La mayor parte de las definiciones sobre el Imperio inca, sus instituciones y modos de expansión han estado basadas en la etnohistoria y trabajos arqueológicos enfocados en los Andes Centrales, lo cual resulta lógico si consideramos que es allí donde estuvo la capital imperial. Además, es la zona donde se expresan con mejor claridad las instituciones sociales y económicas del imperio y es donde se presenta un mayor desarrollo de arquitectura monumental. Sin embargo, el estudio del centro del estado Inca rara vez dialoga con las dinámicas imperiales que acontecieron en provincias distantes de la capital, las que evidencian una mayor diversidad de estrategias, actores y respuestas locales. Esta diversidad de las provincias no debe ser entendida como una serie de anomalías o simplemente como una etapa inicial de expansión imperial, que a largo plazo llegaría a generar un resultado homogéneo; en efecto, es precisamente esta variación la que nos puede ayudar a comprender los mínimos comunes de la estructura política del estado Inca, dando cuenta de sus intenciones políticas, simbólicas y económicas.
En tal sentido, el presente libro es un gran paso en sintetizar y dar a conocer en inglés la producción de varios autores que llevan una larga carrera de trabajo en el sur de los Andes. Como se menciona en la introducción del libro, el Qullasuyu ha sido una de las regiones del Tawantinsuyu con más publicaciones en los últimos años, pero paradójicamente, es una de las menos citadas por autores norteamericanos que trabajan principalmente en el Perú. En cuanto al tema del dominio incaico provincial, este libro sigue la línea de obras predecesoras como Distant Provinces in the Inka Empire: Toward a Deeper Understanding of Inka Imperialism, editado por Michael A. Malpass y Sonia Alconini (2010) y La frontera del Estado inca, editado por Tom Dillehay y Patricia Netherly (1998). Sin embargo, su novedad radica en que por primera vez no se enfoca en la periferia imperial como un todo, sino que es un trabajo centrado en una sola provincia, el Qullasuyu, la más austral y la más extensa.
Rethinking the Inka se divide en 13 capítulos, de los cuales 11 son casos de estudio basados en Bolivia, el noroeste de Argentina y Chile. Incluye además una introducción por los editores y una conclusión por Ian Farrington. En cuanto a los temas principales, destaca por sobre todo un interés por comprender los mecanismos y motivaciones de la expansión Inca, más allá de una perspectiva economicista. Por ejemplo, Félix Acuto, Marco Giovannetti y Andrés Troncoso presentan casos de estudio en donde la relación entre el imperio y agentes no humanos del paisaje fue una expresión fundamental del colonialismo incaico, en donde el primer autor llega a afirmar que esta razón habría sido más importante que la explotación económica o las relaciones sociales con comunidades locales. En otros capítulos como el de Pablo Cruz y el de Diego Salazar et al., se considera que si bien los recursos mineros fueron el principal motivo de la expansión incaica en el área de Charcas y Atacama respectivamente, una gran parte se utilizó para promover relaciones sociales con grupos locales. Además, los yacimientos mineros y el trabajo metalúrgico y lapidario estaban también imbuidos de una densa red de simbolismo relacionado al origen mítico de los incas y asociados a ceremonias rituales que incluían comensalidad y propiciación de wak'as locales.
El tema de la resignificación de paisajes, tanto ocupando nuevos espacios como interviniendo dentro de sitios locales es algo que también puede ser visto en el trabajo de Verónica Williams para el caso del valle Calchaquí y en el trabajo de Andrés Troncoso relacionado a los petroglifos de época Inca en Choapa y Limarí, destacando en este último el importante rol de los líderes locales en la reconfiguración social desencadenada por el estado Inca. Dentro de la dimensión de manejo político y social del imperio, destaca el trabajo de Sonia Alconini en cuanto a relevar el rol fundamental de las élites locales en la consolidación del imperio al comparar dos zonas fronterizas en Bolivia. Por su parte, Claudia Rivera aborda desde una perspectiva espacial los cambios en patrón de asentamiento antes y durante época Inca en la zona circumtiticaca, dando cuenta de la variabilidad de las estrategias incaicas de dominio en la región.
En relación a los mecanismos específicos de integración social, Pavlovic et al., muestran cómo los incas manejaron la integración social de una gran variedad de grupos locales en el valle del Aconcagua a través de ceremonias de comensalidad y rituales realizados en cumbres de montañas. Sin embargo, como da cuenta el capítulo de José L. Martínez, elementos utilizados en ceremonias de comensalidad incaica como los keros, podían trascender en su función y ser culturalmente apropiados por elites aimaras en asociación a las chullpas, con el fin de reforzar sus relaciones de poder dentro del imperio. Y continuando con el caso de las chullpas, Axel Nielsen relata cómo su uso y funcionalidad continuó durante la época incaica en la zona de Lípez, dando cuenta del mantenimiento de costumbres y simbolismo de los ayllus locales.
Este libro es un gran aporte para “repensar” el estado Inca tanto en el Qullasuyu, como también a nivel de su estructura imperial global. Su principal contribución es plantearnos una serie de interrogantes para el futuro, en donde el gran desafío es generar modelos más amplios que busquen comprender los mecanismos de expansión incaicos bajo una perspectiva que trascienda el valle o la localidad de estudio. Si bien cada vez conocemos más acerca de la gran diversidad de modos de acción incaicos en lo económico, político y ritual, las fronteras nacionales actuales marcan mucho las diferencias de criterio y paradigmas de investigación aplicados. Otro tema relevante es que se aprecia cada vez con mayor claridad que la ocupación incaica inicial de este territorio se dio hacia comienzos del siglo quince, y esto debe llevarnos a replantear la linealidad de los modelos tradicionales de expansión imperial a partir del Cusco. Y para finalizar, queda mucho más por explorar en cuanto a la diversidad de respuestas locales y agencia respecto de la dominación incaica, entendiendo también cómo estas situaciones y mecanismos se proyectan en la nueva relación de dominación con el imperio español.