La guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y el Paraguay influyó poderosamente en la vida de ambos contendientes. Historiadores, sociólogos y especialistas en ciencias políticas coinciden en aseverar que el conflicto chaqueño marcó nuevos rumbos en el proceso histórico y cultural de los dos países por las crecidas pérdidas humanas que ocasionó, por la bancarrota económica que produjo, por la preponderancia que dio a los militares en los asuntos públicos, por el clima de intensa inquietud social que trajo consigo y, sobre todo, por haber sido la fuerza generadora que dio impulso a los intentos reformistas de los años siguientes, intentos que culminaron en el triunfo de la Revolución Boliviana de 1952, y que se truncaron con el afianzamiento de la hegemonía militar en el Paraguay.