La tierra, como factor geográfico y objeto de ocupación y de apropiación por parte del hombre, ha ejercido una influencia muy grande en las sociedades humanas. En un principio, marcó las rutas seguidas por las bandas trashumantes de seres humanos que peregrinaban con el propósito de hallar una región propicia dentro de la cual pudiesen subsistir, porque esas bandas seguían generalmente los rumbos más accesibles y que, a la vez, les ofrecían los alimentos necesarios.
En la época de la economía recolectora la tierra es, para los incipientes grupos sociales, simplemente una zona dentro de la cual se mueven constantemente en busca del diario sustento; pero desde entonces empieza a perfilarse el territorio del Estado, porque defienden esa zona de incursiones extrañas. Cada grupo trata de conservar aquella en que subsiste recogiendo los frutos silvestres, aprovechándose del agro y de los animales adecuados para satisfacer sus necesidades como algo exclusivo. Esas primeras luchas van estableciendo el habitat de las diversas hordas, si bien de límites móviles e imprecisos.