Pero qué mar no vuelve
sobre su propio rastro
qué mar escapa a las redes azules
del aire ensimismado.
M. Vázquez Montalbán, Pero el viajero que huye
Abriles y ahogados vuelven a aparecer en Pero el viajero que huye, el penúltimo poemario de Vázquez Montalbán. No sólo estos tropos merecen calificarse de residuales o recurrentes; recurre también la inconsecuencia pero en el título y en varios poemas de la colección. Además, como el título indica, la huida —motivo repetido con frecuencia en la poesía de Vázquez Montalbán— sigue ocupando una posición clave en esta penúltima entrega. En efecto, en Pero el viajero que huye —cuyo título procede del conocido tango “Volver”— no falta una variedad de reminiscencias formales y temáticas procedentes de obras previas del poeta. Otros críticos han observado también esta tendencia a repetirse. Santiago Martínez, en su estudio sobre Nueve novísimos poetas españoles, considera la cita propia una característica distintiva del poeta mayor de los novísimos. Además, Martínez sugiere que Praga (1982) sintetiza los motivos primarios de los cuatro primeros volúmenes, los cuales incluyen Una educación sentimental (1967), Movimientos sin éxito (1969), A la sombra de las muchachas sin flor (1973), y Coplas a la muerte de mi tía Daniela (1973). Concluye que, entre uno y otro volumen, el poeta construye “un puente referencial” que, por un lado, conserva las memorias y los pensamientos de las otras obras, pero, por otro, reduce el poema a “un material de desecho” (vii). Manuel Rico, en su libro Memoria, deseo y compasión: Una aproximación a la poesía de Manuel Vázquez Montalbán, estudia la obra poética completa, incluso el libro final Ciudad (1997). En el capítulo sobre Pero el viajero que huye presta especial atención a abril y hace patente el sentido polisémico de este símbolo recurrente.
Sin alejarme mucho de las interpretaciones de Martínez y Rico, yo propondría que tuviéramos en cuenta el posible impacto de ciertas reiteradas estrategias, las cuales sirven para comunicar, igual que los temas y motivos, el mensaje del poema. El reciclar de retales poéticos, en efecto, ayuda a establecer un código de expresión entre poeta y lector —un código capaz de revelar sentidos importantes que la ironía del autor, es decir, su propensión de hablar inversamente, tiende a ocultar.