La historia de Puente del Diablo
De “tapado” a sitio arqueológico
De “tapado” a sitio arqueológico
El que lo descubre es Don Pablo Mamani, que iba transitando el camino hacia La Poma alrededor del 24–26 de octubre que es cuando aparecen los tapados.Footnote 1 Iba de noche y se le aparece una luz, entonces la sigue, se mete por la quebrada y desaparece a la altura de una cueva. Entonces, para no olvidarse del lugar, Don Mamani clava su cuchillo a la entrada de la cueva. Al otro día sale a buscar el lugar, encuentra la cueva y comienza a escarbar la tierra pensando descubrir oro, pero se encuentra con restos humanos, entonces se espanta y lo deja. Le comenta a su capataz, el “Chato” Saravia y así continua la historia del descubrimiento . . . [Relato de Don “Conejo” Salvatierra en relación al descubrimiento de Puente del Diablo (entrevista realizada en Cachi, julio de 2005)]
Sergio Saravia era el secretario de relaciones públicas de la Asociación Amigos del Museo de Cachi, un pueblo ubicado en la cabecera norte del Valle Calchaquí en Salta, Argentina. A inicios de 1973 da aviso al director del museo, Pío Pablo Díaz, del hallazgo de un cuerpo momificado en una cueva cercana, y éste, a su vez, lo comunica a un grupo de investigadores que estaba trabajando en el sitio Las Pailas, a fin de que efectuaran una evaluación del lugar y dieran inicio a las excavaciones.Footnote 2 Entre las personas que iniciaron la tarea se encontraba María Delia Arena, a quien conocí años después en el Museo de La Plata y con quien me unió una gran amistad. Ante mi interés, Mari (como todos la conocíamos) me ofreció gentilmente la transcripción parcial de su diario de campo, fotos, informes a la provincia, cartas y un registro inicial del material excavadoFootnote 3 —material decantado en colección arqueológica tras el abandono de los estudios sobre los restos hallados debido al período de golpes de estado cívico militares que asolaba al país. Este trabajo se basa en esos escritos y en el estudio de la colección depositada en el Museo Arqueológico “Pío Pablo Díaz” de Cachi durante los años 2005 y 2006, al igual que en los escasos trabajos publicados.
El sitio es un abrigo rocoso ubicado a 4 km al sur de la localidad de La Poma (Figura 1) y sobre la barranca izquierda del Río Calchaquí, a 3.000 msnm. Fue nombrado Puente del Diablo dado que así se denomina el tramo del río donde se emplaza, debido a una formación ubicada a pocos metros aguas abajo y lleva, además, el código provincial SSalLap20. La zona donde se emplaza es conocida como Campo Negro debido al manto basáltico que la cubre.
Relevancia inicial de los hallazgos
La escasa información que circuló en el medio académico tras el descubrimiento del sitio bastó para reconocer la relevancia del mismo, considerado en su momento como representativo de cazadores recolectores vallistas en transición hacia la producción de alimentos (Castro y Tarragó Reference Castro and Tarragó1992; Núñez Regueiro Reference Núñez Regueiro1974; Schóbinger Reference Schóbinger1988; Tarragó Reference Tarragó1974, Reference Tarragó1980; Tarragó y De Lorenzi Reference Tarragó and De Lorenzi M.1976). En este sentido, Fernández Distel (Reference Fernández Distel1980) coloca a este sitio junto al conjunto fúnebre de la capa E2 de Huachichocana III en el arcaico regional; Schóbinger (Reference Schóbinger1988) incluye estos hallazgos junto a los de Inca Cueva, Huachichocana y Peña Aujero, como “complejo cultural con agricultura arcaica del borde oriental y meridional de la puna caracterizado por puntas de proyectil triangulares y lanceoladas pequeñas” (Schóbinger Reference Schóbinger1988:416) en el rango temporal de 2500 a 500 aC. Para Tarragó (Reference Tarragó1980), es el único representante del Arcaico tardío en el sector septentrional del Valle Calchaquí.
En cuanto a la información publicada sobre los hallazgos, se consignan “siete enterratorios, algunos parcial o totalmente disecados . . . Los cadáveres, envueltos en cueros, y enfardados con paja y cuerdas, yacían bajo maderas de cardón que se distribuyeron a manera de techo” (Núñez Regueiro Reference Núñez Regueiro1974:175). Schóbinger aclara que “los restos humanos corresponden a un niño y seis adultos, entre estos una mujer joven con indicios de haber sido golpeada” (Reference Schóbinger1988:416). Respecto a los artefactos hallados se mencionan puntas de proyectil triangulares, un gancho de propulsor de hueso y tres fragmentos de cerámica en la parte superior del relleno de la gruta que no guardarían relación con los entierros (Núñez Regueiro Reference Núñez Regueiro1974; Schóbinger Reference Schóbinger1988; Tarragó Reference Tarragó1980). En referencia a los restos vegetales se menciona algarroba, semillas de Cucurbita sp. (probablemente cultivadas, en la opinión de Castro y Tarragó Reference Castro and Tarragó1992) y un ejemplar dudoso de poroto (Castro y Tarragó Reference Castro and Tarragó1992; Núñez Regueiro Reference Núñez Regueiro1974; Schóbinger Reference Schóbinger1988; Tarragó Reference Tarragó1980).
Análisis de la colección y registros de campo
Las excavaciones
La cueva posee 7 m de profundidad y 1,8 m de alto; el ancho máximo es de 4,75 m y se ubica en la entrada, la cual se encuentra delimitada por piedras y se orienta al oeste (Díaz et al. Reference Díaz, Arena and Lorenzi1973). Partiendo de una perturbación inicial efectuada al extraerse un cuerpo y manos momificadasFootnote 4 (“sector removido” en Figura 2), la cueva se excavó mediante un sistema de coordenadas que totalizaron 17 cuadriculas excavadas en niveles de 10 cm hasta alcanzar la roca de base. La línea de cuadriculas correspondientes a la columna 1, salvo la cuadrícula E1, permaneció como testigo; el sector removido tras la extracción de los restos momificados correspondería a la cuadricula B2 y la intersección de las cuadrículas B2/B3/C3, la cual se excavó como unidad aparte debido a la complejidad de la estratigrafía (Figura 3). Los sedimentos poseen una marcada pendiente hacia el talud (Figura 3).
Durante la excavación se extrajeron muestras de sedimento para flotación en una proporción de un octavo por capa, representando esto una estrategia metodológica pionera respecto a las prácticas de excavación que se venían realizando en el Noroeste argentino (NOA; Capparelli et al. Reference Capparelli, Oliszewski, Pochettino, Oliva, Grandis and Rodríguez2010). A pesar de lo anterior, el sedimento fue luego procesado en seco, según consta en las etiquetas de la colección. Asimismo, se extrajeron muestras para estudios polínicos, las cuales fueron analizadas por el Dr. D'Antoni sin que se detectara la presencia de polen y se enviaron tres muestras de carbón para fechados cuyos resultados desconocemos (Díaz et al. Reference Díaz, Arena and Lorenzi1973; fichas de envío de muestras al laboratorio del Smithsonian y carta adjunta en el Archivo Arena).
Los entierros. En los informes de campo se reporta el hallazgo de siete cuerpos, dos de ellos momificados (Figura 2), si bien, como vimos, en un caso serían sólo un par de manos momificadas. En las proximidades de la entrada de la cueva y por debajo de rocas ubicadas a 15 cm de profundidad, se recuperaron restos óseos humanos correspondientes a dos individuos (E5 y E4) asociados a trazas de un fogón delimitado con piedras. La posición en que se halló el E4 fue boca abajo, sin cráneo, conservando ambos miembros superiores, uno flexionado con la mano articulada por debajo del húmero, el otro estirado sin una posición clara. Por debajo del miembro superior flexionado se halló el inferior también flexionado y entre fémur, tibia y peroné se recuperó una lasca o posible raspador y restos de carbón. El E5, hallado próximo y a igual profundidad que el E4, fue luego tan sólo “algunos huesos desparramados” (Arena Reference Arena1973) sin posición anatómica (Tabla 1). A partir de lo anterior y, tras avanzar en la excavación, se consideró que E4 y E5 pertenecerían a un mismo cuerpo. Próximo a estos hallazgos aparecieron otros restos muy degradados, aparentemente de otro esqueleto (E6), junto a pequeñas lascas y carbones. Considerando, por lo tanto, lo narrado en los registros originales, podría tratarse de un solo cuerpo, pero teniendo en cuenta la presencia en la región de prácticas funerarias que involucran sólo algunas partes anatómicas desde momentos tempranos (Martínez Reference Martínez2018), no podemos asegurarlo.
Nota: Los restos hallados en el museo corresponden a registros de los años 2005 y 2006.
Hacia el sector central de la cueva se halló un colchón de paja, por debajo una consolidación de tierra y ceniza, por debajo maderas de cardón cruzadas y por debajo de las mismas, el E3 (Tabla 1). El cuerpo de esta mujer, de unos 40–43 años, fue hallado articulado en posición genupectoral con orientación este–oeste. El cráneo se halló muy próximo a la pared de la cueva, envuelto en paja y con un enorme trozo de carbón casi contactándolo. A la altura de las vértebras cervicales se halló también un manojo de fibras vegetales que, según su excavadora, serían relictos de la paja que habría envuelto al cuerpo. Parte del esqueleto se ubicaba en la consolidación que seguía debajo, conformada por guano, paja, piedras, cenizas y restos de fogón. Allí se recuperó un cubito partido en el extremo distal y, por debajo del mismo, el cabezal 2–205 (descrito más adelante en el texto). El E3 es el único cuerpo hallado completo y sin modificaciones posdeposicionales en la cueva.
En la cuadrícula C3 (Figura 2) vuelven a aparecer varias maderas de cardón, primero entrecruzadas y superpuestas y luego “como formando grandes planchas”, todas en muy buen estado de conservación, incluso algunas con restos de corteza; hallándose próximo a las mismas un destacado fogón (Arena Reference Arena1973). La “plancha” de cardones descansaba sobre un colchón de paja, dentro del cual apareció el cráneo parcialmente fracturado y quemado del E7 (Tabla 1), rodeado de piedras y con la mandíbula fracturada en varios pedazos. El cráneo tenía la base hacia arriba, por debajo estaban las primeras vértebras cervicales, rotas, quemadas, con “el axis incrustado en la masa de cardón” (Arena Reference Arena1973), junto a concentraciones de paja y pedazos muy grandes de carbón correspondientes al fogón que se continúa desde la capa suprayacente. Se trataba de un niño, según relata Arena, en posición genupectoral, aunque sin ningún hueso correspondiente a los miembros inferiores. El cuerpo descansaba sobre un colchón de paja. Fragmentos del E7 fueron datados por AMS arrojando edades de inicios del Holoceno (Lema Reference Lema2009; Tablas 1 y 2).
Nota: Calibración con Calib8.1.0 (SHCal20).
La dama de Cachi. Conocida bajo este nombre localmente, el cuerpo parcialmente momificado de SSalLap20 que se encuentra en el Museo Pío Pablo Díaz estuvo en exhibición hasta el año 2003 (Tabla 1). De acuerdo con Marcellino (Reference Marcellino1981), el fragmento anterolateral de la parrilla costal derecha estaba cubierto por un trozo de cuero con evidencia de tratamiento (depilado, descarnado, sobado), habiendo restos de esta cubierta de cuero sobre la pelvis y parte superior del miembro inferior derecho e izquierdo; en “este último lugar la cubierta presenta nítidas huellas en su superficie dejadas por cordeles de atadura del cadáver” (Marcellino Reference Marcellino1981:51). Luego el autor interpreta que se trataría de la prenda de la mujer, debido a la localización de los fragmentos de cuero, la posición de brazos y pies que indican que no fueron envueltos y la presencia de un ojal pasante a la altura del esternón. Además, el autor nota que en la cara externa del fémur derecho se observa pérdida de sustancia y calcinación, “producto evidente de un fuego que debió ser encendido a pocos centímetros por encima del cadáver (¿fogata ritual post inhumatoria?)” (Marcellino Reference Marcellino1981:51) Indica luego que también podría tratarse de la inclusión de brasas ardientes a la fosa funeraria, dejándolas actuar el tiempo suficiente para dejar las marcas referidas, antes de tapar el cuerpo y por ende extinguir el calor. Finalmente, el autor señala una fractura en el cráneo producto de un traumatismo en vida: “la lesión fue provocada por un fuerte golpe recibido en la región frontal derecha estando el sujeto con vida, golpe que le provocó la muerte poco tiempo después, probablemente entre 48 y 72 hrs más tarde” (Marcellino Reference Marcellino1981:53). El carácter intencional o accidental de este golpe no se pudo precisar. Tal como dice Marcellino (Reference Marcellino1981), se conservan sobre la parrilla costal derecha restos de cuero curtido (Tabla 1); sin embargo, no nos fue posible encontrar en el mismo el ojal que el autor menciona para proponer que se tratara de una vestimenta. Esto nos hace considerar la posibilidad de que el cuero pueda ser parte de un fardo que habría envuelto al cuerpo, como lo mencionara Núñez Regueiro (Reference Núñez Regueiro1974).
En los escritos de Arena no existen precisiones acerca del modo de hallazgo de este cuerpo ni de los elementos asociados al mismo al momento de su extracción, momento que no es del todo claro. Sin embargo, una serie de fotos tomadas in situ por la investigadora (disponibles en el Archivo Arena) permiten corroborar la identidad de las imágenes con el único cuerpo momificado de este sitio en el Museo (la “Dama de Cachi”) y con la imagen aportada por Marcellino. Esto ocurre también con elementos que acompañaban al cuerpo. En la colección, haces de paja y porciones de corteza y madera de cactáceas columnares (Figura 4) estaban catalogadas como parte del entierro. Al observar los restos, particularmente el fragmento de cardón 4a, el mismo se asemeja al que se encuentra junto a los miembros superiores del cuerpo en las fotos tomadas in situ (Archivo Arena). Esto nos aporta información interesante sobre la forma de inhumación, la cual parece coincidir con lo detallado para el E3 y E7, además de las grandes piedras que señalan el sector de entierro de la Dama, como puede verse en la planta general del sitio (Figura 2). Esto sería coherente además con la siguiente afirmación de Díaz y colegas (Reference Díaz, Arena and Lorenzi1973): “una constante en estos entierros está dada por una envoltura de paja atada por medio de cordeles de fibra vegetal y de lana y por encima de ésta, maderas de cardón entrecruzadas a manera de cobertura. La mayoría de los cuerpos se hallaron en posición genupectoral, aunque no se pudo constatar una orientación definida”.
Los contextos
Considerando que SSalLap20 es un abrigo rocoso de escasa potencia de sedimento y gran cantidad de enterratorios, los procesos de remoción han sido intensos, incluyendo el causado por roedores y carnívoros, cuyas marcas de mordidas se encuentran en algunos restos. Estos rasgos y otros vinculados a procesos tafonómicos fueron considerados durante el registro de la colección, al igual que la delimitación de áreas de actividad y otros conjuntos discretos, junto a restos con tipologías que pueden asociarse a rangos temporales y los fechados presentados en la Tabla 2. Asimismo, se consideraron para este escrito sólo los restos que están en la colección y excepcionalmente se abordan restos mencionados en el registro original pero no hallados en el museo, lo cual se aclara. El análisis del conjunto nos llevó a dividir las ocupaciones en tres sectores: fondo, medio y frente o entrada de la cueva; a continuación, presentamos las mismos.
Sector fondo de cueva. Constituido por las cuadriculas A2 y A3 (Figura 2) se recuperaron en sus distintos niveles —aunque preponderantemente en los primeros— restos vegetales secos: gran cantidad de endocarpos de, al menos, cuatro especies de Prosopis (P. flexuosa,Footnote 5 P. chilensis o alba, P. torquata, P. ferox),Footnote 6 restos de diversos órganos de cactáceasFootnote 7 (ovarios de Lobivia y semillas de Tephrocactus), fragmentos pequeños de madera (algunos termoalterados) y cinco pequeños carbones. Se recuperaron también cáscaras de huevo de Eudromia elegans, un ave corredora de la zona; placas móviles de Chaetophractus y huesos de aves. Abundan los restos de Lagidium, un astrágalo de Cervidae (identificado por E. Tonni del Museo de La Plata), huesos de camélidos y otros con señales de corte y exposición al fuego. Se hallaron también cordones de fibra animal, una lasca secundaria de cuarcita gris y un coprolito de insectívoro.
Se recuperaron de las primeras capas un grano de Chenopodium quinoa var. quinoa y una semilla de Cucurbita máxima ssp. máxima (Lema Reference Lema2009). Por ello se fecharon restos de Lagidium, sin marcas de procesamiento ni exposición al fuego, de igual procedencia que la semilla de zapallo (Figura 5a). El mismo dio un fechado moderno (Tabla 2), lo cual nos alerta sobre posibles perturbaciones deposicionales en este sector, lo cual no sería extraño ya que suelen ser los fondos de aleros rocosos lugares de actividad de diversos animales. Debe además considerarse, por una parte, que la semilla de zapallo aquí recuperada difiere de las halladas en el sector de entrada (Figuras 5b y 5c). Por otra parte, no se reportan estructuras tales como fogones o camadas de paja. Teniendo en cuenta lo anterior, este sector no será considerado en las interpretaciones finales de este trabajo.
Sector medio. Este sector corresponde a las cuadriculas B2, B3, C2, C3, D2 y D3, sector donde se hallaron la Dama de Cachi, el E7 y el E3 (Figura 2). En las capas superiores (0-30 cm) se encuentran restos vegetales secos (endocarpos de P. ferox, P. torquata, P. flexuosa y P. alba/chilensis, semillas de Tephrocactus) y huesos mayoritariamente de Lagidium y, en menor medida, cricétidos, camélidos y Xenarthra juvenil, junto a astillas y fragmentos con meteorización diferencial. No se mencionan rasgos ocupacionales como acondicionamiento de pisos, fogones o pozos, tampoco se registran artefactos; por lo tanto, es difícil delimitar contextos y caracterizar actividades en estas capas más superficiales.
En la cuadricula C2, por debajo de una consolidación de tierra y ceniza (inmediatamente por sobre las maderas de cardón asociadas a los entierros) se recuperó una punta triangular de base recta (n° 2-204, Figura 6a). También un canino de cánido y un fragmento de ocre se hallaron próximos a los 30 cm de profundidad. En todo este sector, por debajo de los 30 cm y hasta la roca base a 80 cm, se da la sucesión de cardones y colchón de paja mencionados previamente en relación con el E7 y posiblemente con la Dama de Cachi. Dentro del colchón de paja donde se descubrió el E7, se menciona el hallazgo de un cráneo de Lagidium juvenil (determinado por E. Tonni). En esa misma capa se reportan también restos de Lagidium mayoritariamente, un hueso de ave, fragmento de hueso largo de camélido y astillas, junto a restos de fauna indeterminados. Asociado al E7 se recuperaron cinco lascas (secundarias y de rebaje) en basalto negro y cuarcitas. Una punta triangular de basalto negro con base recta de tipo Tuina del Holoceno temprano (n° 2-229, Figura 6b) fue hallada entre las costillas del E7 junto a carbones, asociación que sería cronológicamente coherente.
En el mismo nivel que el E7 —y presuntamente asociado al mismo— se recuperaron dos endocarpos de Prosopis con restos de epicarpo y una semilla de Tephrocactus. También se halló una rama mandibular más piezas dentales (premolares, molares, canino) identificadas por E. Tonni como Canidae (Figura 7) si bien, dadas las características de la primera, se trataría de un zorro colorado (Lycalopex culpaeus). Se hallaron también restos de insectos (Ortóptero), Lagidium, posibles cricétidos y huesos de camélido, algunos con marcas de corte y combustión. También se hallaron astillas de huesos largos de mamífero grande, algunas termoalteradas. Por último, se halló un fragmento de ocre rojo.
En el sector B2/B3/C3 se encuentran también maderas de cardón asociadas a los enterratorios del cuerpo momificado y el E7. Entre las mismas se halla una punta triangular de base recta y lados convexos, elaborada en basalto negro (n° 2-241, Figura 6c) similar a la 2-229 y hallada casi a igual profundidad. Un poco por debajo y en este mismo sector se recuperó una posible preforma de cabezal lítico (n° 2-242, Figura 6d) cuya relación con las maderas de cardón —y por ende con los enterratorios— no queda clara en los registros.
En el caso de la cuadricula B2, en la colección hay restos catalogados como “asociados al hallazgo 1”, correspondiendo dicho hallazgo al cuerpo momificado. Entre los mismos se cuenta con astillas de hueso, varias con marcas de roído, fragmentos óseos de posible artiodáctilo, una semilla de poroto (Phaseolus vulgaris var. vulgaris; Figura 5b), un ovario de Lobivia, restos vegetales indeterminados, coprolitos y 10 fragmentos de cordeles de fibra de camélido de distintas características junto a un vellón pequeño. Cordeles predominantemente de fibras de camélido fueron también hallados en Inca Cueva, junto a puntas triangulares del Holoceno temprano (Aschero Reference Aschero1984). La semilla de poroto, en cambio, no se condice con un contexto de inicios del Holoceno, por lo que fue fechada por AMS y dio una antigüedad de unos siglos antes del inicio de la era (Tabla 2). También se halló un gancho de propulsor, posiblemente realizado en hueso de Cervidae debido al canal medular que lo atraviesa (Figura 8). Esta pieza resulta coherente con cabezales líticos de tipo Tuina, asociados a lanzaderas, arma de uso extendido durante el Holoceno temprano propia de un sistema de caza a distancia y en espacios abiertos (López y Restifo Reference López and Restifo2017; Martínez Reference Martínez2018).
En el sector de las cuadriculas D2-D3 el colchón de paja aparece desde las capas superficiales (véase esquemas de la pendiente de la cueva, Figura 3a). Luego sigue una consolidación de tierra y ceniza (ya mencionada para la cuadricula C2) en cuya matriz se encontró un cubito suelto (que puede pertenecer al E5) y por debajo del mismo y al finalizar la consolidación un cabezal triangular de base recta con aletas insinuadas (n° 2-205, Figura 6e) y el extremo fracturado. Luego siguen maderas de cardón y por debajo el E3 articulado, ya descrito. En la colección se conserva un conjunto de cinco haces de gramíneas dobladas sobre sí mismas que fueron halladas a la altura de las vértebras cervicales, como ya fue mencionado. También se encontró un pequeño cordón de fibra animal castaño claro. En los informes se señala que al noroeste del E3 se halló una “punta de piedra” que no pudo ser ubicada en la colección. La antigüedad del enterratorio de esta mujer no la podemos asegurar, si bien cabe destacar que la modalidad de inhumación que involucra carbones, envoltura en paja y cobertura en cardones coincide con E7 y la Dama de Cachi, y que sus caracteres bioantropológicos son también similares a ésta última. A pesar de lo anterior, difiere del E7 en que el cuerpo se halló entero. En la colección se encuentra una gran cantidad de lascas y desechos de diversas materias primas catalogado como C3 y D3a, sugiriendo un posible taller. Es en este conjunto que se encuentran los únicos restos de lascas secundarias de obsidiana traslúcida con inclusiones oscuras.
Sector entrada. Las cuadriculas E1, E2 y E3 —esta última casi sin hallazgos— corresponden al sector donde se recuperaron el E4/E5/E6 (Figura 2). En las primeras capas de este sector se encuentran abundantes endocarpos de P. flexuosa, torquata, ferox y alba/chilensis, también semillas de Tephrocactus, receptáculo de Lobivia y fragmentos de cordones de fibra animal. A lo largo de los distintos niveles se hallan restos de Lagidium y de Cricetidae (este último identificado por E. Tonni); se encuentran también astillas de hueso, algunas con marcas de combustión y otras con marcas de carnívoros.
En la capa dos de E1 se halló dentro de un fogón próximo a E5 una punta triangular de base recta (n° 2-207, Figura 6f). Este fogón se continúa en la siguiente capa, donde aparecen huesos muy degradados asignados a E6, junto a endocarpos de los taxa ya citados y en la capa siguiente quedan solamente cenizas del fogón y luego el basamento. En la primera capa de E2 se recuperaron tres tiestos que remontan, corresponden a una pieza de cocción reductora, superficie externa gris pulida e interna alisada, con hollín. En esta capa se encontró también un gran fogón, endocarpos de los taxa ya mencionados y restos de Lagidium. En la capa dos se recuperó un tiesto de superficies interna y externa alisadas, de color más oscuro y factura algo más tosca que los tiestos de la capa suprayacente; sigue el fogón de la capa previa y también se recuperaron endocarpos de algarroba, al igual que en las capas tres y cuatro. En esta última se recuperaron los huesos dispersos y en mal estado de conservación del E5, con un cráneo de Lagidium junto al fémur. También se recuperó un tiesto con las mismas características que los de la capa uno, aunque no remonta con los mismos, cubiertas seminales de zapallo (Figuras 5c y 5d), un fruto termoalterado de P. ferox y un cordón de fibra animal de 21 cm de largo. Dos endocarpos con marcas de procesamiento de esta capa arrojaron una antigüedad de 1939 ± 35 aP (Tabla 2). Este fechado y el del poroto se corresponden con los inicios del período Formativo en el Valle Calchaquí Norte (ca. 2700-1500 aP; Rivolta et al. Reference Rivolta, Ortiz and De Ceceo2020). Esto hace coherente la similitud de los tiestos recuperados en ese sector del abrigo con la cerámica registrada por Tarragó para el Formativo temprano (Tarragó Reference Tarragó1974, Reference Tarragó1980; Tarragó y De Lorenzi Reference Tarragó and De Lorenzi M.1976) en el sitio próximo de Campo Colorado.
A diferencia de otros sectores, podemos considerar ocupaciones efímeras para inicios de la era en la entrada de la cueva, que habrían dejado también elementos dispersos en otros sectores de la misma, como ocurrió con la semilla de poroto. Este es también un área de entierros asociados a fogones y cabezales líticos, si bien resulta difícil dar precisiones cronológicas sobre los mismos.
Volviendo a atravesar puentes: SSalLap20 revisitado
Restos vegetales, animales y minerales: Su relevancia a nivel regional
En trabajos previos analizamos marcas de procesamiento en endocarpos de P. chilensis/alba y flexuosa/nigra de toda la colección (Capparelli y Lema Reference Capparelli and Lema2011; Lema et al. Reference Lema, Capparelli, Martínez, Babot, Marschoff and Pazzarelli2012). Tras los análisis precedentes creemos que los restos del sector de entrada son los más confiables ya que no sólo se cuenta con un fechado directo sobre endocarpos, sino que las asociaciones con otros indicadores cronológicos son más claros, arrojando un panorama coherente para inicios de la era. La asociación de la algarroba a espacios funerarios es posible en el caso de los restos del E4/E5/E6 y quizá pueda estar presente también junto al E7. De acuerdo con Martínez (Reference Martínez2018), durante el Holoceno temprano se practicaba la recolección de vegetales como el soldaque (Hypseocharis pimpinellifolius) y la algarroba, por lo cual su inclusión en contextos funerarios de dicho período podría llegar a ser una posibilidad.
En el caso del cuerpo momificado no se puede asegurar su asociación con restos vegetales pequeños debido a la remoción del lugar, lo cual quedó evidenciado con la semilla de poroto fechada en 2415 ± 45 aP. La misma posee caracteres morfológicos intermedios entre ejemplares silvestres y domesticados (Lema Reference Lema2009), lo cual se condice con estudios moleculares realizados sobre dicho ejemplar, uno de los más tempranos en la región del Noroeste y Centro oeste del país (Trucchi et al. Reference Trucchi, Andrea Benazzo, Alice Iob and Laura Nanni2021). En el caso de las semillas de zapallos, como ya se mencionó, se descarta la recuperada en el sector de fondo de cueva. Los fragmentos (posiblemente) de una misma semilla recuperados en el sector de entrada se asocian a un fechado de inicios de la era. Las mismas corresponden a Cucurbita máxima ssp máxima; la imposibilidad de realizar análisis anatómicos en su momento y el estado de conservación de los ejemplares no permitió ahondar más en sus características (Lema Reference Lema2009).
Siguiendo con los entierros, en el caso de las gramíneas, se analizó una muestra del conjunto que estaba próximo a las vértebras cervicales del E3; sin embargo, el nivel de deterioro fue tan marcado que no se pudieron observar rasgos bien conservados. En el caso del análisis de una muestra de paja que acompañaba al cuerpo momificado, se pudieron observar estomas escasos con células subsidiarias de borde paralelo, o domo bajo, en la zona de costillas de la cara abaxial junto a abundantes aguijones. A pesar de las observaciones previas, no se pudo dar con rasgos de valor diagnóstico, si bien Festuca resulta un género afín.
En el caso de los restos de cardón asociados a los enterratorios, se trata de Trichocereus atacamensis (Kiesling et al. Reference Kiesling, María Saravia, Nora Muruaga and Novara2011), cuyos restos durante el Holoceno temprano y medio se han registrado sólo como espinas usadas posiblemente como agujas (Pintar Reference Pintar2014). En el caso de las restantes cactáceas, son especies locales comestibles. El consumo de Tephrocactus fue constatado en Jaguel III, Mendoza, desde momentos precerámicos (Roig y Bárcena Reference Roig and Barcena1983). Se distribuye entre los 500 y 2.500 msnm en el oeste de Argentina, incluyendo la provincia de Salta (Kiesling Reference Kiesling1984) y sus frutos y tubérculos son comestibles (Roig y Bárcena Reference Roig and Barcena1983). En el caso de Lobivia, los restos podrían corresponder a Lobivia ferox, especie que crece entre los 3.700 y 4.000 m, que produce vistosas flores y un fruto comestible de sabor fresco (Pinto Reference Pinto2002).
Los grupos humanos del Holoceno temprano cazaron principalmente guanaco, vicuña, taruca y roedores grandes; incluso se han registrado diferencias entre el consumo mayoritario de roedores o de camélidos en distintas regiones de la puna (Martínez Reference Martínez2018; Yacobaccio Reference Yacobaccio2017). En el caso de SSalLap20, representantes de ambos taxa están presentes, y si bien el registro de Lagidium es recurrente, análisis futuros permitirán saber si fue efectivamente consumido de manera mayoritaria. Otro animal presente es el zorro colorado, posiblemente junto al joven E7. Lycalopex culpaeus posee un registro en Cueva Inca Viejo, en la puna de Salta, pero mucho más tardío, hacia el 860 aP (López et al. Reference López, Coloca, Orsi, Araya and Seguí2015). En Inca Cueva, puna de Jujuy, se reportan restos de Canidae para el Holoceno temprano (Aschero Reference Aschero1984); entre los 7000 y 6000 aP se mencionan restos de Dusicyon (un zorro extinto) en Alero Cuevas, puna de Salta, cuyo ingreso pudo ser tafonómico (López Reference López2009); y en cueva Salamanca 1, puna de Catamarca, como cueros asociados a la confección de prendas (Pintar Reference Pintar2014). La presencia de restos de zorros en tumbas de grupos cazadores recolectores o enterrados como personas ha sido reportado para las regiones de Pampa y Patagonia, al igual que el empleo de dientes como colgantes por parte de poblaciones tempranas, sumándose estos registros a un compendio más amplio que da cuenta de la valoración de estos animales entre grupos cazadores recolectores sudamericanos (Prates Reference Prates2014).
Cabe destacar lo mencionado por Martínez (Reference Martínez2018) en cuanto a que la Puna no cuenta con especies aptas para la confección de astiles e intermediarios, por lo que los mismos fueron confeccionados con Chusquea lorentziana y Salix humboldtiana, las cuales comenzaron a ser usados desde aproximadamente 9800 años aP. Esto evidencia la importancia de las zonas bajas orientales en la provisión de un elemento vital para la subsistencia y su complementariedad con materias primas líticas obtenidas en zonas elevadas. Entre estas últimas resulta icónica la obsidiana para indicar relaciones de estos primeros grupos cazadores recolectores con la puna (Martínez Reference Martínez2018). La obsidiana es muy escasa en Puente del Diablo, siendo más frecuentes —y exclusivas para cabezales— materias primas locales como el basalto o las cuarcitas. Esta elección de lo local resulta coherente con las especies vegetales seleccionadas para los acondicionamientos mortuorios, las cuales serían cercanas a la zona de inhumación.
Vivir y morir en los albores del Holoceno
Las primeras ocupaciones humanas en el NOA se registran en la transición Pleistoceno/Holoceno, mayormente en ámbitos puneños y en territorio de la actual provincia de Jujuy (Tabla 3), en un clima que, en términos generales, era más húmedo y homogéneo que el actual (Martínez Reference Martínez2018; Yacobaccio Reference Yacobaccio2017). Esta fase húmeda, que se detectó en gran cantidad de registros tanto de la Puna Seca como de la Salada, con una cronología entre 12.600 y 7800 cal aP, permitió, por ejemplo, que la estepa herbácea creciera en altitudes por debajo de 3.800 msnm (Yacobaccio Reference Yacobaccio2017). Lamentablemente, no contamos con iguales datos para poblaciones de cactáceas en función de condiciones paleoclimáticas.
Fuente: Modificado de Yacobaccio (Reference Yacobaccio2017).
Yacobaccio (Reference Yacobaccio2017) nota que las fechas más tempranas (12.958-12.363 cal aP) están por debajo de 3.800 msnm (Tabla 3), en la periferia de la puna y cerca de los valles; en tanto las fechas por encima de los 3.800 msnm poseen una diferencia, estadísticamente significativa, de 1.450 años (11.279-11.124 cal aP). Esto, junto a la presencia de elementos de las tierras bajas en estos sitios, lleva al autor a proponer que el poblamiento de la puna procede de espacios más bajos.
En términos generales, se considera que estos grupos tempranos tuvieron una gran movilidad debido a la presencia en los sitios de elementos procedentes de diversos ambientes, desde las tierras bajas orientales al Pacífico occidental (Yacobaccio Reference Yacobaccio2017). A pesar de lo anterior, parece haber habido en varios casos un uso redundante de ciertos espacios (espacios persistentes asociados a parches con abundancia de bienes naturales apreciados tanto por humanos como por animales), incluso algunos pocos vinculados a expresiones rupestres (Inca Cueva 4, Hornillos 2 y Quebrada Seca 3) y a enterratorios (Huachichocana III; Martínez Reference Martínez2018; Yacobaccio Reference Yacobaccio2017). Estos dos últimos aspectos han sido considerados como formas de marcación del espacio e inicios de una territorialidad vinculada a los ancestros que se acentuara durante el Holoceno medio (Aschero Reference Aschero, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007). A pesar de lo anterior, el enterratorio de Huachichocana asociado a fechados de inicios del Holoceno (Tabla 3) sigue siendo excepcional; el mismo da inicio a la ocupación de esta gran cueva y se trata de una cremación de la parte superior de los huesos de un enterratorio secundario cuya edad y sexo se desconocen (Fernández Distel Reference Fernández Distel1986; Lema Reference Lema2017). Los huesos se hallaron en un gran fogón junto a material lítico y huesos de roedores igualmente combustionados; su descubridora consideró que un paquete funerario con la porción inferior de un esqueleto hallado en la misma cueva sería parte del mismo cuerpo, pero al momento no se cuenta con elementos para confirmar esta hipótesis (Lema Reference Lema2017). El próximo contexto funerario registrado, dentro del Holoceno temprano, es Pintoscayoc 1. El mismo posee un depósito mortuorio consistente en un pozo profundo cubierto con grandes rocas, conteniendo los restos de un hombre y una mujer adultos en posición flectada, fechado en 9080 ± 50 aP; el sitio funcionó también como un campamento temporal con ocupaciones estivales para la caza (Hernández Llosas Reference Hernández Llosas, Smith and Hesse2005). Los siguientes contextos funerarios registrados abarcan los inicios del Holoceno medio en la Puna: Cueva Yavi (ca. 8400 aP), inhumación secundaria múltiple en estructura acondicionada con vegetales y Peñas de las Trampas 1.1 (ca. 8230-8140 aPFootnote 8; Martínez Reference Martínez, Miotti, Salemme, Flegenheimer and Goebel2012, Reference Martínez2018). En este último caso se trata de dos enterratorios secundarios múltiples (partes de tres cuerpos en cada estructura, casi todos subadultos), dentro de sendas estructuras cavadas y revestidas con gramíneas, acompañados por mallas y cordeles hechos con fibras de palmeras (Acrocomia chunta) y teñidos de rojo, cuentas de collar de semillas no locales y también de valvas del Pacífico, cueros gamuzados y pintados y adorno plumario de suri (Rhea pennata; Martínez Reference Martínez, Miotti, Salemme, Flegenheimer and Goebel2012, Reference Martínez2018). Sus descubridores plantean una práctica funeraria que consistía en depositar y remover en forma secuenciada distintas partes óseas de los individuos —en su mayoría neonatos y niños— en ambas estructuras, vinculado a procesos ambientales y de circunscripción territorial propios del Holoceno medio (Aschero Reference Aschero, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007; Martínez Reference Martínez2018). Análisis de ADN mitocondrial sobre los restos humanos sugieren que esta población tuvo algún tipo de conexión social-migratoria con linajes de la costa del Pacífico (Martínez Reference Martínez2018). Si bien más tardío, este registro nos hace volver a considerar la relación entre antigüedad de sitios, su ubicación y las corrientes de poblamiento. En este sentido, los registros para el Holoceno temprano en la zona de valles son escasos y superficiales. A través de la técnica de VML (varnish microlamination), se dataron artefactos líticos de la cantera-taller a cielo abierto Río Las Salinas 2, entre 14.150 y 9400 aP, siendo la estimación más antigua para los Valles Calchaquíes (Carbonelli et al. Reference Carbonelli, Winocur, Belotti López de Medina, Carminatti and Peisker2021; Somonte y Baied Reference Carolina and Baied2021). Los fechados radiocarbónicos más tempranos en los valles son del Holoceno medio y corresponden a Taller Puesto Viejo 1 (Tafí del Valle, Tucumán, ca. 7820-7420 aP) y a Cueva Abra del Toro (Valle de Yocavil, Catamarca, 5315-5049 aP; Carbonelli et al. Reference Carbonelli, Winocur, Belotti López de Medina, Carminatti and Peisker2021; Martínez Reference Martínez2018). Hallazgos superficiales se registraron también en Amaicha (Tucumán) y en el sector norte del Valle Calchaquí (Restifo Reference Restifo2019; Tarragó y De Lorenzi Reference Tarragó and De Lorenzi M.1976). En este último sector se cuenta con artefactos Saladillo cuyo fechado en Alero Cuevas arrojó un rango de aproximadamente 5000-4000 aP (Restifo Reference Restifo2019).
Como puede verse a partir de los antecedentes resumidos previamente, los restos del E7 y de la Dama de Cachi se suman a los registros funerarios más tempranos a nivel regional junto con Huachichocana, siendo los primeros para el área Valliserrana del NOA. En el caso del E7, hay puntos en común con Huachichocana, como la inhumación de la porción superior del cuerpo y la calcinación de gran parte del mismo, la presencia de un fogón y material lítico, si bien la relación entre cuerpo y fogón en este caso es menos directa que en el caso jujeño (Fernández Distel Reference Fernández Distel1986; Lema Reference Lema2017). En el caso de la Dama de Cachi, también hay intervención del fuego, pero de manera parcial. Este último enterratorio es excepcional, no sólo por su conservación, sino por la forma de inhumación junto a una pieza de cuero trabajado, asimismo se encuentra el cuerpo casi completo, lo cual no es usual y permitió obtener información (edad, sexo, altura, salud, causa de muerte) que en otros entierros no fue posible. Tanto en este caso, como en el E7 y E3, la combinación entre envoltorio de paja y cobertura de cardones con intervención de fuego es excepcional a nivel regional, sin encontrarse otros casos contemporáneos, o cercanos cronológicamente, con igual práctica.
Durante el Holoceno temprano las puntas de proyectil triangulares apendunculadas tipo Tuina se encuentran presentes en los Andes Centro Sur con variaciones en la forma de la base (rectas o levemente escotadas) y el ápice que puede ser aguzado (Martínez Reference Martínez2018; Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Catá, Solá and Alonso2008, Reference Yacobaccio, Catá, Morales, Joly, Solá, Cáceres, Oxman, Samec, Escola and Hocsman2014). En sitios como Hornillos 2, durante el Holoceno temprano se emplean en mayor medida materias primas locales: “la mitad de las puntas es de traquiandesita, mientras que el resto es de obsidiana translúcida y cuarcita” (Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Catá, Morales, Joly, Solá, Cáceres, Oxman, Samec, Escola and Hocsman2014:7), al igual que otros elementos del entorno como leñas, sin hallarse bienes —salvo un fragmento de astil— procedentes de otros ambientes como ocurre por ejemplo en Inca Cueva (Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Catá, Solá and Alonso2008, Reference Yacobaccio, Catá, Morales, Joly, Solá, Cáceres, Oxman, Samec, Escola and Hocsman2014). A lo anterior se suma el hallazgo en este sitio de una escultura en madera de un camélido, lo cual refuerza la relevancia de lo local en estos grupos (Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Catá, Solá and Alonso2008, Reference Yacobaccio, Catá, Morales, Joly, Solá, Cáceres, Oxman, Samec, Escola and Hocsman2014). Tanto la presencia de puntas Tuina confeccionadas en materia prima local, como la presencia de elementos vegetales del entorno, se encuentra también en los enterratorios de SSalLap20. A lo anterior podríamos sumar el cuero asociado a la Dama de Cachi a manera de hipótesis hasta que se realicen estudios en profundidad para saber de qué animal procede, al igual que el zorro colorado en el caso del E7. Las puntas Tuina de Puente del Diablo n° 2-229 y n° 2-241 (Figuras 6b y 6c) son muy similares entre sí y comparándolas con las recuperadas en Huachichocana en la capa donde se halló el enterratorio del Holoceno temprano (Figuras 6g y 6h), asemejándose en particular a la n° 866 (Figura 6h).
En el caso de la provincia de Salta, además de lo ya mencionado para la zona de los valles, se cuenta con registros puneños. Puntas cola de pescado, asociadas a la dispersión humana de fines del Pleistoceno, se hallaron en superficie en Antofalla, puna de Catamarca y en Cobres, puna de Salta (Martínez Reference Martínez2018). En este último caso, ubicado en el borde occidental de Salinas Grandes, el cabezal lítico fue realizado con materia prima local (Patané Aráoz Reference Patané Aráoz2013). El sitio más temprano, Alero Cuevas (Tabla 3) en la cuenca de Pastos Grandes, posee ocupaciones a lo largo del Holoceno, habiéndoselo señalado como un lugar de ocupaciones recurrentes en la puna salteña (López Reference López2009). En los niveles ocupacionales del Holoceno temprano se registró un consumo preponderante de camélidos (a diferencia de los sitios jujeños con preponderancia de roedores) y se encuentran también puntas triangulares apendunculadas (López Reference López2009; López y Restifo Reference López and Restifo2014). En relación con las puntas, de acuerdo con López y Restifo (Reference López and Restifo2017:55):
en el sitio Alero Cuevas se recuperaron 11 especímenes de esta clase, de los cuales 7 están enteros y 4 fragmentados. La materia prima predominante es la obsidiana proveniente de Quirón, una fuente ubicada a 40 km aproximadamente de Alero Cuevas, la misma clase de puntas procedentes de otros sitios de la Puna argentina como Inca Cueva 4, Hornillos 2 y Huachichocana III en Jujuy, y Quebrada Seca 3, en Catamarca . . . Al contrario de Alero Cuevas, en Inca Cueva 4, las materias primas predominantes en las puntas son cuarcitas, basaltos y sílices, al igual que en Huachichocana III (predominio de cuarcitas).
Resulta interesante que los escasos hallazgos de obsidiana en SSalLap20 sean también del tipo translúcido, pudiendo por lo tanto tratarse también de Quirón como fuente, o quizá Alto Tocomar (Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Catá, Morales, Joly, Solá, Cáceres, Oxman, Samec, Escola and Hocsman2014), si bien en ningún caso se elaboraron cabezales con ellas.
Finalmente, en relación con el trabajo en cuero durante el Holoceno temprano, se reportan restos de pieles curtidas y torzales de cuero junto a vellones de fibra de camélido teñidos de rojo en depósitos cavados en Inca Cueva, al igual que un área de trabajo para el tratamiento de pieles (Aschero Reference Aschero1984). Cinco fragmentos de cuero presentan ojal, ojales que habrían estado vinculados a la talla lítica, y dos cueros —uno de ellos con pelo— eran de vicuña y tenían pintura roja; además algunos torzales eran parte de collares de valvas del Pacífico y de pezuñas de cérvido. El trabajo de preparación de cueros fue muy importante en este sitio e incluyó el empleo de diferentes aditivos (grasa) y secantes (ceniza y ocre) (Solá et al. Reference Solá Patricia, Mariana Rosenbusch, Marta Maier and Catá2013; Yacobaccio Reference Yacobaccio1985). Lo anterior indica que el trabajo en cuero y el uso de pigmentos rojos, ambos presentes en SSalLap20 para el Holoceno temprano, no habrían sido excepcionales a nivel regional.
Primeros entierros y primeros cultivos del Valle Calchaquí
El estudio de la colección de Puente del Diablo ha permitido aportar los fechados radiocarbónicos directos más antiguos para la zona valliserrana del NOA, el registro funerario más antiguo para esta zona y el segundo a nivel regional, junto a Huachichocana. También ha contribuido al análisis de nuevas modalidades funerarias para el Holoceno temprano no registradas en el NOA ni en áreas cercanas y vinculadas, como el norte de Chile durante dicho período, aunque con elementos en común como la manipulación de partes corporales y la intervención del fuego. El enterratorio del E7 y la Dama de Cachi —y quizá el E3, muy similar en modalidad— muestran un vínculo con los elementos vegetales locales (gramíneas, cactáceas columnares) muy marcado, al igual que con la fauna local (zorro, vizcacha, posiblemente cuero del envoltorio funerario) y las materias primas líticas (basalto, cuarcitas). Estos contextos funerarios nos permiten también entrar en contacto con las primeras mujeres adultas mayores y jóvenes de inicios del Holoceno, evaluando estados de salud y causas de muerte.
El sitio SSalLap20 ha permitido sumar, además, el fechado directo más antiguo para el poroto común en la zona, arrojando luz sobre la antigüedad de las plantas domesticadas en el Valle Calchaquí, en momentos previos e inicios del primer milenio de la era.
Estudios a futuro sobre los materiales de la colección resultarán imprescindibles para dilucidar aspectos centrales vinculados al material lítico y faunístico, entre otros, que en esta primera aproximación se pudieron abordar sólo de manera inicial.
Agradecimientos
Las investigaciones fueron realizadas gracias al apoyo de CONICET, UNLP, Museo Arqueológico de Cachi y Secretaría de Patrimonio de Salta. Paula González, Roberto Kiesling, Sergio Bogan y Francisco Prevosti asesoraron en la identificación de restos humanos, de Trichocereus atacamensis, faunísticos y de cánidos respectivamente mediante fotos de la colección.
Declaración de disponibilidad de datos
Los restos arqueológicos de SSalLap20 se encuentran en el Museo Arqueológico de Cachi “Pío Pablo Díaz”. Los registros escritos de María Delia Arena se encuentran siendo digitalizados por el Museo de Antropología de Córdoba.
Conflicto de intereses
La autora declara que no hay ningún conflicto de intereses.