Las primeras Sociedades Nacionales de la Cruz Roja se instituyeron, precisamente, con objeto de prestar ayuda en favor de los militares heridos, tras iniciativa de Henry Dunant y de sus colegas que integraban una asociación privada ginebrina que, más tarde, se denominaría « Comité Internacional de la Cruz Roja ».

En un comienzo, la labor de dichas Sociedades era clara y perfectamente delimitada: se trataba de reforzar los servicios de sanidad militares con el envío de voluntarios, debidamente autorizados y que se beneficiaban de la misma protectión que el personal sanitario del ejército. Desde entonces, aunque las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, actualmente en casi todos los países del mundo, hayan ampliado y diversificado considerablemente sus actividades, dicha misión original sigue figurando entre las funciones específicas, de tal manera que una nueva Sociedad no puede ser miembro de pleno derecho en nuestro Movimiento sin haber demostrado antes su capacidad de asumir esa responsabilidad.