El arte rupestre de la provincia de La Rioja, en el sector sur del Noroeste argentino (en adelante NOA), se caracteriza por la variabilidad de sus repertorios iconográficos y la diversidad de sus contextos de emplazamiento. Las mayores concentraciones se encuentran en la cuenca del río Bermejo, en el occidente (Evans Reference Evans2019; Van Hoeck Reference Van Hoeck2011); en las extremidades de las sierras de Velasco y Sañogasta, en el centro (Falchi et al. Reference Falchi, Podestá, Rolandi, Ré and Torres2011, Reference Falchi, Torres and Gutiérrez2017; Ferraro et al. Reference Ferraro, Chinen and Pagni2015; Guráieb et al. Reference Guráieb, Rambla, Carro and Atencio2014); y en las sierras de Los Llanos, en el sudeste (Aparicio Reference Aparicio1939; Cáceres Freyre Reference Cáceres Freyre1957; De la Fuente Reference De la Fuente1974; Gilardenghi et al. Reference Gilardenghi, Muzzigoni, Tissera, Biurrun and Pastor2022, Reference Gilardenghi, Tissera, Muzzigoni, Biurrun and Brizuela2023; Ocampo y Pastor Reference Ocampo and Pastor2017; Pastor Reference Pastor2014; Pastor y Boixadós Reference Pastor and Boixadós2016). En el norte de la provincia, y específicamente en la denominada Costa Riojana, no había hasta ahora prácticamente registros (Ortiz Malmierca Reference Ortiz Malmierca2001).
La Costa Riojana abarca un área de aproximadamente 2.000 km2 y se compone de pequeños oasis denominados: Santa Vera Cruz, San Pedro, Anjullón, Los Molinos, Anillaco, Aminga, Chuquis, Pinchas, Agua Blanca y Las Peñas. Las alturas oscilan entre 4.000 m snm en las cumbres del Velasco, al oeste, y 1.000 m snm en el valle de La Punta, que limita hacia el este con la serranía homónima (2.000 m snm; Figura 1). El piedemonte (1.400-1.600 m snm) se encuentra surcado por cursos hídricos de régimen permanente que discurren de oeste a este.
La región forma parte de las provincias fitogeográficas del Monte (con precipitaciones de 200 mm anuales) y del Chaco Serrano (con lluvias de 300 mm anuales), esta última en los tramos superiores y húmedos de las quebradas. Predominan la jarilla (Larrea sp.), el retamo (Bulnesia retama), el algarrobo (Neltuma) y el chañar (Geoffrea decorticans). Por encima de los 1.900 m snm, hay especies como el arca (Parasenegalia visco), el molle de beber (Lithraea molleoides), la penca (Opuntia sulpuhurea) y el cardón columnar (Trichocereus terscheckii; Cabrera Reference Cabrera and Kugler1976).
La información arqueológica disponible para la Costa Riojana procede principalmente de las cuencas del norte, como Anjullón, Los Molinos y Anillaco (Cahiza et al. Reference Cahiza, Sabatini and Iniesta2018; De La Fuente Reference De la Fuente1974; Mercado Reference Mercado1993; Raviña y Callegari Reference Raviña and Callegari1992), y sugiere la existencia de dos paisajes sociales sucesivos. El primero, iniciado hacia el 300-600 dC, con comunidades aldeanas sedentarias en los sectores de piedemonte y en las quebradas del faldeo oriental de la Sierra de Velasco, y en menor intensidad en el valle de La Punta, conformados por pequeñas unidades domésticas de base agraria, pero complementadas con actividades de caza y de recolección. El segundo, con una cronología de 600-800 dC, se caracteriza por una arquitectura residencial compleja, de uso público y áreas agrícolas de mayor tamaño (Cahiza et al. Reference Cahiza, Llorca, Iniesta and Garate2017, Reference Cahiza, Sabatini and Iniesta2018). En ese momento, anclado en las tradiciones andinas, surge Aguada (González Reference González1977) como una entidad con fuertes connotaciones identitarias, caracterizada por referentes simbólicos estandarizados como las iconografías alfareras (Dlugosz et al. Reference Dlugosz, Gianfrancisco, Richard, Villar and Regueiro2009; Raviña y Callegari Reference Raviña and Callegari1992; Scattolin Reference Scattolin2006).
Hacia el 800-1000 dC la señal arqueológica se desvanece en el piedemonte, pero hay algunos indicadores provenientes del sector sur, que persisten hasta la colonia temprana. En Chuquis, el sitio fortificado Loma Pircada (Ortiz Malmierca Reference Ortiz Malmierca2001) y el alero Agua Blanca tienen edades que oscilan entre 1300 y 1700 dC (Cahiza et al. Reference Cahiza, Garate, Sabatini, Gheggi, Iniesta, Carosio and García2021); ambos representan un tercer paisaje social adscrito al segundo milenio.
En este trabajo se da a conocer un conjunto de sitios con arte rupestre de la Costa Riojana, en su mayoría inéditos. Se considera a las imágenes como un registro material que modela los paisajes de manera dinámica, bajo condiciones de permanencia y visualidad perdurable en el tiempo (Acuto Reference Acuto2013). Su presencia semantiza discursos sociales al constituirse en monumento o hito territorial que responde a cogniciones y prácticas compartidas (Criado Boado et al. Reference Criado Boado, Oubina, Vilariño and Domínguez2016).
Entre los objetivos se propone caracterizar el repertorio iconográfico a escala local, atendiendo a la variabilidad de temas, motivos y técnicas de ejecución. En términos cronológicos se busca reconocer correspondencias entre diseños y paisajes sociales del primer y segundo milenio de la era, éste último prácticamente desconocido para el área de estudio. Para ello, el análisis iconográfico se inserta en una interpretación estilística y temporal de mayor escala a través de comparaciones con el arte rupestre regional.
Desde el punto de vista espacial, se evalúan los contextos de emplazamiento de los sitios con arte rupestre y sus posibles vinculaciones con componentes del ambiente y culturales, como las unidades residenciales y las áreas productivas. Finalmente, se examina la visibilidad desde los sitios rupestres mediante la aplicación de herramientas proporcionadas por los Sistemas de Información Geográfica con el propósito de reconocer patrones espaciales para las temporalidades de estudio (Llobera Reference Llobera2007).
Metodología
Para el estudio formal del arte rupestre se describen, a nivel de sitio, los soportes (rocas que constituyen el asiento físico de las imágenes), los paneles (superficie rocosa intervenida), que en algunos casos fueron segregados a partir de rasgos geológicos que delimitan su continuidad dentro de los soportes, y el repertorio iconográfico (motivos). A fin de identificar estilos locales o compartidos y definir sus posibles temporalidades, se efectúan comparaciones regionales de las imágenes.
Se evalúan, además, los aspectos formales de los motivos y las técnicas de ejecución, las morfologías de las imágenes, los tipos de representaciones y la distribución en el panel, a partir de la cual se identifican secuencias mediante superposiciones y/o yuxtaposiciones de motivos. También se tienen en cuenta los tipos de abrigos rocosos que contienen a los conjuntos iconográficos, entre ellos aleros o cavidades naturales poco profundas y paredones verticales (sensu Favier Dubois et al. Reference Favier Dubois, Kligmann, Zárate, Hocsman, Babot, Massigoge and Mosquera2020).
El arte rupestre fue descrito a partir de fotografías tomadas con cámara Canon EOS Rebel T6. Las imágenes se procesaron con el software D-Stretch, complemento del programa image J de libre licencia (Harman Reference Harman2008), con el fin de reconstruir las figuras. Las imágenes obtenidas fueron plasmadas en calcos a escala con el programa CorelDRAW X7.
Se considera como motivo a la unidad mínima de registro y análisis, y que conforma una sola entidad visual (Aschero Reference Aschero and Yacobaccio1988). Las representaciones constituidas por elementos gráficos sin continuidad aparente (por ejemplo, líneas paralelas o sucesión de puntos), pero que mantienen una afinidad geométrica dentro de un espacio y sin variación morfo-técnica, se abordan como un único motivo, ya que exponen un nexo formal de realización (Gradin Reference Gradin1978).
Para el análisis espacial se examinan las asociaciones entre sitios rupestres y componentes ambientales (rasgos topográficos y fisiográficos) y culturales (unidades residenciales, concentraciones cerámicas superficiales, terrazas agrícolas y morteros). Mediante el software ArcMap 10.3 (ArcGIS ESRI) se crearon buffers de 500 m y 1000 m de distancia entre los sitios rupestres y otros componentes del paisaje. El primero se definió según el rango espacial de dispersión de los emplazamientos aldeanos en la región (Cahiza et al. Reference Cahiza, Sabatini and Iniesta2018), y el segundo para considerar posibles anomalías en otros sectores no evaluados anteriormente.
Para explorar la visibilidad desde los sitios rupestres (Llobera Reference Llobera2003) se utilizó la herramienta de cuenca visual o viewshed (ArcMap 10.3) que genera un ráster de salida. Se calcula cuales ubicaciones (celdas de una cuadrícula) se conectan mediante una recta imaginaria desde el punto de observador y se consideran aquellos puntos (de un modelo digital de elevaciones) que conforman el primer obstáculo topográfico encontrado en dirección vertical y horizontal. El resultado es una superficie de valores binarios: 0 (no visible) y 1 (visible; Zamora-Merchán Reference Zamora-Merchán2013). Se utilizó un ASTER GDEM (V003 2019; mosaico de cuatro escenas coordenadas WGS84 UTM S19) de 30 × 30 m de resolución espacial. Se establecieron como puntos de observación los sitios con arte agrupados en tres sectores espaciales, sin considerar uno porque se comportaba espacialmente como un outlier. Se incluyó como parámetros una altura de 1,50 m (estatura mínima promedio de una persona) y una distancia máxima de 10 km (alcance visual nítido con buenas condiciones atmosféricas; Coll et al. Reference Coll, Basile and Ratto2021). Dado que los bosques de algarrobo en el área son abiertos, discontinuos, heterogéneos y se distribuyen principalmente en el fondo de valle, no fueron modelados (Rojas et al. Reference Rojas, del Rosario Prieto, Villagra and Álvarez2014).
Resultados
Distribución de sitios con arte rupestre y análisis formal de motivos
Se registraron diez sitios con arte rupestre en la Costa Riojana, representados por 18 paneles pintados y uno grabado. Estos se distribuyen en el piedemonte y quebradas de la Sierra de Velasco, y en dos unidades de las serranías de La Punta. Las imágenes se emplazan en aleros y paredones del complejo plutónico-metamórfico de ambas formaciones geológicas (Candiani y Cravero Reference Candiani and Cravero2017).
En altitud decreciente, los sitios se ordenan de la siguiente manera: El Diablito de Chuquis (EDC: 1.914 m snm), Piedra Pintada 2 (PP2: 1.586 m snm), Piedra Pintada 1 (PP1: 1.585 m snm), Piedra Pintada 3 (PP3: 1.582 m snm), La Angostura (LA: 1.546 m snm), Los Caballitos (LC: 1.542 m snm), La Ola (LO: 1.531 m snm), Balde Mora (BM: 1.488 m snm), Alero de Aminga (AM: 1.461 m snm) y Aminga Abajo (AMA: 1.289 m snm; Figura 2a y Tabla 1). La distancia promedio entre ellos es de 1,9 km, incluidos en un polígono norte-sur de 23,5 km y extremos en Alero de Aminga y Los Caballitos, y este-oeste de 16 km dispuesto entre El Diablito de Chuquis y Piedra Pintada. En el valle del Río La Punta, ubicado entre las sierras, no se registraron manifestaciones rupestres.
Los sitios se ubican en un valle longitudinal, sobre uno de los vectores principales de comunicación natural que conecta con regiones ubicadas al norte, como Belén y el Bolsón de Pipanaco (provincia de Catamarca) y al sur, como Sanagasta y el valle de la ciudad de La Rioja. También las sierras de Velasco y La Punta están atravesadas por ríos, portezuelos y quebradas transversales que permiten la circulación hacia las zonas boscosas más bajas del sudeste, como las localidades de El Cantadero, El Carrizal y Bazán, y hacia el noreste con el Barreal de Arauco (Figura 2b).
El Diablito de Chuquis (EDC)
EDC se sitúa en la parte superior de una loma en la Quebrada Grande, cuenca de Chuquis, a 150 m al oeste de una unidad residencial compuesta por siete recintos de piedra. Entre ambos se emplazan dos rocas con cinco morteros y pendiente abajo, terrazas de cultivo que integran el conjunto arqueológico. Se realizaron excavaciones en los recintos y en el alero al pie de las pinturas, que permitieron recuperar fragmentos cerámicos, restos faunísticos y líticos. El espacio residencial fue ocupado entre 841 y 969 cal dC, y el alero entre 1016 y 1048 cal dC (Iniesta et al. Reference Iniesta, Carosio, García and Garate2023; Figura 3a). En este último se halló una estructura de pequeños clastos similar a una plataforma o altar a 30 cm de profundidad (Figura 3b).
Las imágenes en el alero ocupan dos paneles separados por una fisura vertical que atraviesa el sector este de la pared. Uno de ellos contiene un motivo geométrico pintado en color blanco, cuyo deterioro impide identificar su morfología. A su derecha, se observan yuxtaposiciones y una superposición que permiten reconstruir una secuencia mínima de tres momentos de ejecución. El primero incluye varios motivos no figurativos en blanco y otras figuras en bicromía, que incorporan el color rojo. Se observan formas geométricas, lineales, circulares, poligonales y constelaciones de puntos, entre las cuales sobresale una variante de cruz enmarcada. En el centro se emplaza un motivo circular bicromo con dos apéndices subcirculares. En un segundo momento, se agregaron otras figuras en una tonalidad distinta de rojo, que se yuxtaponen o superponen sutilmente sobre algunos motivos en blanco, evitando su ocultamiento. Con excepción de los motivos poligonales situados en el sector superior derecho, las representaciones se distribuyen en un patrón con dirección ascendente de izquierda a derecha.
En un tercer momento se incluyó una figura de gran tamaño, en una tercera tonalidad de rojo. Es una representación antropomorfa con manos, dedos en delgadas líneas y pies, que se dispone erguida, de frente y con los brazos en ángulo recto hacia abajo. Se superpone a los motivos centrales bicromos y a la cruz enmarcada con la intención de ocultarlos parcialmente (Figura 3c).
Conjunto Piedra Pintada 1, 2 y 3 (PP1, PP2 y PP3)
PP1 o Piedra Pintada de Abajo (sensu Ortiz Malmierca Reference Ortiz Malmierca2001) está emplazado en la Sierra de La Punta, frente a la localidad de Chuquis y Pinchas. En sus inmediaciones se registraron otros dos sitios con pinturas: PP2 y PP3. Para acceder a ellos se transita desde el valle mediante un cauce intermitente, tributario del Río La Punta, hasta una explanada entre lomas. En ese trayecto hay ocho instalaciones de molienda con 30 bocas y en un paraje denominado Pozo de La Mora, una instalación con 15 oquedades junto a reservorios de agua de lluvia.
En PP1 los soportes se localizan en grandes bloques que sobresalen en el escenario natural (Figuras 4a y 4b) y en los cuales se diferencian tres paneles: PP1-a, PP1-b y PP1-c. PP1-a incluye tres motivos pintados en blanco. El de mayor tamaño es una figura mascariforme con diseños geométricos internos, constituidos por dos líneas verticales paralelas y rematadas en sendas volutas. Este diseño se replica de forma espejada en el centro de la figura, acompañado por dos líneas sinuosas laterales. A su izquierda se observa un posible antropomorfo de perfil, pintado con otra tonalidad del mismo color. PP1-b, ubicado a 30 m al sur de PP1-a, ocupa un amplio sector del centro de la roca principal del conjunto, con motivos no figurativos pintados en tonalidades de blanco y rojo. El rojo fue aplicado a dos motivos en forma de clepsidras con variabilidad de diseños internos y una superposición sobre otros motivos geométricos, que indica su agregado posterior. En el centro hay una figura subcircular con apéndice inferior, de la que se desprenden dos campos reticulados laterales. En los márgenes superior e inferior se observan motivos cruciformes, lineales y un posible mascariforme. El panel PP1-c, emplazado en el contrafrente de PP1-b, comprende un motivo geométrico constituido por líneas curvas paralelas en forma de “herradura” que circunscriben a un trazo lineal en color blanco (Figura 4c).
En un alero pequeño a 48 m de PP1, se ubica el sitio PP2, que contiene un panel con un motivo en blanco que consideramos un adorno cefálico (Figura 4d). El sitio PP3, de difícil acceso por situarse en la parte alta de un abrigo, dista 200 m de PP2 y consta de un único panel con dos motivos no figurativos complejos en color blanco (Figura 4e).
La Angostura (LA)
Se localiza en un conjunto de lomas bajas del sector sur del área de estudio, próximo al Río La Punta, entre las localidades de Agua Blanca y Las Peñas. Se registraron cerámicas en superficie y una unidad residencial (Las Peñas 1) con un recinto subcuadrangular y otro circular. El sitio LA posee cuatro paneles pintados sobre un alero de grandes dimensiones. En el primero (LA-a) se observan dos motivos zoomorfos, un lacertilio y un camélido. Este último contiene la representación de un posible jinete desproporcionado respecto al cuerpo del animal. A su derecha se observa un motivo antropomorfo con los brazos en jarra, pintado en otra tonalidad de blanco (Figuras 5a y 5b).
LA-b contiene un gran motivo tridígito negro y LA-c una figura enmarcada y pintada en blanco, cuyo diseño interno contiene una línea quebrada central y figuras triangulares alineadas. Esta secuencia también se despliega sobre uno de los lados exteriores del cuadrilátero. Más arriba se observa un camélido del mismo color, que corresponde con el canon y patrón observados en LA-a, aunque presenta la cola algo más destacada. LA-d se compone de dos conjuntos de puntos agrupados, uno con figuras de morfología triangular en torno a un motivo circular concéntrico de líneas intermitentes (Figura 5b).
Los Caballitos (LC)
LC se emplaza en las sierras bajas del sector sur del área, en proximidad al Río de La Punta. Se registraron tres bocas de mortero y pequeños reservorios de agua de lluvia. También hay una unidad residencial (Las Peñas 2) con dos recintos subcuadrangulares y una instalación discreta de molienda (cinco morteros y tres conanas).
El alero de LC contiene dos paneles pintados con motivos zoomorfos. El primero (LC-a), presenta cuatro figuras en rojo y dos en negro. Las tres de mayor tamaño muestran la misma tonalidad que dos motivos superpuestos. La figura de la izquierda es compatible con un équido y las restantes indefinidas. La superposición entre estas últimas podría deberse a la búsqueda intencional de recrear movimiento y profundidad. La cuarta figura, ejecutada en un tono diferente, tampoco permite su adscripción a ninguna especie identificable. Los motivos en negro corresponden a una figura “peiniforme” y a un camélido de menor tamaño. En el segundo panel (LC-b) hay nueve representaciones de camélidos en movimiento, pintados en negro y tres líneas que producen un efecto de enmarcado sobre el lado derecho (Figura 6a).
La Ola (LO)
LO es un alero pequeño ubicado en el piedemonte de la Quebrada Yacurmana, en Chuquis, que contiene dos paneles con motivos pintados y nueve oquedades de mortero asociadas. En el primer panel (LO-a) se registró un ofidio de cuerpo almenado en rojo, y en el segundo (LO-b), un motivo lineal indeterminado de idéntica tonalidad (Figura 6b). Además del arte, se identificaron dos estructuras residenciales, terrazas de cultivo y cuatro instalaciones de molienda que contienen entre dos y seis morteros.
Balde Mora (BM)
Es el único sitio con grabados ubicado en la porción sudeste de las sierras bajas del área. En el ángulo inferior derecho de una pared rocosa, donde la corteza se ha erosionado naturalmente, se identifican una figura geométrica, un posible zoomorfo y una tercera de carácter complejo, que consta de dos o más motivos yuxtapuestos. Las figuras, concentradas en un sector con corteza original, contrastan con el color oscuro del panel ya que las extracciones de material exponen una pátina más clara. Si la pérdida de corteza fue posterior a la producción de los grabados, esto pudo ocasionar la pérdida de otros motivos (Figura 6c).
Alero de Aminga (AM)
El sitio AM se emplaza en el piedemonte de la localidad homónima, a 150 m del Río Aminga cerca de unidades residenciales, cinco instalaciones de molienda y campos de cultivo. Es un alero con un panel con seis motivos. A ambos lados de una fisura en la pared se disponen tres camélidos en movimiento que representan diferentes patrones de diseño y un trazo semicircular en rojo. Por encima de estas figuras se destacan dos motivos lineales rematados por volutas espejadas en blanco (Figura 6d).
Aminga Abajo (AMA)
Se ubica al pie de la Sierra de La Punta, en su sector occidental. Carece de sedimentación e integra un conjunto de rocas de fácil acceso, en las cuales se registran oquedades de mortero (n = 40) junto a fragmentos cerámicos, líticos y restos faunísticos en superficie. Dos kilómetros en dirección norte, sobre el Río La Punta, hay una unidad residencial conformada por pocos recintos y varios morteros (Sabatini et al. Reference Sabatini, Garate and Carosio2021). El alero contiene un único panel con tres motivos. El de mayor tamaño es un camélido pintado en blanco con una figura esquemática rematada por una circunferencia (¿cabeza?), que posiblemente representa un jinete. Las figuras restantes, en color rojo, no pudieron ser recuperadas debido a su despigmentación (Figura 6e).
Distribución espacial y contextos de emplazamiento del arte rupestre
Según los contextos topográficos y ambientales de los emplazamientos, los sitios con arte fueron agrupados en tres conjuntos. El primero, localizado en el faldeo oriental de la Sierra de Velasco, es una unidad geológica con vertientes permanentes que incluye el Alero de Aminga y La Ola, situados en el piedemonte, y El Diablito de Chuquis en el tramo superior de la quebrada. Un segundo conjunto incluye a Los Caballitos, La Angostura y Balde Mora, localizados en el sector sur del área sobre una sierra de baja altura que comparte características ambientales y paisajísticas con la Sierra de La Punta, como ausencia de agua permanente y escasa vegetación. Por último, en la parte occidental de la Sierra de La Punta se ubica el sitio Aminga Abajo, al pie de las lomas, y el conjunto de Piedra Pintada, en la parte más alta. Ambos están relacionados con un cauce estacional, numerosos morteros y puntos clave en el territorio, en los cuales es posible captar agua en el recorrido entre ambos lados de la sierra.
Los resultados de áreas de influencia a los cursos de agua (Figura 7) indican que los sitios rupestres localizados en el piedemonte y las quebradas del Velasco se ubican a escasos metros (dentro de un radio de 500 m) de las vertientes permanentes, denominadas Río Aminga, La Aguadita y Yacurmana. En el sector de La Punta, las distancias al cauce estacional oscilan entre 50 m (LA) y 800 m (PP). Es decir, en ambos casos la ubicación del arte se asocia con el acceso al agua, recurso estratégico en un área de clima árido con pronunciado déficit hídrico (Cabrera Reference Cabrera and Kugler1976).
Respecto de la relación espacial entre el arte rupestre y los sitios arqueológicos, en los piedemontes y quebradas de las cuencas de Aminga y Chuquis se registra una alta densidad de unidades residenciales (n = 38), áreas de molienda (n = 56) y campos de cultivos (n = 18), emplazados cerca de los sitios con arte (distancias menores a 500 m). De este modo, EDC, LO y AM se hallan integrados a los espacios aldeanos del primer milenio de la era en la región (Cahiza Reference Cahiza2015). Por otro lado, los sitios de la serranía baja de La Punta (AMA, LC, LA, BM) se distribuyen en cercanía de un conjunto discreto de unidades residenciales (n = 4) y de molienda (n = 11), carentes de estructuras agrícolas. A su vez, PP1, PP2 y PP3 se emplazan en un sector segregado de los espacios residenciales y agrícolas, aunque próximos a los morteros (n = 8) (Figura 7).
Los análisis de cuencas visuales (Figura 8) muestran diferentes alcances de visibilidad desde los conjuntos de sitios rupestres de la Sierra de Velasco y de la Sierra de La Punta. En el primer caso, desde el Diablito de Chuquis, La Ola y Alero de Aminga, la visibilidad alcanza al 33,5% de celdas (desde un sitio es visible el 25%, desde dos sitios el 7% y desde tres el 0,03%). Esto implica un gran campo visual hacia los poblados circundantes, los accesos de las quebradas y las zonas bajas del valle, donde se identifica el sitio AMA ubicado al pie del faldeo occidental de la Sierra de La Punta. Si bien, LO y AM están en piedemontes de suave pendiente y EDC en una pendiente más pronunciada, los tres se asocian a cursos de agua permanente y se vinculan con las unidades residenciales, los conjuntos artefactuales y las áreas productivas (Figura 7). También en estos casos los soportes elegidos, sobre todo El Diablito (Tabla 1), se destacan por ser los únicos aleros disponibles en el área.
Los sitios ubicados en el sector sudeste del área —La Angostura, Los Caballitos y Balde Mora— tienen una visibilidad obstruida en su conjunto (8,2% de celdas son visibles) hacia algunos puntos del valle y a las serranías donde se recortan las sendas naturales de tránsito. No hay visibilidad desde los tres sitios juntos, a diferencia del ejemplo anterior, y esto se debería a que BM se ubica en la ladera opuesta de LA y LC. Además, si bien las rocas se ven desde no tan lejos, los paneles rupestres se ubican en cavidades pequeñas (Tabla 1) cuyos motivos son difíciles de distinguir. Los sitios de Piedra Pintada advierten una visibilidad muy limitada (menos del 1% de celdas son visibles). Más allá de que PP1 contenga soportes de grandes dimensiones (Tabla 1) y los paneles no estén protegidos por su ubicación geográfica, sólo son visibles en la proximidad inmediata (en un radio menor a 300 m).
Discusión
El repertorio iconográfico local y el arte regional
En el arte rupestre de la Costa Riojana predomina la técnica de pintura (97,06%). El análisis del repertorio iconográfico permitió identificar 102 motivos distribuidos en 18 paneles. El 57,84% (n = 59) corresponde a motivos no figurativos y el resto a figurativos (42,16%; n = 43), entre los que se incluyen 12 posibles objetos (mascariformes y adornos/objetos: 11,76%), seis figuras antropomorfas (5,88%) y 23 zoomorfas (22,55%), con predominio de los camélidos. Respecto a su distribución, cerca de la mitad de las figuras (n = 49; 48,03%) se concentran en dos sitios: Piedra Pintada 1 y El Diablito de Chuquis (Tabla 2). Entre los motivos pintados (n = 99) la disposición cromática señala el predominio del color blanco (n = 50; 50,50%), seguido del rojo (n = 25; 25,25%) y del negro (n = 13; 13,13%). A ellos se agregan tres motivos bicromos que combinan el blanco y el rojo.
La distribución de los tipos de motivos no refleja patrones claros respecto a los emplazamientos y superficies de los soportes. No obstante, se observan algunas diferencias en la frecuencia y disposición de paneles, en las superposiciones/yuxtaposiciones y en la complejidad de los diseños. El Diablito de Chuquis y Piedra Pintada 1 muestran un carácter preponderante en el territorio, ambos situados en los extremos oeste y este del área de estudio, ubicados en geoformas destacadas y seleccionadas en el espacio. La carga cromática e iconográfica de sus paneles, producto de una acumulación agregativa, otorgan a estos lugares un mayor valor sensorial. Contienen paneles que rellenan prácticamente todo el espacio vacío e incluyen figuras superpuestas que reflejan sucesivos eventos de intervención.
En cuanto a los aspectos iconográficos, se observan similitudes formales con otros motivos del contexto regional (por ejemplo, las sierras de Los Llanos, Talampaya, Los Colorados, El Alto-Ancasti, el valle de Bermejo y las Sierras Centrales; Tabla 3). Estos diseños en algunos casos fueron ejecutados con diferente técnica. El arte grabado, predominante en áreas vecinas como la sierra de Los Llanos en el sudeste de La Rioja, el valle del Bermejo en el oeste, Los Colorados-Palancho y Talampaya en el sur de la provincia, resulta poco significativo en el área de estudio (n = 3; 2,94%).
La mayoría de las representaciones de camélidos del repertorio pueden asignarse a los cánones A (LA y LC) y B (AMA y LC), según lo definido por Recalde y Pastor (Reference Recalde and Pastor2011) para el noroeste de Córdoba. Asimismo, estas figuras tienen correspondencias formales con las modalidades II (LA), IV y V (LC) definidas por Gheco (Reference Gheco2017) para Oyola, como también con las modalidades I (AMA) y II (LA y LC) enunciadas por Calomino (Reference Calomino2018) para Los Algarrobales de El Alto-Ancasti en el sudeste de Catamarca. Estos cánones y modalidades también fueron registrados en las sierras de los Llanos y en el norte de Córdoba (Tabla 3). Las similitudes macrorregionales observadas en los diseños de camélidos del sector de La Punta sugieren conexiones que vinculan al área de estudio con la porción meridional del NOA, el centro de Argentina y quizás Cuyo, con una cronología compatible con momentos tardíos para las serranías de Córdoba (450-1600 dC; Recalde y Pastor Reference Recalde and Pastor2011) y con los períodos Agroalfarero medio y tardío para el NOA, cuya secuencia se inicia a mediados del primer milenio de la era (Gheco Reference Gheco2017).
En La Angostura se observan similitudes entre la figura del lacertilio con otras figuras análogas de Talampaya (Ferraro et al. Reference Ferraro, Chinen and Pagni2015), aunque ejecutadas con técnica de grabado. Otras representaciones con menor similitud en lo formal (Evans Reference Evans2019) sugieren vínculos con el valle del Bermejo (Tabla 3).
Las figuras mascariformes se ajustan a patrones locales que tienden a excluir réplicas de otros ámbitos circundantes. El motivo circular bicromo con dos apéndices subcirculares de El Diablito es compatible con una figura grabada en la localidad La Cuestecilla, en Famatina (Callegari et al. Reference Callegari, Soto and Hacha2017). Figuras similares fueron registradas en el oeste de La Rioja en los sitios de Rincón del Toro y Banda Florida (Callegari et al. Reference Callegari, Wisnieski, Spengler, Rodríguez, Aumont, Sepúlveda, Briones and Chacama2009; Evans Reference Evans2019), donde forman parte de representaciones antropomorfas de cuerpo completo (Aparicio Reference Aparicio1939). Los elementos compositivos del mascariforme de Piedra Pintada PP1-a se observan en los diseños interiores de cuadriláteros de Talampaya (Ferraro et al. Reference Ferraro, Chinen and Pagni2015), en Los Colorados (Falchi et al. Reference Falchi, Podestá, Rolandi and Torres2013) y en el valle del Bermejo (Van Hoeck Reference Van Hoeck2011). En Piedra Pintada PP2 se observa una figura en color blanco rematada por un motivo lineal bifurcado, similar a representaciones grabadas de adornos cefálicos de figuras antropomorfas de Los Llanos y del occidente de Córdoba (Tissera Reference Tissera, Oliva, Rocchietti and Solomita2016; Tabla 3).
La representación de El Diablito, figura de gran tamaño y pintada en rojo, presenta particularidades dentro del contexto regional (indicación de dedos y gestualidad corporal) que la diferencian de otros antropomorfos documentados en áreas cercanas como la Sierra de El Alto-Ancasti (Nazar et al. Reference Nazar, De La Fuente and Dulout2014), Los Colorados (Falchi et al. Reference Falchi, Podestá, Rolandi and Torres2013) y Rincón del Toro (Callegari et al. Reference Callegari, Wisnieski, Spengler, Rodríguez, Aumont, Sepúlveda, Briones and Chacama2009) para la segunda mitad del primer milenio. La figura fue plasmada sobre varios motivos anteriores constituyendo la secuencia final de las intervenciones (tercer momento) en el panel, con una clara intencionalidad de “ocultar”. El diseño podría corresponderse temporalmente con la transición al segundo milenio (el alero tiene una fecha de 1035 ± 15 años aP; Iniesta et al. Reference Iniesta, Carosio, García and Garate2023), punto cúlmine de la expansión y ocaso de la entidad Aguada (González Reference González1977).
Los motivos lineales bifurcados, en algunos casos rematados por volutas, registrados junto a camélidos de menor tamaño y en posición inferior como ocurre en el Alero de Aminga, fueron documentados en pinturas de las sierras de Los Llanos (Gilardenghi et al. Reference Gilardenghi, Tissera, Muzzigoni, Biurrun and Brizuela2023) y en grabados en Talampaya, donde se consideran representaciones de “tupus” (Ferraro et al. Reference Ferraro, Chinen and Pagni2015; Tabla 3).
También se observa cierto énfasis en los diseños geométricos como las clepsidras de Piedra Pintada PP1-b y el motivo enmarcado de La Angostura LA-b. Estas figuras son frecuentes en el área surandina (Ledesma Reference Ledesma2012; Podestá et al. Reference Podestá, Rolandi, Santoni, Re, Falchi, Torres and Romero2013), donde posiblemente funcionaron como “emblemas” durante el período Tardío o de los Desarrollos Regionales (ca. 1000-1480 dC), los cuales sostenían nuevos discursos políticos vinculados al surgimiento de jefaturas regionales y el aumento de conflictos inter-étnicos por el acceso a los recursos (Nielsen et al. Reference Nielsen, Podestá, Falchi, Ávalos, López and Vázquez2022; Tarragó Reference Tarragó and Tarragó2000). No obstante, los episodios de tensiones sociales a inicios del segundo milenio en el área de estudio son desconocidos. Otras interpretaciones sugieren que estos motivos complejos (Martel y Giraudo Reference Martel and Giraudo2014) prosperaron en contextos de permanentes negociaciones y límites de poder entre linajes, dentro de sociedades corporativas con una economía descentralizada (Acuto Reference Acuto2013; Nielsen Reference Nielsen2006).
En Piedra Pintada PP1-c se destaca un motivo de líneas curvas paralelas a modo de “herradura”, un diseño registrado tanto en las Sierras de Ambargasta, en el norte de Córdoba, como en las Sierras de San Luis (Consens Reference Consens1986).
En La Angostura LA-c se observa un motivo enmarcado con una línea quebrada central y otras figuras triangulares alineadas que producen el efecto de “rayos”, un diseño presente en el interior de motivos escutiformes del NOA (Falchi y Podestá Reference Falchi and Podestá2019). Otra figura grabada similar se documentó en el valle de Punilla, centro de Córdoba, junto a la representación de un hacha metálica de gancho (Pastor y Tissera Reference Pastor and Tissera2016). La Angostura LA-d expone dos conjuntos de puntos agrupados, uno formando figuras triangulares en torno a un motivo circular concéntrico de líneas intermitentes, que evoca a diseños también frecuentes en pinturas de las Sierras de Ambargasta y en el sudeste catamarqueño (Calomino Reference Calomino2018; Gheco Reference Gheco2017).
Otra representación de amplia distribución espacial es la cruz enmarcada en El Diablito de Chuquis, cuyo alcance continental impide inferir conexiones más allá de la inclusión del área de estudio en un contexto meta-icónico (Aschero Reference Carlos1973).
El análisis comparativo de los elementos constitutivos del repertorio iconográfico a escala regional debería hacer explícitas las diferencias entre “lo local y lo ajeno y/o compartido”, y el aporte de cada uno de ellos en la construcción del paisaje rupestre de la Costa Riojana (Tissera Reference Tissera2022). Fuera de las recurrencias iconográficas mencionadas, se identifica una significativa reserva local (sensu Pastor y Tissera Reference Pastor and Tissera2019), es decir, motivos que sólo circulan en el área de estudio y que representan el 38% de la muestra.
Respecto a los vínculos entre el arte y otros soportes visuales como la cerámica, si bien no se registran representaciones exactas entre los diseños, se observan algunas semejanzas como los motivos de círculos concéntricos de imágenes felínicas y otros zoomorfos afines a las tradiciones estilísticas Ciénaga y Aguada (González Reference González1977). También se asimilan los diseños bipartitos de carácter simétrico (cuadriláteros), adscritos al segundo milenio en regiones próximas del NOA (Revuelta et al. Reference Revuelta, Carosio and Aguilar2010-2012).
Si bien la información arqueológica del área muestra dos momentos (300-600 dC y 600-800 dC) con fuerte señal arqueológica y un tercero (a partir de 1300 dC) con una señal más débil, el registro rupestre refleja cierta continuidad entre el primer y segundo milenio. Aunque en muchos casos los motivos pudieron ubicarse dentro de un mismo lapso temporal, el paisaje es el resultado de un proceso acumulativo cuyos componentes son (re)utilizados a través del tiempo (Troncoso et al. Reference Troncoso, Vergara, González, Larach, Pino, Moya, Gutiérrez, Falabella, Sanhueza, Cornejo and Correa2015).
La disposición de los sitios rupestres en el piedemonte del Velasco permite dar cuenta de una estructuración del paisaje vinculada a las prácticas de interacción y a la vida cotidiana de las comunidades del primer milenio de la era (Cahiza et al. Reference Cahiza, Sabatini and Iniesta2018). La arquitectura y la alfarería de la Costa Riojana reflejan fuertemente ocupaciones ligadas a estos contextos temporales. Los estilos cerámicos identificados serían coherentes con aquellos dispersos en el área central del NOA, como Ciénaga/Saujil, Aguada y Allpatauca (Carosio et al. Reference Carosio, Sabatini and Cahiza2019; Iniesta et al. Reference Iniesta, Carosio, García and Garate2023). Además, se registran construcciones en piedra (habitaciones y patios) con plantas subrectangulares, subcuadrangulares y circulares, que reflejan un patrón edilicio afín a las aldeas regionales (Cahiza et al. Reference Cahiza, Garate, Sabatini, Gheggi, Iniesta, Carosio and García2021; Raviña y Callegari Reference Raviña and Callegari1992). Según el modelo que sugerimos, hacia el segundo milenio habría ocurrido una resignificación del arte rupestre y su distribución espacial, tal como lo ejemplifican La Angostura y Piedra Pintada 1, vinculados posiblemente con nuevos contextos sociopolíticos.
Finalmente, la figura de un equino en Los Caballitos podría ser indicador de una cronología colonial temprana. Respecto a los camélidos con jinetes esquemáticos en La Angostura y Aminga Abajo, el arte rupestre del área surandina en los momentos iniciales de este período incluye numerosas figuras de este tipo similares a équidos, como paso previo a la adopción de nuevos cánones de representación de lo “desconocido” (Arenas y Martínez Reference Arenas and Martínez2009). En Sierras Centrales, Recalde (Reference Recalde2012) sugiere que los primeros diseños de équidos se habrían construido a base de elementos constitutivos del camélido. No obstante, no debemos descartar que estas escenas puedan también referir a “llamas montadas” (véase la discusión en Politis y Tissera Reference Politis and Tissera2023), lo que permite asignarlas a momentos precoloniales.
Si se tienen en cuenta las evidencias arqueológicas de la Costa Riojana no hay indicadores de sitios residenciales para los períodos Agroalfarero tardío, Inka (ca. 1480-1532 dC) e Hispano-indígena, excepto algunas ocupaciones efímeras en el alero Agua Blanca y en el sitio Loma Pircada en Chuquis, asignados a los siglos dieciséis y diecisiete y sugerentes de una reconfiguración del paisaje social con posterioridad al 1300 dC.
Los sitios con arte rupestre y su espacialidad
El emplazamiento de los sitios rupestres en puntos asociados con la presencia de recursos hídricos, forestales (Iniesta y Rojas Reference Iniesta and Rojas2016; Rojas et al. Reference Rojas, del Rosario Prieto, Villagra and Álvarez2014) o pasturas para el ganado, sobre sendas con alto flujo de personas que conectan diferentes ambientes, sugiere una elección estratégica (Figuras 7 y 8). Los resultados muestran también relaciones nítidas entre el arte rupestre y otras materialidades arqueológicas. El emplazamiento del arte está condicionado por la localización de los asentamientos que determinan el tipo de prácticas sociales desarrolladas en torno a ellos. Los sitios ubicados en áreas abiertas del piedemonte, como La Ola y Alero de Aminga, formaron parte de la vida diaria de los grupos y de los contextos de producción agrícola de los primeros mil años de la era (Cahiza et al. Reference Cahiza, Sabatini and Iniesta2018). Esta asociación se observa claramente en la cartografía de buffers. En cambio, aquellos ubicados en el extremo sur de La Punta, cercanos a escasas unidades residenciales, carentes de espacios agrícolas y con una ocupación más débil que en el piedemonte del Velasco (Sabatini y Cahiza Reference Sabatini and Cahiza2021), tendrían usos transitorios y esporádicos, aunque persistentes hasta la etapa colonial.
El conjunto de pinturas de Piedra Pintada ocupa rocas destacables por su tamaño y morfología, monumentalizadoras per se (sensu Criado Boado Reference Criado Boado1993), que habrían operado como significantes en las prácticas allí desarrolladas. A diferencia de los contextos pedemontanos, estos sitios ubicados a mayor distancia de los núcleos residenciales y con mayores dificultades de acceso pudieron constituirse en marcadores espaciales que señalaban puntos claves en el paisaje (Aschero e Isasmendi Reference Aschero and Isasmendi2018; Pastor Reference Pastor2012).
La alta frecuencia de instalaciones de molienda cerca de los sitios rupestres, incluso en los propios aleros como en La Ola, Aminga Abajo y Piedra Pintada 1, podría ser un indicador de interacción social y congregación de personas en torno a la preparación de comidas y bebidas (Pastor Reference Pastor, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007). Se han contabilizado 53 bloques con un total de 168 oquedades de mortero en el piedemonte del Velasco y 19 bloques con 101 bocas en el sector de La Punta, lo que muestra la importancia a escala regional de las actividades ligadas al procesamiento de alimentos.
Respecto a las cuencas visuales, los conjuntos de sitios rupestres ubicados en la Sierra de Velasco y Sierra de La Punta podrían reflejar intencionalidades o estrategias distintas (Magnin Reference Magnin2013). Por ejemplo, desde los sitios que se ubican en lugares más o menos llanos, situados en los accesos de las quebradas que conducen a las alturas del Velasco y asociados a los recursos de subsistencia, la visibilidad del entorno es mayor; mientras que los sitios de Piedra Pintada tienen una visibilidad notablemente menor que no permite apreciar los corredores naturales circundantes. Sin embargo, una vez que se ingresa en el campo visual de hipotéticos observadores situados en las lomas que rodean a este conjunto se destaca Piedra Pintada 1 por el tamaño de los soportes y la ubicación de las pinturas (Figura 8). Desde Los Caballitos, La Angostura y Balde Mora, al sudeste, por las características del lugar (relieve y lomas de baja altura), la visibilidad se encuentra parcialmente obstruida. Además, las imágenes fueron plasmadas en geoformas de tamaño pequeño y en paneles poco visibles por los rasgos naturales de los soportes. Estos sitios se emplazan en corredores naturales transversales, utilizados en el presente para actividades de pastoreo y caza, y que comunican con localidades del otro lado de la Sierra de La Punta. Este circuito posiblemente replica patrones de conexiones interregionales y regionales de las comunidades pasadas (Rojas et al. Reference Rojas, del Rosario Prieto, Villagra and Álvarez2014).
Tanto El Diablito de Chuquis, próximo a las áreas domésticas y productivas, como el conjunto de Piedra Pintada, vinculado a vías naturales de desplazamiento en el sector oriental, podrían considerarse hitos destacados en el paisaje. El primero, con distintos momentos en la ejecución de sus imágenes, habría sido utilizado con cierta regularidad a lo largo del primer milenio de la era, situación que también puede observarse en Piedra Pintada, que extiende su uso hasta el segundo milenio.
Conclusiones
En este trabajo se ha mostrado que el arte rupestre de la Costa Riojana se caracteriza por la utilización casi exclusiva de la técnica de pintura, con pigmentos de color blanco, rojo y negro. Sólo se ha registrado un sitio con grabados. Los repertorios incluyen motivos figurativos y no figurativos, entre los cuales se identifican camélidos, antropomorfos, mascariformes y posibles emblemas (cuadriláteros y clepsidras). De los diez sitios con arte, situados entre las localidades de Aminga y Las Peñas, dos poseen la mayor frecuencia de motivos y los únicos casos de superposiciones y yuxtaposiciones: El Diablito de Chuquis y Piedra Pintada 1. Ambos se ubican en los extremos este y oeste de la ocupación del área, con una potente carga de significación y prácticas recurrentes en el tiempo, que incluyeron el consumo y producción del arte rupestre.
El área de estudio expone un paisaje rupestre caracterizado por la variabilidad iconográfica, con fuertes apelaciones al contexto regional (Los Llanos riojanos, Talampaya, El Alto-Ancasti y el valle de Bermejo), como lo muestran las figuras “mascariformes”. Las representaciones de camélidos conectan con una esfera de mayor rango espacial donde circulaban diseños afines (Sierras Centrales y NOA). Aun así, el arte de la Costa Riojana refleja una significativa reserva local, marcada por la creación de repertorios iconográficos sin referentes en otras zonas, en algunos casos restringidos a la escala micro o de sitio. Es decir, emerge como un espacio con una marcada impronta propia, pero conectada con otros circuitos rupestres, mediante flujos de comunicación visual que quedaron materializados en la variabilidad de su repertorio.
Desde una perspectiva temporal, el arte rupestre de la Costa Riojana habría surgido durante el primer milenio de la era en articulación con la vida doméstica y agrícola de las comunidades. Luego, hacia el segundo milenio, los repertorios fueron (re)significados, reflejando otros modos de relaciones sociales, en un contexto caracterizado por una débil señal arqueológica. La presencia de un equino en un panel del sector sudeste del área permite extender la cronología hasta la colonia temprana. Si bien los indicadores de ocupaciones para estos últimos contextos cronológicos son escasos y poco visibles en el registro arqueológico, se espera reunir otras líneas de evidencia en futuras investigaciones.
Por último, la distribución espacial del arte señala que los sitios ubicados en el piedemonte y quebrada del Velasco, como El Diablito de Chuquis, Alero de Aminga y La Ola, habrían formado parte de la trama cotidiana y simbólica de las aldeas, con una amplitud visual hacia los entornos y recursos de subsistencia. Los sitios emplazados en la serranía de La Punta, como Los Caballitos, La Angostura, Balde Mora y Aminga Abajo, estarían vinculados a usos transitorios y ocasionales en relación con las rutas de circulación natural, mayormente hacia los bajos boscosos del lado opuesto de la sierra. Finalmente, los sitios de Piedra Pintada pudieron haber constituido un punto clave de uso en el espacio, hipótesis que deberá validarse con otras informaciones arqueológicas.
Agradecimientos
Agradecemos a Pablo Andrada, su familia y a los vecinos de la Costa Riojana que aportaron datos sobre las “piedras pintadas” del área de estudio. Todas las fotografías son cortesía del autora.
Declaración de financiamiento
Este trabajo se realizó en el marco de un contrato posdoctoral de la Xunta de Galicia (INCIPIT-CSIC) y de los proyectos ANPCyT (PICT 2020-00687) y CONICET (PIBAA 2022-2024).
Declaración de disponibilidad de datos
Los datos de sitios rupestres, imágenes y calcos, así como las bases de datos utilizadas para los análisis espaciales se encuentran disponibles. Para consultarlos pueden contactarse con la primera autora y el segundo autor.
Declaración de conflicto de intereses
Los autores declaran que no hay ningún conflicto de intereses.