Este ensayo propone un análisis deconstructivo del problema del habla y la escritura en Vidas secas (1938) de Graciliano Ramos. Al examinar la razón de la aparente discapacidad lingüístico-alfabética de los protagonistas de la obra, la crítica ha permanecido hasta el momento dentro de un esquema oposicional (habla/no-habla) que debería ser reevaluado por fuera de ese mismo esquema. Siguiendo las ideas de Jacques Derrida, el artículo considera a Fabiano y a su familia una suerte de filósofos que, en su divagar mental y físico, realizan una crítica onto-teológica y logocéntrica del sistema de diferencias metafísicas naturaleza/cultura y humanidad/animalidad. A la luz de las teorías de Giorgio Agamben, Fabiano representa igualmente al homo sacer, en tanto proscrito bajo estado de excepción en donde se anula la diferencia entre animalidad y humanidad. Como subalterno, el personaje se ubica en un espacio liminal, incluido por su misma exclusión.