Recientemente he participado en la dirección de dos tesis doctorales y he estado en el Tribunal de una tercera. Todas se refieren a cuestiones de nuestro pensamiento económico. Afectan a un miembro de la generación del 98 de economistas, Francisco Bernis Madazo, y a dos discípulos de Flores de Lemus situados en la historia de nuestra ciencia en dos momentos muy dispares. El primero, Luis Olariaga Pujana, formó parte del grupo inicial de estudiosos que constituyeron el Seminario inicial lleno de talante germano de Flores, junto, sobre todo —luego volveré acerca de esto—, a Viñuales, Rodríguez Mata, Gay, Garande, Alvarez Cienfuegos y Gabriel Franco. El segundo, Valentín Andrés Alvarez, apareció en la órbita de Flores de Lemus en los momentos finales de la labor de éste corno gran escolarca de la ciencia económica española. Conocidas de todos son las dolorosas circunstancias que rodean los últimos días de las relaciones con el maestro de los discípulos de Flores. Uno de ellos, su nombre no hace al caso y queda para los que hacen historia chacal si es que lo localizan, tiene la vacilación de Pedro. Niega al maestro. Otros andan dispersos. Pero algunos permanecen firmes y fieles. El fue, ante el asombro de Flores, como ya he relatado en otra parte y volveré a puntualizar hoy, que lo consideraba discípulo muy marginal —y en algún sentido, lo era—, quien se niega a negar, y acude asiduamente a la casa del maestro hasta sus últimos momentos, con, al menos, José María Naharro y José Antonio Piera Labra. Son tres personajes señeros —Bernis, Olariaga y Valentín Andrés Alvarez—, con aportaciones de muy dispar signo, pero fundamentales para nuestra economía. A los tres los estudié inicialmente en tres trabajos que andan por ahí. Los tres han recibido ahora tan cuidadosa atención que su vida y obra han de ser, a la fuerza, recreadas de este año en adelante.