Introducción
Published online by Cambridge University Press: 18 March 2023
Summary
Del corral al coliseo
El Corral de la Cruz, el más antiguo de los dos corrales de comedias de Madrid, cerró sus puertas por última vez el 1º de julio de 1736. Durante más de un siglo y medio, desde su inauguración en 1579, había sido uno de los principales lugares de diversión de la Corte. La última función —El acaso y el error, de Calderón— se anotó debidamente en el libro de cuentas, seguida de una nota: «Este día cesaron de representar en el Corral de la Cruz por el motibo de la horden que se les partizipó para demolerlo y acerle nuebo» (doc. núm. 2 [a]). La orden, del Superintendente general de sisas de Madrid, don Fernando Verdes Montenegro, se había dado el 28 de junio (doc. núm. 3 [x]). Efectivamente, el corral fue derribado, y en su lugar se construyó el primer teatro municipal moderno de Madrid, el Coliseo de la Cruz.
Las obras, que costaron en total 515.809 reales y 32 maravedís, empezaron el 8 de julio de 1736 y duraron 44 semanas, terminando el 11 de mayo de 1737 (doc. núm. 3). El estreno del nuevo teatro, previsto inicialmente para «el primer día de Pascua de Resurrezión» (21 de abril) (doc. núm. 3 [a]), tuvo lugar finalmente el 1º de mayo. Se inauguró con otra obra de Calderón, El hijo del sol, Faetón, una comedia mitológica de gran espectáculo que se había representado por primera vez en 1661 ante el Rey en el Coliseo del Buen Retiro (doc. núm. 2 [b]). Algunos años más tarde, en 1744, se derribó a su vez el Corral del Príncipe y se construyó en el mismo solar el nuevo Coliseo del Príncipe, que se estrenó en 1745 con la zarzuela El rapto de Ganimedes.
La decisión de derrumbar el Corral de la Cruz para poner en su lugar un teatro tipo coliseo se debió principalmente a tres factores. En primer lugar, el corral se había quedado anticuado. Con su tablado saliente y su patio al aire libre (aunque cubierto desde 1703 por una «claraboya», un tejado elevado que daba luz al teatro), no ofrecía los recursos escenográficos necesarios para las nuevas producciones, que requerían decorados en perspectiva con boca de escena y bastidores, además de efectos luminosos que sólo podían conseguirse en un teatro enteramente cubierto.
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- El Coliseo de la Cruz1736-1860: Estudio y documentos, pp. 1 - 62Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2005