos los datos acerca de las Adoraciones que aquí aparecen fueron recogidos durante tres años de trabajo de campo en la zona norcaucana, de 1977 a 1980.
4. Esa forma de transmisión explica las irregularidades métricas que son obvias en estas composiciones. Nosotros citamos textualmente a los recitadores.
5. Los múltiples significados de los dos Niños han sido estudiados en el libro de Jaime Atencio e Isabel Castellanos, Fiestas de negros en el norte del Cauca: las Adoraciones del Niño Dios (Cali, Colombia: Departamento de Publicaciones de la Universidad del Valle, 1982).
6. Los pastores casi nunca usan un traje especial, sino que en el lenguaje de la región, “van vestidos de particular.”
7. Los blancos de Caloto se refieren a la Adoración como a “El Mamarón” o “Los Mamarones,” a pesar de que ésta es una danza restringida a muy pocas veredas—quizás a una sola.
8. Dicen nuestros informantes que en una de las versiones de Reyes no aparece Singo. En todas las que hemos presenciado este personaje ha estado presente.
9. Hemos asistido a la Adoración de los Reyes Magos en Villarrica, La Dominga, La Arrobleda y Guachené. El fragmento que aquí reproducimos es parte del texto que nos fue amablemente suministrado por Leonor Lucumí, una de las directoras de la “comedia” en el norte del Cauca.
10. George C. Barker, The Shepherds' Play of the Prodigal Son, Coloquio de pastores del hijo pródigo (Berkeley: University of California Press, 1953), p. 142.
11. Bastide, African Civilisations, p. 186.
12. En la Adoración norcaucana esta danza parece estar relacionada con la fertilidad y la procreación. Los hombres que interpretan a la mula y al buey ajustan a sus hombros cuerdas que sostienen unas armazones de bambú o guadua recubiertas de papel o tela y que representan los cuerpos de las dos bestias. Estas armazones descansan a la altura de la pelvis de los bailarines, y los cuellos y cabezas de dichos animales parecen enormes falos erectos que son balanceados con movimientos claramente copulativos.
13. Lily Litvak, El nacimiento del Niño Dios (Austin: University of Texas Press, 1973), p. 1.
14. Importantes excepciones son Barker, The Shepherds' Play; M. R. Cole, Los pastores (Boston y Nueva York: Memoirs of the American Folklore Society, Vol. 9, 1907); y Stanley L. Robe, Coloquios de pastores from Jalisco, Mexico (Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1954). Con respecto a la Adoración de los Reyes Magos, véase el interesante artículo de Michael J. Doudoroff, “Sobre la naturaleza del Auto de los Reyes Magos en época moderna,” Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 29 (1973): 417–26.
15. Ramón Menéndez Pidal, Textos medievales españoles (Madrid: Espasa Calpe, 1976), p. 169. Robe se refiere a un drama de Epifanía que se representaba cerca de Guadalajara en el siglo dieciséis y que guarda muchas semejanzas con la Adoración de Reyes del norte del Cauca. Este autor señala, además, cómo algunas escenas recuerdan al Auto de los Reyes Magos. Ver Robe, Coloquios, pp. 9–10.
16. Menéndez Pidal, Textos, p. 176.
17. En el Auto de los Reyes Magos, los monarcas se llamaban a sí mismos “streleros” por el hecho de seguir a una estrella.
18. Humberto López Morales, Historia de la literatura medieval española (Madrid: Hispanova, 1974), p. 195.
19. Las siete partidas, I, 115. También en Richard B. Donovan, Liturgical Drama in Medieval Spain (Toronto: Pontifical Institute of Medieval Studies, 1958), p. 73.
20. Donovan, Liturgical Drama, p. 21.
21. Luis López Santos, “Autos del nacimiento leoneses,” Archivos Leoneses 1 (julio-diciembre 1947): 9–11. Uno de los dramas religiosos de origen medieval que ha continuado en España hasta nuestros días es el Misterio de Elche, representado anualmente en esa ciudad para la fiesta de la Asunción de María. Curiosamente, en este misterio (cantado, por cierto, en valenciano) aparecen dos imágenes de la Virgen, simbolizando su cuerpo y su alma. Véase el documental “The Mystery of Elche,” dirigido por Gudie Lawaetz y Michael Dodds, producido por the Folger Shakespeare Library y WTVS en Detroit.
22. Donovan, Liturgical Drama, p. 21.
23. Ibid. Acerca de la Sibila, véase también la obra de Georgiana Goddard King, The Play of the Sybil Cassandra (Bryn Mawr: Bryn Mawr College, 1921), dónde se estudia el Auto de la Sibila compuesto por Gil Vicente para la Navidad de 1503.
24. Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 444. Aparece reproducido en Donovan, Liturgical Drama, p. 181.
25. Doudoroff, Auto, pp. 418–19. El poema dramático de Fernández y Avila se titula Infancia de Jesu-Christo.
26. Donovan, Liturgical Drama, p. 15. Traducción nuestra. Karl Young rechaza la hipótesis de que los dramas litúrgicos de Navidad se originen en el Officium Pastorum. Véase Karl Young, “Officium Pastorum: A Study of the Dramatic Developments within the Liturgy of Christmas,” Transactions of the Wisconsin Academy of Sciences, Arts, and Letters 17, parte 1 (1912): 347.
27. Felipe Fernández Vallejo, Memorias i disertaciones que podrán servir al que escriba la historia de la Iglesia de Toledo desde el año 1085 en que conquistó dicha ciudad el rei don Alonso VI de Castilla, Academia de la Historia de Madrid, 2–7–4, Ms. 75.
28. Manuel Alvar, Villancicos dieciochescos (Málaga: Delegación de la Cultura, 1973), p. 19.
29. Ibid., no. pag. Corresponde a los compuestos para la Navidad de 1735, en Málaga, por D. Juan Frances de Iribarren.
30. Ibid., no pag. Corresponde a los de 1753.
31. Ibid., no pag. Corresponde a los compuestos para la Navidad de 1753 por Iribarren. Es necesario recordar que en el sur de España había un gran cantidad de esclavos negros. Por ejemplo, Sevilla poseía en 1565 unos 6,327 esclavos de origen africano, lo que constituía el 7.3 por ciento de su población. Consúltese al respecto el trabajo de Ruth Pike, “Sevillian Society in the Sixteenth Century: Slaves and Freedmen,” Hispanic American Historical Review 47 (1967): 344–59. Sobre los esclavos africanos en España, ver Antonio Domínguez Ortiz, Estudios de Historia Social de España (Madrid, 1952), Vol. 2, pp. 380 y ss.; también Vicenta Cortés, La esclavitud en Valencia durante el reinado de los Reyes Católicos (Valencia, 1964); y William E. Wilson, “Some Notes on Slavery during the Golden Age,” Hispanic Review 7 (1939): 171 y ss.
32. Aunque en la literatura antropológica los términos “grupos étnicos” y “grupos raciales” no son equivalentes, en el caso de los negros e indígenas del norte del Cauca la identidad racial es parte esencial de la identidad étnica.
33. Ramón Menéndez Pidal, Los romances de la América Latina y otros estudios (Madrid: Espasa-Calpe, 1958).
34. Cita de Menéndez Pidal, Romances, p. 13.
35. Ibid., pp. 47–48.
36. Ibid., pp. 30–31.
37. Gisela Beutler, Estudios sobre el Romancero Español en Colombia, en su tradición escrita y oral desde la época de la Conquista hasta la actualidad (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1977), p. vii.
38. Ibid., pp. 258–59.
39. Ibid. El “bunde” o “velorio del angelito” es la ceremonia que se realiza cuando muere un niño pequeño. Aparentemente estigmatizada, esta costumbre ha ido desapareciendo en muchas zonas del norte del Cauca.
40. Ibid., p. 304.
41. Ibid., pp. 304–5.
42. Ibid., p. 305.
43. Ibid., p. 310.
44. Ibid., pp. 313–14.
45. Ibid., p. 315.
46. Ibid., pp. 317–19.
47. Horacio Rodríguez Plata, “Prólogo a la obra de Andrés Pardo Tovar,” La poesía popular colombiana y sus orígenes españoles (Bogotá: no ed., 1966).
48. Cita en Mateo Mina, Esclavitud y libertad en el valle del río Cauca (Bogotá: La Rosca, 1975), p. 27.
49. Victor Turner, The Ritual Process: Structure and Anti-Structure (Chicago: Aldine, 1969), p. 6. Traducción nuestra.
50. Monica Wilson, “Nyakyusa Ritual and Symbolism,” American Anthropologist 56 (1954): 241. Traducción nuestra.
51. Que los elementos africanos de la cultura hayan sufrido mayor erosión en Colombia que en Cuba, por ejemplo, puede deberse, entre otras cosas, al hecho de que la trata de esclavos—y, por lo tanto, el contacto directo y sostenido con Africa—terminó en Colombia a principios del siglo diecinueve y en Cuba más de medio siglo después. Algo similar puede decirse de los Estados Unidos. Con respecto a Colombia, y al norte del Cauca en particular, véase Jorge Castellanos, La abolición de la esclavitud en Popayán, 1832–1852 (Cali: Departamento de Publicaciones de la Universidad del Valle, 1980). Sobre Norteamérica, ver R. W. Fogel y S. L. Engerman, Time on the Cross: The Economics of American Negro Slavery (Boston y Toronto: Little Brown, 1974), Vol. 1, pp. 23–24; y G. P. Rawick, From Sundown to Sunup: The Making of the Black Community (Westport: Greenwood, 1972).
52. Fernando Ortiz, Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, 2a ed. (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1981), p. 345.